La Rioja | Suso y Yuso
¡Hola a todxs!
Sí, seguimos por la Rioja, y es que nunca un viaje me ha dado tanto de sí. Esto es por que no es solo una ciudad, sino muchos pueblos pequeñitos que tienen cosas interesantes. Y también por ser pueblos, no hay museos ni grandes monumentos, es un turismo totalmente distinto, de iglesias y conventos.
A mi me gusta igualmente, pues, al fin y al cabo, la mayor parte del arte, al menos en España, se encuentra en estos sitios, pertenece a la Iglesia, por lo que no hay que ser cristiano ni religioso para apreciar estos lugares, más allá de su significado religioso.
En esta entrada solamente os voy a hablar solamente de un pueblo, de San Millán de la Cogolla, concretamente de los monasterios de Suso y Yuso. Además, os voy a contar un poquito de la historia de estos sitios, por que de verdad que me ha parecido muy interesante.
Lo primero, para organizarse, el monasterio de Yuso se puede visitar en cualquier momento. Cuesta dinero y es una visita guiada que dura alrededor de unos cuarenta minutos. Pero, para subir al monasterio de Suso hay más problema. Es obligado reservar por teléfono o de lo contrario llegareis allí y no podréis subir. Está un poco subido en la montaña y para llegar a él hay que hacerlo por una carretera privada a la que solo puede subir un autobús que, cuando compras la entrada, te viene incluido.
Aunque sean totalmente independientes, hace falta conocer la historia de uno para comprender la del otro, por lo que sí que recomiendo que, de visitarlos, se visiten los dos seguidos. Además, diría de hacerlo en el orden que yo lo hice, primero Suso y luego Yuso, pues así se sigue un orden cronológico de la historia.
Monasterio de Suso
Como ya he dicho, está subido en la montaña. Se sube en un autobús pequeño, de veinte personas, para controlar el aforo. Se tarda en llegar o más de diez o quince minutos, a mí se me hizo muy corto, la verdad.
Si habéis estudiado latín, seguro que no os cuento nada nuevo, pero yo fui de sociales y de esto no tenía ni idea. Con los nombres de los monasterios no se comieron la cabeza en absoluto, suso, en latín significa ‘arriba’, mientras que yuso significa ‘abajo’. Una buena manera (y simple) de diferenciarlos a los dos.
Arriba, como no, es una visita guiada, pero no dura en total más de quince minutos. Es un pequeño monasterio, muy antiguo, de entre los siglos X y XII del que solo se conserva la iglesia, el monasterio desapareció con los años.
Según entras hay una primera sala, como un patio, totalmente abierta excepto por un techo y unas columnas. Está lleno de tumbasque siguen llenas tantos años después y que pertenecen a familias nobles y de la realeza del reino de Navarra, pues esta zona pertenecía con anterioridad a Navarra, aunque ahora ya no.
En el interior hay varias naves únicamente divididas por algunas columnas que, además, eran bastante curiosas, pues cada una era de un estilo arquitectónico distinto. Había arcos de herradura, ojivales, etc. Esto es porque con los años se fue agrandando la iglesia, haciendo más naves y se fue utilizando la arquitectura del momento, la cristiana y también la musulmana.
La iglesia está literalmente enterrada en la montaña. Una de las paredes no existe, pues es realmente la propia roca de la montaña. Aquí vivió y se recluyó en su momento San Martín de la Cogolla, que da nombre al pueblo. Él se encerraba en las cuevas de esta iglesia a rezar y llevar una vida contemplativa.
El hombre era muy conocido y se le quería mucho en los alrededores y se decía que hacía milagros. Tanto es así que la gente venía a que les ayudara. Se dice que ayudó a una persona que no podía andar a que recuperase el movimiento de las piernas. También se dice que unos hombres estaban construyendo algo y cortaron un tronco de un árbol demasiado pequeño, que no les daba para lo que lo necesitaban. Entonces San Millán se quedó con él y a la mañana siguiente se lo entregó, esta vez mucho más largo.
¿Qué por qué os cuento esto? Pues porque se dice que el tronco era tan largo, que al final incluso les sobró y esos restos del madero están ahora en la iglesia. Como la gente intentaba llevárselo, hace ya bastantes siglos construyeron una pared con azulejos y dejaron dentro al trozo de madera, que ahora se ve por unas rejas y se dice que es el único milagro del que se tiene una ‘prueba tangible’. Os voy a decir exactamente lo que nos dijo nuestra guía: cuestión de fe.
Yo no creo, pero me parece fascinante este mundo y lo que la gente opina al respecto. Era tanto el respeto hacia este hombre que la cueva en la que se dedicaba a rezar se convirtió más adelante en un cementerio, pues la gente quería ser enterrado cerca suyo. Él estuvo enterrado en la cueva que hay justo al lado.
En otra cueva estaban también unos huesos tras una vitrina de cristal, de un antiguo enterramiento, pero que estaban allí para conmemorar la vida de una niña. Y es que con los años el monasterio se hizo mixto, lo cual era muy raro para esa época (incluso para la actualidad) e ingresaron una madre y su hija. Por lo visto decían que la hija no llevaba una vida lo suficientemente contemplativa, por lo que decidió encerrarse en una cueva durante catorce años.
Esta cueva en cuestión era muy pequeña y está justo al lado del monasterio, un poco más arriba, se puede ver cuando estás allí. Era muy estrecha, prácticamente la mujer se emparedó por voluntad propia, y por eso ahora se guardan esos restos entre dos paredes (aunque una sea de cristal), para homenajearla.
Todo el interior está totalmente diáfano, antes estaba policromado, pero ya no queda más que algún resto y algunos de los dibujos que hacían los peregrinos que venían hasta aquí.
Una última leyenda muy curiosa es que hubo un momento, creo que, con la llegada de los franceses, que quisieron mover los restos de San Millán para protegerlos y llevarlos hasta Haro, una ciudad cercana, de la que ya os hablaré. Subieron los restos a un carro tirado por burros, pero cuando llegaron a un punto concreto, bajando la montaña, los burros dejaron de andar y se negaban a continuar. Se creía que es que el santo no quería salir de su cueva y que no dejaba avanzar a los burros así que en ese lugar se construyó el segundo monasterio, el Monasterio de Suso.
Monasterio de Yuso
Este monasterio, ya más moderno y que se conserva perfectamente está debajo de la montaña. Vuelve a ser una visita guiada, pero es interesante y no se hace pesada.
La historia de este lugar ya no es tan curiosa y llena de milagros y leyendas como lo es la de Suso. Aunque lo más relevante de este lugar es que fue donde se realizaron las primeras escrituras en lengua castellana y en euskera, por lo que si sois estudiantes de filología esto ya lo sabríais y el sitio tiene todavía más interés para vosotros. Y es que entonces la nobleza y el clero hablaban latín y el pueblo empezaba ya a hablar en romancero, origen del castellano. Un monje anónimo realizó unas anotaciones en castellano sobre unos libros en latín y se cree además que venía del País Vasco o que lo conocía bien, pues hizo también dos inscripciones en euskera y ambas se han conservado como primeros indicios de lengua escrita en estos dos idiomas.
El claustro es bonito de ver, aunque lo más interesante es la iglesia. Esta iglesia es enorme y muy rica en decoraciones. Tiene en el coro una puerta dorada con un agujeroen el centro que coincide con una vidriera en lo alto del altar. Solo hay dos días al año que estos dos se alinean perfectamente y se crea un círculo perfecto en el suelo, lo cual quiere decir que está perfectamente dirigida hacia Jerusalén.
La iglesia tiene dos coros, el de abajo, que solo se usa en ocasiones especiales y el de arriba, que utilizaban los monjes a diario. Como en su momento eran muchos monjes, los libros en los que leían los cánticos eran unos libros enormes, con muchísimas páginas, pues tenían que hacerla letra muy grande para que la pudieran leer todos a la vez.
Al lado del coro superior crearon también una sala para almacenar los libros y salvaguardarlos de la humedad. Me pareció super curioso de ver. Los libroseran enormes. Las tapas estaban hechas con piel de toro, pero es que cada página estaba hecha con la piel de un cordero recién nacido. Por lo que viendo el tamaño y la cantidad de libros no quiero pensar en la cantidad de corderos que se utilizaron para crearlos. Lo peor de todo es que llamaban a este tipo de libros ‘libros de bolsillo’.
En la planta superior tienen una pequeña capilla con una cajita de oro y placas de marfil en la que se encuentran los restos de San Millán, esos que decía la leyenda que no querían pasar más allá de ese lugar.
En general, las dos visitas me parecieron muy curiosas, lo de que sean guiadas te hacen entender verdaderamente los lugares que visitas y hacen que no sean dos monasterios cualesquiera, sino que todo tiene un sentido.
Ya os digo que yo no soy nada religiosa, pero aún así, me parecen muy interesantes de ver, sobre todo si te interesa mínimamente el arte o la lengua, pues son lugares con muchísima historia.
Espero que, si en algún momento os acercáis hasta esta provincia, les deis una oportunidad a estos monasterios, que se visitan fácilmente en una mañana o en una tarde y no os quitarán mucho tiempo.
¡Gracias por leerme!
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