Milán, mi segunda ciudad
Por qué amo Milán
Nací en San Severo, una pequeña ciudad del norte de Apulia; soy y seré siempre un gran amante de la tierra que me vio nacer y crecer. Aunque mis orígenes no pertenecen a la Italia septentrional, considero Milán como mi segunda ciudad; el lazo afectivo que me une a Milán es muy fuerte, la defiendo ante cualquier crítica negativa; amo todo de ella, admiro su belleza cada día como si fuese el primero. Aquí comencé mi maravillosa experiencia universitaria del curso 2012/2013 (aún en proceso). A pesar de haber estado ya en esta ciudad de pequeño, tuve la oportunidad de conocer mejor Milán en los años 2010 y 2011. Desde bien enano, siempre he sentido un especial interés por esta ciudad donde llevar una vida cosmopolita y donde sobrepasar los límites de una pequeña ciudad de provincia. Amo esta ciudad porque está viva durante todo el día; porque puedes distraerte o sumergirte en su cultura, y porque tiene una belleza oculta aún por descubrir. En fin, amo esta ciudad simplemente porque es Milán.
A continuación, describiré Milán teniendo en cuenta todo y desde mi experiencia. En realidad, más allá del fin descriptivo, me gustaría hablar de ella para desmentir algunos mitos negativos que se le atribuyen y aconsejar a los futuros estudiantes.
Milán en general
Como ya he dicho, Milán es una urbe (la segunda ciudad más poblada de Italia después de Roma); de ahí que, a diferencia de otras ciudades mejor adaptadas al hombre, moverse por la ciudad sea más caótico. Aun así, la ciudad está muy bien conectada por cuatro líneas de metro (la quinta está en construcción), el tranvía y los autobuses, que unen el centro con los alrededores. Para los estudiantes, es aconsejable buscar alojamiento cerca de la universidad. El precio de los alquileres es muy caro: entre 400 y 500 € por una habitación (incluso he llegado a ver en anuncios una habitación por 600 €).
¿Qué ver en Milán?
La belleza de Milán, parte 1: el pasado
"Renzo, en lo alto, se quedó de pie e inmóvil, contemplando desde lejos la catedral, aquella octava maravilla de la que tanto había oído hablar desde que era pequeño".
Olvidarlo todo por un momento, esa es la sensación que me produce situarme delante de esa belleza majestuosa que Alessandro Manzoni defino como la octava maravilla del mundo en su obra "Los novios". La catedral de Milán es seguramente el monumento más importante y visitado de la ciudad. Si te encuentras por primera vez ante este edificio, te aconsejo que lo veas desde todos los ángulos que te sean posibles; cada uno de ellos ofrece una vista preciosa. Siempre me ha impresionado la gran vidriera que hay en la parte posterior de la iglesia; bajo ella se cobija un árbol, grande para el hombre, diminuto para la majestuosa. Es uno de mis rincones favoritos. Considero obligatorio visitar el interior de la catedral y al menos uno de los museos que custodian sus tesoros; uno de estos, posiblemente el más bonito, está en la parte de fuera, en el Palazzo Reale, donde se guardan muchísimas reliquias religiosas y las esculturas que antiguamente formaban parte de la estructura de la iglesia. Desde las terrazas de la catedral, a las que se puede llegar por unas escaleras o un ascensor, se puede disfrutar de unas preciosas vistas de la ciudad. Saliendo de la iglesia, a la derecha de la plaza, se encuentra la Galería Vittorio Emanuele II (te dejo una foto un poco más abajo), que alberga tiendas y restaurantes de lujo; por ahí se llega a la Piazza della Scala, cuyo nombre proviene de su famosísimo teatro. Detrás de la plaza de la catedral, en dirección al castillo Sforzesco, está la Piazza dei Mercanti, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura medieval que mejor se han conservado. Por aquí te dejo el interior de la galería:
Si Milán no tuviese la catedral, el castillo Sforzesco (en la foto de arriba) sería el monumento más bello de la ciudad. En su tiempo, fue el hogar de los señoritos que gobernaban la ciudad; hoy es la sede de maravillosos museos en los que se llevan a cabo exposiciones de todo tipo: desde de arqueología e historia, hasta de pintura y música. En los pasadizos subterráneos de los patios del castillo hay un pequeño museo egipcio. Necesitarás un día entero para poder visitar con tranquilidad todas sus salas. Los precios de las tarifas son asequibles, y para los estudiantes se hacen descuentos; algunos días de la semana y en ocasiones especiales, la entrada es gratuita. Detrás del castillo está el histórico Parco Sempione, del que hablaré más adelante. Delante de la segunda entrada principal del parque, en dirección opuesta al castillo, se alza el imponente Arco della Pace. En la siguiente imagen podréis ver la preciosidad que fotografié una tarde de abril:
Una de las zonas que más me gustan del casco antiguo de Milán es el barrio Brera. Recuerdo la primera vez que paseé por sus calles, parecía que no estuviese en una ciudad: en este barrio no hay grandes calles ni tráfico, tampoco muchas tiendas ni construcciones contemporáneas; solo viejos edificios por los que pasan estrechas calles peatonales. Se crea una atmósfera que te transporta al pasado de la ciudad. El año pasado eché una foto a las calles de Brea, así te harás una idea de que lo que estoy diciendo no es ninguna locura:
El Cimentero Monumentale es un cementerio majestuoso que exalta la belleza antigua de la ciudad. Si las tumbas te inquietan, te aconsejo que contemples bien el edificio desde el exterior. Yo he ido ya dos veces, y encontrarme delante de la tumba de Alessandro Manzoni fue superemocionante.
En la foto, la entrada principal del edificio.
De entre todas las maravillas que hay en Milán, hay que nombrar los preciosos Navigli, canales artificiales que antiguamente corrían por toda la ciudad ofreciendo un paisaje muy bonito. Sin embargo, hoy, solo transcurren por una zona determinada de la ciudad a la que se puede llegare por la parada Porta Genova, línea verde M2 de metro. Los canales del barrio de Navigli surgen de la dársena, una cuenca de agua artificial que no siempre suele tener mucha agua. La zona se arregló y se mejoró con motivo de la Expo de 2015.
En Milán hay muchísimas iglesias muy bonitas; como no puedo citarlas todas, te nombro las más conocidas: la basílica de Sant'Ambrogio, un símbolo de la ciudad; la iglesia de Santa Maria delle Grazie, que custodia la célebre Última cena de Leonardo da Vinci; y la basílica de San Lorenzo, cuyas columnas son ejemplo de la arquitectura medieval, al igual que la Porta Ticinese. De estas últimas hablaré también más adelante.
La belleza de Milán, parte 2: el futuro
En los últimos años, la capital lombarda ha adquirido un nuevo título. A la Milán del Duomo y su belleza antigua y a la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX, se suma ahora la Milán futurista, caracterizada por sus rascacielos y su arquitectura contemporánea. Esto ha levantado muchas ampollas; parte de la opinión pública no ve con buenos ojos estas imponentes construcciones. Para muchos, degradan la imagen antigua de la ciudad. Como sé que te pica la curiosidad por saber cómo son estos rascacielos y porqué son tan cuestionados, tengo varias fotos para que tú mismo te crees tu propia opinión:
Aunque entiendo y respeto el punto de vista de los críticos, tengo que admitir que me alucina la nueva Milán. Desde la primera vez que las vi, siempre me han sorprendido estas nuevas construcciones, y mira que había escuchado muchos comentarios negativos. Además, la zona frente a la estación Porta Garibaldi ha sido totalmente reformada, donde ahora está la preciosa plaza Gae Aulenti. De la plaza se levanta la imponente Torre Unicredit, también conocida como la Torre Cesar Pelli, cuyo capitel domina en el horizonte de la ciudad. Desde su inauguración, este lugar se ha convertido en un importante punto de entretenimiento para los ciudadanos: la plaza acoge muchos eventos según la época, como el mercado de Navidad. Si te pasas por allí, ve al Feltrinelli RED, un local gestionado por la propia editorial y en el que se pueden comprar o leer libros y acompañarlos de algo para tomar. Si eres extranjero y aún no has probado el típico café espresso italiano, dirígete al bar Illy Caffè, está en la misma plaza.
La plaza Gae Aulenti no ha sido la única zona que ha restaurado el proyecto Porta Nuova; de hecho, de la plaza se abre un precioso camino peatonal que conecta con el parque Castillia, una pequeña zona verde que inauguraron no hace mucho y desde la que se tiene una vista increíble de todos los rascacielos. Al final del camino empieza el Bosque Verticale, un complejo de dos rascacielos de cuyos balcones surge una vegetación que cubre sus fachadas. Últimamente se habla mucho de estos dos edificios pues han sido nombrados los rascacielos más bonitos del mundo.
Suelo frecuentar mucho esta zona, para mí es la más bonita de todas las áreas construidas recientemente. De entre los nuevos rascacielos que forman parte del proyecto Porta Nuova, destaca la Torre Solaria, a la que se puede acceder desde un puente que une la plaza Gae Aulenti y el edificio. Desde ahí, se puede llegar a un precioso camino peatonal revestido de madera y rodeado de parterres y pequeñas colinas verdes de unos 2 metros de altura. La primera vez que pasé por ahí sentí algo increíble: era una tarde de verano, paseaba con mi chica; al bajar las escaleras de la plaza San Alvar Aalto, donde se alza la Torre Solaria, nos topamos con esas vistas de la ciudad. Buah. Durante el camino, percibí una leve frescura que provenía de las plantas que nos rodeaban y el canto de los grillos. A pesar de los rascacielos, la atmósfera que se respiraba en torno a mí me hizo olvidar el ruido de la ciudad; por un momento parecía que estuviese en un campamento de verano. Date una vuelta por ahí, sobre todo por la tarde. Volviendo a los nuevos edificios de Milán, al final del camino se encuentra la Torre Diamante (el penúltimo edificio edificio a la izquierda de la foto que te dejo abajo), un rascacielos representado en su nombre.
La belleza oculta de Milán aún por descubrir
En general, la gente suele pensar que en Milán no hay mucho que ver en relación con otras ciudades italianas como Roma o Florencia, pero se equivocan. Si bien es cierto que cuando se habla de la capital lombarda, se nombra únicamente la catedral y el castillo Sforzesco, la ciudad guarda muchos otros atractivos que de normal pasan desapercibidos. Por ello, quiero empezar por hablarte de los monumentos ocultos que más me gustan: la iglesia de San Maurizio del Monasterio Mayor, también llamada la Capilla Sistina milanesa. Por fuera puede parecer un simple edificio religioso como tantos otros, pero si cruzas la puerta se te corta la respiración. Te dejo una foto con algunos de los frescos que recubren los muros de la iglesia:
Junto a la iglesia está el museo arqueológico que muestra la historia de Milán, desde su fundación hasta el Medievo. En el patio interior del edificio se pueden contemplar las ruinas de la muralla milanesa construida en época romana y una torre, la única estructura que aún se conserva del Circo Massimo. Como en Milán no quedan muchos restos romanos, se les da gran importancia. En aquel momento me sentí como si hubiera descubierto un tesoro. Por aquí te dejo una foto de la muralla:
A menudo, cuando tengo tiempo libre, exploro en Google Maps las plazas y las calles por si descubro algo que merezca la pena. Uno de estos descubrimientos fue la majestuosa Villa Belgioioso, conocida como la Villa Reale di Milano, de estilo neoclásico (más abajo te muestro una foto). Es un monumento oculto en todos los sentidos, ya que se encuentra en el interior de un jardín vallado cuya vegetación cubre el edificio. Está en el casco antiguo, por los jardines Indro Montanelli.
Por el contrario, la siguiente belleza oculta que te voy a enseñar es el resultado de una búsqueda por Instagram con el hashtag #milanoascosta. Si te gusta la atmósfera lúgubre, el sitio perfecto para ti es la iglesia de San Bernardino alle Ossa. En el exterior, hay un osario particular: sus paredes están repletas de verdaderas calaveras humanas. ¡Flipante! Échale un ojo si no me crees:
Una tarde de septiembre, tras una larga caminata por las calles del casco antiguo, estaba por Missori mientras volvía a casa. Atravesando la calle, vi unas ruinas que surgían del horizonte. A pesar del cansancio, mi curiosidad me hizo acercarme a estos misteriosos muros y meterme en la única entrada que había:
Esto fue lo que descubrí:
Se trata de la bonita cripta de San Giovanni in Conca, el único vestigio que queda de su antigua basílica.
Estas son solo algunas de las bellas maravillas que esconde la ciudad, pero ¡hay muchas más!
¿Es Milán una ciudad gris?
Al fin puedo hablar de lo que más me interesa. Es habitual escuchar decir a muchas personas que Milán es una ciudad gris, que tiene muchos edificios pero muy pocas zonas verdes; es uno de los estereotipos que la opinión pública atribuye a esta ciudad. Por eso querría aprovechar para demostrar que muchas cosas de las que se dicen no son ciertas. En cuanto al gris o no gris, Milán tiene muchísimos parques en los que se impone el verde. Uno de estos parques es mi favorito: el parque Lambro. He estado allí únicamente dos veces, pero lo suficiente como para apreciar la belleza de su naturaleza. Al parque se llega fácilmente desde las paradas Udine, Cimiano y Crescenzago de la línea verde M2 de metro.
Esta foto la he hecho recientemente, en una tarde de finales de octubre. El río que se ve es el Lambro, que atraviesa el parque diviéndolo por la mitad. Otra de las maravillosas zonas verdes de la ciudad es el parque Sempione, un pulmón que como ya hemos visto antes, se encuentra a las espaldas del castillo Sforzesco. El castillo domina el paisaje:
Otros momentos que inmortalicé de ese paisaje tan maravilloso:
Los jardines públicos Indro Montanelli son otra zona verde en el centro de la ciudad. Por ahí sí he estado muchas veces, de pícnic, para tomar el sol en verano o simplemente para estirar un poco las piernas. En el parque se suelen organizar muchos eventos. Además, tiene un acuario, un museo de historia natural y un planetario. También un arroyo corre por el parque:
¿Habías imaginado que el corazón de la Milán gris por la contaminación y el cemento tuviera tanto verde? Es que parece que no estás en una gran ciudad.
Para acabar con las zonas verdes de Milán, qué mejor que hacerlo con el Parque Norte, el más grande de la ciudad. Está en la periferia de la zona septentrional de Milán y se extiende por otras comunas limítrofes. Aunque está lejos del centro, no resulta difícil llegar desde la parada Bignami de la línea violeta M5 de metro que abrieron hace poco. Pasé por ahí hace muy poco cuando me dirigía al centro comercial Sarca di Sesto San Giovanni. Más que un parque, parecía un bosque. Fue un paseo agradable, una incursión total en la naturaleza. Te dejo algunas fotos del parque:
Seguramente pensaréis que el verde solo se concentra en los parques o la zonas aledañas, pero no es así. La vegetación está presente incluso en las avenidas, en las calles y en los edificios. Aquí podrás ver que no miento:
Si creías que Milán era gris, ¿sigues pensando lo mismo?
El mar de Milán
¿Es julio, estás de exámenes y necesitas huir del calor de la ciudad e ir al mar a plantarte debajo de una sombrilla? ¡Pues no te preocupes! En Milán hay un sitio donde podrás hacer todo eso y más. Se trata del, detrás del aeropuerto Milano-Linate, en la periferia oriental de la ciudad. En su tiempo, los hidroaviones hacían escala allí para cargar agua; hoy es un importante lugar de entretenimiento repleto de restaurantes, discotecas e instalaciones deportivas para practicar tenis, esquí acuático, voleibol... Para llegar, hay que coger la línea 73 del autobús ATM en la plaza San Biblia (casco antiguo) y bajar al aeropuerto, última parada del trayecto. En la puerta del complejo encontrarás autobuses que te llevan directamente al Idroscalo. Con el tiempo, será mucho más rápido llegar a él gracias a la inauguración de una nueva línea de metro que conectará San Biblia con el aeropuerto.
Aunque no encontrarás arena de playa auténtica, te aseguro que vale la pena pasar allí un día de verano. Si lo que quieres es relajarte escuchando un poco de música tirado en una hamaca, el Idroscalo dispone de un puesto que alquila hasta sombrillas; por otro lado, si solo quieres tomar el sol, en el parque tienes todo el sitio que necesites. ¿Que solo quieres correr un poco o pasear? Hay un camino peatonal semejante a un paseo marítimo de una pequeña ciudad costera.
De compras por la capital de la moda
Vuelta de tuerca: hablemos de compras. Tengo que admitir que, en general, no es algo que me apasione (siempre que no se trate de comprar videojuegos, música o algún aparato tecnológico, claro), pero hablando de Milán, no puedo obviar esta característica de la ciudad. Milán tiene grandes zonas comerciales. La primera que se me viene a la mente es Corso Buenos Aires, una avenida interminable de unos 3 km que está repleta de tiendas de todo tipo: alimentación, ropa, música, tecnología... Si visitas la ciudad en época navideña y aún no sabes qué comprarle a los que más quieres, date una vuelta por la avenida, encontrarás de todo. Otra zona comercial es Corso Vittorio Emanuele, una calle peatonal que se extiende por las espaldas de la catedral y la plaza San Biblia. Si tu objetivo es comprarle un anillo de compromiso a tu chica, échale un ojo a las tiendas de Via Montenapoleone y Via della Spiga, conocidas como el cuadrilátero de la moda.
¿Te gusta la cultura oriental? Como en todas las grandes ciudades del mundo, Milán tiene su propio barrio chino. En él podrás encontrar todo tipo de comida y tiendas; una de mis favoritas es el The Oriental Mall, un pequeño centro comercial situado en Via Paolo Sarpi. Aquí tienes una foto de un rinconcito de esta calle, en corazón del barrio chino:
La vida nocturna de Milán
Milán es una ciudad que nunca duerme. Incluso de lunes a viernes, los locales se llenan de jóvenes que se reúnen para tomarse algo, y en la calle siempre hay gente que pasea. Aun así, el fin de semana es el elegido para salir y divertirse. Una de las zonas que más me gustan para salir es el barrio Isola, al que se llega desde la parada Isola de la línea violeta M5 de metro. El ambiente es muy acogedor; en concreto, me encanta Via Borsieri, donde hay unos pubs y unos restaurantes chulísimos que siempre están hasta la bandera. Es una zona donde puedes salir en plan tranquilo y sentarte en una mesa a tomarte algo, o salir en el sentido de salir. Si eres más de lo segundo, ve al Frida, un bar de Via Pollaiuolo 3. Cerca de allí está L’isola della birra, donde hacen una cerveza artesanal capaz de calentarte en los días más fríos del invierno. Lo bonito de Milán es que cada barrio es como una ciudad dentro de otra, muy distintos todos entre sí.
Pero la movida nocturna milanesa tiene un nombre: Corso Como. Por la mañana, la gente pasea tranquilamente por la calle; cuando llega la noche, se transforma en una avenida superpoblada de jóvenes que se sientan en las terrazas de los locales o que acceden en masa a las discotecas con un cóctel en la mano. La parte negativa de todo esto es el precio de las bebidas y de las entradas a las fiestas: carísimos. Si vas de Corso Cosmo hacia el centro, pasando por la pintoresca Porta Garibaldi, entrarás en la calle que lleva su nombre. Ahí encontrarás muchos otros locales de fiesta.
Otro lugar donde me gusta pasar mis fines de semana son las columnas de San Lorenzo, el punto de encuentro por excelencia de la noche universitaria. Desde la parada Colonne di San Lorenzo de la línea 3 del tranvía, se llega muy rápido. Si por el contrario estás por la plaza de la catedral, ve a pie a través de Via Torino. El sábado por la noche, desde la placeta hasta las columnas, los jóvenes abarrotan la zona. No es raro ver a algunos por el suelo animando el ambiente cantando en compañía de una guitarra. ¡Es como estar frente a una hoguera de verano! Yo diría que es el mejor sitio para pasar un primer sábado inolvidable. Además, hay un bar detrás de las columnas que tiene unos precios bastante económicos. Suele haber mucha gente agolpada en la entrada, pero por un cóctel a 4 € o una cerveza a 2 €, vale la pena esperar. Te dejo a continuación un sábado noche de septiembre en las columnas de San Lorenzo:
En dirección opuesta al casco antiguo, a 1 km o así, se encuentran la dársena y Navigli, otra zona milanesa con bastante ambiente. En Navigli, hay un montón de bares con terraza donde tomarse algo con unas increíbles vistas al canal.
Si lo que quieres es darlo todo bailando, Milán tiene muchas discotecas que organizan fiestas cada fin de semana; a menudo invitan a DJ internacionales como atracción principal. Te puedo hablar de Limelight, Magazzini Generali y Alcatraz, las únicas en las que he estado. La primera está por la Universidad Bocconi; es un local grande que dispone de pistas de baile y económico (un cóctel, 5 €). Esta es una de las pistas de baile de la discoteca:
La segunda se encuentra en la periferia meridional de la ciudad y no es fácil llegar andando, es mejor utilizar un medio de transporte. También tiene dos pistas de baile, una en la planta baja y otra en el primer piso. Eso sí, esta discoteca es más pequeña. La última, Alcatraz, es la mejor de la ciudad; se sitúa en Viale Stelvio y se puede llegar a ella desde la parada Maciachini de la línea amarilla M3 de metro. Es la discoteca a la que más he ido para ver conciertos; nunca he ido de fiesta, pero sé que vale la pena.
Conclusión
Después de haberte contado todo esto, siento como si me hubiera dejado mil cosas en el tintero. Aun así, espero haber alcanzado los objetivos mencionados en la introducción. Para mí ha sido un verdadero placer describir Milán desde mi propia experiencia; me ha hecho volver a vivir todos aquellos momentos. Como habrás comprobado, es una ciudad que merece la pena descubrir. Milán te ofrece todo tipo de ocio; es un lugar en el que si te aburres es porque quieres.
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- Italiano: Milano, la mia seconda città
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