Mi llegada a Dakar

Un domingo de febrero cogí el avión para irme al continente africano, concretando más, a la capital de Senegal: Dakar.

Estaba muy entusiasmada ante la idea de irme, aunque estuve pocos meses en Bélgica (volvía de otro viaje). Sin embargo, sabía que esta experiencia sería totalmente nueva y diferente.

Fuente

El viaje en avión no duró mucho, entre seis y siete horas de vuelo. Además, los paisajes de abajo eran increíbles. Sobrevolé los desiertos. Uno puede pensar que el paisaje es siempre el mismo, pero para nada. Varían mucho y puedes ver las dunas desde el avión, es muy bonito.

Cuando aterrizamos, salí del aeropuerto y enseguida vi a mi coordinadora senegalesa (la que pertenecía a la agencia Syto, con la que encontré trabajo aquí). Fue muy agradable tener visita: otra belga que también hacía voluntariado en Dakar y que había llegado un mes antes que yo. Aunque llegué en febrero, ya hacía calor. Entonces, empecé a beberme el agua que traje. Cogimos un taxi para ir a la agencia y al albergue en el que pasaría la primera noche antes de que me redirijan a una familia de acogida.

El taxista no sabía conducir. Bueno, conducía como un taxista senegalés, sin hacerle mucho caso a la prioridad y al resto de normas de tráfico. Solo habíamos avanzado unos metros y ya me quedé muerta: no hay señales de tráfico (lo que explica por qué conducen como conducen- de hecho ¡todos tienen rescrebajado el parabrisas!, sin prioridad a la derecha, gente que pasea por la carretera, por los cruces e incluso vendían alimentos a ras del suelo, etc. ¡Primer choque cultural! Los que cruzan (los que se atreven a cruzar, mejor dicho) se paran a mitad porque los coches no frenan para dejarles pasar. Normal, pensé, ¡cruzan por donde les da la gana! Enseguida me di cuenta de que pasaba lo mismo con los pasos de cebra.

Fuente

El principio de mi estancia empezó con un curso de orientación para que pudiera moverme por la ciudad. Visitamos también algunos museos (uno o dos, creo, hay que decir que Dakar y en general las ciudades africanas no se conocen por sus museos, sino más bien por sus tradiciones). Me acuerdo de que el Museo de Arte Contemporáneo estaba muy bien y era bastante diferente de los que nos podemos encontrar en Bélgica. Normalmente no soy muy fan de ese tipo de museos. También vi la Catedral de Dakar, sí, sí, aunque el 90% de la gente sea musulmana, había una catedral.

Primeras impresiones muy buenas, aunque había cosas que me daban miedo. Me sentía ya como en casa y súper relajada, aprendería más tarde que este sentimiento forma parte del continente africano y que luego es difícil aprender a vivir sin él cuando vuelves a tu rutina diaria.


Galería de fotos



Contenido disponible en otros idiomas

Comentarios (0 comentarios)


¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?

Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!

¡Quiero crear mi blog Erasmus! →

¿No tienes cuenta? Regístrate.

Espera un momento, por favor

¡Girando la manivela!