Cramond Island

Cuando el verano pasado estuve en Edimburgo nos organizamos un día para poder visitar una isla muy peculiar. El lugar se llama Cramond Island y la peculiaridad es que puedes llegar hasta la isla andando dependiendo de cómo de alta o baja esté la marea.

La isla está situada a unos pocos kilómetros del centro de la ciudad de Edimburgo. Puedes llegar hasta ella cogiendo el autobús número 41 y el billete vale una libra y media por viaje. El 41 parte de la calle comercial de Princess Street en el centro de Edimburgo, así que no te será demasiado complicado encontrarlo. De todos modos, por si acaso, aquí te dejo enlazada la página de Lothian Buses, los buses que cubren el transporte metropolitano de la ciudad de Edimburgo.

Nosotros fuimos pronto porque cuando la marea sube no puedes volver a tierra firme, y creeme cuando te digo que no te quieres quedar en esa isla situada en el Fiordo de Forth. El ventorro que corre proveniente del Mar del Norte no es normal. De hecho, si prestas atención al mapa verás que Edimburgo no está mucho más abajo latitudinalmente hablando de ciudades muy frías como Oslo y que se encuentra a prácticamente la misma que Copenhague o Aarhus. Si a eso le sumamos que es una isla en medio del agua (plaf plaf, aplaudo a lo imbécil como una foquita por lo que acabo de escribir jajaja) el frío que hace es considerable.

La época en la que yo fui era principios de septiembre. Nada que ver con nada que yo hubiera conocido. Era como invierno en Valencia.

El viaje en autobús tardó alrededor de media hora o quizás algo más. Pero se me hizo corto porque fuimos muchos de los que estábamos en la academia de idiomas. Preguntamos antes a los de la academia y consultamos en internet para tener claro cuanto tiempo podíamos permanecer en la isla.

Al llegar, encaramos hacia donde nos dijeron que estaba la isla y cuando apareció el camino hacia ella fue un poco mágico. Era bastante increíble cruzar por donde hacía unas horas había mar. Bueno, está claro que es todo lo increíble que tú te lo quieras creer en tu cabeza, en nuestro caso todos íbamos bastante boquiabiertos. Aún así, para mí todo tenía un aspecto oscuro y un poco tétrico. El día era un poco así...

Las vistas eran espectaculares. A la izquierda del camino se estaba comenzando a poner el sol cuando pisamos la isla y a la derecha la luna salía muy tímida en lo alto del cielo. Me faltaba cámara y amplitud angular para poder fotografiar todo lo que había allí. Tardamos unos 20 minutos en cruzar el camino, azotados por el frío viento que soplaba con mucha fuerza. Al llegar descubrimos unas construcciones que supimos más tarde que eran fortificaciones construidas durante la II Guerra Mundial (tela, eh).

Subimos y bajamos las colinas como cabras haciendo fotos a diestro y siniestro y observamos justo enfrente, a mano derecha, el puente de Forth Bridge. Muy épico la verdad.

Yo me puse un poco nerviosa porque veía que se hacía de noche y nosotros estábamos aun en la isla haciendo el bobo. Por suerte entre todos convenimos volvernos, así que cruzamos rápidamente el camino de vuelta mientras ya comenzaba a observarse como la marea poco a poco iba subiendo. 

En la zona también había algunos barquitos amarrados y muchas gaviotas merodeando. ¡Ah! la isla se llama así porque justo enfrente se encuentra el barrio con el mismo nombre.

Para volver esperamos bastante rato al bus mientras nos helábamos porque cada vez era más de noche y hacía más frío.