Doce horas en Milán

Llegamos a Milán la mañana del 25 de octubre. Teníamos solo un día para ver todo Milán así que teníamos un poco de prisa. Nuestro primer destino fue, por supuesto, la Catedral de Milán. Por desgracia no estaba abierta por completo el día que la visitamos. Aun así, pudimos entrar y disfrutar de la tranquilidad y de la sensación de estar en un lugar sagrado y cercano a Dios.

A pesar de que no tuvimos mucho tiempo, en la catedral pasamos el tiempo que esta merecía Después de todo, es la iglesia más grande de Italia y la tercera más grande del mundo. No tengo ninguna duda de que se trata del magnum opus de la arquitectura gótica italiana. Además, de acuerdo con algunos informes, tardaron casi seis siglos en construirla. Dimos un paseo alrededor de la catedral para poder verla desde cada ángulo y apreciar mejor el trabajo tan duro que hay tras ella.

Estaba casi tirada en el suelo intentando hacer una foto de cerca cuando un guardia se acercó a mí para decirme que no estaba permitido estar en esa posición allí. No estoy segura de por qué, quizá mis pies estaban apuntando a la catedral y es una falta de respeto; de todas maneras pedí perdón y me puse en pie.

Si practicas una religión distinta y no estás seguro, te recomiendo no ponerte capucha una vez que estás dentro. Esto ya ha pasado dos veces en otras iglesias, que les dijeron a mis amigos que debían quitársela. Si eres mujer y llevas pañuelo no pasa nada, ya que nunca nadie me ha puesto pega alguna al respecto.

Después puedes pasear por la Piazza del Duomo. Ten cuidado, muchos inmigrantes vendrán, te pondrán granos de maíz en las manos y las palomas te atacarán. Puedes hacer algunas fotos en las que se ve cómo las palomas te dan amor. Pero como suele pasar, nada es gratis. Pronto vendrán a pedirte dinero por haberte dado granos de maíz. ¡Hasta la vista!

La plaza está llena de gente que presumirá de saber hacer buenas fotos con sus cámaras profesionales. Si no te has traído el palo selfie no te preocupes, hay muchos allí.

En esta plaza está también el Monumento a Víctor Manuel II. Hablé de este mismo rey en otra publicación de mi blog sobre Roma. Fue el primer rey tras la unificación de Italia, por ello hay cantidad de monumentos y esculturas en su honor por todo el país, como es natural.

Cerca de la plaza está la Galleria Vittorio Emanuele II, el centro comercial más antiguo del mundo y un lugar que hay que visitar en Milán.

Después fuimos al parque Parco Sempione. No vayáis allí si tenéis las expectativas muy altas. Podéis dar un paseo hasta el Castillo de los Esforza. Me sorprendió su estilo arquitectónico, ya que era muy distinto al de la arquitectura que se encuentra comúnmente en Europa. El Duque de Milán ordenó su construcción en el s. XV. Tras diferentes ampliaciones y renovaciones durante los siglos XVI y XVII se convirtió en una de las ciudadelas más grandes de Europa.

Esta fuente se encuentra delante del castillo. Puedes sentarte ahí y tomar el sol (si es que sale el sol justo ese día).

Nos dimos cuenta de que no quedaba mucho más por ver en la ciudad, así que mi amiga sugirió visitar el Politecnico di Milano, la universidad politécnica más grande de Italia. Nos tumbamos un rato en el césped de la universidad. No éramos capaces de encontrar una máquina de café; por suerte, mi amiga tenía unos conocidos allí que nos ayudaron. Uno de sus amigos era tan simpático que nos llevó a su hostel y comimos juntos.

Nos llevó al Bosco Verticale, cuya traducción es Bosque Vertical. Se trata de un conjunto de torres residenciales. Reciben este nombre porque en cada planta hay árboles que, además de controlar la contaminación y producir oxígeno, modera las temperaturas a lo largo del año. Es una combinación de arquitectura, ingeniería, horticultura y botánica. Es algo que debería extenderse por todo el mundo.

Volvimos a la estación central, ya que teníamos que coger un bus a Barcelona. Nos despedimos de nuestro amigo y nos sentamos en el bus llenos de nuevos recuerdos de Italia.

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