¡Que empiece la aventura!

16 de mayo de 2016

Salida a Nueva York, primer viaje sola

Me despierto a las cinco de la mañana. Raphaël me acompaña en el autobús nocturno hasta la parada de Port-Royal, de donde cojo el RER B que me lleva hasta el aeropuerto Charles de Gaulle. Estoy tan cansada (ayer dormí solo 3 horas para poder dormir en el avión y evitar el jet lag) que no he tenido tiempo de pensar lo que estoy haciendo. En el tren me da la sensación de seguir un itinerario preestablecido de forma súper natural. En el aeropuerto me toca despertarme.

Es enorme, me monto en el autobús que me lleva a la Terminal 1. Mira que he hecho lo mismo muchas veces el año pasado cuando estaba en España, pero esta vez voy a la otra punta del mundo. Es distinto. Llego a la Terminal 1 y busco el Check-in, sin problemas. Me preocupaba un poco el peso de la maleta, por si pesaba más de 23 kilos pero no hicieron control de peso. Sorprendente, cuando fui a Togo los controles eran más serios. La mujer me dice que tengo que ir al piso de arriba porque como mi mochila es grande entra en otra categoría: "Equipaje especial" (qué bonito) por lo que tengo que ir a un mostrador diferente.

Tras facturar la mochila, voy directa a pasar el control de seguridad porque puede que lleve su tiempo. Pero el aeropuerto es enorme, al contrario de los que estoy acostumbrada, por lo que el control de seguridad va relativamente rápido porque tienen varias filas. En el control, me equivoco de puerta: estoy quitándome el cinturón y dejando las cosas cuando una mujer me dice que me he equivocado. Va a ser que no estoy tan despierta como creía. No pasa nada, he llegado con tiempo. Me ayuda, como una mamá que prepara a su hijo, a volver a meter en la mochila todo lo que había sacado. Primer signo de bondad, no será el último.

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Me dirijo a la puerta correcta, paso el control de seguridad sin problemas, ni siquiera tengo que quitarme los zapatos, ¡qué suerte! Espero una hora larga antes de saber mi puerta de embarque. Ya está, estoy haciendo la cola, no hay marcha atrás. Instalada en el avión, empiezo a asimilar que voy a Estados Unidos, pero de momento voy a Bruselas (escala), así que no me emociono tanto. Qué rabia, pensaba que me darían el desayuno en el avión pero solo nos dan un zumo de naranja bastante soso. Por suerte soy previsora y llevo una napolitana, una caja de galletas y una manzana (por si me muero de hambre o por si no tengo nada que comer durante un día. Sí, al cabo de dos días empezarían los problemas).

El vuelo dura poco, unos 40 minutos como mucho. Y ahora toca darse prisa. Llegamos a las 9:40 pero mientras que el avión aterriza y todo nos dan casi las 10:00. Las puertas de embarque para subir al avión que nos llevará a Estados Unidos llevan abiertas desde las 9:50. Me da la impresión de que el aeropuerto de Bruselas es incluso más grande que el de Charles de Gaulle. Me doy un poco de prisa por si me equivoco otra vez, tener al menos el tiempo de rectificar. El camino hacia la puerta de embarque es largo. Revisión del pasaporte en el mostrador y ya está, he llegado. Embarco, le digo adiós a mi familia por Whatsapp y les prometo que les escribiré en cuanto llegue. El avión es inmenso, no había visto nunca nada parecido. Cada asiento tiene una tablet en la que puedes ver películas o series, escuchar música, leer...Esta vez sí que nos dan de comer. No es que estuviera muy bueno pero al menos había mucha comida.

No quiero dormirme por si me pierdo la hora de comer. Lucho contra el sueño mirando una de las películas de la lista: Prejudice, de Antoine Cuypers. Mala elección, siempre tengo que elegir pelis agobiantes. Tendría que haberlo sabido al ver que salía Nathalie Baye. La chica que tengo al lado se levanta para ir al pasillo y se va, no sé a donde, pero me deja su sitio. Aprovecho para dormir. Tengo dos asientos y dos cojines, pero no concilio el sueño. Quizás por la mezcla de estrés y emoción. Aún así intento descansar, aunque no duerma, porque voy a tener que soportar la diferencia horaria sí o sí. Miraré alguna de las series que hay, como la de Big Bang Theory.

Llegada a Nueva York

Unas horas más tarde, el capitán nos anuncia que aterrizaremos en Nueva York al cabo de 40 minutos, un poco antes de la hora prevista. Estamos casi ya, la chica del asiento de al lado ha vuelto a su sitio para el aterrizaje. No sé dónde fue pero me hubiera gustado que no volviera al ver cómo estaba. Creo que no se siente bien, le ofrezco agua pero me dice que no hace falta. Bueno... vomita y no quiero mirarlo para no vomitar yo también. Contengo la respiración y espero a que aterricemos. Aplauden al piloto y esperamos unos minutos más antes de bajar del avión. ¡Estoy en Estados Unidos!

Sigo a la gente que va al control de seguridad. Hay varias filas y yo tengo que ir a la de "ESTA, first time". La ESTA es una autorización electrónica para viajar a los Estados Unidos. Si te quedas menos de tres meses te dan una excención del visado. Espero mi turno, sorprendida por la cantidad de gente que hay. Hay gente que se encarga de decirnos (de manera un tanto brusca) a dónde tenemos que ir, dónde tenemos que ponernos. El chico que está cerca de mi parece estricto. Me dice que tengo que quedarme en la línea. De hecho, mientras espero, se pone a hablar conmigo para preguntarme si viajo sola y lo que he venido a hacer aquí. Al final acabo por tranquilizarme, parece simpático.

El señor del control de seguridad me hace un gesto. Me toca. Algunas preguntas: por qué he venido a los Estados Unidos, cuánto tiempo, si es la primera vez. También es muy simpático. Me sorprende que no me pregunten sobre mis eventuales actividades terroristas, qué decepción. Bien, paso el control sin problemas. Ahora toca localizar el lugar por donde saldrá mi mochila, menos mal que lo he visto nada más llegar. Sin problemas, todo está en su sitio. Segundo control de seguridad, entrego el papelito que nos han dado en el avión con los datos sobre mi estancia en Estados Unidos. Me vuelven a desear un buen viaje y ya está, puedo salir del aeropuerto.

No hay Wifi, por desgracia. Me acerco a un hombre y le pregunto en inglés si sabe si hay Wifi cerca. "I don't think so" ("no creo"), me responde. Cinco minutos más tarde me doy cuenta de que el chico es francés. Estuvo un año en Nueva York hace unos años pero ya no se acuerda mucho de los medios de transporte de aquí. Me despido para coger el "Air Train", que me llevará a la estación "Howard Beach", de donde cogeré la línea de metro A para llegar a Manhattan. Bendita sea la aplicación "Citymapper", está muy bien hecha y va informando del número de paradas de metro que hay entre la estación en la que estoy y el sitio al que quiero llegar. La aplicación incluso te informa de por dónde entrar, según la salida en la que estes. 39 paradas, 64 minutos.

En el andén le pregunto a una chica si voy bien para Central Park. Me dice que sí y que incluso me puedo bajar antes en la parada « 59st, Colombus Circle ». El trayecto es largo. Me quedo mirando lo que hace la gente, la ropa que lleva, etc. El metro empieza a llenarse de una forma exagerada, me pregunto si podré salir con tanta gente. Me levanto e intento hacerme hueco con las mochilas. Un señor me dice gracias y me desea un buen viaje cuando salgo del metro. Tengo la sensación de que me reciben muy bien, la gente parece hospitalaria. Salgo del metro, me doy cuenta de que estoy en Nueva York, los edificios son enormes, estoy como en otra realidad. Había previsto pasar la tarde por Central Park, son casi las 15:00 y he quedado a las 18:00 con la pareja que va a acogerme en Manhattan Avenue.

Primeros pasos por la ciudad

Hay mucha gente, el cielo está súper azul, casi no hay nubes. El parque tiene unos 6km de largo (estaré toda la tarde andando). Me quedo mirando las ardillas con curiosidad, como buena turista que soy. Al cruzar las rejas del parque se ven claramente todas las trampas para turistas. De hecho escucho un: "You're like the really true tourist" ("eres todo un cliché turístico"). No me gusta el comentario, ¡soy una viajera! Saco mi cámara de fotos para capturar las primeras sensaciones de la nueva ciudad. La verdad es que el parque es enorme, hay varias zonas con agua, numerosos árboles diferentes y pájaros raros. Hago una pausa para descansar un poco al sol y tomarme un tentempié. Miro en la aplicación de los mapas, con la que puedo descargarme mapas de todo el mundo sin wifi. Voy en la dirección correcta.

Central Park

Mucha gente aprovecha para echarse una siestecilla al Sol o jugar a la pelota. Una vez más, no puedo descansar y me levanto unos minutos más tarde. Me apetece andar, descubrir cosas nuevas. Cuando estaba buscando otro camino, un señor se me acerca a preguntarme en un intento de inglés si sabía dónde podía comprar un adaptador para enchufes. Me parece gracioso que me pregunte a mi. Acaba de llegar y se da cuenta de la pedazo de mochila que llevo, él también lleva una parecida. Habrá pensado que nos podríamos ayudar. Solidaridad entre viajeros. Por desgracia yo también acabo de llegar y no soy de gran ayuda porque ya me compré uno antes de llegar. Nos despedimos deseándonos un buen viaje. Sigo mi camino haciendo descansos.

Inmersión en un mundo de distintos sonidos

Me encanta oír a los niños hablar y decir palabras como "creepy", "freaking" o ese tipo de cosas tan típicas de los americanos. Intento entender las conversaciones de la gente. Me encanta la sensación de estar en un país diferente en el que no domino del todo el idioma. Eso hace que tengas que ser más observador y estar atento a todo. Necesitas más tiempo para escuchar, fijarte en los detalles. Este tipo de experiencias cuesta trabajo continuarlas al volver a casa, pero la verdad es que hablar otra lengua abre la mente. Estoy a punto de salir de Central Park cuando veo a varias madres con sus hijos. Llevan a sus hijos atados con una cuerda. A ver, entiendo que hay muchas posibilidades de que se pierda un niño en Central Park; pero me parece horrible llegar hasta ese punto. Los niños andan muy a su pesar, tienen la expresión apagada. Son las cinco de la tarde, empiezo a caminar tranquilamente hacia Manhattan.

La bienvenida y acogida de los neoyorquinos

Llego a la avenida y veo un Starbucks, entro para pillar Wifi y tomarme un café para despertarme. Me siento tranquilamente, un hombre se me sienta al lado y empieza a hablarme sobre mi equipaje. Me sorprende que la gente se acerque a hablarme con tanta facilidad. Hablamos de mi estancia, de Francia (ha estado), sobre todo en Burdeos. Me da su tarjeta de visita y como había adivinado al echar un vistazo a su ordenador, es periodista y escritor. Hablamos un poquito más hasta que me tengo que ir, no quiero llegar tarde a mi "cita".

La avenida es larguísima pero no llego tarde. Llego 10 minutos antes y me siento en las escaleras que llevan a la casa de Rhio y Leigh, la pareja que me acoge. Un señor se acerca y me pregunta si estoy esperando a Rhio (con la que había contactado). Intuyo que me está hablando Leigh. Efectivamente, me hace pasar y me dice que Rhio debería llegar en unos pocos minutos. Entro, la casa es inmensa, tiene muchos cuadros colgadas de estilos súper diferentes. Leigh me hace la cena mientras curioseo por la casa.

Rhio llega, nos ponemos a hablar de España porque ella es cubana. Gracias a esto puedo cambiar al español cuando no me sale una palabra en inglés. Hablamos de las elecciones de Estados Unidos, de la política en Francia, de música (ella es cantante de jazz), de viajes, de Togo... Me sorprende que pueda decir todo eso en inglés. Más tarde, por la noche, me dejan sola porque Rhio tiene que grabar una canción en la radio (o eso es lo que entendí). Creo que Leigh trabaja en la radio. Intento aguantar para no dormirme muy pronto y evitar así la diferencia horaria. Aguanto hasta las tres de la mañana (hora francesa), lo que son las 21:00 de aquí. Me duermo tranquilamente, agotada por el viaje y contenta por comenzar esta nueva aventura que pinta tan bien.


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