Mi reseña de la Universidad de Kent

Estudié mi grado en la Universidad de Kent de Canterbury entre 2012 y 2016. Me quedé tres de los cuatros años en Canterbury (mi tercer año lo pasé en la PUCP y la UAB) y, durante ese periodo de tiempo, estudié, trabajé como embajadora de los estudiantes de mi curso, hice un voluntariado y formé parte de varios clubes. Por lo tanto, se podría decir que he tenido contacto con casi todos los aspectos de la vida universitaria de la UKC y puedo contar todo de primera mano. Espero que esta entrada sea útil a todos los que están pensando en estudiar aquí, ya sea como estudiantes nacionales o internacionales, así que poneos cómodos mientras os guío por mi experiencia en la Universidad de Kent.

Mi reseña de la Universidad de Kent

(¡Hay mucha vegetación y fauna en el campus de Canterbury! )

Alojamiento

Como es habitual, hablaré primero del alojamiento. Estuve un año viviendo en el campus, como casi todos los estudiantes de primero, y otros dos fuera de él, en una vivienda para estudiantes. Hay diversas residencias universitarias en el campus de Canterbury: Tyler Court, Woolf, Rutherford, Elliot, Keynes, Darwin, Parkwood y la más nueva, Turing. Puedes encontrar tanto casas como pisos con un servicio de comidas, la posibilidad de hacerte la comida tú, baños individuales o compartidos y camas dobles o individuales. Parkwood, por ejemplo, parece un pueblo en sí, mientras que Tyler Court parece más un conjunto de edificios de pisos. Yo me quedé en Tyler Court B: allí te hacías la comida tú mismo, ya que mi piso tenía una gran cocina que compartíamos ocho estudiantes. Parece que éramos multitud, pero como todos teníamos horarios diferentes, no estábamos apretados en el piso, menos aún si tenemos en cuenta que todas las habitaciones en Tyler Court A, B y C tienen baño propio. La habitación en sí era bastante espaciosa y tenía un escritorio, una cama individual, un armario, un espejo, estanterías, una silla de escritorio y un baño con retrete, lavabo y ducha. Las paredes de las habitaciones eran muy finas, pero siempre que tus compañeros tengan un mínimo de cortesía, estas no deberían ser un problema. La única desventaja fue que casi no había cobertura dentro del piso, pero es algo muy común dentro del campus. Eso sí, te enseña a no depender tanto del móvil, así que hasta creo que puede ser una ventaja.

Mi reseña de la Universidad de Kent

(Mi habitación en Tyler Court B: no se ve, pero a la derecha estaba el baño).

Después de que te acepten en la universidad, puedes seleccionar tu alojamiento online. Una cosa que me gustó mucho de este proceso fue que, antes de que te asignen la habitación, la universidad te manda un cuestionario breve con preguntas relativas a tus gustos musicales, tu personalidad (extrovertida, relajada, callada, estudiosa, etc. ), tus aficiones y otro par de preguntas similares. Las respuestas ayudan a la universidad a agrupar personas con más probabilidades de llevarse bien o, al menos, de mantener un ambiente tranquilo en el piso. No siempre funciona, pero me gusta la idea; yo no tenía nada en común con mis compañeros de piso y apenas los veía, excepto cuando cocinaba o hacía té en la cocina. No nos desagradábamos; solo no teníamos nada en común. Eso sí, siempre tendrás un compañero problemático: el que nunca tira la basura o guarda todas las sobras, el que usa y estropea los objetos ajenos o el que puede que dé una gran fiesta sin avisar al resto de compañeros. Mi compañera problemática en mi piso de Tyler Court cocinaba para un pelotón y luego se comía una porción, así que dejaba el resto de la comida se echara a perder. Además, hacía lo mismo con el pollo crudo (con riesgo biológico) y las verduras. Una vez incluso dejó algo tanto tiempo, que cuando nosotros decidimos tirarlo, no sabíamos si era pimentón u hongos. Preparaos, respirad hondo y, si es necesario, guardad vuestra sartén, vasos y tostadora en vuestra habitación excepto cuando los vayáis a usar.

Exceptuando las ocasiones en las que hubo discusiones por las ruidosas fiestas de mi compañero y el desorden de la cocina, apenas hubo problemas en el piso durante el año, así que, de cierto modo, la convivencia fue un éxito. Una vez dicho esto, siento que he de deciros que no pasa nada si no tenéis una relación muy estrecha con vuestros compañeros de piso. Por eso, yo me uní a diversos clubes (a uno para casi cada día de la semana), así que hice buenos amigos tanto en los clubes como en mi curso. No hay que olvidar que hay miles de personas de diversos ámbitos sociales en una universidad, no solo la gente con las que os pusieron a principios del primer año.

En líneas generales, mi experiencia viviendo en la residencia fue positiva; la habitación era cómoda, había suficiente espacio en el frigorífico y en las estanterías y desarrollé, así como mantuve, diversas aficiones fuera del piso.

Tras el primer año, me mudé a una casa de la zona residencial Hales Place, un lugar muy popular entre los estudiantes de la UKC. La calidad, el tamaño y la distancia de las casas con respecto al campus varía, pero mi casa de cinco dormitorios en la carretera Godden era una de las mejores. El propietario era amable, profesional y servicial. La casa tenía un cuarto de baño, un aseo en el primer piso y un jardín pavimentado. También estaba a pocos pasos de dos tiendas de ultramarinos.

Vivir con amigos es una curva de aprendizaje una vez os dais cuenta de qué es más importante para vosotros: si tener a vuestros amigos cerca o vivir en una casa limpia y ordenada. Al final, me he dado cuenta de que prefiero una casa en buenas condiciones. Además, hubo diversos conflictos: uno de mis compañeros de piso era extremadamente ordenado (incluso más que yo), mientras que el otro era un torbellino poco limpio y aficionado a fumar hierba que se apropiaba de las zonas comunes. Como resultado, hubo momentos muy tensos, pero también nos lo pasamos bien muchas veces: otra de las personas con las que vivía y yo forjamos una amistad a base de beber gin-tonics, comer comida india y ver películas de noche.

El último año me tocó la lotería, metafóricamente hablando. Viví en una antigua y alta casa en la carretera Whitstable que habían convertido en cuatro pisos de dos personas cada uno. Cada habitación tenía su propio baño; solo tuve que compartir la cocina con otra persona que estaba estudiando un posgrado y le encantaba tener la cocina impecable. El piso estaba a quince minutos del campus y, en dirección opuesta, a otros quince minutos, estaba el centro de la ciudad, así que era perfecto. Cuando busquéis piso por Canterbury, os daréis cuenta del conocido efecto de Ricitos de Oro: unos pisos os parecerán demasiado x, otros demasiado y, pero, al final, encontraréis el piso que tenga justo lo que necesitáis.

Matriculación

Esta será una sección breve (a diferencia de la del alojamiento) ya que matricularse en la UKC es un procesos relativamente sencillo. Primero, os inscribís online, después se activa un correo electrónico y posteriormente elegís las asignaturas online, siempre asegurándoos de que llegáis a los sesenta créditos por semestre. Las asignaturas son de quince créditos (si son semestrales) o de treinta créditos (si son anuales). Todo este proceso se realiza en línea, así que las asignaturas están guardadas en un almacenamiento definido por software (SDS). Como consecuencia, a veces hay largas colas, pero al menos podéis haceros algo de comer mientras esperáis. Cuando llegue el día de matricularos, presentaos en la universidad con todos los documentos necesarios (pasaporte, visa si procede, la carta de admisión, etc. ) e id al pabellón deportivo, donde os matricularéis y recibiréis vuestra tarjeta de estudiante.

Estudios

Mi grado era de Estudios Hispánicos, pero tuve asignaturas de otras disciplinas gracias al sistema de asignaturas libres de la UKC, también llamadas "wild modules" allí. Esto significa que podéis escoger una o dos asignaturas cada año de otras disciplinas. En teoría, podéis estudiar una asignatura de cualquier disciplina mientras os dé el numero de créditos necesario; no obstante, como las notas cuentan, se recomienda que la asignatura libre que elijáis no esté muy alejada del tema o la rama que estáis estudiando. Por ejemplo, puede que no sea una buena idea que un estudiante de teatro sin formación científica elija una asignatura de astrofísica; una asignatura de literatura puede hacer que tenga más éxito al final del semestre. Sin embargo, nadie os va a impedir que escojáis lo que desees: es vuestro grado.

Yo cogí asignaturas libres de literatura francesa (como Viajes a Japón en la Cultura Francesa Moderna), literatura comparativa (por ejemplo, la Decadencia en el "Fin-de-siècle" Europeo), e incluso la asignatura Religión y Sexo del departamento de Estudios Religiosos. Tanto mi grado como las asignaturas libres me encantaron. Por lo general, se hacía mucho hincapié en desarrollar el análisis crítico y la habilidad de formar y defender argumentos propios basados en las fuentes que nos daban y que también encontrábamos de forma independiente. El análisis de un tema o un fragmento literario desde diversos puntos de fiesta era de suma importancia allí, ya que permite entender otros posibles argumentos y usarlos para modificar o, de hecho, fortalecer nuestras propias interpretaciones.

Además, me di cuenta de que, de vez en cuando, el departamento al que pertenecía (el Departamento de Cultura Europea y Lenguas) no estaba muy bien organizado, sobre todo por la falta de comunicación entre los profesores y entre los profesores y el personal administrativo. De hecho, varios miembros del personal universitario no se ponían de acuerdo en ciertos temas, así que transmitían información diversa a los alumnos, lo que provocaba mucha confusión. Afortunadamente, hay un representante estudiantil de cada curso que puede ir al departamento a transmitir las preguntas y preocupaciones de los alumnos. Eso sí, diría que es importante que no os conforméis. Si tenéis un problema, encontráis una contradicción o o tenéis información confusa, transmitidlo a los profesores y al personal administrativo. De otro modo, serán los estudiantes, y no los empleados, quienes lidien con las consecuencias de esta falta de comunicación.

No sé si esto se aplica a otros grados, pero el mío ofrecía una gran variedad de asignaturas. Las únicas obligatorias eran Lengua Española, Introducción a la Cultura Hispánica en el primer semestre y una segunda Lengua Hispánica a partir del segundo año en adelante (entonces podíamos elegir Catalán o Portugués de Brasil). Además de las mencionadas, había asignaturas de política y estado, teatro, artes, literature, poesía y cine. Otras asignaturas eran temáticas, como Lectura de la Monstruosidad en la Sociedad Ibérica, centrada en el tema de la monstruosidad en la literatura, la sociedad, el cine y el arte. Como dato curioso, era posible que dos personas que estuvieran estudiando el mismo grado no hubieran ido nunca a la misma clase, ya que, dependiendo de nuestros gustos, los grados de algunos de mis compañeros se centraban más en la historia y la política, mientras que mis asignaturas tiraban más hacia la literatura y la cultura.

Trabajo

Trabajé en la universidad como embajadora estudiantil en mi último año, por lo que me encargaba sobre todo de las jornadas de puertas abiertas en la universidad, de diversos eventos para los estudiantes que pensaban en la UKC como una de sus opciones para estudiar y de hablar sobre mi grado con estos estudiantes y sus respectivas familias. Disfruté mucho el trabajo en sí, como ya habréis notado, me gusta hablar y me entusiasma lo que estudio. Además, me pareció muy interesante escuchar las diversas razones por las que la gente quería estudiar el grado y qué combinaciones de asignaturas tenían pensado hacer (Estudios Hispánicos con francés era una alternativa muy popular, como también lo era Comercio con español).

El sueldo estaba sorprendentemente bien y el turno de estas jornadas solían ser de seis horas. El departamento siempre me pagó a tiempo, lo que valoré mucho como estudiante. Eso sí, no hubo muchas jornadas de puertas abiertas, pero fueron suficientes para ahorrar algo de dinero para salir por la noche o comprarme caprichos en la tienda en la que hacía la compra semanal de comida.

Hay otros puestos en la universidad para los estudiantes que quieran trabajar a tiempo parcial mientras estudian. Podéis trabajar en el servicio de comidas, como camareros en los restaurantes del campus, limpiadores, cajeros en Essentials (la tienda de la universidad) o como ayudantes de la tecnología informática de la biblioteca Templeman.

Aficiones

De esto quería hablar yo. La Universidad de Kent ofrece una gran variedad de clubes y equipos deportivos, como el club dedicado a las habilidades propias del circo, el de la creación artesanal de cerveza, el equipo de rugby, el de baile de salón, el francófono y el psicodélico. El primer año formé parte del Club Hispánico, el de baile en barra o "pole dance", el de salsa, el de baile de Kent y el de escritura creativa. Algunos me gustaron mucho, otros no tanto: algunas de las participantes del Club de Baile de Kent me recordaban a las chicas con las que fui al instituto, así que no duré mucho. El Club de Baile en Barra era muy popular, pero me pareció que iba demasiada gente en comparación con las clases poco transitadas a las que iba cuando vivía en mi casa. El Club de Salsa me cautivó desde el primer momento. De hecho, también lo he sido durante mi último año de universidad. Es más, pretendo seguir así durante mi máster. Se impartían dos clases por semana, pero también había un taller extra de otro baile latino como bachata, salsa cubana o rueda. Otro club al que no hace tanto que asistí es el de la danza del vientre. Ese club era divertidísimo; no solo había gente amable y alegre, sino que además, teníamos la oportunidad de participar en diversas actuaciones durante todo el año.

Mi reseña de la Universidad de Kent

(Bailando burlesque en el Festival de Salsa de Kent de 2016: la foto pertenece a un miembro veterano del club llamado Chris Henry).

No seguí en el Club de Escritura Creativa después del primer año, pero descubrí que el Club de Publicación Editorial era muy entretenido. En él (el "PubSoc"), los miembros aportaban material como poesía, historias cortas, arte y fotografía para que lo leyéramos, lo analizáramos y lo editáramos para las publicaciones semanales. Los que aportaban los materiales no tenían por qué recibir críticas; tenían la opción de mantener el material original, incluir algunas ediciones o ninguna y reenviarlo antes de la fecha límite. Después de dicha fecha, los miembros decidían como grupo qué materiales se iban a incluir en la revista Figment, la cual se publica cada semestre. Una vez decidido qué contenido se iba a incluir, comenzaba el proceso de diseño. Finalmente, el resultado se publicaba en un evento especial al final del semestre. Me gustó este club porque te hace sentir que has hecho algo tangible al final.

Además, el gimnasio tiene muchos servicios novedosos y una larga lista de actividades muy entretenidas. Mis favoritas son la de "Body Pump", la de yoga, la de zumba y la de "booiaka". Hay una profesora que se llama Jenni que suele ir a las dos últimas clases: es increíble. Tiene el pelo rosa intenso, viste con ropa colorida y es una persona increíblemente entusiasta que te transmite su energía durante sus entretenidas y exigentes clases de baile. ¡Asistid!

En definitiva, lo bueno de los equipos deportivos y las clubes en Canterbury es que casi siempre habrá alguno del agrado de alguien. Además, los clubes son los lugares perfectos para conocer gente con intereses similares.

Conclusión

Considero la Universidad de Kent mi hogar. No es perfecta, la desorganización que me encontré de vez en cuando puede ser muy frustrante. No obstante, se trata de una universidad cómoda, con un ambiente muy vivo y con muchas actividades para hacer, así como mucha gente. A los profesores, al menos en mi departamento, les apasiona lo que enseñan y esta pasión hace que también os apasione su asignatura. En definitiva, estudiar en la Universidad de Kent en Canterbury, a pesar de sus puntos débiles y excentricidades, fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Además, me encantó el grado. ¡Estoy deseando que llegue el año que viene!

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