Consonno, la ciudad fantasma

Si tuviera que recomendar un lugar realmente insólito y misterioso al norte de Milán, elegiría sin lugar a dudas Consonno, una ciudad de atracciones en ruinas abandonado en la cima de la colina Monte de Brianza.

Para llegar, se hace necesario viajar en coche hasta Olginate, por la carretera provincial 72 (continuación de la Tangenziale Est hacia Lecco) y luego subir por algunas curvas de la carretera hacia Consonno. Al llegar a la barrera, tienes que estacionarte y caminar durante los últimos diez minutos.

Historia

Consonno era una típica población agrícola de alrededor de trescientos habitantes que se encontraba en la colina. Después de la guerra se había despoblado y con la llegada del boom económico de los sesenta fue comprado íntegramente por el empresario inmobiliario milanés Mario Bagno, quien demolió la mayoría de las casas para crear un gigantesco centro recreativo.

Inspirado en Las Vegas estadounidenses, este parque de juegos realmente ofrecía todo tipo de entretenimiento: restaurantes, tiendas, jardines encantados, campos deportivos, un resort, un hotel de lujo con un área para eventos y un Luna Park, todo diseñado con un crisol de estilos arquitectónicos de todo el mundo, como, por ejemplo, la aguja del minarete también visible desde el valle de abajo. Mi padre todavía recuerda este idílico lugar en su mejor momento cuando lo llevaron allí cuando era un niño en ocasiones especiales como cenas de bodas u otras celebraciones.

Desgraciadamente, como consecuencia de la excesiva explotación urbana de la colina, en el año 1976 un deslizamiento de tierra bloqueó durante varios meses la carretera de acceso a Consonno y desde ese momento la ciudad de los juegos perdió su atractivo y entró en un rápido declive. Mario Bagno buscó en las siguientes décadas la forma para relanzar el lugar pero ninguno de sus numerosos proyectos de recalificación presentados fueron implementados.

Su estado actual

Hoy en día Consonno es un lugar totalmente abandonado y en ruinas. Este insólito ambiente es extremadamente fascinante y, constantemente, atrae a visitantes, fotógrafos y sedes cinematográficas de las zonas de alrededor.

Del viejo pueblo solamente permanece la iglesia de San Mauricio, la rectoría y el cementerio, mientras que de la ciudad de los juegos queda, principalmente, el edificio del minarete. Todo lo demás está derrumbado o sumergido en la vegetación.

Tras haber explorado un poco la zona, prestando la debida atención, merece la pena concentrarse en el edificio del minarete: de hecho desde aquí es posible admirar los sugerentes muros cubiertos de grafitis, subir a las distintas terrazas y así admirar las espléndidas vistas de las montañas.

Finalmente, dedicado solo a aquellos que tienen fuerza, coraje y sobre todo muchísima prudencia, ¡es realmente emocionante entrar a la base de la torre, subir por la escalera de hierro y llegar a la cima de la aguja!

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