Nantes, una ciudad a medida de estudiantes...
¿Por qué Nantes?
Quienes lo escuchan por primera vez me preguntan a menudo "¿por qué nantes? En efecto es famosa sólo por el edicto pero mi elección fue dictada por el departamento de escenografía con el que cuenta la escuela de arquitectura, elección inútil al ifnal porque sólo se hace escenografía después del grado y yo estoy aún en el tercer año de Arquitectura.
Sin embargo Nantes resultó ser una ciudad preciosa, aún habiendo ido en el semeste de invierno. Es una ciudad muy tranquila situado junto al río Loira, viviendo en contacto con el río. No sólo eso, Nantes es una ciudad universitaria, muy joven, que tiene el principal edificio estudiantil en la Audiencia, en la parte norte de la ciudad. Mi escuela, ENSAN- Ecole Nationale SUpérieure d'Architecture de Nantes, se encuentra en cambio en el Quartier de la Création, en la "Île de Nantes", una isla sobre el río típicamente a la francesa.
Esta gran isla en medio del Loira es una zona de Nantes con grandes transformaciones urbanísticas. Toda la parte oeste es una gran obra de edificios contemporáneos, algunos ya terminados y orientados hacia un largo paseo junto al río con bar y zonas verdes que el viernes y el sábado de noche, e incluso el domingo por la tarde, se llena de gente.
Paseando a lo largo del río, una vez pasada la escuela de Arquitectura, se encuentra el tribunal de Justicia del arquitecto Jean Nouvel y sobre todo Les Machines de l’Ile, o sea, una serie de naves que custodian fantásticas máquinas móviles con forma de animales que recuerdan a los inventos del siglo XIX de las novelas de Jules Vernes, un ilustre escritor de Nantes. ¡Se puede subir al gran elefante símbolo de Nantes que camina, barrita y echa agua o sobre el dragón que echa fuego! Esta zona de las máquinas está rodeada de jardines, bares y son visibles desde lejos gracias al Carousel des Mondes Marins, el carrusel de máquinas marinas para todos los niños.
Siguiendo hacia el oeste, el largo río se abre sobre numeroros hangar situados unos junto a los otros (Hangar à bananes) que han sido transformados en discotecas y locales con fiestas de música funky o rock y a donde los estudiantes van el fin de semana.
En la ciudad hay muchos más locales para salir de noche con amigos: el barrio de Bouffay, entre la Place de Commerce (la plaza central de Nantes) y el castillo de los duques de Bretaña, es una zona de sitios pintorescos y acogedores para tomarse una cerveza o una copa de vino. No muy lejos, más allá de un cruce de calles, se ve la torre Art Déco de la vieja fábrica de galletas LU, el producto protagonista de la historia de Nantes. La fábrica ha sido transformada en una discoreca-librería-museo-bar, lugar de encuentro para todos los estudiantes de Nantes, muy original y divertido y al que los jóvenes llaman Le Lieu Unique.
¿Dónde vivir?
Nada más llegar a Nantes, encontré alojamiento en el albergue para jóvenes La Manu, que es un poco más al este de la estación FNAC a lo largo del Boulevard Stalingrad, me acuerdo que es la primera calle que aprendí de Nantes. El albergue es el hostel donde conocí a tantos chicos en busca de casa como yo. Por suerte la disponibilísima secretaria del ENSA e encontró un pequeño apartamento (un estudio) en las residencias de estudiantes de Longchamp, al norte del centro pero fácilmente accesible con la línea azul del tranvía. La zona es típicamente residencial pero en las residencias era como estar en una comunidad en familia con todos los estudiantes que vivían allí. Mi vecina polaca se volvió enseguida amiga mía ya que también hacía arquitectura como yo. Además enfrente de la parada del bus hay una panadería fantástica donde era imposible no comprarse a menudo todos los dulces franceses que ofrecía.
El apartamento contaba con cocina, baño, cama, escritorio y armario y tuve que comprar ollas, vajillas, sábanas, cubiertos y cojines. Gracias al hiperAuchan al final de la línea azul del tranvía pude comprar todo por unos setenta euros.
ENSA, más una casa que una escuela
La escuela de Arquitectura es una verdadera joya moderna y contemporánea pensado en todos los sentidos por y para los estudiantes. Aunque a primera vista pueda parecer un poco frío con las estructuras en acero y cemento en la fachada, los grandes espacios del interior, las aulas y la biblioteca iluminadas por ventanales, las instalaciones artísticas siempre cambiando por los estudiantes y la gran terraza en el tejado que domina el Loira hacen de esta escuela un verdadero ambiente de ideas y experimentos arquitectónicos.
¡Sin dejar de lado la diversión evidentemente! Eran habituales las irrupciones de la Fanfare estudiantil, un conjunto de estudiantes músicos que se ponían a tocar e improvisar para divertir a la gente, o las fiestas sorpresas a los de primer año o el refresco al terminar las clases con los profesores como amigos. El ambiente era formativo pero también relajado y algo festivo. Nos encontrábamos siempre en la comida en el comedor o en los sofás de la biblioteca para relajarnos un poco. Más allá de la biblioteca en la planta baja hay una enorme zona de laboratorio para hacer modelos gracias a la carpintería provista de todos los instrumentos útiles para tallar, fijar y pegar, y el Auditorium donde muy a menudo había conferencias y proyecciones de películas organizadas por profesores o estudiantes.
Es verdad que la manera de hacer arquitectura es muy diferente al que estaba acostumbrado en Italia, muy empírico, experimental y artístico, pero nunca faltaba la disponibilidad de los estudiantes franceses para hacerte sentir a gusto. Luego siempre estaba el grupo Erasmus heterogéneo y variado que siempre sabía como hacerte reir y con quién podías intercambiar experiencias o dudas. Y si había algo que no cuadrase con las asignaturas o los exámenes podías ir a ver a Nathalie, la responsable Erasmus siempre dispuesta a ayudarte con una sonrisa y un "bon courage! "
Comida francesa
Se sabe que la comida italiana es la mejor del mundo pero la cocina francesa tiene también alguna sorpresa. En el supermerado es fácil encontrar los miles de quesos franceses para acompañarlos con algún racimo de uvas o nueces a buenos precios, o no, pero es algo que hay que probar. Las panaderías son verdaderis país de pasatiempos con miles de dulces buenísimos y llenos de mantequilla, del pain au chocolat a los flans patissiers. Obligatorio probar en Nantes el Gateau Nantais, una especie de tarta al ron recuperta de azúcar glas, o las conocidas galletas bretonas de mantequilla.
En el centro hay varios restaurantes buenos, tanto franceses como étnicos pero sobre todo turcos e indios. Yo probé Le Bouchon, l’Entrecôte, La Taverne y Le Cigale, todos en el centro y todos franceses donde es fácil quedarse un poco decepcionado (sobre todo para los italianos) o satisfecho como en l'Etrecôte donde se puede comer una buena carne con salsa verde por sólo 20 euros.
¿Para descubrir la ciudad?
Nantes está centrándose mucho en el turismo y con razón. En el centro hay muchas cosas que ver, lo primero es el el castillo de los duques de Bretaña que corona el fantástico recorrido de los Castillos del Loira, una serie de fortalezas y residencias reales elegantemente situadas a orillas del río a lo largo de todo su curso y que te transportan a una época de reyes y reinas ya que están muy buen conservados. Además el castillo de Nantes viene de sufrir un meticuloso trabajo de restaurción que lo ha llevado de vuelta a su antiguo esplendor.
El parte interno, dominado de un elegante dobre tramo de escaleras a la italiana, está abierta a los ciudadanos y turistas como lugar de ocio y tiempo libre. Además en el castillo se encuentra el rico Museo de la Historia de Nantes y exposiciones temporales. Pero es desde fuera que el castillo queda bien, con sus poderosos bastiones y las torres redondas en piedra que surgen del agua de un foso surcado por un fascinante puente levadizo. Los oscuros techos inclinados y los acabados dorados crean un fascinante protagonista del skyline nantés.
Sobre esto domina la Tour di Bretagne, un rascacielos en el centro (parada del tranvía con el mismo nombre) desde la cual se puede disfrutar por un euro de una maravillosa vista de la ciudad. Hay que ver también el Museo de Bellas Artes que, actualmente, está en renovación y que abrirá las puertas en el 2017 y los famosos jardines: el Jardin des Plantes y el Jardin Japonais. En primavera tienen que ser verdaderos paraísos pero también hay que visitarlos en otoño e invierno para admirar las plantas características con forma de pato, estatuas y las flores o incluso para tomarse un té.
Nantes es sobre todo una ciudad fluvial pero no falta su alma marina; con el tren a 12 euros en 20 minutos se está en Saint-Nazaire, donde hay uno de los puentes colgantes más largos y más altos de Francia, una maravilla de la ingeniería. Si se puede disponer de un coche hay que hacer un tour por la preciosa costa francesa, con lugares pintorescos y folclóricos como Pornic
Para quién esté interesado por la arquitectura como yo, es obligado ir a la Maison Radieuse de Le Corbusier, su segunda unidad de ocupación, donde es posible visitar con guía un apartamento los miércoles y sábados solicitándolo en el Ayuntamiento de Rezé. Rezé es una pequeña ciudad al sur del Loira a la que se puede llegar fácilmente porque está conectada con el tranvía y los autobuses, de hecho es una parte de Nantes donde se pueden encontrar también apartamentos de alquiler.
Otra atracción es la casa-museo de Jules Verne, ilustre ciudadano de Nantes y autor de célebres romances como "Viaje al centro de la Tierra" y "Los hijos del capitán Grant". El museo es un palacete ubicado en Rue de l'Ermitage un poco alejado del centro pero al que se puede llegar con un agradable paseo a lo largo del Loira y llos antiguos astilleros.
Por último, las iglesias que expresan el típico gótico francés son Sainte Croiz, la Catedral de Pedro y Pablo y Saint-Nicolas, reconstruidas en parte tras la guerra pero siguiendo el espíritu francés por respeto a los edificios antiguos.
¿Shopping? ¡Por supuesto!
Aunque para hacer compras, Nantes no está provista de todo tipo de tiendas. Las calles principales son Rue de la Paix, Rue de Budapest y Rue Crébillon, que une dos de las plazas más bonitas de Nantes, Place Royale y Place Graslin. Me sorprendió el gran número de tiendas dedicadas al coleccionismo de revistas de historietas, figuritas de acción y juegos de rol, así como las muchísimas chocolaterías. Son pocas, por suerte, las tristes tiendas turísticas. Una cosa que no se puede perder es la galería del Passage Pommeraye, una verdadera inmersión en la Belle Epoque con diversas tiendas de ropa y objetos.
Por último cogiendo el tranvía hacia François Mitterand se puede llegar en unos veinte minutos al gran centro comercial Atlantis con todas las grandes cadenas internacionales, desde IKEA a Decathlon, de H&M a Hollister, y un gran cine.
A propósito de los espectáculos
Para quien sea un apasionado del teatro y el espectáculo como yo, en Nantes no falta el Teatro d'Opera que con su coronado corintio se presenta en la Place Graslin justo enfrente del magnífico restaurante art decò La Cigale. Y junto al teatro se encuentra un cine, Le Katorza, para ver pelcículas internacionales en el idioma original, así como el cine Gaumont cerca de la Place du Commerce, que es más grande y moerno y donde se pueden ver las películas más pouplares que acaban de salir.
¿Cuánto cuesta vivir?
No me pareció que Nantes fuera cara con respecto a los precios italianos. Quizás únicamente los transportes que son un poco más caros de lo que yo estoy acostumbrado. Yo me hacía un abono mensual para todos los transportes TAN por 37 euros al mes y para quien se queda un año le compensa coger el anual a 200 euros. En la escuela no pagué ni un solo libro ya que siempre usé los de la biblioteca y los materiales para hacer los modelos que nos pedían en las asignaturas nos los proporcionaba la propia escuela. Escuela que también nos pagó la mitad de los costes del viaje a Rotterdam que los estudiantes del tercer año hicimos a nmediados de octubre, ¡una experiencia preciosa!
¿Y los nanteses?
Tengo que admitir que fui a Francia con el estereotipo en mente del francés altivo y sabelotodo... ¡nada más lejos de la realidad! La acogida en la ciudad y en la escuela fue calurosa y cortés. Por la calle encontrabas siempre personas dispuestas a ayudarte e indicarte la calle, y mis compañeros de curso siempre estaban contentos de conocer a un Erasmus italiano. Siempre recibí ayuda de todos, especialmente porque al principio tuve que aprender el francés que no es fácil. Con los otros Erasmus siempre usaba el inglés pero los franceses que lo hablan y entienden son muy pocos, pero sin embargo siempre estaban dispuestos a hablar lentamente para hacerse entender, fue un alivio para mí.
¡Maravilloso París!
No podemos olvidarnos de la conexión del tren de alta velocidad con la capital francesa, una ciudad que merece ser visitada infinitas veces. Yo fui por tan sólo 60 euros en Fin de Año 2016 pero vi que hay precios incluso más bajos si se reserva con antelación. ¿Qué decir? París se ama y punto, es mi capital europea preferida y tiene tanto que ofrecer que nunca se acaba de conocerla en sus antiguas y modernas expresiones artísticas, arquitectónicas pero también sociales y culturales.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- Italiano: Nantes, una città a misura di studente...
- Français: Nantes, une ville faite pour les étudiants...
- English: Nantes, a student-friendly city...
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