Día 7 (mañana). Dubrovnik: parte 1

¡Hola a todos otra vez! Este viaje va llegando a su fin y de hecho, las noches que nos quedan nos hospedamos en el mismo hotel. Vamos a pasar tres noches en el hotel Lero de Dubrovnik y antes de contaros a qué dedicamos estos días os voy a detallar un poco cómo era el hotel (por si acaso tenéis que reservar un sitio donde pasar unas noches en esta ciudad y esto os sirve de ayuda para elegir…).

Inciso: si estás leyendo esto y el tema del hotel no te interesa mucho puedes pasar directamente a la parte de las visitas, un poquito después de la primera foto.

Pues bien, el hotel no está en pleno centro de la ciudad, ya que ahí todo es bastante caro. Por eso escogimos un hotel que se encuentra a unos veinte minutos andando de la ciudad vieja y a un poco más (o bastante más, depende lo deportistas que seáis) de la parte nueva. He de decir que nosotros, al ser un grupo numeroso y haber personas de distintas edades, para salir por las noches a tomar algo cuando no teníamos el autobús de siempre, solíamos coger taxi para ir a ambas partes de la ciudad. Sin embargo, también hay transporte público que creo que cuesta unas quince kunas el trayecto y los buses no pasan con mala frecuencia (quince o veinte minutos).

El hotel en sí está bastante bien. Las habitaciones son amplias, de hecho nosotros éramos tres en la misma habitación y si no hubiésemos sido tan vagos y no hubiésemos dejado las maletas sin sacar hubiésemos tenido espacio de sobra para estar tranquilamente los tres. Como nos dió bastante pereza sacar toda la ropa y teníamos todo por el medio, la verdad que había que ir haciendo malabares para llegar a los sitios. Aun así, me gustó mucho. En cuanto a las zonas comunes, estaban limpias y se podía estar tranquilamente en los sofás sin ruido, algo que es de agradecer. Tiene también una piscina pequeña al lado de la recepción, como en una especie de patio interior, y para darte un baño y relajarte un poco, sirve. Además, en la habitación te dejaban unos albornoces como estos que os voy a dejar ver en la foto y son comodísimos para bajar a la piscina y parece que estés en un spa de cinco estrellas. Os dejo por aquí una foto con estas pintas:

En cuanto a la comida, está rica y hay variedad. Tres noches a la semana son “cenas tradicionales”, es decir, el lunes es cena americana, el miércoles italiana y el viernes mexicana (o algo así, no me acuerdo bien de los días). Nosotros solo pudimos disfrutar la italiana y pusieron pizza, pasta, ñoquis… En fin, que de verdad era una cena italiana en toda regla.

Respecto al restaurante sí que debo decir algo: el agua es carísima. Te cobran siete euros por una botella de agua que no es ni siquiera de un litro. Sí, sí, como lo léeis: 7 EURAZOS. El primer día no nos dimos cuenta y lo pedimos pensando que serían precios normales y nos llevamos la sorpresa, así que los días siguientes nos bajábamos las botellas de plástico que teníamos en la habitación y listo. Sin embargo, el resto de bebidas no eran nada caras, costaban lo mismo que en un bar del centro de la ciudad, así que en ese sentido, todos los que beben refrescos, cerveza o vino están a salvo.

Finalmente, y algo que creo que es muy importante y más en estos tiempos, es que el wifi funciona de maravilla en todas las partes del hotel. A diferencia de otros hoteles en los que estuvimos donde elwifi iba fatal y apenas llegaba a las habitaciones, en este tienen distintas redeswifis dependiendo de la zona en la estés (por ejemplo,“wifi piscina”, “wifi A”, “wifi restaurante”…). A pesar de esto, reconozco que no escribí mucho en el blog durante estos días y estoy haciéndolo ahora que ya ha pasado más de una semana, pero bueno… eso no quita para que la calidad fuese buena.

Ahora sí, creo que no se me escapa nada más respecto al hotel así que ya va siendo hora de empezar con los planes de estos tres últimos días. En concreto, hoy os quiero contar la esperada visita del séptimo día: Dubrovnik, una ciudad que ha sido declarada Patrimonio Universal por la UNESCO, con muchísima razón a mi modo de ver.

En primer lugar decir que, como punto negativo, muchos cruceros tienen una parada en Dubrovnik y por ello la ciudad se llena de gente en las primeras horas de la mañana. Por esta razón, recomiendo visitar esta ciudad a media mañana o incluso por la tarde, para evitar toda esta aglomeración. Por otro lado y como punto positivo es que la ciudad amurallada es completamente peatonal por lo que no encuentras ni coches, ni autobuses ni nada (se concentran todos en las puertas de la muralla…).

En cuanto a nuestra visita, esta empezó prácticamente al lado de la puerta de Pile, por la que entramos a la ciudad y de la cual os hablaré un poco más tarde. Antes de meternos en este lugar medieval como es la ciudad antigua de Dubrovnik, aprovechamos para ir a un mirador que se encuentra a unos cinco minutos y desde el cual se puede ver, fuera del casco antiguo, el Fuerte de Lovrijenac. Desde allí, también se puede ver la torre Minceta que es la más alta de la zona y una de las mejores conservadas de Europa y cómo toda la ciudad está rodeada por la fortaleza Ravelin que tiene aproximadamente dos kilómetros de recorrido y se puede subir a ella. La entrada cuesta unos veinte euros y desde arriba se puede ver toda la ciudad, con la mayoría de casas con tejados en tonos rojizos, algo característico de Dubrovnik.. Yo no subí porque estaba ya muy cansada, pero para variar, mi madre sí que lo hizo y le gustó bastante. Eso sí, debido al calor y a la gran cantidad de gente que hay, es recomendable ir pronto por la mañana, a eso de las ocho, ya que sino te pilla todo el sol y se pasa realmente mal.

Tras esto entramos a la ciudad vieja por la famosa puerta de la que os hablaba antes, la puerta de Pile, a la que se accede a través de un puente levadizo. Una vez dentro empezamos a recorrer las callecitas empedradas de la ciudad y a visitar los monumentos más importantes de la ciudad. Nada más entrar te encuentras con la calle Stradun, que es la calle principal de la ciudad antigua, y en ella se encuentra el Monasterio de Santo Domingo y la Fuente de Onofrio, que es de agua potable y nosotros aprovechamos para rellenar las botellas, ya que debido al calor estábamos casi deshidratados (de verdad que el calor que he pasado en este viaje yo creo que no lo había pasado nunca…).

Por un lado, al principio de la calle se encuentra la farmacia más antigua del mundo, que actualmente sigue funcionando y es muy curioso cómo conserva algunos de los tarros de los medicamentos antiguos o la decoración de hace tantísimos años. Aquí os dejo una foto de uno de los libros de farmacia que se pueden observar en ella: 

Por otro lado, al final de esta calle se encuentra la Plaza de la Luza, una plaza que merece totalmente la pena visitar pues tiene un montón de edificios famosos de la ciudad.

Al lado de esta plaza se encuentra el Palacio del Rector, al cual entramos y la entrada incluía también la posibilidad de visitar el interior de otros monumentos. En mi opinión, esta visita sobraba. Era bonito, sí, pero con todo lo que hay que ver en esta maravillosa ciudad creo que no es necesario pasar media hora viendo esto. Casi donde mejor nos lo pasamos fue en el patio interior donde había un piano y estuvimos mis amigos y yo haciendo un rato el tonto.

Finalmente, visitamos la Catedral de Dubrovnik que fue uno de los edificios más afectados en la guerra y a día de hoy, ya reconstruida, es uno de los lugares más bonitos y emblemáticos de la ciudad.  A mí personalmente me impresionó mucho su cúpula, que se puede ver prácticamente desde todos los puntos de la ciudad.

Finalmente, dimos un paseo por las estrechas callecitas de la ciudad llenas de tiendas (muchas con souvenirs de Juego de Tronos que luego os explicaré por qué…).

A modo de curiosidad, he de decir que toda la ciudad que se ve actualmente ha sido reconstruida en su totalidad tras la Guerra de los Balcanes de la que os hablaba en antiguosposts y que también afectó a Dubrovnik. Nuestra guía nos contó en primera persona como durante ese tiempo veía a la gente disparar desde su propia casa y tenía que bajarse rápidamente al sótano que tenía para poder resguardarse. Se me ponían los pelos de punta cuando nos contaba todas las historias que había vivido durante esos años.

Tras la visita, fuimos a comer al restaurante Mimoza, donde nos sirvieron mejillones de primero y pescado en salsa de segundo. Personalmente no recomiendo este restaurante ya que la comida dejaba bastante que desear y además hacía mucho calor en el sitio, todo lo contrario a lo que buscábamos: fresquito. Después de comer nos fuimos al hotel a dejar el equipaje que habíamos abandonado en el autobús y a descansar un poco para hacer algo productivo por la tarde.

Finalmente, como ya os adelantaba antes, esta es la ciudad perfecta para los fans de Juego de Tronos. Dubrovnik es “Kings Landing” o “El Desembarco del Rey”, la capital de los siete reinos en esta famosa serie. Por eso, durante la visita a la ciudad la guía nos estuvo mostrando distintos lugares en los que se había rodado la serie. Además, hay tours turísticos dedicados específicamente a esta serie y en algunos hasta te prestan la ropa característica de los personajes. A continuación cuento algunas escenas de la serie e intentaré no hacer ningún spoiler, pero si aún no la has visto igual es mejor que dejes de leer y pases al próximo post por si las moscas, que será igual de interesante y no tendrá datos de ninguna serie.

Por ejemplo, nos encontramos con en lugar en el que se rodó la escena en la que Jaime Lanister vuelve a la ciudad con la mano cortada, observamos la muralla en la que se rodó el momento en el que hablan Lord Varys y Tyrion y en la que, tras la muerte de uno de los personajes del que no voy a decir el nombre, Sansa y Tyrion huyen. Además, ya dentro de la ciudad se encuentran las famosas escaleras en las que se rodó el mítico capítulo de “The Walk of Shame”, protagonizado por Cersei.

Después de este momento friki-fan de Juego de Tronos, estepostllega a su fin y ¡os espero a todos para contaros lo que vino los días siguientes!

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