Babia Góra, frío y lluvia - 2 franceses y 35 eslovacos de excursión

25 de mayo de 2016

En teoría no era obligatorio ir a la excursión de la facultad de geografía de Presov ("taller práctico" ponía en el título). Era una clase que me convalidaba una de las clases que tengo en mi universidad de Francia (Lille 1) con el programa de Erasmus. Como tan solo tenía que elegir tres clases no cogí esta.

Manon, que era un año mayor que yo, tenía que escoger más clases y se cogió esta. Ella y yo éramos los únicos alumnos extranjeros (y franceses, exactamente de Clermont-Ferrand) de la facultad. Por esto o éramos uno solo en clase o éramos dos. Además, mi profesor Vladimir me dijo que a partir de febrero podía unirme a su clase si quería, no había ningún problema.

Al final terminé por aceptar su propuesta porque por cinco euros el viaje salía barato. Además sabía que no estaría solo entre tanto eslovaco y que tendría conmigo a una compatriota. Aunque fuéramos dos nuestros amigos del este aún seguían dándonos de lado.

Podíamos elegir entre tres fechas porque muchos en la clase de geografía de Presov (100 alumnos) y teníamos que hacer tres grupos. Elegimos la fecha que quedaba más cerca, a finales de mayo, porque tanto Manon como yo teníamos ganas de volver a casa. Las clases habían acabado hace dos semanas y después de cuatro meses echábamos ya de menos a nuestras familias.

Día 1

El primer día la excursión se quedó pasada por agua. No obstante, a las ocho ya pudimos ver brillar el sol a través de los cristales tintados del autobús a pesar de que aún quedaban nubes enormes cubriendo el cielo de polvo.

2-francais-35-slovaques-classe-verte-15-Un nacimiento de agua natural en las montañas de Siva Brada tras el pueblo de Spisské Pohradie. En una de las colinas se edificó una capilla en el siglo XVIII. El camino que separaba a la catedral del pueblo de la capilla me recordaba al camino que recorrió Jesucristo con la cruz hasta Jerusalén.

Si lo veías desde fuera, el autobús que nos acompañaría cinco días a todos los lugares a los que fuéramos era blanco y era enorme. Íbamos en dirección a Polonia, a 180 km al nordeste de Presov. ¡Eran cuatro horas de viaje! Para que se nos hiciera más ameno hicimos dos paradas: la primera parada fue en Spisské Podhradie para ver unos gésiers naturales de agua; la segunda fue frente a los blancos Tatras en Zdiar para poder apreciar el paisaje. ¡Aunque tan solo hubiera ido a dos localidades ya era consciente de que había recorrido bastante territorio eslovaco!

Igualmente, eso no quitó que el monte Babia Góra (u Hora) de unos 1725 metros de altura que separaba Eslovaquia de Polonia me pareciera un paraje inédito. Teníamos planeado empezar la excursión en Polonia, serían unas dos horas y veinte minutos y acabaríamos en un refugio de Eslovaquia después de dos horas más. Puede que fuera porque Babia Góra me sonaba a cueva de Alí Babá, pero al escucharlo directamente pensaba en el Cervin o en el Mont Blanc.

Cuando el autobús nos dejó justo antes de llegar a una curva aún no había andado nada. El cielo empezó a tornarse de gris. De todas formas me cogí el chubasquero rojo porque hacía muy mal día. No me había echado a la mochila ni gorro ni guantes porque me parecía ridículo estando a finales de mayo.

El principio del trayecto fue tal y como me lo había imaginado. En la subida me cansé enseguida y entré en calor a pesar de que las nubes taparan el sol. Una hora después el cielo seguía igual. Íbamos andando por la cima de la montaña, ya no era todo empinado. Las vistas estaban cubiertas por la niebla y no se veía con claridad. El bosque de pinos silvestres estaba cubierto de pequeños pinos negros.

Manon, la chica francesa, me seguía de cerca. Por detrás estaban los demás a la cola, les faltaba aire y experiencia. ¡Estaba claro que para algunos era la primera excursión que hacían que requería de tanto esfuerzo físico! Nada más empezar algunos se fueron pitando a la costa y no se habían esforzado ni al 30 %. ¡De estos sí que era la primera vez!

En lo alto de la cima del Babia Góra

2-francais-35-slovaques-classe-verte-15-El Babia Hora (1725 m) le da nombre a un parque nacional de Polonia.

El Babia Góra está al final de todas las cimas. Pese a la niebla espesa y fría que hay consigo verlo al final. Según los carteles aún quedaba una hora para llegar. Estábamos a 1500 metros y la cima estaba a 1725 m. Pero al caer la lluvia nos calamos y tuvimos que parar para ponernos los chubasqueros.

Cuanto más subíamos más se plagaba de minerales el paisaje, todo esbozado con rocas cubiertas por líquenes amarillentos. "Parece el sur de Francia" dijo Manon. Las flores crecían en ese paraje tan hostil. Como esta pulsatilla vernalis de color blanco pillada entre dos rocas. Y Manon me dijo: "Mira qué bonita, voy a hacerle una foto. ¡A mi madre le encantan las flores, le va a encantar! ¡Cuando nos vamos de vacaciones solo hace fotos a las flores! "

Babia Góra, frío y lluvia - 2 franceses y 35 eslovacos de excursión

La lluvia cesó enseguida. Pero el los últimos metros el viento le cogió el relevo. Soplaba fuerte y frío. Tanto Manon y yo nos arrepentimos de habernos dejado los guantes, el gorro y el paraguas en cuanto bajamos del autobús, que justo en ese momento se encontraba atravesando la tromba de agua de vuelta al refugio en el que nos veríamos esa noche.

Aún no habíamos llegado al refugio. ¡Pero al Babia Góra sí! El viento soplaba cada vez más fuerte y la niebla cada vez era más espesa. No se veía a más de cien metros. Nos refugiamos con los quince estudiantes eslovacos detrás de un muro alto de piedras áridas para poder tomarnos el aperitivo. Por mucho frío glaciar que hiciera, disfruté de mi descanso merecido después de dos horas y veinte minutos de esfuerzo.

Nuestro profesor Vladimir llegó acompañado de otro profesor, el señor Kichila (no me sé su nombre) mientras yo me levantaba a tirar la basura de lo que sobraba de mi comida. Nos hizo un gesto para que fuéramos hasta él. Nos dijo que podíamos elegir entre dos caminos, uno de dos horas y otro de tres. Como el tiempo era muy cambiante, a Manon y a mi se nos vino lo mismo a la cabeza: llegar cuanto antes.

Una bajada pasada por agua

2-francais-35-slovaques-classe-verte-15-Bajada del Babia Góra por el lado que da a Eslovaquia. De fondo apenas se puede apreciar el lago artificial Orava por la niebla.

Nos decidimos a bajar los dos detrás de un grupo de eslovacos en dirección a Eslovaquia. El bolardo blanco y rojo tenía pintado una "S" que significaba que estábamos en territorio conocido.

Para romper el silencio y seguramente obviar el clima frío y húmedo Manon empezó a contarme cosas del viaje que hizo una vez a Senegal. Allí se encargó de cuidar a los niños porque quería ser profesora cuando terminara el máster. Me contó que en Senegal las personas siempre tienen una sonrisa dibujada en la cara. Seguimos caminando y le pareció que el bosque que estábamos atravesando plagado de hojas se parecía a los de Canadá. "Me gustaría ir de Erasmus cuando esté con el máster, ¡es mi sueño! ", dijo Manon haciéndose sus planes.

En territorio polaco se estaba seco y al sol. Pero fue pasar a territorio eslovaco y todo estaba umbrío y oscuro, además de empapado. Lo sabíamos porque lo habíamos vivido.

Tras media hora de bajada aún seguía cayendo una lluvia muy fina que a veces parecían cuchillas hasta que llegamos al refugio de Slana Voda. No fueron dos horas como dijo el profesor, nos hicieron falta tres al final. Durante dos horas y media estuvo cayéndonos un chaparrón, nos dejó bien duchados y a remojo. "Al menos hemos mantenido el ritmo" dijo la clermontesa.

Cuando por fin cruzamos la puerta del refugio que estaba a 755 metros de altitud, los pantalones vaqueros que llevaba pesaban tanto que parecía que los acababa de sacar de la lavadora. Tenía las manos húmedas y congeladas por el frío que se me había metido en los huesos. Eran las 17:00. Como no tenía ni fuerzas para ponerme a pensar en lo que quería para cenar me pedí lo mismo que Manon, que estaba igual de congelada que yo: un escalope de pollo empanado con patatas fritas y un chocolate caliente.


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