Semana de bienvenida en Lisboa

Una prueba de que los portugueses son muy abiertos y acogedores con los extranjeros es que el ayuntamiento organizó una semana de bienvenida para los estudiantes internacionales. Toda la semana hubo eventos gratuitos para nosotros. Había que inscribirse antes, por supuesto, para que pudieran calcular cuánta gente participaría. Como siempre, me enteré tarde y ya no aceptaban más inscripciones. Sin embargo, conseguí hacer un viaje en barco por el río Tajo, un tándem lingüístico y una excursión en bici. Me hubiera gustado mucho participar en las clases de cocina portuguesa, en la visita al acueducto de Lisboa, en el recorrido por la ciudad en tuk-tuk o en las clases de surf. Estas actividades estaban ya completas y, además, yo tenía clase algunos de esos días. ¡No se puede tener todo!

El lunes conseguí hacer un viaje en barco. Dijeron que sería en un velero, pero nada más lejos de la realidad. En Lisboa casi todos los días hace bueno y solo tuvimos un día mal tiempo en toda la semana. Fue un día muy nublado, gris y lluvioso. ¡Un momento maravilloso para ver la ciudad desde el río...! Ni de broma. La verdad es que no vimos muchas cosas, solo la niebla infinita. A pesar de todo, nos lo pasamos muy bien. Ya os lo he dicho en otras ocasiones: es muy fácil conocer gente, todo el mundo quiere hacer amigos.

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El miércoles era el tándem lingüístico. Sin embargo, este tándem no era realmente lo que prometía. Normalmente hay dos personas (como el propio nombre indica), cada uno con una lengua materna diferente y dispuesto a aprender otra. De esta manera, uno ayuda al otro y aprende un nuevo idioma. Allí solo había extranjeros y ningún portugués que, en mi opinión, es la lengua que todos teníamos que aprender por estar donde estábamos. Éramos un grupo de nueve personas, aunque se había apuntado muchísima gente. El tándem lingüístico fue más bien una reunión internacional en diferentes idiomas donde hicimos diversos juegos.

El primero de ellos fue poner en el orden correcto oraciones que escribimos en cinco idiomas diferentes. Las redactamos previamente y después las cortamos en trocitos. Como yo hablaba cinco de los seis idiomas y mi compañero polaco escribió la última frase, ganamos. Antes de darnos la puntuación, el coordinador me dijo que había cometido un error y no quiso darnos el primer premio. Tuve que explicarle que el alemán es mi lengua materna y que el orden que había puesto era totalmente correcto porque no puede decirse: "als ich noch jung ganz war", lo que en español sería "cuando yo era joven aún muy".

Tras hacer algunos juegos más, hablamos un poco e intercambiamos nuestros números de teléfono. Finalmente, asistimos un chico marroquí, un ruso, una chica polaca, una italiana, una brasileña, otro alemán y yo. Fue decepcionante que fuésemos tan pocos, pero esto ocurrió en más actividades. La gente se apuntaba a diferentes cosas y luego ya decidía si ir o no. Al final, no aparecían. Muchas personas que realmente querían ir perdieron la oportunidad de hacerlo, como me pasó a mí con las actividades que mencioné antes. Creo que también fue un error por parte del ayuntamiento, ya que pagaron todo con antelación. Lo mejor hubiera sido ir a esas actividades y ver si había alguna plaza disponible, pero no sabíamos que la situación era esta y creíamos que realmente estaban completas.

El viernes el tiempo mejoró y por suerte yo sentía que tenía más energía (tras estar una semana con catarro en Irlanda y coger un resfriado en el paseo en barco del lunes). Fuimos a la excursión en bici por la ciudad. Nos dividieron en grupos más o menos grandes, aunque los menos numerosos fueron los de la gente que llegó última. Afortunadamente, llegué un poco tarde porque calculé mal el tiempo para ir hasta donde habíamos quedado. A los alemanes casi nunca nos pasa esto, pero cuando cogí el autobús no creí que hubiera tanto tráfico. Lo mejor fue que estuve en un grupo bastante pequeño con el resto de la gente que había llegado tarde. Pienso que así creamos un ambiente más íntimo y pude oír todo lo que decía el guía.

Nos dieron una bici y un casco. Fuimos por la carretera y ya sabéis cómo conduce la gente mediterránea... Empezamos en Marqués de Pombal, fuimos hasta el parque Eduardo VII y la Avenida da Liberdade. Hicimos varias paradas para que los explicaran cosas sobre los diferentes lugares, la ciudad y su historia. En Rossio estaba la primera sorpresa del viaje: tuvimos que probar la ginjinha, un licor de cereza portugués. Era la primera vez que lo probaba, aunque desde que llegué había querido hacerlo. Bebimos todos juntos y después compartimos las cerezas que quedaban en la botella. Recomiendo el licor en sí, pero no las cerezas. La bebida se hace con especias y estas frutas pueden llegar a picar mucho. Después, continuamos por el paseo fluvial en dirección al puente 25 de Abril, un monumento que conmemora la independencia de Portugal respecto a España. Fue muy bonito ver desde allí el sol reflejado en el agua y ese puente rojo tan brillante que, por cierto, no es una copia del Golden Gate, sino al contrario. El puente de Lisboa se construyó unos 20 años antes y es más largo que el Golden Gate. En la Praça do Comércio nos dieron la segunda sorpresa: pastéis de nata para recuperar fuerzas. Son los dulces más típicos y conocidos del país. Es una especie de pudding dentro de un hojaldre, ¡está muy rico! En el tema culinario, la excursión mereció la pena. Nos hicimos algunas fotos de grupo y seguimos nuestro camino por la orilla del río hacia Belém, donde nos hicimos más fotos enfrente de la torre de Belém. Todos estábamos de acuerdo en que debíamos hacer más excursiones en bici o alquilarlas para dar una vuelta. El camino por la orilla del río fue muy interesante y es el lugar perfecto para ir con las bicis. Sin embargo, no recomiendo utilizarlas por la ciudad.

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Tras el paseo en bici, fui con un amigo a una clase de arte callejero que no estaba en mis planes. No me había apuntado, pero mi experiencia de los últimos días me decía que simplemente tenía que ir y preguntar si podía quedarme. En efecto, pude participar. Éramos muy pocos cuando empezó la actividad y no se unió mucha gente más. Nos dieron una mascarilla quirúrgica y guantes par que nos protegiéramos de la pintura y el olor de los sprays. No nos dieron muchas instrucciones y nos dejaron garabatear libremente en un muro recién pintado. Parece más fácil de lo que realmente es, sobre todo cuando eres tan poco creativo como yo. "¿Qué se supone que debo pintar en una pared? ", pensé. Empecé a hacer formas abstractas y, realmente, no dibujé mucho más. Fue divertido, pero no encontré la inspiración. El resultado global no era tan malo. Había una mezcla de estilos, pero mi parte delataba que era principiante. La parte más bonita de todo el muro era, sin duda, la de nuestro profesor, que es un grafitero muy famoso en Portugal. Pasé por aquella calle varias veces y nuestra obra de arte seguía allí. Finalmente, alguien con más talento hizo otro grafiti encima.

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Ese mismo día por la tarde, en el ayuntamiento, tuvo lugar la ceremonia oficial de bienvenida para los estudiantes internacionales de Lisboa. El alcalde, algunos estudiantes y otra gente importante de la ciudad dieron discursos sobre el país, la capital y la vida Erasmus. También nos dieron algunos regalos, como una mochila, una camiseta, un bolígrafo, un abrebotellas de uniplaces, una guía de supervivencia en Lisboa y una sardina hecha de cartón. No estoy muy segura, pero creo que es el símbolo de la ciudad o de Portugal, está por todos lados: camisetas, imanes y en señales relacionadas con el mar. La mayoría de la comida portuguesa y de la riqueza del país proviene del mercado marítimo. Además, es un país muy conocido por sus navegantes. En realidad no sé qué se supone que debo hacer con esa sardina. Quiero decir, es de cartón. Creo que la guardaré un tiempo. Tras esto, nos dieron pastéis de nata y bebidas. Casi todo era vino, bebidas sin alcohol y más ginjinha. Resultó ser un día genial. Es obvio que el ayuntamiento de Lisboa no escatimó en gastos para enseñarnos la mejor versión de Lisboa y Portugal y para darnos una bienvenida más que perfecta.

¡Obrigada por todo!

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