Entre la playa y el río

¿El río o la playa?

El río

Para llegar hasta el río hay que andar una buena caminata. Hay que atravesar la ciudad, bordear la playa y, por último, cruzar el bosque.

A lo largo de todo el camino, nos encontramos con paisajes llenos de colores, muy verdes y frescos.

El camino es bastante largo. Hace mucho calor y solo pensamos en meternos al agua. Pero aun queda un buen rato para llegar al río.

Hace un calor agobiante, pero nada nos roba el buen humor.

Por fin, llegamos. Al menos, eso es lo Frisnel nos ha dicho. Frisnel es el responsable haitiano de la realización del proyecto, es quien nos acompaña a todas partes.

En realidad, el río pasa por detrás de una vivienda, está "en el jardín de una casa". Por eso, tenemos que pedirles permiso para poder bañarnos en el río. Por suerte, nos permiten hacerlo.

Por fin estamos allí. Nos sumergimos con toda la ropa puesta. Ya era hora de que nos refrescásemos, aunque no dura mucho tiempo.

El ambiente es increíble. Parece como si estuviéramos en la película de El libro se la selva. La naturaleza lo envuelve todo; todo es verde y todo está lleno de luz. Comemos allí "como salvajes", metiendo piezas de fruta en hojas de plataneros.

Al mismo salir del río, hace tanto calor, que nos secamos en un minuto.

El momento de placer llega a su fin. Es hora de volver por el mismo camino que vinimos.

La playa

El río nos regaló un momento delicado, tranquilo, agradable, lleno de frescor, mientras que la playa (ver el artículo "el hombre libre siempre valorará la playa") nos regala una gran extensión que parece no tener fin, un horizonte sin límite.

Y, al final, no conseguimos decidir quién gana...

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