Vida nocturna
“Bianca, te tienes que ir soltera a Europa”.
“Si te ven los italianos sola en un club, te van a besar la boca antes de que te des cuenta”.
En algún momento antes de irme a Italia esto me lo dijo una amiga. Nuestra conversación me mataba de la risa por tantas cosas que me decía sobre los italianos, como la segunda frase, que en ese instante me pareció tremenda exageración. Pero a mi llegada a Florencia me quedó claro que no estaba exagerando. Es verdad que si te agarran despistada… ¡Boom!, algún listillo puede aprovechar la ocasión y plantarles un beso, niñas. Así que vivas todas si no quieren llevarse una sorpresita de estas.
¿Qué les quiero decir con esto? Si son niñas, pues nada, mucho cuidado con los italianos. Y para los chicos… No dejen ir a sus novias a Florencia.
BROMA. No se crean esto. Tampoco niego que suceda. Pero a ver, así como pasa acá en Italia, también ocurre en China. Se dicen tantas cosas de ciertos países y de su gente, que es impresionante. En efecto, a los italianos se les conoce por tener formas de ser muy peculiares con las mujeres, pero hay ciertos clichés que no deben creerse hasta comprobarlos por uno mismo.
Y además evidentemente siempre habrá todo tipo de cosas a dónde quiera que vayamos. Así que basta, vamos a hablar de algo que a todos nos interesa: la vida nocturna.
Si algo tenía yo claro cuando me fui a Europa, era que no iba a desperdiciar ni uno sólo de mis días. Así como las mañanas eran muy valiosas para explorar y conocer, mis noches también quería explotarlas al máximo divirtiéndome. Es verdad que por los días no nos importa mucho si no tenemos compañía, porque eso no nos frena a salir y conocer… ¿Pero se atreverían a ir solos a algún club o bar? En serio que es todo un reto, (y más estando completamente sobrios).
La verdad es que no es algo que comúnmente me pase por la cabeza. Aquí en mi ciudad jamás lo he hecho y sinceramente no veo tampoco la hora en que llegue a hacerlo en un futuro. Pero si creo que es un hecho que al estar lejos de casa sin conocer a nadie, adquieres de cierta manera una energía especial que te impulsa a hacer ciertas cosas que probablemente en otra vida pensabas que no harías jamás.
A mi personalmente no me dejaba en paz ese pensamiento de sólo querer disfrutar y aprovechar el tiempo que estaba viviendo en Italia aún cuando hubo algunos días en los que me encontraba sola. Yo creo habrán sido unas tres veces las que no deje que el hecho de no tener con quien divertirme me impidiera salir. Simplemente agarraba mis tacones y me salía de casa pensando ¿qué más da?
Irónicamente lo que pienso que en México me daría mucha pena hacer, allá lo pude realizar sin problemas. El sentir que nadie me conocía allá de pronto me daba mucha tranquilidad y agallas para hacer cosas.
La primera vez que fui sola a un bar fue en uno de los primeros fríos días de enero, cuando aún me encontraba viviendo sola. Me quede pensando que no tenía que esperar necesariamente a conocer a mis roomies para tener con quien divertirme y salí rumbo a las calles de Santa Croce. Sin poner mucha atención termine entrando al Irish Pub, lugar donde sobra decir que todos hablaban inglés.
Me sentí muy extraña al cruzar la puerta y sentir varias miradas fijas en mi.
¿Qué tanto me ven? Si, vengo sola. ¿Y qué?
No dejaban de invadirme los pensamientos. El lugar estaba lleno, todas las mesas ocupadas y había bastantes personas de pie sin dejar que hubiera paso. Me sentía muy observada y confieso que me dio mucha pena hacer esto al principio. Además la mayoría en el bar eran hombres, así que imagínense tener que pasar en medio de todos pidiendo permiso. Sentí que todo mundo en ese momento notó que yo estaba sola cual hongo. Fatal, pero no dejé que nada me detuviera. Por suerte alcance a ver en la barra un lugar vacío y me apresuré a sentarme en el banco que estaba disponible.
Por lo menos me tranquilizó un poco el hecho de tener un lugar donde sentarme, ya no me sentía tan incómoda ni rara. Pedí mi primer trago, cual quinceañera un “sex on the beach”. Y ahora si con bebida en mano me giré a los lados para observar a quienes tenía a mi alrededor. Mi lugar estaba literal pegado a la pared y a mi derecha estaba sentado un chico que no dejaba de abrazar a la que era su novia supongo, así que no tenía realmente posibilidades de hablar con alguien. Sólo con la bola de chicos intensos de unos 17 años más o menos que tenía a mis espaldas, que de verdad rezaba para que no me hablaran porque ya estaban ebrios y además no dejaban de mirarme.
Lo veía venir, alguno iba a acercarse en algún momento. Decidí rápidamente voltearme dando cara a la barra y justo al girarme se encontraron mis ojos con los del bartender.
Me sostenía la mirada mientras preparaba una bebida y tenía una pequeña sonrisa burlona. Seguramente me observaba desde antes. ¡Seguramente se reía de mi!
Entregó la bebida a una chica y se acercó a mi.
“¿Che stai facendo?”
¿Cómo que qué estaba haciendo? La pregunta me tomó por sorpresa. ¿Que no era obvio? ¿Qué clase de pregunta era esa? Con mi italiano no muy bueno en esos momentos, sólo le respondí de impulso: “non parlo italiano”. Pero esa pregunta la había entendido, y muy bien.
Comenzó entonces a hablarme en inglés. Me preguntó si esperaba a alguien. Quise mentirle. Que ganas de decirle que varios amigos venían en camino, pero no. No tenía amigos en ese momento. Me limité a decirle que acababa de llegar a Florencia y que no conocía a nadie. Le pregunté con algo de pena si era tan obvio que estaba sola y se rió todavía más.
¿Qué era tan gracioso? No me dejó con la duda. Hasta me hizo el día.
“Si aquí todos te miran es porque eres hermosa. A nadie le importa lo demás”.
No veía venir esa respuesta tampoco. Me sentí la persona más patética de la vida. El tenía razón. Me estaba preocupando por cosas estúpidas. Pregúntenme si la siguiente vez que salí sola me sentí igual. NO. Federico me había hecho el día, la semana, el año. De ahí en adelante jamás me volvió a preocupar este tema.
El resto de mi noche me la pase hablando con él. No perdió el tiempo para coquetear obviamente, pero fuera de eso fue una noche súper divertida. Y estar con el sirvió para que los niños intensos se alejaran de mi. Hablamos de varias cosas, obviamente me pregunto sobre mi y que hacía en Italia. Cuando le dije que ya me iba me convenció para quedarme un rato más regalándome un shot. Y luego otro, y luego dos más.
Lo bueno fue que cuando empecé a sentir que los tragos me hacían efecto ya eran las dos de la mañana y empezaron a cerrar el bar. Me despedí y le mentí diciéndole que vivía a unos cuantos pasos de ahí para que me dejara ir porque insistía en acompañarme. Y cuando al fin pude zafarme de él, me fui a casa tranquila. Sola caminando a las dos de la mañana en Florencia. Pero me sentía tan tranquila y segura no sé por qué. Tal vez era el hecho de que estaba a sólo 5 minutos del departamento.
Como sea, me sentía segura porque las calles no estaban vacías. Varios grupos de chicos con botella en mano andaban caminando por ahí. Y algunos otros parecía que al igual que yo, iban de vuelta a casa.
Yo sólo pensaba que si mis padres me vieran en esos momentos me ahorcarían. Me dirían que cómo me atrevo a estar sola por las noches en plena calle y demás. Así que al escuchar los gritos de mi madre en mi cabeza apresuré el paso y ya. Rápidamente llegué a casa sana y salva.
Tengo que decirles que para mi irme a vivir a Italia me sorprendió en muchísimos aspectos. Me encontré con tantas cosas que eran nuevas para mi… Como el hecho de poder beber en las calles. Aquí en México por haberme visto con un vaso en la mano (que tenía agua además), ya los policías querían llevarme con ellos y multarme. Así que imagínense cuánta fue mi sorpresa cuando llegué a un lugar donde esto es legal. Mi sonrisa de oreja a oreja no cabía en mi rostro. No piensen que por borracha, pero es que saber que en otros lugares se vive tan diferente y el hecho de poder participar en tan variadas costumbres que tienen, es increíble. Les juro que no podía creer que había clubs que abrían toda la semana. ¿Fiesta en domingo? Eso no existe en México.
Si en mi ciudad yo quiero salir a divertirme, tengo de miércoles a sábado para hacerlo, pero en Florencia había fiesta diario. Claro que en fin de semana con mayor intensidad que el resto de los días, pero de todas maneras me parecía algo difícil de creer. Y sé que evidentemente todo tiene un por qué y una razón de ser. De entrada sabemos que Italia es un país súper turístico, y bueno Florencia ni se diga, es una de las ciudades del país que más gente visita. Pero además cabe agregar que es una ciudad universitaria también. Es una cantidad impresionante de estudiantes los que visitan Florencia mes con mes. Así que claramente Florencia debe estar preparada para recibir con brazos abiertos a tantos jóvenes con ganas de divertirse, y para ello, todos estos lugares como las discotecas y bares, siempre deben estar abiertos al público.
A todos nos hace falta de repente salir y distraernos un poco. Algunos buscaran ambientes muy locos, y otros podrán no estar interesados para nada en ir si quiera a algún lugar por una copa. Yo la verdad soy muy abierta a hacer todo tipo de cosas. Lugar al que me invitaban, lugar al que iba. Y les puedo afirmar que en el tiempo que estuve viviendo en Florencia me conocí gran parte de los bares, discotecas y restaurantes que hay en el centro de la ciudad.
Yo tan sólo les voy contando algunas de muchísimas experiencias en distintos lugares, pero les puedo asegurar que Florencia cuenta con agradables opciones para pasar la noche, y para todo tipo de personalidades y bolsillos.
Habrá lugares con sus respectivas diferencias, pero les puedo asegurar que hablando de clubs, prácticamente todos abren de martes a domingo. Eso si, con un horario muy reducido porque cierran a las 4. Yo siempre he estado acostumbrada a ir a las discotecas a partir de la 1 de la mañana mínimo, porque en México cierran a las 6, pero en Italia desde las 11 empiezan a llenarse.
En cuanto a bares y pubs, no pasan de las 2 de la madrugada abiertos, eso es un hecho. Y los restaurantes pues mucho menos. Lo que se usa mucho es hacer aperitivo con los amigos y después seguir la fiesta en otro lugar. O beber también en alguna piazza o punto de reunión antes de ir a algún otro lado.
Si únicamente les apetece ir a cenar, lugares como Alle Murate y ZàZà serían opciones fantásticas. Alle Murate se encuentra sobre Via Ghibellina, una calle que a mi me encanta porque tiene varias tiendas y restaurantes que visitaba frecuentemente. El lugar es elegante, el precio alto y la comida una delicia. Bien vale la pena darle una ojeada a su menú de vinos, y los postres son irresistibles también. Se requiere de reservación, y bueno ponerse guapos para la ocasión también estaría muy bien.
ZàZà es otro concepto muy diferente pero también altamente recomendable. Tal vez en comidas no sea necesario hacer una reservación pero por las noches se los recomendaría porque una vez me toco esperar y no fue tan poco tiempo. Se encuentra en Piazza Mercato Centrale y de precio no me parece realmente costoso pero diría que es moderado.
Para irse a tomar unas copas les presento tres alternativas, cada una para diferentes gustos, pero todas con precios accesibles. Ya sea en tardes o por las noches, la vieja cárcel de Florencia siempre se me hace una buenísima opción. Le Murate Caffè Letterario, lugar de copas o café, aunque no suene para nada a un lugar con vida nocturna, por las noches se vuelve un lugar muy concurrido, e incluso a veces hay bandas tocando en vivo.
El Irish Pub, con todo y niños intensos vigilándome, también es otra opción que recomiendo. Se trata del típico concepto inglés que muchos de ustedes ya conocen, así que por lo mismo también la mayoría de los clientes que observarán aquí serán americanos o de lengua inglesa. Tanto el de Santa Croce, que fue donde les conté mi experiencia, como el que se encuentra en Piazza del Duomo, se ponen bien. El de Santa Croce es más grande pero lo agradable del otro es poder estar en las mesas de afuera o arriba desde el balcón disfrutando la preciosa vista de la catedral a las 2 de la mañana (la vista se vuelve aún más increíble con un par de copitas encima).
Por otro lado, también muy cerca del Irish Pub de Santa Croce, sobre Borgo degli Albizi se encuentra Reverse. Es un bar muy mono, atrae por sus pantallas de televisión que cubren todas las paredes del lugar. Siempre tienen buena música, y conforme se va haciendo más tarde, también se hace más ruidoso. Incluso a veces parece dejar de ser bar cuando todos empiezan a bailar.
Ahora que si lo único que les interesa es bailar… Cualquier lugar es bueno menos Yab.
Es una discoteca famosa, sí. Se que podrán encontrarla como sugerencia pero a mi les juro que no me gustó nada, jamás la había pasado tan mal en un club como lo fue aquí.
Conocí Yab gracias a Sofi, la primer amiga que tuve en Florencia, una chica de mi clase de italiano. Quedamos en salir a bailar y bueno, me fié de ella porque me había dicho que hacía unos días de que había estado ahí y que simplemente era el lugar perfecto. Le creí.
No sé a que le llamen “diversión’’ ustedes, pero para mi estar rodeada de niños de 16 años que creen que el mundo es suyo, y peor aún, que TU vas a ser suya, es simplemente desagradable. Y aunque fueran más grandes, la gente que va a Yab en su mayoría son personas super corrientes, no sé si me explico. Como que si estás urgido por besar a alguien vas a Yab, así. Mi amiga lo estaba claramente, y el tipo de chicos que iban ahí eran como le gustan a ella, así que para esta mujer esta discoteca era el paraíso. Pero para mi un infierno.
Y fue justo aquí donde comprobé que lo que me decía mi amiga de los italianos era verdad. Desde que estábamos Sofi y yo en la fila esperando para entrar, teníamos ya a los niños de alrededor viéndonos de lo más intensos. Y las cosas se pusieron peor cuando entramos, porque prácticamente ni estuvimos juntas. Después de pedir nuestras bebidas y acabárnoslas, llegó un tipo y la jaló a la pista, y lo mismo hizo otro conmigo. Pero me logré escapar de esa cosa mal hecha. Y también de los siguientes que se me acercaban. Uno tal cual, no sólo me jalo de la mano, también me beso antes de que pudiera verle la cara… ¡Y cuánto habría deseado no haberlo hecho! Horrible el hombre. Caras guapas difícilmente van a ver ahí.
Corrí al baño, para que les miento. Me refugié ahí como por 20 minutos porque en serio estaba harta del lugar. Sabía que salir del baño implicaba enfrentarme otra vez a esas bestias. Para qué les cuento más. El peor lugar. No lo recomiendo nada y jamás me hará alguien cambiar mi opinión sobre Yab. Porque fui 4 veces en diferentes días y las 4 ocasiones fueron exactamente iguales.
¿Por qué regrese si odiaba el lugar? Por Sofia. Una vez fue su cumpleaños, otra su despedida, y otra me llevó de castigo por perder una apuesta. Definitivamente sabía cómo torturarme.
Lo que con gusto les afirmo es que Yab ha sido el único lugar donde no la he pasado bien. Fuera de aquí vayan a Blue Velvet, vayan a Dolce Zucchero, vayan a Blanco Beach Bar. Vayan a donde quieran. Nada puede ser tan malo.
Blue Velvet es uno de los lugares que me hicieron perder la cuenta de las veces que fui. Es una discoteca pequeña pero con buen ambiente, buena música y acude gente más grande, diría que de mínimo unos 21 años (o sea, yo). Y además me quedaba literalmente a 10 pasos de mi casa. Se encuentra a espaldas de Palazzo Vecchio, está un poco escondido el lugar, pero les aseguro que aquí si valdrá la pena ir.
¿Les gustaría bailar canciones de Miley Cyrus? Esto es posible, gente. A mi jamás me habría pasado por la cabeza poner sus canciones en una discoteca, pero Dolce Zucchero tiene un master en dirección de los peores playlists de la historia.
Ahí me encontraba una vez bailando “Party in the USA” con mis amigos, seguida de otras canciones nefastas. Nuestra estancia ahí obviamente no duró mucho pero definitivamente sólo salvó mi noche la buena compañía que tenía. Porque cabe aclarar que si me divertí ahí fue por el relajo y ambiente que tenía con mis amigos.
A pesar de esto, no puede ser tan mal lugar como Yab. Si me dieran a escoger entre estas dos opciones, bueno la respuesta sería obvia. Me quedo con Dolce Zucchero.
Algunos habrán oído cosas del Blanco Beach Bar, otros probablemente no. Esto es porque es un club que sólo abren durante los veranos. Más o menos por unos tres meses cuando el calor se apodera de Florencia. Es muy famoso, y por la temporada en la que abre siempre lo verán lleno de extranjeros. Aquí la música es buena, no hay quejas en esta ocasión. Es el lugar al que por excelencia van todos los estudiantes en la ciudad. Y aunque también llega a acudir gente adulta, siempre predominan los jóvenes.
Para llegar al Blanco se tiene que tomar un bus porque no se encuentra justo en el centro de Florencia. Caminando desde mi casa en Via dei Neri, se hacían unos 35 minutos más o menos. Suena a un plan complicado para una salida por la noche, pero no lo es. Desde las 11 de la noche hasta la 1 de la madrugada, cada media hora pasa un bus sobre el Ponte alle Grazie, que se encuentra en seguida de Ponte Vecchio, a recoger exclusivamente a los que van al Blanco. Para mi esto me iba buenísimo porque me quedaba a dos minutos de casa.
Y para el regreso a sus casas ni se preocupen. Funciona igual que la ida. Entre las 2 y 4 de la mañana cada media hora salen los buses de regreso también al Ponte alle Grazie. Al menos que un lindo local les haga el favor de acercarlos al centro.
Fue toda una experiencia la primera vez que fui. Ese día había quedado de salir y pasar la noche con una amiga que estaba tristísima porque había terminado con su novio. Le propuse ir al Blanco porque ninguna de las dos lo conocíamos pero sabíamos que tenía gran popularidad. Además unos amigos italianos me habían ya explicado todo el tema del bus para ir y regresar, así que me pareció buena opción para distraerla un poco.
Ella vivía en la zona de Oltrarno, al otro lado del río, así que quedamos de vernos en el puente a las 11:30 para esperar al bus juntas. Dieron las 12 y ella no llegaba. Termino diciéndome que no se sentía bien para salir, que la perdonara pero que no podía hacerlo en ese momento. Al ser una muy buena amiga mía supuse que lo mejor entonces era ir a verla a su casa y quedarme con ella para tranquilizarla, pero me insistió en que estaba bien y en que prefería estar sola. Así que bueno, no pude hacer mucho. Pensé en regresarme a casa o en llamarle a otros amigos para no dejar que mi noche se desperdiciara, al fin que vestida y lista yo ya estaba. Faltaban 10 minutos para que el siguiente bus pasara por el puente y decidí que si en esos minutos mis amigos no me convencían con alguno de sus planes, me iría yo sola al Blanco.
Creo que ya saben lo que hice. Termine subiéndome al bus y me fui al Blanco. Pero no sin haberme animado a ir gracias a las amigas que hice en el puente en esos minutos esperando la parada del camión. Yo literal estaba terminando una llamada con un amigo, y unas chicas al escucharme hablar español se acercaron a mi gritando “¡OTRA LATINA!”.
Las miré sin poder evitar sonreír demasiado por semejantes gritos que casi me dejan sorda. Eran 5 chicas bastante borrachas, sólo una estaba bien. Me preguntaron si esperaba el bus de la discoteca, y cuando les dije que si me jalaron con ellas. Había hecho nuevas amigas en 5 minutos y fue una noche muy divertida.
Lo chistoso de ir este a club, es que siempre sucede de esta manera. Si se van en bus les aseguro que siempre conocerán a alguien. Siempre van a hacer amigos antes de llegar. Ya sea esperando en el puente, o en el mismo camión, que por cierto no se los mencione, pero se atasca. Una cosa realmente asfixiante pero es una verdadera fiesta. Esos 15 minutos de trayecto al Blanco son de ir cantando y echar la fiesta como puedas. Así que les puedo garantizar que tendrán una noche genial.
Después, graciosamente me encontré a unos amigos en la pista mientras bailaba con mis nuevas locas amigas. ¡Era de esperarlo! Es un lugar de moda y además con lo pequeña que es Florencia es fácil encontrarse a conocidos desde el momento en que pones un pie fuera de casa.
Presente a mis viejos amigos con las latinas locas y nos volvimos los dueños de la pista bailando todos juntos en bola. Hasta la hice de Cupido esa vez armando varias parejitas, y de hecho a la fecha dos amigos siguen juntos de novios. Hermosa noche… Pero hasta ahí mis recuerdos. Juntarme con las latinas borrachitas tuvo sus consecuencias porque termine igual que ellas. No sé ni como fue que desperté en mi casa al siguiente día. Pero como les decía en párrafos anteriores, puede suceder que un local les haga el favor de acercarlos o llevarlos hasta su casa. A veces nuestro ángel de la guarda puede venir en forma de un lindo italiano local que te lleva a casa sana y salva.
Los italianos guapos que no sólo te besuquean a la pasada, también existen.
● Bianca
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