Día 8. Isla de Korčula
¡Hola a todos otra vez! El día ocho nos tocó madrugón del bueno. Es verdad que todos los días madrugamos bastante pero es que este fue la leche. Muy prontito por la mañana cogimos el bus para ir a Oberic, donde se encontraba el embarcadero en el que subiríamos al narco que nos llevaría hacia nuestro próximo destino: la isla de Korčula, caracterizada por sus tranquilas y gustosas playas.
Para llegar allí es tan fácil como buscar un puerto cercano y coger un barco, los hay tanto grandes como pequeños. El que nosotros utilizamos creo recordar que no era muy grande y no iba mucha gente a parte de los que conformábamos el grupo. Me parece que también hay barcos que salen de Split o Dubrovnik, pero no estoy cien por cien segura así que os recomiendo que mejor lo miréis por vuestra cuenta.
La visita se basó prácticamente en visitar la vieja ciudad, que tiene un aspecto de ciudad medieval en la que sus habitante se dedicaban únicamente al comercio. Algo curioso de la ciudad es que tiene todas sus calles distribuidas de una forma estratégica en forma de espina de pez. Así consiguen que durante el verano sople el aire y se evita que haga tantísimo calor. Al mismo tiempo, dicha estrategia protege la ciudad de los fuertes vientos que suele haber en el invierno.
Empezamos la visita subiendo las escaleras que llevan al casco antiguo de la ciudad, y nada más entrar encontramos la Catedral de San Marcos, que es el edifico más famoso de la isla. Como en otras catedrales de las que os he hablado anteriormente, en esta también se puede apreciar un estilo veneciano, tanto en el exterior como en el interior. El interior de la catedral es muy curioso y tiene dos pinturas del famoso pintor Tintoretto.
A continuación visitamos la Iglesia de San Pedro y seguimos andando hasta llegar a la supuesta casa de Marco Polo, y es que se dice que nació en Korčula y por ello encontramos un museo dedicado enteramente a él. La casa de Marco Polo se puede visitar (pagando), y en ella se encuentra una torre desde la cual se pueden apreciar unas bonitas vistas de toda la ciudad. La verdad es que la vista es bonita pero hay mucha gente arriba, al menos cuando subí yo, y eso quita mucho encanto y hace que no merezca tanto la pena. Además de esta historia de Marco Polo hay muchas otras leyendas que hacen que la isla tenga un encanto especial. Eso sí, creerse o no las historietas ya depende de cada uno…
Siguiendo andando por las callecitas de la isla encontramos distintos edificios en los que se mezclan los estilos gótico y renacentista. Paseando llegamos finalmente al Museo de los Iconos, el museo más importante de la ciudad donde se puede ver una pequeña colección de los trajes de las procesiones, y es que el guía nos explicó que Korčula es una ciudad muy religiosa. Por ello, en Semana Santa se celebran numerosas procesiones religiosas, parecidas a las que encontramos en España.
Después de esto, bajamos hasta el Paseo Marítimo de la ciudad en el que hay muchísimas terracitas al borde del mar. Las vistas desde ahí son espectaculares y os dejo por aquí un par de fotos para que lo veáis:
Tras esto, volvimos al lugar en el que habíamos empezado la visita y para llegar allí fuimos caminando por una calle curiosa de la isla. Es una calle completamente plana, a la que actualmente llaman “Calle de los Borrachos”, ya que se entiende que cuando se bebe mucho cuesta subir escaleras e incluso andar bien, y por esa calle es muy cómodo ir.
Terminamos la visita donde la empezamos y nos dirigimos al restaurante Korsal, que se encuentra en primera línea de playa. Está a unos quince minutos andando desde el centro de la ciudad, pero merece mucho la pena. De primero nos pusieron unos entrantes entre los que había fiambre (salchichón, chorizo y jamón) y paté de aceitunas. De segundo tomamos un filete en salsa acompañado de puré de patatas y revuelto de judías y calabacines a la plancha. Estaba todo buenísimo y hacía bastante fresco en el restaurante, que creo recordar que era parte de un hotel. Recomiendo totalmente este restaurante y para que veáis que no miento, os dejo por aquí una foto del segundo plato con la que puede que os entre un poco de hambre:
Después de comer nos pusimos el bañador y nos fuimos directos a la playa que había enfrente del restaurante. La verdad que agradecí mucho esa hora y media alternando el estar a remojo y el tomar el sol en la única playa decente que había visto hasta el momento en lo que llevábamos de viaje. Al terminar volvimos hacia el puerto, no sin antes ver los distintos puestos que te ibas encontrando conforme andabas por el paseo que nos llevaba de vuelta. A eso de las cinco cogimos el barco y volvimos a Dubrovnik, esta vez para descansar de verdad. Nada más llegar al hotel nos pusimos otra vez el bañador y nos bajamos a la piscina a descansar, para después cenar e irnos directos a la cama. Esa noche tocaba de relax, y sí, podría haber aprovechado para escribir algún post pero no lo hice y aquí estoy ahora. Pero bueno, más vale tarde que nunca.
Cabe destacar que cerca de Korčula se encuentra, entre otros muchos sitios con encanto, Lumbarda, que es uno de los pueblos más visitados de la costa ya que es uno de los pocos en los que se pueden encontrar playas de arena. Nosotros no pudimos ir por falta de tiempo pero la guía nos lo recomendó y por eso os lo hago saber.
Y así termino por hoy, ya que no tengo mucho más que decir y me guardo las fuerzas para el próximo post, ya el del penúltimo día, que os aseguro no os va a defraudar. ¡Hasta la próxima!
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