Fidenza

En esta ocasión, hablaré de una ciudad más bien pequeñita cerca de Parma, que visitamos en el mismo viaje que nos llevó tanto a la ya mencionada ciudad de Parma, como a los famosos cinco pueblos denominados "Cinque Terre". Se llama Fidenza, y tiene poco más de 23.000 habitantes. Se encuentra dentro de la región de Emilia-Romaña y está a menos de una hora de la capital de la provincia.

¿Qué nos llevó hasta allí?

Habíamos visitado ciudades más importantes de los alrededores, y hubo una pareja de ancianos en una de ellas que nos comentó que teníamos que visitar Fidenza, un pueblo pequeño a menos de cuarenta minutos de donde estábamos. Mi amiga italiana le miró con cara rara y le preguntó por qué y los ancianos nos dijeron lo siguiente:

1. Tiene una comida excepcional: lejos de los tradicionales platos de pasta de los que uno puede llegar a hartarse si está demasiado tiempo en Italia; en Fidenza por el contrario, encontrabas platos más elaborados (sin faltar con respecto a la pasta y sus derivados), de cuchareo que siempre se termina echando de menos cuando dejas España. Hacen un plato con patatas, queso parmesano, pescado de la zona y distintas verduras, que la verdad es que estaba realmente bueno. Además, el vino de Fidenza tenía un toque dulce distinto a los que habíamos probado más al norte, cosa que por el hecho del cambio, tampoco venía mal.
2. Su catedral: pese a que ninguna de nosotras era muy dada a las iglesias y sus vertientes, lo cierto es que viendo el brillo en los ojos de los ancianos hablando de la catedral de Fidenza, mucha curiosidad nos entró. Se encuentra en zona totalmente céntrica, con un gran reloj que preside la misma y un monumento justo en frente del apostol Pedro señalando a Roma. Al parecer es de las mejor conservadas de toda Europa, cosa que se nota tanto por fuera como por dentro.
3. Estatuas de Benedetto: en conmemoración a uno de los más grandes escultores y arquitectos de la Antigua Roma, Benedetto. Según los ancianos, si tocamos ambas esculturas adquiriremos el arte que el autor tenía, cosa que no perderemos siempre que visitamos la ciudad al menos otra vez antes de morir.

¿Qué nos dejó la ciudad?

Sin dudas que fuimos a tapear en varios sitios de la ciudad y no nos defraudó en absoluto. La variedad era muy amplia y la disponibilidad y el servicio de los distintos locales sencillamente impresionante. Además, normalmente cada sitio tenía unas vistas magníficas de la ciudad que hacían de cada plato y bocado algo superior.

No sé si fue por todos los vinos distintos que probamos con carácter dulce o no, pero nos dio por meternos en una pastelería justo en frente de la plaza principalde la ciudad, y la verdad es que vimos postres que jamás habíamos visto en otras partes del mundo. Desde aquí aconsejo a todo aquel que visite la zona, que vaya a alguna pastelería a probar.

Por otra parte, lo cierto es que nuestra visita fue algo corta, bien por el tamaño de la ciudad, bien porque el verdadero destino que queríamos era el de los pueblos Cinque Terre. La ciudad en definitiva nos dejó a parte de un buen sentido del gusto, algunas fotos que considerar sobre su catedral, algún palacio y buenas vistas de la muralla y el paisaje a su alrededor. La gente era muy agradable y siempre cortés con los extranjeros, no sé si por el hecho de que no muchos visitaran la ciudad o justo lo contrario, pero no me puedo quejar de ello.

Decir por último, que llegar hasta allí no fue problema, y que el autobús nos dejó justo en mitad del centro de la ciudad, ayudándonos bastante en cuanto a que todo estaba muy cerca y no tuvimos que usar ningún otro medio de transporte para movernos por allí.