Martes de carnaval

Mundialmente famosos son los Carnavales de Venecia. Cualquiera que vaya a esta bella ciudad habrá visto todo tipo máscaras por doquier. Preciosas máscaras hechas a mano, con colores dorados y plateados.

Después de varias visitas a esta ciudad este año tuve la ocasión de asistir en pleno apogeo de la fiesta carnavalesca. Si Venecia es una ciudad turística en Carnaval los visitantes se multiplican casi exponencialmente.

Cogimos un tren desde Bolonia (donde estábamos alojadas) y llegamos a la estación de Santa Lucia a la par que cientos de personas. Empezábamos a ver gente disfrazada, así que no dudamos en ponernos nuestros aderezos para estar en sintonía con la ciudad.

Después de tener clara la vuelta (ya que nuestro tren salía de madrugada) empezamos la peregrinación hacia la Piazza San Marco.

El trayecto, que en distancia no es largo, resultó una caminata de casi dos horas (a causa de la gran aglomeración de gente) que afortunadamente fue amenizada por los diferentes y variopintos disfraces de nuestros acompañantes en el camino.

Cual finalmente conseguimos llegar a la Piazza San Marco estábamos cansadas y preguntándonos si de verdad la fama de los Carnavales estaba justificada.

Ciertamente empezamos a ver disfraces sorprendentes, dignos de nobles del siglo XVII. Parecían casi atracciones de feria y estatuas con las que podías hacerte fotos. Eran bastante amables a pesar de que sus rostros enmascaradas daban cierto miedo. O al menos impresión.

La plaza estaba llena de gente, todo el mundo disfrazado. Parecía la fiesta del color. Quizás lo es; la fiesta de la carne, la fiesta de la fiesta, donde todos, posiblemente, queremos ocultarnos un poco…