Día 4 (tarde). Sibenik

¡Hola de nuevo a todos! Como ya os adelantaba en el post anterior, tras la visita de Zadar nos dirigimos a Sibenik. Es cierto que la mayoría de gente no visita esta ciudad, sobre todo cuando disponen de poco tiempo y se centran más en las ciudades más turísticas. Nosotros sin embargo, decidimos hacer una parada en este lugar ya que muchos lo recomiendan.

En mi opinión, es una ciudad que tampoco merece mucho la pena, de hecho, si hubiese estado en mi mano, hubiésemos pasado más tiempo en otro sitio o incluso hubiésemos visto otra ciudad en vez de esta. Sin embargo, como fue una parada del viaje y tiene alguna que otra cosa bonita, a continuación os voy a explicar un poquito la visita.

En primer lugar, llegamos a Sibenik sobre la una de la tarde, a pleno sol, y puede que por esto también disfrutase menos la ciudad. Como nos llevaron en autobús, comenzamos la visita por la entrada a la ciudad más cercana a la estación de autobuses, y de ahí nos dirigimos hacia un parque bastante simplón. Pudimos ver, en primer lugar, tanto la desembocadura del río Krka como las viejas fortalezas de Santa Ana y San Juan, características de la ciudad de Sibenik.

Después andamos por la ciudad hasta llegar a la Plaza del Ayuntamiento, que es la plaza principal de Sibenik. en la foto que os pongo a continuación se puede observar a una mujer con un vestido rojo en una de las casas de la parte de arriba. Esto es posible ya que hay una plataforma puesta ahí específicamente para ello. 

Justo en frente se encuentra la parte más importante de la ciudad de Sibenik: la Catedral de Santiago, que está considerada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es de estilo gótico aunque también tiene partes renacentistas y fue construida solamente a base de piedra blanca. Algo característico de esta catedral es que en la parte delantera de la misma se pueden apreciar numerosas esculturas de rostros de personas que se caracterizan por tener una gran expresividad. Además, aunque en la foto no se puede apreciar, la catedral cuenta con una gran cúpula.

Nosotros, ya que estábamosmos allí, aprovechamos para entrar, y he de informaros de que solo costaba tres euros. La verdad que e interior de la catedral me sorprendió mucho. En primer lugar, la mayor parte de la misma es de tonos grises, lo que hace que parezca un poco triste, pero sin embargo le da un toque original. Además, su decoración hace que te sientas que estás en la época medieval.

Tras esto, dimos un paseo por las callecitas de la ciudad, que hay que reconocer que son bastante estrechas pero muy bonitas y originales.

Así, llegamos a la iglesia de Sibenik, de la cual hay que destacar que es sorprendente la localización de su baptisterio. Este está pegado a ella y se comunican a través de una puerta, algo a lo que no acostumbraban las iglesias de la época.

Finalmente, aunque nosotros no pudimos ir por falta de tiempo, muchas guías recomiendan ir a visitar el famoso Parque Nacional Krka, en honor al río del que os hablaba antes, que se encuentra a unos veinte minutos en coche aproximadamente y es muy bonito. Sin embargo, de esto no puedo daros mi opinión porque no tuve la suerte de ir.

Tras la visita, como ya era la hora de comer, fuimos al restaurante en el que habíamos reservado. Se llamaba restaurante More y comimos pescaíto frito y de postre macedonia con helado. La verdad que todo estaba bastante rico, sin embargo, el sitio no lo recomiendo. Como ya os he mencionado en otras ocasiones, el calor que nos ha hecho durante todo el viaje ha sido insoportable, y por ello, lo que buscamos cuando llegamos al restaurante es una sala tranquila y fresquita con aire acondicionado. Por desgracia, este día nos encontramos todo lo contrario. Tuvimos que comer en la terraza, que aunque estaba cubierta por unos toldos, no impedía que nos asásemos de calor, y ni siquiera una cerveza más grande que nuestra cabeza pudo refrescarnos.

Después de comer nos echamos la siesta en el autobús hasta que llegamos a Trogir. En esta ciudad teníamos contratado el hotel Rotondo, en el cual pasaríamos esa noche y la siguiente. Por la tarde, nada más llegar, en vez de ir a ver la ciudad como hicieron otros participantes del viaje, yo decidí ir con algunos amigos a la playa que había cerca del hotel. Era bastante cutre, no os voy a mentir, pero aprovechamos para hacer algunas fotos en las que cogiendo bien el ángulo parecía que el lugar era precioso. A continuación, volvimos al hotel y nos tiramos una hora y pico en el spa que tenía, pequeñito pero suficiente, ya que estábamos nosotros solos.

Se nos hizo la hora de cenar y la comida que nos pusieron en el hotel dejaba bastante que desear. La verdad que este hotel no me gustó demasiado salvo por el spa del que os hablaba previamente. Después de cenar, estaba tan cansada que decidí irme a la habitación a ver una película y descansar para el día siguiente, algo que era muy necesario. 

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