Castillo Eggenberg: sacado del País de las Maravillas
¡Hola a todos!
He vuelto, preparada para contaros mi historia en el País de las Maravillas. El título de este artículo puede sonar extraño, hasta a mí me lo parece. Pero no tengo mejor modo de ilustrar la profunda sensación de asombro que sentí en el castillo y en el jardín de Eggenberg. El Castillo Eggenberg está en la ruta del tranvía 1, a tan solo 20 minutos de Jakominiplatz. Preparados, listos, ¡ya!
Al bajarme del tranvía, aparecí en mitad de la periferia, rodeada de casas y bloques de pisos de árabes, africanos y todo tipo de extranjeros. Es bastante común, todas las afueras de las ciudades son así. No demasiado desarrolladas ni socialmente ni respecto a infraestructuras. Bueno, pero no digo esto porque me moleste, sino porque me decepcionó un poco el entorno. No imaginaba cómo iba a pegar un castillo en este ambiente. Sin embargo, empecé a caminar hacia el castillo, siguiendo las instrucciones del mapa. Las casas y los ruidos empezaron a desaparecer poco a poco y me fui acercando a un ambiente más verde y agradable.
De repente, me encontré frente a una enorme puerta blanca que me hizo sentir tan pequeña que incluso me daba miedo entrar. Pagué dos euros por la entrada y comencé mi paseo por el jardín. Me sentía muy cómoda porque como es un lugar a las afueras de la ciudad, no está lleno de turistas haciéndose selfies. Era un jardín de paz y armonía. Un manto verde infinito, el canto de los pájaros, los rayos de sol que jugaban con las sombras entre las ramas de los árboles. Solo los viejos plátanos de sombra recuerdan todas las historias que tuvieron lugar en aquel jardín siglos atrás. Son los que guardan los secretos de lo que pasó en el Castillo Eggenberg desde el principio de los tiempos.
Comparado con otros jardines imperiales o de castillos, Eggenberg tiene un punto extra. Y si os gustan las sorpresas, es el lugar perfecto. No os diré cuáles son las sorpresas, solo unos pequeños detalles. Son verdes y azules, tienen dos patas, les encanta la comida para mascotas y adoran posar para que los visitantes les hagan fotos.
Después del precioso paseo por el laberinto verde, llegué a la entrada del gran Castillo Eggenberg. La puerta hacia el patio interior estaba abierta, por lo que entré y seguí maravillándome con el increíble edificio y su patio. Junto al castillo hay un enorme jardín de flores con temática. Cada parte del jardín representa un planeta y está formada por distintas flores. Hasta se llama el Jardín Planetario. La parte de Marte era una zona llena de rosas, en la parte del Sol había girasoles, y así. Nunca he sentido una fragancia de flores tan fuerte como la del jardín de flores del Castillo Eggenberg.
Es ideal para paseos románticos por su entorno teatral y genial para hacer yoga, leer, relajarse y hacer picnics gracias al enorme terreno de hierba verde y al oasis silencioso entre los árboles, cerca de la naturaleza. Perfecto para soñar y dejarte hipnotizar por el ambiente que crea el castillo. Una belleza inmaculada, la genialidad viva de la historia y la arquitectura austríaca.
Posdata: lo siento por la calidad de las fotos, no soy fotógrafa profesional.
Gracias por leer. «Bis später! » Dóra.
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