Mi viaje a Estocolmo
Después de este frío mes de abril, durante el cual las clases me han dado mucho trabajo y mis ganas de volver a casa han aumentado, llegó por fin el día de mi partida a Estocolmo. Junto con Martine, un amiga francesa, había decidido ir de viaje tres días a Estocolmo. Nos fuimos el miércoles a las 9 h de la mañana y, a causa de la diferencia horaria, llegamos allí también a las 9h. Nunca había hecho un vuelo tan rápido ya que este duró entre 30 y 40 minutos. Una vez llegadas a nuestro destino, nos dirigimos, en primer lugar, a nuestro albergue juvenil para dejar nuestras pertenencias y, a continuación, comenzamos a explorar la ciudad, empezando por el casco antiguo caracterizado por sus bonitos colores, como podéis ver en las fotos.
Seguidamente, nos aventuramos un poco más lejos para conseguir una bonita vista de la ciudad y para encontrar algún lugar donde comer algo. Como todo era bastante caro, decidimos ir al Lidl y sentarnos en un parque para hacer un picnic y disfrutar así del esplendido sol que, de hecho, nos ha acompañado los tres días de nuestra estancia. Este parque era en realidad un cementerio, pero aquí, al igual que en Helsinki, los cementerios son mucho más alegres que en nuestro país; la gente suele venir aquí para pasearse, para relajarse con los amigos mientras toman el sol, y también para leer un libro. Después de este pequeño descanso, decidimos ir a ver si había algún barco disponible para ir al archipiélago de Estocolmo y para visitar una de sus islas. Conseguimos montar en un barco que iba a zarpar en breve y que, además, no era muy caro; así pues, estuvimos navegando durante 1 h 15 entre las pequeñas islas del archipiélago. A continuación, llegamos a esta gran isla residencial que estaba repleta de pequeñas casas de colores hechas de madera; era un lugar muy agradable. Como la isla estaba conectada a la ciudad mediante un puente, decidimos coger el autobús para volver ya que era más barato que el barco.
Al día siguiente, descubrimos el museo Vasa en la isla Djurgården. Se trata del museo de ese famoso barco que naufragó en el archipiélago de Estocolmo en 1628, a solo algunos metros de la orilla, poco tiempo después de zarpar. 333 años más tarde, este barco fue sacado del fondo y, actualmente, podemos admirarlo en este museo que cuenta toda su historia, así como la espectacular maniobra que se tuvo que hacer para sacarlo a flote. Después de esta visita y de sentarnos sobre la hierba para comer, junto con nuestros amigos los patos, decidimos ir a visitar un museo a cielo abierto: el museo Skansen. Este establecimiento cuenta la vida del pueblo sueco durante los siglos pasados; en él, descubrimos muchos pueblos pequeños que han sido reconstruidos de la misma manera que antaño. Además de ser un museo, este parque es también un zoo que muestra todos los animales que podemos encontrar en este país. Fue una mañana realmente instructiva.
Posteriormente, decidimos dar la vuelta de la isla que es, en realidad, un gran parque natural. Más tarde, como el día se estaba acabando, fuimos, siguiendo el consejo de una amiga, a un mercado cubierto que estaba lleno de puestos de comida para llevar donde degustamos una hamburguesa (un plato típico de la zona pensaréis).
Durante el tercer día, como ya habíamos recorrido gran parte de la ciudad, fuimos a descubrir un lugar en el que todavía no habíamos estado. En ese sitio se encontraba el ayuntamiento, un edificio muy bonito que se estaba al lado del agua. Después de esto, volvimos al centro histórico para comprar postales y otros recuerdos, y también para degustar un helado antes de coger el avión para ir a Helsinki.
Lo que más nos impresionó de Estocolmo, dejando de lado su belleza y su grandeza si la comparamos con nuestra pequeña Helsinki, es la llegada temprana de la primavera. En Helsinki, aunque los árboles estaban verdes a principios de mayo, todavía no habían echado las flores, mientras que Estocolmo estaba llena de flores. Otra cosa bastante sorprendente son los precios: Helsinki es una ciudad un poco más cara que Bélgica, pero Estocolmo es algo bastante más diferente...
Después de este bonito viaje, tuve tres días libres en los que pude descubrir un poco más la ciudad de Helsinki y, posteriormente, me marché de una vez por todas a los países bálticos.
Os deseo lo mejor y os digo hasta la próxima y, en especial, hasta muy pronto en Bélgica.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- Français: Mon séjour à Stockholm
- Italiano: Il mio viaggio a Stoccolma
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