Italia, Días 4-6

El resto de mi estancia en Italia, fue muy diferente, porque Athanasia ya se había ido a Grecia, entonces nada iba a ser lo mismo para mi. Sin embargo, yo igual quería pasarlo bien sin pensar en la vida en Valencia (el mes que me quedaba) que sería un poco rara sin la persona que veía cada día sin exepciones. Pues, en mi última entrada había parado en el punto en el que llegué a la casa de Alessio. Alessio es un chico super cómodo, super inteligente y super divertido. Me sentí en casa directamente. Él tiene treinta años, pero parece mucho más joven -si me hubiera preguntado, yo le habría dicho que tiene mi edad, o 1-2 años más, pero máximo! Trabaja en una compañía muy grande y le encantan los viajes. Es la persona de couchsurfing con los más comentarios positivos que he visto hasta ahora! Y entiendo muy bien el porque. Hablamos un poco y nos conocimos, pero luego ya él tenía que ir al trabajo. Y yo solo quería ducharme y dormir -nada más en ese momento, como había pasado una noche entera en la estación de trenes de Milán. Así lo hice. Me desperté a medio día y fui a coger el metro para ir hasta el Duomo.

La historia de ese día es muy bonita. Pues, cuando había llegado a Italia con Athanasia, escribí un status en facebook, diciendo “buongiorno, Italia” o algo así. Entre los comentarios, había uno de Alessia, una chica super simpática que había conocido en Valencia, cuando ella estaba de visita para ver una de sus compañeras de Universidad que era mi compañera de teatro. Pues ella me preguntaba en cual ciudad de Italia estaba y yo le expliqué que estaba en Pavía y después de unos días iba a ir a Milán. Ella me respondió que ella también estaba en Milán, donde estudiaba. Estaba muy alegre porque sería mejor para mi encontrar a alguien que ya conocía que pasar todos los días sola. Entonces quedamos por la tarde en Duomo, justo después de su examen. Alessia habla español super bien (mucho mejor que yo) entonces no teníamos problemas hablando sin nuestra amiga de Valencia. Había venido con tres de sus amigos que no hablaban español pero yo entendía algunas frases en italiano (porque es muy parecido al español) y por el resto de la conversación Alessia se convirtió en nuestra traductora! Había mucho sol y hacía calor, entonces los chicos decidieron que sería una oportunidad para mostrarme un parque que se encontraba un cuarto de hora lejos de Duomo y se veía mucho mejor en el sol. Esos días eran raros, a veces había sol y a veces hacía frío y llovía, entonces yo tampoco quería perder la oportunidad. Llegamos al parque y me encantó desde el primer momento. Es muy grande, hay mucho verde y también un castillo maravilloso! Una de las amigas de Alessia, la única que era de Milán y no de algún pueblo cercano como los demás, me estaba explicando la historia del parque y Alessia estaba traduciendo todo el rato. Después del tour, nos sentamos al sol y nos quedamos por ahí un poco más. Luego, los chicos tenían que volver a sus pueblos, entonces fuimos hasta el metro y yo volví a casa. Alessio ya estaba allí y hablamos un poco para conocernos. Él es un verdadero viajero y ha conocido muchos lugares por todo el mundo. Tiene una historia por todo y podría pasar todos mis días en Milán simplemente escuchando sobre sus aventuras! Pues, el me aconsejó sobre unos sitios que podría ver el día siguiente y junto a la lista que me había preparado Alessia, eso era más que suficiente para poder estar una viajera que iba a ver todo lo de Milán!

Entonces, el día siguiente estaba llena de caminos. Caminos a pie, caminos en metro, pero, sí, caminos. Vi a unas iglesias, un par de museos y una calle histórica cerca de Duomo. Al final, volví a la plaza de Duomo para comer una pizza y luego, por fin, el helado italiano: “gelato”. Como pasó con la comida, el helado también es tan bueno como dicen -o aún mejor! Fue el mejor helado que he comido y sé que no voy a probar algo mejor hasta el día que vuelva a alguna ciudad italiana! Aunque ese día estaba lloviendo, no tenía problema, porque quería verlo todo antes de irme. Por la noche, volví a casa y hablé un poco con Alessio: él tiene una buena opinión sobre la sociedad y las personas. Creo que ha leído mucho, pero también sus viajes le han abierto la mente. “Como puedes decir adios a todas las personas que conoces por todo el mundo, sabiendo que a lo mejor no las volverás a ver pronto?” le dije. Pensaba en mi erasmus que pronto se iba a acabar, entonces tenía esas preguntas, poco filosóficas. Él sonrió y me respondió: “No estoy triste, porque sé que todos están un avión lejos de mi. Cada vez que voy a una ciudad que me guste, dejo alguna de sus attracciones y no la visito. Eso es como una promesa que un día voy a volver.”. Le sonreí sin decirle nada. Ya su respuesta me lo había enseñado todo.

El día siguiente ya tenía que irme para coger el autobús hasta el aeropuerto. Alessio estaba durmiendo y no quería levantarle, entonces le escribí una carta, agradeciéndole y invitándole a Atenas. Él ya ha estado en Thesaloniki, pero nunca en Atenas, entonces espero poder verle en mi ciudad un día -quizás pronto! Fui a la estación de trenes a pie, para poder ver Viale Zara, donde me había quedado unos días y el barrio en su alrededor por una última vez -pues, última por ahora -yo también he dejado el cemeterio famoso de Milán, que Alessio me había aconsejado ver, por la próxima vez. Esa fue mi promesa! Llegué pronto a la estación, entonces fui a tomar un café antes de irme. Luego ya cogí el autobús hasta el aeropuerto y después del proceso “típico” del control y tal, que ya sabía muy bien, después de tantos viajes, volví a Valencia. Cogiendo el metro desde el aeropuerto de Valencia hasta la parada Amistat, me di cuenta de manera más profunda que antes, que Athanasia había vuelto en Grecia. Había empezado un viaje con mi mejor amiga y lo terminaba sola. Pero ya iba a empezar el viaje más importante de ese año: mi último mes de erasmus que empezaba justo ese día. Y no era solo lo más importante, sino también lo mejor.


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