My Happy Place

Publicado por flag- Bianca Rl — hace 7 años

Blog: When in Florence
Etiquetas: flag-it Blog Erasmus Italia, Italia, Italia

¿Si no te hiciste una foto en Ponte Vecchio, realmente puedes decir que has ido a Florencia? NO. Pareciera que el requisito para visitar la capital del arte es hacerse una foto comiendo gelato con la vista de Ponte Vecchio de fondo, pues todo mundo tiene una así. Casi es ya una especie de tradición, como las típicas fotos empujando (o pateando), la torre de Pisa.

La verdad es que la ocasión se presta mucho para ser así. Cuando son las 6 de la tarde  y finalmente conoces el famoso puente tipiquísimo de Florencia y te quedas maravillado por su belleza, la mezcla de tener frente a ti esta reliquia con la magia del atardecer, es una combinación que provoca tener ganas de sentarse a comer un gelato y quedarse solo contemplando este magnífico escenario que cautiva. Justamente la primer y última foto de este post son muy especiales para mí. Decidí compartirlas aquí, porque además de ser perfectas, son la primer y última foto que tome en este viaje, así que comprenderán el significado que tienen.

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¿Qué mejores atardeceres, que los que se ven a lo largo del Arno? Siempre hay gente sentada en los puentes y a los lados del río. Muchos solo son de esos turistas viajando en grupo que pasan rápidamente por unos minutos a hacerse fotos antes de moverse a su siguiente destino, otros son parejas de enamorados que creen estar todavía más enamorados al estar ahí. Pero hay otros que están solos, y que no sabemos que este pasando por sus cabezas, pero que simplemente se encuentran ahí viendo el reflejo del sol y de los edificios en el río. Y al ser esto también algo que yo he hecho incontables veces, me atrevería a decirles que es de lo más calmante y glorioso que se puede hacer. El simple hecho de estar ahí por ti mismo es de verdad un tiempo valiosísimo...  No importa por lo que estés pasando en la vida, si estas bien o mal, feliz o triste, porque por algunos minutos encuentras paz y te sientes tan bien, que aunque una paloma pasara volando y te cagara en la cabeza, no te enojarías ni se te arruinaría el día (y se los digo yo al haber sido víctima un millón de veces).  Porque cuando logras tener esa paz interior, no cabe más en ti que la felicidad que te mereces. Y de pronto solo te encuentras feliz de estar ahí...


Me gusta decir que es "mi lugar felíz" porque es un lugar que reconforta. Me gusta  estar ahí y tomar vino porque mágicamente los problemas se vuelven de otros. Me gusta estar ahí y comer gelato porque después de un buen sabor de boca, no hay nada ya que pueda arruinarte el día. A veces solo necesitamos de unos minutos comiendo gelato en Ponte Vecchio para sentirnos mejor. A veces verdaderamente no hace falta nada más.

Siempre se me hizo muy curioso que sólo uno de los puentes que atraviesan el río Arno en Florencia tuviera vida. Es decir, ¿por qué solo hay construcción en Ponte Vecchio, si perfectamente el resto de los puentes podrían ser iguales? Evidentemente al llegar y conocer la ciudad se resolvieron todas mis dudas. De verdad que cuando visiten todos estos lugares que les voy platicando me gustaría que le dedicaran más atención a los detalles, a la historia. Cada cosita tiene su por qué y les prometo que es muy interesante conocer aunque sea lo fundamental de cada lugar histórico que visiten.

Uno de mis planes para este año o posiblemente para el 2018 es ir de vuelta a Florencia a estudiar un curso de historia del arte, porque en serio es algo que me gusta mucho y aunque se ya muchas cosas por lo que he leído y por lo que aprendí estando allá, quiero adentrarme más en estos temas, a tal grado de poder resolver las dudas que cualquier turista pudiera tener. Me gustan mucho estos temas de arte y creo que Florencia es ciudad candidata a considerar para estos planes. Si son muy observadores y curiosos de la historia como yo, seguro entienden perfecto lo que digo.

Florencia sólo tiene hoy en día a Ponte Vecchio, porque efectivamente, había más puentes pero fueron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Se imaginan lo hermosa que se vería la ciudad si actualmente existieran esos puentes? Sería aun más encantadora que ahorita. Pero lo que no podría imaginarme es toda esta parte del centro histórico sin ser peatonal porque sencillamente no habría forma en que los coches pudieran moverse de un lado a otro para atravesar el río con tanta gente caminando por ahí. Eso si sería un caos y peor aún con tantos turistas. Si conocen la ciudad saben de lo que hablo. A veces es IMPOSIBLE caminar por Ponte Vecchio. Viviendo ahí tenía la suerte de saberme atajos si quería llegar a un punto cercano de aquí, pero cuando eres turista y tu mapa te guía por las calles y lugares más concurridos, ahí si que es toda una locura, porque realmente esta atascado todo en tiempos de vacaciones.

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Otra cosa sin duda inimaginable, es Ponte Vecchio con negocios como carnicerías. No podía creerlo cuando me dijeron que antiguamente así era. Si hoy en día aún existieran este tipo de locales ahí, seguro que ningún turista se acerca con tales olores. De ser prácticamente un mercado de carnes, estos locales pasaron a convertirse después en joyerías y relojerías. Nunca llegué a comprar algo en ninguna de estas tiendas pero mi madre si quizo llevarse algo de recuerdo cuando fui con ella. Podrán ver un poquito de todo, precios altos pero también regulares. Se venden en su mayoría cosas de oro y plata, pero también hay algunas cosas de fantasía y otras piedras y metales más económicos.

Recuerdo mi madre se preguntaba si estas tienditas tenían un piso más o si era posible que alguien viviera ahí, al ver que había un nivel superior sobre estas. Si se fijan con atención podrán ver una fila de pequeñas ventanas cuadradas, observando Ponte Vecchio digamos en dirección al Ponte di Santa Trinità. La mayoría de las personas pasan por desapercibido este detalle. Pero no se trata de otro piso de joyerías sobre Ponte Vecchio, es el Corridoio Vasariano. Si alguna vez escucharon algo sobre un “pasadizo secreto” en Florencia, se trata de este.

El Corridoio Vasariano se trata nada más y nada menos de una obra hecha para la realeza en tiempos del renacimiento. Apuesto a que si les hablo de los Medici, les suena el nombre o por lo menos identifican al instante que se trata de italianos. Pues bueno, efectivamente, por si desconocían sobre estos temas, fue Cosimo de Medici quien mando a construir este pasadizo con el propósito de poder moverse libremente y sin mezclarse con el resto de la civilización desde Palazzo Pitti (su residencia en aquel tiempo), hasta Palazzo Vecchio, que era el palacio de gobierno.

Ya les contaré con más detalle de estos dos lugares en otra publicación, pero por si no conocen Florencia lo que tienen que saber ahora para imaginarse un poquito como funcionaba este pasadizo, es que Ponte Vecchio es justo el punto medio entre estos dos lugares. Palazzo Vecchio se encuentra en Piazza della Signoria del mismo lado del río donde esta Piazza del Duomo, así que para llegar aquí, Cosimo debía atravesar muchas residencias, iglesias e incluso la Galleria degli Uffizi. La distancia a recorrer es realmente muy corta. Florencia es enana, empezando por ahí. Y el centro histórico también es pequeño, se recorre rápidamente. En menos de 15 minutos se llega de un lugar a otro caminando.

Las mejores fotos de Ponte Vecchio se hacen desde el Ponte di Santa Trinità, que es el puente que se encuentra en seguida de este. También aquí suele haber mucha gente sentada apreciando la vista del río mientras comen un gelato, por supuesto. Ojo al siguiente dato que daré: el mejor helado en toda Florencia se encuentra justo aquí a unos pasos de este puente. La Gelateria Santa Trinità será por siempre mi gelateria favorita. Es famosísima en la ciudad y esto yo no lo sabía cuando la descubrí. Recuerdo que fue en uno de mis primeros días que estaba sola conociendo la ciudad cuando de repente sin saberlo me encontraba ahí y decidí comprar un helado. Evidentemente la fila en ese momento  no era enorme como en verano, había sólo unas 5 personas más y ya. No fue la primer gelateria que probé, pero si se convirtió al instante de conocerla en mi favorita.

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Decidir el sabor de mi helado nunca había sido todo un dilema para mí. Amo el chocolate y yo toda la vida he sido de llegar a una heladería y pedir un cono de chocolate sin siquiera preguntar qué otros sabores hay. No me la pienso dos veces jamás. O tal vez debería decir que no me la pensaba, porque en Italia esto cambio. De entrada el hecho de llegar a una gelateria y ver las montañas de helados de mil sabores hace que se te haga agua la boca. Ver tantos colores y combinaciones evidentemente hicieron que dejara a un lado (por algunos días), mi intenso capricho por el chocolate y que me animara a probar de esta gran variedad de sabores.

Y es chistoso, porque en la Ciudad de México por ejemplo, conozco dos heladerias de toda la vida que digamos son las mejorcitas de mi zona. Y aquí ya estoy casada con ellas. Lo que quiero decir es que si Bianca quiere helado, va a uno de estos dos lugares, porque ya sabe que son buenos. No me arriesgo a probar el helado en cualquier otro lado, al menos que me lo recomienden. ¿Por qué? Bueno la respuesta es sencilla, México es el país de los tacos. Esa es nuestra especialidad, no los helados. Así que no es fácil encontrar lugares donde sean realmente buenos. El de chocolate les puedo decir que no es rico en cualquier lugar. Difícilmente es bueno, y al ser mi favorito obviamente no me arriesgo a ir pidiéndolo en cualquier lugar… Cosa que en Italia no fue motivo de preocupación. Allá gasté más dinero en helado que en cualquier otra cosa, y prácticamente compraba en todas las gelaterias que estaban a mi paso.

Es increíble que cierren hasta tarde, verdaderamente el helado en Italia es tan delicioso que lo venden a cualquier hora del día. De la Gelateria Santa Trinità me hice cliente frecuente y ya hasta me conocían. Cierran a las 12 de la madrugada, es increíble. Mi vida era perfecta. ¡Helado a cualquier hora del día! Más gloriosos no podían ser mis días en Florencia, algunos viendo al atardecer y otros el amanecer en Ponte Vecchio, pero siempre con un gelato en mano.

Hay un lugar sobre el río Arno al que me gustaba mucho ir, justo a la altura de donde se ubican los hoteles St Regis y Westin Excélsior, pasando el Ponte Vespucci, donde es posible bajar y sentarse literalmente a un lado del río. Evidentemente en tiempos de frío nadie baja aquí, pero cuando el clima se va poniendo más amigable la gente empieza a venir. Solos o acompañados, no importa, sea como sea es igual de placentero. Y bueno cuando el verano se deja venir ni se diga, parece una playa y los turistas literalmente van en traje de baño a tomar el sol. Yo creo que los meses más a gusto para ir son abril y mayo, cuando empieza a haber calor pero es soportable. Porque puedes estar sentado, acostado o como sea, y es una gozada estar disfrutando del paisaje, sintiendo la brisa y el suave aire refrescandote la cara mientras lees un libro, comes una pizza con tus amigos, te asoleas, o si es más tardesito incluso hasta disfrutar de una botella de vino ahí es simplemente estupendo.

No muchos saben de este lugar, y eso lo hace aún más agradable porque se puede estar ahí con toda la tranquilidad del mundo. La primera vez que fui ahí fue justo alrededor del mes de marzo con uno de mis roomies que llego a casa después de la chica española de la que les hablé. Recuerdo perfecto que el quería que fuéramos a un lugar tranquilo donde pudiera acostarse sin zapatos y pintar tranquilamente. Así tal cual lo dijo. Y fue un día caminando a lo largo del Arno pensando cuál podría ser ese lugar ideal, cuando decidimos bajar ahí al ver que estaba la explanada a lado del río totalmente vacía y el clima bastante agradable… No cabe duda que era el lugar ideal.

Nos sentamos en la explanada y pusimos música con nuestras bocinas, Coldplay para ser exacta. Los dos somos muy fanáticos del antiguo Coldplay, de esos primeros discos que sacó el grupo que casi nadie conoce: “Parachutes” y “A rush of blood to the head”. Ya tendrán una idea de toda la química que teníamos el y yo. Encontrar a gente con los mismos gustos musicales que tu es algo super preciado. Yo soy la más feliz cuando encuentro a personas que les gusta los mismos artistas y misma música que a mi, porque independientemente de Adele, siempre he tenido gustos muy diferentes al resto de mis amigos más cercanos y familia, que escuchan en su mayoría lo que está de moda en el momento. Así que bueno, que mejor que encontrar a alguien que te entiende y disfruta lo mismo que tu. Ahí estábamos los dos cantando “Green eyes” de lo más felices. Después me recosté en mi backpack y abrí un libro que llevaba conmigo, mientras el sacaba sus acuarelas y hojas para empezar a pintar. Es tal gozada estar ahí que me quede profundamente dormida con el libro caído sobre mi cara, y mientras tanto el hizo como tres dibujos.

Ese día estábamos completamente solos los dos sentados a un lado del Arno, y les diré que es todo un privilegio porque a la llegada de los turistas ya no es lo mismo. Más ruido, menos tranquilidad. En varias ocasiones llegué a ir a este lugar, llamémosle “la cascada” para dejarnos de enredos. Así es como le decíamos mis amigos y yo porque es justo un lugar donde el agua cae a una parte digamos desnivelada y se forma una pequeña cascada. Iba sola o a veces con amigos. Se convirtió en mi lugar de lectura cuando quería estar yo sola sin que nadie me molestara. A veces hasta me quedaba dormida después de leer y cuando despertaba siempre era increíble tener esa sensación como de que no había pasado el tiempo, ¡pero vaya que los minutos pasaban! Abría los ojos y tres horas se me habían ido ya ahí. Sin problemas, porque habían sido tres horas muy placenteras.

Si el día estaba muy soleado a veces simplemente iba a recostarme y tomar un poco de sol. Me llevaba un panini por si me daba hambre, me ponía mis lentes y me quedaba viendo el cielo. Sin más que hacer, más que dejar que mi imaginación volara… Otros días cuando sabía que iba a hablar con mi familia o amigos de México también venía aquí, e igual me gustaba recostarme y hablar por minutos e incluso a veces hasta largas horas por teléfono. Verdaderamente es un lugar muy agradable. A varios de mis amigos que iba conociendo también los llevaba aquí, comprábamos una pizza y vino, y pasábamos la tarde en la cascada muy agusto.

Tengo muy bonitos recuerdos en este lugar que jamás voy a olvidar. Siestas con el sonido del agua arrullándome, largas charlas con mis amigas mientras nos pintábamos las uñas, atardeceres bebiendo vino con los amigos… De hecho una de mis últimas noches en Florencia la pase aquí con un amigo. Era un día que yo estaba muerta por tantas cosas que había hecho poniendo en orden todo para mi regreso a México. Me encontraba en casa con mis roomies cenando cuando de repente me llegó el mensaje de este chico. Tal cual su mensaje traducido del inglés decía que tenía una botella de vino y que quería verme por última vez. Les juró que yo estaba muerta, pero esto es igual de cierto que las ganas que tenía yo de verlo, la verdad. Bueno para que les miento, el me encantaba. Y sabía que yo a él también le gustaba, así que no me hice mucho del rogar.

Mi historia con este amigo es algo frustrante. Aún cuando recuerdo todas las veces que lo vi, quisiera retroceder el tiempo y cambiar tantas cosas… ¿Les ha pasado que conocen a alguien y a primera vista saben que tienen química con esa persona? Bueno pues así fue nuestro caso. Nos conocimos en una fiesta y estuvimos juntos mucho tiempo platicando. Quisiera acordarme de más cosas de ese día pero mis recuerdos son pocos porque nuestro nivel de sobriedad no estaba como debía ser. Desde esta vez lo volví a ver otras 4 veces más en reuniones y salidas a clubs porque teníamos amigos en común. Pero siempre lo mismo, miradas muy intensas todo el tiempo pero jamás ninguno de los dos se acercó al otro. Algo muy raro. Yo la verdad lo odié. Me gusta que los chicos tengan iniciativa, yo doy el “siga” con la mirada nada más y ellos actúan. Pero pues esta vez funcionó diferente, y la verdad es que no me explico por qué. No es tímido, no es feo… ¡Lo tiene todo! Es la clase de chico que siempre va a estar rodeado de niñas, porque tiene una personalidad que cautiva, es atractivo y social. Si los dos sabíamos que la habíamos pasado muy bien cuando nos conocimos, ¿por qué los otros días sólo me acosaba con la mirada? Se que el lo que quería era que yo me acercara porque es a lo que esta acostumbrado, a que siempre lleguen chicas y le hablen. Pero pues… ¡yo también!

En fin, por lo menos les puedo decir que nuestra historia tuvo un final feliz. Consiguió mi número no sé cómo y me habló. Tarde pero lo hizo. Y como les dije anteriormente, no me resistí. Me propuso vernos en la cascada y así fue. Eran más o menos las 9 de la noche. Legué a la cascada y ahí estaba el esperándome. Se notaba que acababa de darse un baño. Y yo… Bueno, tenía salud, que es lo importante. No, ya. ¡Que pena de verdad! El traía puesta una camisa blanca con los botones abiertos (evidentemente trataba de llamar más mi atención), que lo hacía ver guapísimo. Por Dios, por supuesto que se arregló para gustarme. Pero en cambio yo era un desastre. Me agarró de sorpresa con el plan y ya hasta tenía mi pijama puesta. Yo no me molesté en quitármela, eran unos shorts y un top, y lo único que hice fue ponerme un suéter ligero por si refrescaba un poco el estar en el río.

Y la cosa no acaba ahí. Me sorprendió que hasta llevaba copas de vino. De pronto ya no sólo era muy romántica la cosa, también muy elegante. Fue la cita perfecta. La pasamos tan bien, que por eso recordar los demás días que nos vimos y no hablamos nada me da rabia. Me pidió perdón por eso y dijo estar muy enojado con el mismo por no haber actuado antes, pobre tontito. La noche fue larga, muy larga. Ya se imaginarán. Pero bueno, ni hablar. No hemos perdido el contacto desde ese día, seguimos poniéndonos siempre al día (y coqueteando también, tengo que admitir).

 

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¿Qué les digo? Ahora entienden porque este lugar es tan especial para mi. Muchos recuerdos, muchas historias. Todas diferentes. Jamás terminaría de contarles si les narrara cada una de ellas. Si se van a Florencia por un tiempo y quieren sorprender a alguien, tomen este consejo y lleven a esa persona a la cascada. Sobre todo si ese “alguien” es la persona que les gusta o su pareja. Porque les prometo que el lugar no los defraudará. En plan picnic o velada romántica, lo que sea. Se puede prestar para muchas cosas. Después me lo agradecen. ¡Suerte!

● Bianca

 


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