Sábado fantástico en Graz, parte II

¡Hola a todos!

Como prometí, aquí está la segunda parte de mi fabuloso sábado. Para ser exactos, mi primer día libre en Graz. Cuando me levanté, di un par de bocados a mi desayuno y salí de la residencia con un mapa, algo de comer y una botella de agua y volví a casa de noche. Anduve por lo menos 15 kilómetros. Me fui a la cama reventada, pero completamente feliz.

Tras visitar la basílica y el campus, fui a Wickenburggasse y en el horizonte apareció una enorme colina a mi izquierda. Era el impresionante Schlossberg. Se puede subir a esta colina por dos lados: desde el centro de la ciudad y desde Wickenburggasse. Creo que la mayoría de turistas eligen la primera opción porque se puede subir a la cima en ascensor y se tarda menos. Pero yo fui por el camino más difícil, empinado y escabroso. Pude disfrutar de un paseo en silencio, escuchando el canto de los pájaros del bosque y saludando a las pocas personas que me encontré paseando al perro o haciendo marcha nórdica hacia la cima.

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Schlossberg se encuentra en el centro de la ciudad y desde este lado de la cima tenía una vista panorámica de 360º, que por desgracia, no se aprecia igual de bien en las fotos hechas con el móvil. ¡No os lo podéis perder!

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¿Veis el Museo de Arte y la isla en el río Mura? El museo Kunsthaus es sin duda un punto de referencia de Graz. Es conocido como «el simpático alienígena», tendréis que visitarlo para saber la razón. La isla artificial de cristal en el río Mura es un lugar moderno y sofisticado en el que comer o tomar un café con vistas al río.

Después de al menos una hora contemplando el paisaje y las montañas de fondo, seguí mi camino hacia la antigua Torre del Reloj.

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Bajo esta torre hay un precioso jardín lleno de flores. No sé si alguna vez he olido una fragancia tan intensa como la de aquí. Seguro que el País de las Maravillas de Alicia huele así. Aquí, en lo alto de la colina Schlossberg, vi turistas polacos, croatas, húngaros, rusos, ucranianos, italianos y franceses, por lo que es una zona concurrida, pero para nada agobiante.

Al bajar de la montaña (por el otro lado, claro), llegué al centro del Altstadt (barrio antiguo). Quería probar alguna tarta o dulce tradicional, por lo que fui a Hofbäckerei Edegger-Tax, que descubrí que era la panadería más antigua de la ciudad, de 1569. Comí tarta de manzana y no consigo encontrar las palabras adecuadas para describirla, así de buena estaba.

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Los precios estaban bastante bien, la calidad era inmejorable y todo está riquísimo. Ir una vez no es suficiente, sin duda volveré para probar otros productos.

Cuando pasaron esos preciosos diez minutos de comer tarta, seguí con mi excursión. Quedaban el centro de la ciudad y el Castillo Eggenberg.

Posdata: lo siento por la calidad de las fotos, no soy fotógrafa profesional.

Gracias por leer. «Bis später! ». Dóra.


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