Primera tarde: Å

Perdón, perdón erasmusitos, que os tenía súper abandonados, encima en pleno puntazo de mi viaje, pero es que estaba meditando.

 

Vuelta renovada de mi mundo zen, paso a contaros lo que ocurrió el lunes 29 de abril del año pasado, tras la visita a Nusfjord. Creo que ya os comenté que nos fuimos camino al culo del techo del mundo, es decir, a Å.

 

Para ello, cogimos la carretera E10. Las indicaciones no tienen pérdida esta vez: continúa hasta el final y cuando la carretera se acabe, has llegado a Å. Así que eso hicimos. Volvimos a la carretera principal desde la Fv807 (esto se me pasó comentároslo en el post anterior: tenéis que coger la Fv807 desde la E10 para llegar a Nusfjord) en dirección opuesta de donde veníamos.

 

El recorrido es el que veis en el mapa. Según google maps se llega en unos cincuenta minutos: mentira redomada. Cuando nosotros fuimos, al pasar Moskenes la carretera estaba en obras. Y unas obras muy feas: pasamos con la furgoneta por acantilados "asfaltados" en gravilla y piedra muy suelta. Pero eh, no problema eh, que estaban los operarios cual operarios españoles, con su gusiluz indicándote perfectamente donde estaba el acantilado.

 

Confío en que si visitáis Lofoten esta parte de las islas tenga la carretera acabada y renovada y entonces, y solo quizás entonces, tardéis los supuestos cincuenta minutos que maps os indica. De todos modos, insisto en que las carreteras de Lofoten no están en buen estado, en general, las carreteras de Noruega no lo están, pero las de Lofoten con más motivo porque son carreteras muy poco transitadas.

 

Al llegar, por fin, a Å comimos en una especie de caseta de madera resguardados del frío condenado que hacía en esa parte de Lofoten (la parte más meridional de una de las partes más septentrionales del mundo :P). Aparcamos en lo que parecía un párking para buses de turistas, pero solo estaba aparcado el bus escolar y nosotros.  

 

Al terminar, pusimos pies hacia el pueblo, que a pesar de tener un par de museos y muchas cosas que ver… Nosotros no vimos nada. Más que casas y bicicletas tiradas por ahí. Creo que apenas nos cruzamos siquiera con gente. Encima estaba lloviznando, parecía una especie de película cutre: todo era gris, desenfocado y húmedo.

 

Como vimos que allí no había mucha marcha decidimos explorar la otra parte del pueblo, es decir, la montaña. Comenzamos a seguir un camino que subía y bajaba y acabamos por subir a una zona en la que se podía ver el pueblo desde lo alto y lo que había sido un glaciar en la otra. Estaba TODO lleno de agua y hielo. El deshielo había llegado a esa parte y lo que parecía que estaba seco, pisabas y…¡¡ERROR!! Tan solo salía agua que te chopaba los pies, así que había que ir con un cuidado increíble.

 

Echamos las fotos pertinentes que os muestro y comenzamos a descender hacia la furgoneta otra vez. Pero Ania y yo éramos muy intrépidas y decidimos atajar por otro camino; camino que nos salió muy caro porque acabamos caminando/corriendo/volando bajo esos bacalaos puestos a secar que os enseño, y que no, no molaba nada.

 

Eso añadía el toque terrorífico a nuestra película cutre, pero bueno, ¿qué sería sino de mí si no pudiese decir que he estado en Lofoten y que no he andado bajo un secadero de bacalao?

 

Pues eso, pies en polvorosa, los culos inquietos se sentaban en la calentita furgoneta para volver por donde habíamos venido, sin antes parar en Moskenes. Pero eso os lo cuento luego, que ahora me tengo que ir :(


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Comentarios (1 comentarios)

  • flag- Vanessa Llario Almiñana hace 10 años

    el tendero de animales secándose es una buena escena para una película de terror, si!

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