Seefeld: Ferragosto en la montaña
Nuestro viaje por Austria continúa por el este de Innsbruck, Seefeld in Tirol, cerca de la frontera alemana.
Algunos de vosotros ya habréis oído hablar de la ciudad gracias a sus instalaciones de esquí; especializada en los deportes de invierno, Seefeld ha acogido dos ediciones de los Juegos Olímpicos de Invierno y será sede del Campeonato del Mundo de esquí nórdico en 2019.
Es fácil de llegar en autobús o en tren. Aparcamos frente al Wildsee, un lago rodeado por un lado de bosque, y por otro, de cañaverales. Un camino de tierra posibilita un tranquilo paseo, aunque cuando llueve, hay que ir con un buen calzado, de lo contrario os pondréis perdidos.
El lago es apto para el baño y tiene infraestructuras turísticas: restaurantes, un parque de juegos, un campo de voleibol, e incluso un puesto de barcas de alquiler. No nos hizo buen tiempo aquel día, así que renunciamos al baño por visitar el pueblo.
Pasamos junto a un campo de minigolf y recorrimos la calle principal mientras observábamos algunos carros de caballos y las vitrinas de las tiendas artesanales de madera: quien va buscando algún recuerdo, lo encuentra.
Las calles están repletas de hoteles y albergues de estilo tirolés cuyas galerías lucen coloridas flores y diversas cafeterías.
En la plaza principal hay unas gigantescas letras que anuncian Seefeld 2019, acompañadas de un cronómetro.
Pero lo que captó nuestra atención fue la iglesia de S. Oswald, destino de peregrinación por el "milagro de la eucaristía". En los paneles se explica que mientras el custodio de Schlossberg, Oswald Milser, se arrodillaba para recibir la ostia, esta se volvió roja y a sus pies, el suelo se lo tragó. Antes de desaparecer, intentó aferrarse a la piedra del altar que aún hoy conserva la huella que dejó su mano.
Tras una rápida visita por el interior de la iglesia, nos dirigimos a una de las calles principales para buscar un local donde sentarnos y tomar un café que nos calentara un poco; encontramos sitio en un bar frente al casino, en las mesas de afuera, cerca de la estufa. ¡El bar ofrece mantas gordas y calentitas a los clientes!
Retomando la visita, nos alejamos del centro y nos desplazamos a las pistas de esquí. En agosto, la zona estaba completamente verde. En el siglo XIX, había un lago, el lago Kreuz. De una pequeña colina surge Seekirchl, una pequeña iglesia barroca con la cúpula redonda y la planta octogonal cuyas paredes blancas destacaban en medio del prado. Construida en el siglo XVII, suele estar abierta al público, pero ese día solo pudimos entrar al zaguán y echar un ojo desde la reja.
En el lado opuesto de la calle encontramos el Centro Olímpico y Deportivo, que se contraponía con la iglesia. Tiene piscinas cubiertas y al aire libre, cuya temperatura está regulada, así como saunas y toboganes; de hecho, uno de estos parece salir bajo la colina si lo ves desde fuera. Otra zona del centro deportivo incluye un restaurante, una sala de reuniones ¡y un cine!
Volviendo por donde habíamos venido, hicimos una pausa breve en unos bancos de la plaza circular y continuamos hacia el aparcamiento después de visitar alguna que otra tienda.
Aunque sea una pequeña localidad, en invierno da lo mejor de sí misma. La gente de la zona sabe que incluso en agosto es un bonito lugar que visitar.
¡Chicos! Si no sois mucho de montaña y queréis pasar un Ferragosto perfecto, ¡en nuestro artículo descubriréis la fiesta más bonita del verano!
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