Hispania: un viaje en el tiempo 1/5
¡Hola nuevamente! Aunque supongo que ya muchos de vosotros habréis leído varios libros acerca de la dominación romana de Iberia, habréis visto la serie “Hispania” o habréis disfrutado de la estupenda sala que el Museo Arqueológico Nacional dedica a este periodo histórico, me gustaría compartir con vosotros algunos de los hechos más importantes de esta época y presentar cómo nace, se desarrolla y termina por difuninarse la dominación romana en la Península.
¿Qué pueblos prerromanos habitaban antes de los romanos la Península Ibérica? ¿Qué sabemos del enfrentamiento entre Cartago y Romas? ¿Cómo llegó Roma a controlar toda la Península? ¿Cómo logró esta potencia controlar todo este territorio? ¿Qué cambios tuvieron lugar en Hispania? ¡Descubrámoslo!
Comenzando por los pueblos prerromanos en la Península…
Del sustrato prerromano hay fuentes griegas, fenicias y púnicas, además de un mapa del siglo II a.C. de la Península Ibérica (mapa de Artemidoro) con rutas, enclaves y nombres topográficos. Posteriormente destacarían autores como Polibio, Estrabón, Ptolomeo, Plinio, Apiano, Floro, Tito Livio o Paulo Orosio: se trata de testigos "etic", por lo que se debe tener en cuenta su subjetividad. También ha llegado información a través de la arqueología (estructuras arquitectónicas, modelos de organización y población, ajuar funerario, etc.).
Mapa de los pueblos prerromanos (Fuente)
Estas sociedades ibéricas convivieron con los colonizadores griegos, fenicios y púnicos. Se asentaban en emplazamientos estratégicos, sobre una colina, dominando un valle o río, y se organizaban en "oppida", donde desarrollaban la agricultura y ganadería. Estas poblaciones se suelen agrupar en dos grupos: pueblos ibéricos del Mediterráneo y la costa levantina (indigetes, ilergetes, sedetanos, contestanos, oretanos, bastetanos, etc.); y pueblos célticos de estrato indoeuropeo en la zona del Atlántico y del interior (vacceos, vascones, vetones, celtíberos, arévacos, carpetanos, germanos, lusitanos, túrdulos, etc.).
Tessera de hospitalidad celtíbera (Fuente)
Así, en la península había un gran mosaico de pueblos y culturas. La aculturación de estas ciudades comenzó en el periodo orientalizante (VIII-VI a.C.), que se ha venido a llamar Bronce Final andaluz, destacando la llegada fenicia a lugares como Gadir (fundación fenicia de Tiro hacia el año 1100 a.C.), donde se introdujeron paulatinamente elementos orientales, especialmente en el ámbito religioso e ideológico, como templos o figurillas de Melkart (Heracles). Especial mención merece Tartessos (VII-VI a.C.), una próspera ciudad en metales en el suroeste de la Península (en torno al curso bajo del Guadalquivir) que la tradición literaria a elevado a la altura del mito, pero que cayó en el año 550 a.C.
Monedas del dios Mekart y dos atunes (Fuente)
El famoso Tesoro de El Carambolo de la cultura tartésica (Fuente)
Otras zonas que destacan son los enclaves en la costa, donde el desarrollo de los pueblos ibéricos se vio favorecido por las factorías, colonias e influjos culturales de los fenicios desde finales del siglo IX a.C., momento en el que se funda Cartago (Kar Qastad) en la costa norteafricana.
A continuación llegarían los griegos (alrededor del siglo VIII a.C.), fundando Massalia en el sur de Francia (600 a.C.), desde donde los massalios fundarían Emporion, y originando otros enclaves comerciales, como Rhode, Mainake, Hemorkopeion, AlonisyAkra Leuke.
La llegada de Cartago y las Guerras Púnicas
Aunque ya hay presencia púnica en la península a partir del siglo VI a.C. en el valle del Guadalquivir, los establecimientos púnicos fueron más evidentes a partir del año 237 a.C. cerca de los centros metalúrgicos de Sierra Morena, con motivo de las indemnizaciones de guerra (2.200 talentos de plata) que debían pagar a Roma tras su disputa por Sicilia (Primera Guerra Púnica, 264-241 a.C.) y el consecuente armisticio en el año 241 a.C. por el cónsul C. Lutacio Catulo y el general cartaginés Amílcar Barca: Cartago buscaba el metal en la península.
El escenario de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.) sería la Península Ibérica, la cual se disputaban ambas potencias: tras la muerte de Amílcar, este fue sucedido por su yerno Asdrúbal, quien fundó en la costa levantina una segunda Cartago, centro de operaciones púnicas en la península (Cartago Nova), y hacia el año 226 a.C. firmó el Tratado del Ebro con Roma, por el cual los cartagineses dominarían el sur sin traspasar este río en armas y los romanos harían lo mismo desde el norte. Este acuerdo recogido por Polibio es muy polémico, pues no se conoce a qué río se refería (Ebro, Júcar o Segura).
Asdrúbal falleció en el año 221 a.C. y fue sucedido por Aníbal, hijo de Amílcar, que llevó a cabo una actitud ofensiva frente a Roma: el "casus belli" sería su toma de Sagunto, lo cual los romanos tomaron como una violación al tratado (según cuál fuera el río acordado, Aníbal habría burlado el acuerdo o no, pudiendo ser una causa directa de guerra o una excusa de Roma). Los saguntinos solicitaron ayuda a Roma en el 219 a.C., y los romanos desembarcaron en Emporion en el 218 a.C. Aníbal marchó a Italia, dejando al mando en la Península Ibérica a tres generales.
Mapa de los territorios que controlaban Roma y Cartago, respectivamente, durante la Segunda Guerra Púnica (Fuente)
Tras varios enfrentamientos y la muerte en el 211 a.C. de Cneo y Publio Escipión, llegó a la península P. C. Escipión el Africano, que tomó Cartago Nova en el 209 a.C. Aníbal regresó a África, donde fue derrotado por los romanos en Zama en el 202 a.C. y exiliado a Oriente. Destruida Cartago, Roma se impuso en la península (a partir de entonces llamada Hispania) y procedió a la romanización de los pueblos locales: algunos no ofrecieron resistencia, pero otros fueron virulentos.
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