De excursión a Maastricht
Aquí estoy otra vez para contaros otro viaje por los preciosos Países Bajos: ¡Maastricht!
De hecho, no sé cómo nos las apañamos para coincidir y poder hacer este viaje, pero cuando mi mejor amiga vino a verme por Navidad, también estaba en Ámsterdam una amiga del instituto visitando a su novio y... cuando se alinean así los planetas, ¡hay que hacer un viaje en grupo! . Al fin y al cabo, es mucho más barato viajar en grupo, ¿no?
Así que ahí estábamos otra vez; el billete de tren de ida y vuelta nos costó solo 7 euros con una promoción de la compañía de trenes holandesa NS. Gracias a eso ahorramos mucho dinero, y no creáis que tengo tantos amigos como para llegar al descuento, pero ese día hicimos lo mismo que suele hacer todo el mundo.
Creamos un grupo de Facebook para el viaje y preguntamos en otros grupos de Facebook si había gente que quería ir a Maastricht el mismo día que nosotras. Lo más difícil fue decidir quién iba a comprar todos los billetes y luego colectar todo el dinero vía transferencia bancaria. A fin de cuentas, todos nos llevamos billetes baratos: nosotras, nuestros amigos y otra gente que, por casualidad, quería hacer el mismo viaje. Todos salimos ganando.
Y aunque Maastricht no es una ciudad tan grande como para verla en más de una tarde, esto es lo que hicimos para al menos hacernos una idea de cómo era:
Museo de Historia Natural
Tengo que admitir que entramos al museo más que nada porque hacía mucho frío y porque la entrada venía incluida en la tarjeta de museos nacionales que todas teníamos ya. Sin embargo, y para nuestra sorpresa, nos encantó.
Hay muchas salas por las que pasear, con mucha información y elementos interactivos, así que podéis pasar al menos una hora viendo fósiles, plantas, esqueletos de dinosaurio, animales disecados y demás criaturas. Si tenéis la tarjeta de museos, ¿por qué no? Si no la tenéis, la entrada cuesta 5 euros.
Sant Servaasbridge
Al salir de la estación, pasamos por este precioso puente e incluso el sol salió un ratito y pudimos sacar unas fotos muy chulas. Aun así, es solo un puente, no una atracción turística, por lo que no había mucho más que hacer.
Una vez cruzamos al otro lado del río Mosa, ya estábamos en el centro de la ciudad, lleno de turistas, tiendas, stroopwafels y vino caliente. No había duda de que estábamos en Navidad...
Sint-Janskerk
Si estáis en cualquier parte de Europa, buscad a qué torres de iglesias podéis subir, porque además de tener las mejores vistas panorámicas, suelen ser muy baratas. Cuando llegamos a la torre nos dijeron que estaban cerrando, pero lloriqueamos un poco y, tras negociar, uno de los empleados nos dejó subir por solo 2 euros.
Hay muchas escaleras, pero el dolor de pies os servirá de recuerdo de las maravillosas vistas. Al final ampliamos la lista de cosas que ver porque nos dimos cuenta de que había un mercadillo de Navidad cerca.
Además de las fantásticas vistas, aprendimos algo sobre la torre que nos sorprendió bastante: aunque se construyó con materiales muy baratos, los ricos que iban a misa en esa iglesia decidieron pintarla de rojo. Hasta ahí todo normal, pero luego nos contaron que la pintura era la sangre de 500 protestantes que ejecutaron. No os preocupéis, a día de hoy utilizan productos para pintarla que no son sangre.
Basílica de Nuestra Señora – Onze Lieve Vrouwebasiliek
Justo en el centro de la ciudad, nos detuvimos a admirar esta preciosa e inmensa iglesia románica que se construyó hace más de 1000 años. El interior es algo lúgubre y sombrío, pero el altar y el coro que lo rodea le dan un aire de solemnidad y de paz.
Molino De Bisschopsmolen
Paseando por el centro, descubrimos este antiquísimo molino que data del siglo VII.
Tampoco había mucho que hacer además de observar cómo la gente se ocupaba de sus asuntos por la ciudad; también se podía apreciar que los callejones que recorríamos eran los mismos que hacía 1000 años.
La pintoresca arquitectura contribuye al ambiente acogedor que se respira por todos los Países Bajos, aquí incluso un poquito más. Lo mejor es que si tenéis hambre, hay una pequeña panadería junto al molino.
Plaza del mercado de Navidad de Maastricht
Este es el sitio donde venir si queréis encontrar cualquier cosa, desde ropa hasta comida. Se respira un ambiente muy acogedor y navideño por todas partes, incluso con millones de turistas paseando. Maastricht ya nos había parecido una ciudad muy hospitalaria y de aspecto muy holandés, pero durante las fiestas llegaba a unos límites fascinantes y nos encantó. También dicen que este mercado de Navidad es uno de los mejores en los Países Bajos.
En la plaza Vrijthof, en el centro de la ciudad, había de todo: desde tiendas hasta una noria. También habíamos oído algo sobre una pista de patinaje sobre hielo, pero no la vimos. Fue una pena, porque no sabíamos que en el barrio de Jekerkwartier había una todo el año.
Acabamos el día en un bar, tomando unas pintas y entrando en calor después de haber pasado el día helados.
A fin de cuentas, la excursión a Maastricht fue una buena idea y aunque no había mucho que hacer (como podéis ver, la lista de cosas ha sido bastante corta), no dudaría en venir otra vez. Como ya he dicho, es, sin lugar a dudas, una de las ciudades más acogedoras que visitaréis.
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