Mi sueño de visitar la ciudad de Nueva York

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Mi llegada a los Estados Unidos como estudiante de intercambio

Han pasado ya casi tres años desde aquel día de agosto de 2014, fecha en la que empezó mi intercambio en los Estados Unidos de América, donde estuve un curso académico. Solo llevaba una maleta y mi portátil, nada más. En realidad, tenía dieciséis años y, a esa edad, uno no necesita mucho más. Estaba totalmente obsesionado con el país de las estrellas y las barras. No sabría explicar por qué me emocionaba tanto, pero lo cierto es que estaba tan preparado para irme, que me habría ido incluso de manos vacías.

Cuando llegué al país en el que todo es distinto a lo que estoy acostumbrado, mi reacción fue totalmente contraria a la de todo el mundo. Yo estaba feliz, no me afectaba el cambio cultural. Estaba en Estados Unidos y eso era todo lo que quería. Mi rutina diaria en Estados Unidos era más o menos así:

  • Me levantaba sobre las 6:50 a. m.
  • Miraba por la ventana y contemplaba las Montañas Rocosas.
  • Desayunaba a la americana.
  • Iba a clase.
  • Hablaba algo de inglés.
  • Conocía gente nueva.
  • Jugaba al tenis.
  • Volvía a casa con mi familia de acogida y pasaba el resto del día con ellos.

El pasaporte en una mano y la mochila en la otra: Nueva York te espera

Una mañana me levanté (o mejor debería decir que no había pegado ojo en toda la noche) y la alarma que había apagado se llamaba Nueva York. Ahora, imaginad mi cara a las tres de la mañana, después de haber dormido solo dos horas. ¿Ya? Seguro que habéis pensado en un chico bostezando, despeinado y con muchísimas ganas de volver a la cama. Pues os equivocáis. En un santiamén, me levanté, me vestí y ya tenía la mochila esperando junto a la puerta.

Tenía la oportunidad de compartir mi felicidad con los otros tres estudiantes de intercambio, con los que fui al aeropuerto y partimos rumbo a la Gran Manzana. Cuando aterrizamos en Nueva York, nos miramos los unos a los otros: no podíamos creer que de verdad estuviéramos allí. Me sentí a salvo. En el hotel, los empleados empezaron a traernos placas con nuestros nombres y banderas (las de nuestro país de origen) para ayudarnos a relacionarnos con el resto de estudiantes que iban llegando de distintas partes de Estados Unidos. Así que, al día siguiente, no solo fui a visitar Nueva York, sino que, además, fui con estudiantes de todas partes del mundo. Un sueño cumplido.

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Lo que más me gustó de Nueva York fue que me pareció una ciudad llena de vida en cualquier momento del día. Creo que, aunque hubiese estado yo solo, habría sido muy difícil sentirme solo. La ciudad te transmite un entusiasmo, que nunca antes había sentido.

Recorrimos Central Park, visitamos el Museo Metropolitano, cogimos el ferri para ir hasta la Estatua de la Libertad, declarada monumento nacional, y luego subimos en ascensor hasta la planta 86 del Empire State Building.

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Como veis, fueron cuatro días muy intensos, pero, aun así, no me importaba dormir tres horas al día porque madrugar significaba prepararse para descubrir la Gran Manzana. Entre todo lo que hicimos, también destaca:

  • La visita al World Trade Center.
  • Cruzar el puente de Brooklyn.
  • Comer en Chinatown y visitar el barrio de Little Italy (soy italiano, así que no pude evitar echar una foto de esta zona).
  • Fuimos al barrio de SoHo (sobre todo porque las chicas necesitaban ir de tiendas en la capital mundial de la moda, aunque no las culpo por ello).

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Por desgracia, tuvimos que irnos de la ciudad que nunca duerme para dirigirnos a Washington D. C. Por el camino, paramos en Filadelfia, donde probamos el Philly cheesesteak y vimos la Campana de la Libertad.

Creo que el momento más divertido fue cuando asistimos a una clase de hip-hop en una famosa academia de baile de Nueva York. La profesora estaba convencida de que podíamos hacerlo y no aceptaba un "no puedo" por respuesta. Intentaba involucrarse con cada uno de nosotros e incluso llegaba a ponernos un poco en evidencia porque nos daba vergüenza que la gente nos mirara. Sentí que todo el mundo puede tener la oportunidad de brillas en la Gran Manzana, solo tienes que saber jugar bien tus cartas.

Para terminar

Nunca olvidaré todas las emociones que sentí en tan poco tiempo. Siempre recordaré que, antes de ir al intercambio a Estados Unidos, pensé que nunca cumpliría mi sueño. Y miradme ahora, hace ya dos años que volví a Italia y ahora estoy preparándome para mi próximo destino: Erasmus en Reino Unido.

Cristian.


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