Cómo engañé a España con Italia…

Haber pasado seis meses en Córdoba, España, me hicieron creer que había encontrado al amor de mi vida. Fue un flechazo. Pasamos muchos buenos momentos juntos: largos paseos nocturnos, cálidos rayos de sol que me acariciaban la cara por las mañanas, comidas que me dejaron sin palabras… Me robó el corazón y volví a Polonia sin él. Una parte de mí se quedó para siempre en la increíble Andalucía. Mi relación con España fue como una película... Pero en toda película hay un poquito de drama, y yo tuve un desliz con Italia. Sé que es una auténtica crueldad para España, pero dejadme que os lo cuente todo desde el principio…

Era febrero, justo después de los exámenes. Yo estaba es búsqueda del destino de mi próximo viaje. Lo primero que pensé fue en visitar mi querida Irlanda, pero por algún motivo las fechas, el tiempo y los precios de los aviones eran horribles. No pudo ser. Aun así, tenía muchísimas ganas de irme de viaje. Así que, en vez de tirar la toalla, puse en el buscador de vuelo como destino “a cualquier parte”. Me apareció como resultado Bolonia. Hmm, ¿Bolonia? ¿En Italia? No sé yo… Ya me estaba imaginando a todos esos italianos como locos gritando “¡mamma mia! ” y tirando pasta por las calles. No, no, no gracias. Grazie. Intenté con todas mis fuerzas buscar una opción barata para ir de España a Irlanda pero no encontré nada, así que, bueno, pues toca irnos a Italia…

Una semana, seis ciudades. Yo sola y seis anfitriones. Así es cómo de planeado lo tenía. Es decir, nada organizado.

Bolonia

Todo empezó en Bolonia. Cuando pienso en Bolonia ahora, me viene a la mente el color rojo y un ambiente cálido. Un ambiente universitario y una vida tranquila bajo los rayos del sol.

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Cada día de mi viaje era completamente diferente. Algunos días me pasaba el día sola haciendo turismo, otros días me dedicaba a explorar cada rincón y cada esquina de la ciudad con mi anfitrión, y otros días me lo tomaba con calma y disfrutaba del ambiente de la zona. Bolonia es una de esas ciudades en las que deberías organizarte un día entero extra solo para pasártelo sentado en las escaleras de enfrente de la iglesia o explorando el mercado lleno de frutas coloridas y gran cantidad de peces. ¿Qué es lo que me encantó de Bolonia? El ambiente fresco de juventud en las viejas calles estrechas de la ciudad. Fácilmente te darás cuenta de la cantidad de historia que trae consigo esta ciudad. Con razón la llaman “La Dotta”, o la “culta”. Esta es tu ciudad si querías visitar una de las universidades más antiguas de Europa, o la clase donde por primera vez unos estudiantes de medicina hicieron una autopsia como parte de la clase (Teatro Anatomico), o subir los 486 escalones de la Torre degli Asinelli o simplemente ver desde donde tuvieron que “cortar” porque era demasiado alta y podía caerse.

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Debajo de las galerías de Voltone del Podesta, entre el Palazzo del Podesta y el Palazzo Re Enzo, había un estilo de “paredes susurrantes”. Si decías cualquier cosa muy bajito mirando hacia una de las cuatro esquinas, tu amigo que se encontrase en la esquina contraria sería capaz de oírte.

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Otra cosa interesante que se puede ver es la Piazza Maggiore. De vez en cuando viene un tipo así mayor con su bicicleta, una silla pequeña de plástico y un póster que dice “Discurso”. Si quieres compartir con el mundo tus sentimientos u opiniones sobre política, medio ambiente, tu familia o tu estado de ánimo, le puedes pedir la silla y empezar a hablar en público. Si eres un buen orador, en muy poco tiempo tendrás una multitud a tu alrededor. Si no, pues estate preparado para que los italianos te tiren tomates. Pero nunca está mal intentarlo.

La Grassa”, traducido como “la gorda”, te ofrecerá la mejor comida de toda Italia (aunque también siempre me dicen lo mismo a todas las ciudades que voy)

Cuando me fui de Bolonia, sentía que no visto suficientes callecitas de ladrillo rojo. Pero era hora de partir con otro anfitrión. Florencia me esperaba...

Florencia

Como ya he mencionado anteriormente, antes de venir no tenía ningún plan. Solo sabía las ciudades que iba a visitar y la fecha de mi avión de vuelta. Esto se debe a dos motivos: primero, me fui a Italia un día justo después de mi último examen, por lo que no tuve tiempo para prepararme nada. Y segundo, que en general no me gusta planear porque nunca funciona. Me encanta ese sentimiento de libertad cuando viajo. ¿Por qué debería arruinarlo organizando cosas? Es muy fácil moverme por Italia con trenes y no son muy caros. Cada viaje que hice duró entre hora y media y dos horas y me costó alrededor de 10 euros. En cada estación de tren se pueden comprar los billetes en las máquinas automáticas o en la taquilla, y siempre encontrarás a alguien que hable (o crea que hable) inglés. También puedes escoger entre trenes más baratos o caros.

Mi estancia en Florencia fue la más intensa. A solo unos pasos de la estación te encuentras una de las iglesias importantes: Santa Maria Novella. La iglesia está rodeada por un cuadrado muy acogedor donde puedes esperar a que llegue tu tren o disfrutar de tus últimos minutos en Florencia antes de que llegue el tren. De vez en cuando también te encontrarás con pequeños festivales de, por ejemplo, comida local, vino, chocolate…

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Decir que la ciudad está llena de monumentos no es exagerar. Podría decir sin ninguna duda que Florencia es la capital artística de Europa: Dante, Macchiavello, Miguel Ángel, Galileo… Puede que no sea fácil de creer, pero ¡fue Florencia quien acogió a todos estos! Cada ciudad tiene pequeñas historias que se te quedan en el cerebro por alguna razón desconocida. La de esta ciudad es sobre el David. La estatua está sacada de un bloque gigante de mármol blanco que era muy estrecho y estaba dañado. La mayoría de los artistas habían dicho que era imposible crear nada de esa basura, entre ellos Leonardo da Vinci. Afortunadamente, nuestro mundo cuenta con personas que creen que lo imposible no existe. Para Miguel Ángel no existía lo imposible y acabó el monumento en 3 años. Al principio el David disfrutaba del sol (y de la lluvia) en la Piazza della Signoria. Pero el mal tiempo destruyó su pequeña falda de hojas doradas y por eso ahora está desnudo. Hoy en día, el David está sano y salvo y bien protegido en la Galleria dell’Accademia. Este museo no solo alberga al David, sino también es un buen punto de partida para llegar a la catedral (el Duomo). La mejor manera de explorar la ciudad es perdiéndose y eso lo aprendí por primera vez en Florencia cuando llegué a la Galeria dell’Accademia buscando la catedral. Obviamente no llegué a la catedral, así que solo bajé esa calle y se apareció ante mi aquel gran edificio redondo, blanco, rojo y verde.

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“¡Qué bonito! ” pensé. Pero en cuanto entré a la Piazza del Duomo me quedé sin palabras (cosa que no sucede muy a menudo). A mi izquierda estaba imponente una iglesia enorme con unos colores pastel muy bonitos, iluminada por los cálidos rayos de sol. Un rosa suave, un verde primavera y pequeños brillos. Esto era el Duomo, la impresionante catedral de Florencia.

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Todavía me pregunto cómo es posible esconder una catedral tan grande en unas calles tan pequeñas. El edificio redondo que había visto antes era el Baptisterio, el edificio más antiguo de la ciudad.

Al día siguiente, decidí volver a la Piazza del Duomo y desayunar en uno de los bancos admirando tal obra de arte. La catedral te da la sensación de que también debería haber algo enorme en el interior, pero desafortunadamente, el Duomo no es tan maravilloso por dentro. El interior de la iglesia es bastante simple y parece que la característica más importante es su tamaño. La iglesia más antigua de Florencia es San Lorenzo, que también merece la pena ver. Sus paredes oscuras is sus alrededores tranquilos te dan un aire muy distinto al del resto de la ciudad que es alegre, llena de vida y con mucho ruido en cada esquina.

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Cuando te decidas ir hacia río, te recomiendo que lo hagas atravesando la Piazza della Signoria. No solo por el Palazzo Vecchio. En la parte este de la plaza hay unos cuantos monumentos interesantes. Incluso yo que no soy muy fan del arte, me tiré un rato observando cada monumento. Por ejemplo, estaba Neptuno hecho por Ammannati, del que Miguel Ángel se burlaba, aunque personalmente no entiendo el porqué del inaceptable comportamiento de Miguel Ángel…

Una de las cosas que más identifican a la ciudad de Florencia es el Ponte Vecchio. Es el único puente de Florencia que no fue destruido por Hitler en 1944. En sus inicios, en el puente se comerciaba con pescado y carne, y después toda la basura se tiraba al río, pero olía tan mal que uno de los reyes, Fernando I, decidió cambiar todas las tiendas a joyerías, y hoy en día podemos apreciar a los descendientes de estas en el Ponte Vecchio.

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Es muy agradable relajarse y sentarse en el “hueco” y disfrutar de las vistas. El río Arno es como el alma de la ciudad, pero solo sus habitantes conocen su verdadero poder. El Arno fue el causante de la gran inundación que tuvo lugar en 1966, así que cuando veamos el Arno no deberíamos olvidarnos de todas las víctimas de este desastre natural.

Mi día en Florencia acabó en un pequeño pub llamado “Mago Balducci” (Via Guglielmo Marconi, 24). El pub estaba fuera de la ciudad y me encontré con muchos locales que me explicaban que la comida era gratis. ¿Por qué? ¡el aperitivo! Es la quintaesencia del estilo de vida italiano, una oportunidad para relajarte y charlar con tus amigos. La comida que sirven en el bar me recuerda a las “tapas” españolas, porque eran pequeñas porciones de sándwiches, ensaladas, pasta… Todo recién hecho y hecho de productos italianos locales. La mejor manera para acabar mi día en Florencia.

Siena

Parada número tres: Siena. Tengo que admitir que nunca antes había oído hablar de este pueblo antes de que mi amigo italiano me recomendase visitarla. Mi querido anfitrión de Costa Rica me vino a recoger a la estación de tren y después fuimos al centro comercial. Pensaba que íbamos a comprar algo, pero en vez de entrar a la tienda subimos unas escaleras mecánicas. Después de unos minutos cambiamos de escaleras mecánicas a una cinta y después más escaleras mecánicas. Así fue cómo me di cuenta de cómo está conectada Siena con las estaciones de tren y bus. La ciudad de encuentra en la cima de una colina y todo lo que merece la pena visitar se esconde dentro de sus murallas.

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Si tuviese que resumir Siena en tan solo una palabra, sería “magia”. Intenta sentir la magia al entrar por su inmensa puerta, como si estuvieses entrando en un universo y tiempo totalmente distinto.

Intenta sentir la magia cuando te paras de pie en el Campo. Algunas personas dicen que tiene forma de concha y otras están convencidas de que la plaza tiene forma del abrigo de la Virgen María y protege la ciudad. La única cosa de la que estoy segura es de que cada año cientos de italianos y turistas vienen a ver el Palio. El Palio es una carrera de caballos y uno de los más espectaculares festivales de Italia. Tardan semanas en prepararlo todo y la carrera dura solo 90 segundos.

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No tardarás mucho tiempo en darte cuenta de cómo de importante es el Palio para los habitantes de Siena. Hay caballos por todas partes: postales de caballos, camisetas de caballos, tazas de caballos, bombones de caballos… Si no te gustaban los caballos, después de visitar Siena te encantarán, o por lo menos eso es lo que puedes decirle a cualquier persona de Siena que te pregunte. Además, Siena es mucho más barato que Florencia o Bolonia: había trozos de pizza por solo un euro. Es un sitio muy agradable si quieres sentir el espíritu italiano y que los turistas no te agobien. Siena tiene una catedral muy bonita en la gama de colores similar a la catedral de Florencia, la visita merece totalmente la pena y el billete solo cuesta 2 euros. El interior es muy original, tiene unas rayas verdes y blancas que te darán la sensación de no estar en una iglesia, pero por otro lado alrededor del altar hay muchas de cabezas de papas.

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Pisa

Después de Siena, llega el momento de Pisa. Mucha gente asocia Pisa con la Torre, pero ¡Pisa es sinónimo de comida! Mi anfitrión era un cocinero excelente y tuve la oportunidad de probar algunos platos típicos italianos. Como una increíble bruschetta con delicioso aceite de oliva directamente desde Cerdeña, pasta con botarga (un tipo de huevas de pez, creo) y un verdadero tiramisú para desayunar. Todo acompañado con vino italiano. Una experiencia así solo es posible haciendo couchsurfing y no en un hotel 5 estrellas.

Cuando vas a sitios tan famosos como la Torre Eiffel o la Torre de Pisa tienes un poco de expectativas. Lo que más me sorprendió de la Torre de Pisa fue lo inclinada que estaba. Un local me dijo que cada 4 años se inclina un centímetro más.

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Tampoco me esperaba que la Torre formase parte de un increíble conjunto de edificios medievales. En el pasado, se conocía a la gente de Pisa como ladrones. Robaban piedras de otras ciudades italianas para construir sus propios edificios. Otro ejemplo de esto es la catedral. Si la miras desde lejos no te darás cuenta de que casi cada piedra es diferente. Y si la miras de cerca verás huellas del diablo. Intenta contarlas de abajo arriba y, cada vez que lo vuelvas a contar, te saldrá un número distinto. Esta es una broma que hizo el diablo.

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Pasé la tarde en el pub que se llama “Orzo Bruno” (Via dell Case Dipinte 6/8), y siempre está lleno. Orzo Bruno está lleno de gente joven, charlas, risas y un millón de diferentes tipos de cerveza (¡yo recomiendo la naranja! ).

La Spezia

Así que ese fue el final de mi aventura en Pisa. Finalmente llegué a La Spezia, una ciudad en Liguria. La Spezia apareció en mi plan de una manera bastante espontánea. Tenía un día extra entre Pisa y Parma, así que decidí buscar en el mapa qué ciudad había por en medio y encontré La Spezia. La Spezia es una buena manera de empezar el tour por Cinque Terre: el sueño italiano. Dejé mi mochila en la estación de tren (tienes que pagar solo 3 euros para medio día, pero prepárate porque tendrás que esperar al menos 20 minutos hasta que alguien aparezca en la zona de equipaje…) y fui directamente al punto de información turística, pero estaba cerrado. Afortunadamente, mi anfitrión me había dicho antes qué tipo de billete tenía que comprar. Hay una opción de comprar un billete de un día (Cinque Terre Treno Card) por 12 euros, que te da la posibilidad de viajar entre los 5 pueblos sin límites y te da acceso a cada camino y algunas opciones más que vienen escritas en el billete (¡ACUÉRDATE de escribir tu nombre en el billete! ).

Monterosso al Mare

En cada estación de tren encontrarás los horarios de los trenes y toda la información necesaria. Yo decidí empezar en Monterosso al Mare.

Los pueblecitos están conectados por un tren que va por un túnel atravesando las montañas, la distancia más larga son 10-12 minutos. La mayoría del tiempo estarás viajando en la oscuridad, pero hay algunos momentos en los que el tren sale del túnel y tendrás unos instantes para disfrutar de las vistas de la costa. Normalmente es en este momento cuando todo el mundo corre a hacer fotos.

Antes de venir a Monterosso, leí que no era el pueblo más bonito y que los demás eran mucho mejores, pero no estoy para nada de acuerdo. Monterosso es impresionante. En cuanto sales de la estación de tren y escuchas el mar, te da la bienvenida una foto que parece sacada de una postal.

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En verano los pueblos están llenos de turistas, pero en febrero parece que Monterosso está dormido y esperando a que llegue el verano. Los restaurantes y tiendas están cerrados, los gatos caminan perezosamente por las calles y abuelos italianos se están quedando dormidos en los bancos escuchando las olas del mar.

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Para ir de un pueblo a otro puedes usar el tren, pero también se puede andar y explorar los senderos. El hecho de que estén tan cerca lo hace ideal para hacer senderismo por los grandes acantilados rodeados de viñedos y cuestas pintorescas. La distancia en total (de Monterosso al Mare a Riomaggiore) son 12 kilómetros y este camino se llama Sentiero Azzurro. Yo no tenía suficiente tiempo para andar todo el camino, pero sí que decidí hacerme la primera distancia que era entre Monterosso y Vernazza. Tardé como hora y media y fueron 3 kilómetros. No fue un camino fácil. A veces tiene unas cuestas muy inclinadas y en tu camino te encontrarás con arbustos o arroyos. Pero las vistas te recompensan todas las dificultades que hayas tenido. Definitivamente recomendaría andar aunque fuese una parte del camino para ver Monterosso desde arriba.

Vernazza

Vernazza… ¿qué decir de este pueblo? Me robó el corazón. Desde la pequeña iglesia encima de la roca, hasta los barcos y los pescadores deshaciendo sus redes de de pescar. Parecía que la vida se había parado aquí.

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La iglesia estaba completamente vacía y pude escuchar el sonido del mar. Me senté ahí por unos minutos, encendí una vela y miré por la ventana para ver a las olas salvajes chocarse contra las rocas.

Corniglia

El siguiente pueblo se llama Corniglia y es el único pueblo que no se encuentra en la costa. Para llegar a Corniglia hay que subir 377 escalones porque está situada en un acantilado de roca que mide 100 metros. Es muy probable que tardase más de lo normal en llegar a la cima, pero eso es porque no paraba de girarme para admirar el mar y el sol, que lentamente se escondía debajo del agua.

Comparado con las otras, Corniglia no es tan impresionante. Solo tiene algunas calles acogedoras y, por supuesto, las increíbles vistas desde arriba.

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Manarola

Manarola fue la próxima parada. De hecho, cuando estaba buscando un sitio entre Pisa y Parma pensaba que estaba mirando fotos de La Spezia, pero en realidad eran fotos de Manarola. Manarola fue la guinda del pastel. Casas coloridas colgando de las rocas que parecía que en cualquier momento se caerían al mar.

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El camino más famoso se llama Via dell’amore entre Manarola y Riomaggiore. Desafortunadamente, el tiempo no era muy bueno cuando llegué a Manarola, porque estaba lloviendo y el suelo resbalaba, así que decidí coger el tren. Cuando llegué a Manarola, era ya de noche, pero eso hizo que la vista fuese todavía más bonita y pensé que en Riomaggiore sería igual.

Riomaggiore

Pero en cuanto llegué al andén del tren me di cuenta de que no sería capaz de ver nada. Estaba lloviendo mucho, hacía mucho viento y básicamente estaba todo tan oscuro que no podría ver nada. El siguiente tren que iba hacia La Spezia no venía hasta dentro de una hora y yo estaba mojada, fría y hambrienta, por lo que me senté en la sala de espera. Me gasté mis últimas monedas en un chocolate caliente de la máquina y estaba intentando pensar por qué no volver directamente a la Spezia. Mientras tanto, mi anfitrión me preguntaba si tenía claro que quería ver Riomaggiore porque era demasiado tarde… Cuando llegué a La Spezia, una deliciosa pasta con peso y vino blanco me estaban esperando, así que me olvidé de este pequeño fracaso.

Portovenere

Pasé mi último día en Portovenere. Portovenere no pertenece al conjunto de Cinque Terre, pero normalmente se le conoce como “las puertas de Cinque Terre”. Para llegar a Portovenere solo se puede ir en ferry o en bus. En febrero no hay ferrys, así que cogí un autobús directo desde La Spezia. Es un autobús “P” y el billete de ida cuesta dos euros y medio o cinco euros si se lo compras al conductor (pero no siempre los venden en el autobús). Pasados 40 minutos, llegué a Portovenere. No estaba muy segura de querer ir ahí, porque me parecía muy complicado el viaje en bus y después de una semana tan intensa estaba bastante cansada, pero fue la mejor decisión que pude haber tomado. Sobre todo por el mar color turquesa, con las montañas todavía cubiertas de nieve que se alzan en frente de ti.

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Si continúas subiendo un poco la colina, llegarás al sitio que tantas veces te has imaginado leyendo un libro o que tantas veces has visto en las películas: Byron’s Grotto. Es una gran bahía de roca con enormes acantilados y una cueva marítima. Toda la bahía en sí es un tesoro escondido. Subiendo a la iglesia de la colina, a la derecha te sorprenderá una pequeña ventana entre las rocas que te muestra un inmenso mar, más acantilados y cuevas. Es una imagen que nunca olvidaré.

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Al otro lado había un castillo que estaba lamentablemente cerrado, pero mientras bajaba me perdí entre las pequeñas y rocosas calles que probablemente nunca hubiera visto.

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Me despedí de La Spezia con una comida deliciosa: diferentes tipos de prosciutto y un vino excelente en La Taverna del Metallo (Via Cernaia 17, La Spezia), un sitio muy acogedor donde la única iluminación proviene de velas.

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Así que, ¿realmente engañé a España con Italia? Bueno, desde luego que mi lista de países donde quiero vivir acaba de dar la bienvenida a otro miembro. Italia tiene un ambiente único que todo el mundo aprecia, pero siendo sinceros a mí nunca me había atraído hasta que cogí mi mochila y me fui de viaje sola. He conocido a mucha gente increíble por el camino, siempre abiertos y dispuestos a ayudar que me trataron como si fuese de su propia familia. Llegaba a casa de un anfitrión, y me iba de casa de un amigo. Italia es mucho más que Roma y lugares turísticos famosos. Necesita un tiempo para ser descubierta, una semana no es suficiente. Pero me da la sensación de que esto solo fue el principio de mi aventura italiana. ¡Lo mejor está por venir!


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