Día 3 (tarde-noche). Zadar

¡Buenas tardes a todos! En el anterior post os dejé un poquito a medias con el tercer día pero era por una razón lógica, y es que quería explicaros un poco más en detalle lo que hicimos por la tarde y noche.

Como recordaréis si habéis leído mi post anterior, el tercer día nos recorrimos el parque de Plitvice y acabamos realmente agotados. Por eso, al llegar al hotel, cada uno optó por hacer un plan diferente.

En primer lugar, una de las posibilidades era acercarse a la playa que había relativamente cerca del hotel, a unos cinco o diez minutos andando, y refrescarse un poco después de todo el calor que habíamos pasado durante el día. 

Además, en esa playa hay unos trampolines para saltar al mar y si eres valiente y no eres muy miedoso como yo, podrás pasar un muy buen rato disfrutando de la aventura.

Por otro lado, y un plan bastante más tranquilo, es aprovechar para ver la puesta de sol. El lugar en sí no merece mucho la pena pero las vistas son espectaculares. Os dejo por aquí una foto para que podáis disfrutar tanto como yo:

La verdad que estos fueron los dos planes principales, ya que no había tiempo para mucho más antes de cenar. Hay que tener en cuenta que en la mayoría de hoteles de Croacia la cena es entre las siete y las nueve, ni un minuto más. Recalco este detalle porque son muy estrictos con los horarios y debes ser muy puntual.

El cenar tan pronto tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero para el caso, una de las ventajas que le puedes sacar es que después de cenar tienes muchísimo tiempo libre. 

Nosotros aprovechamos para bajarnos al pueblo de Zadar. Fuimos andando desde el hotel, ya que eran aproximadamente unos quince minutos. Es cierto que el camino no era muy agradable, pero merece la pena ir andando para no tener que andar esperando autobuses o taxis.

Nada más llegar te encuentras la puerta principal de Zadar, por la que se accede al casco antiguo. A continuación os dejo una foto de la misma para que os podáis hacer una idea de cómo es: 

Entraré en detalles de la ciudad en el próximo post, ya que pudimos disfrutar de una visita guiada por toda la cuidad a la mañana siguiente. En este momento lo que hicimos fue aprovechar para ver el ambiente nocturno de la ciudad.

Nada más entrar escuchas un montón de música que viene de los distintos bares que hay repartidos por todo el casco antiguo. Además, hay muchísimos restaurantes y heladerías por la zona para tomar algo. Recuerdo que había mucha gente y eso fue algo que me sorprendió por lo pequeñita que es la ciudad.

Rodeamos la muralla que cubre toda la ciudad y dimos un paseo por la zona pegada al mar. Es súper agradable y por aquí hay muchísima gente joven pasando el rato, con la guitarra, las litronas...

Al final del paseo llegas al órgano marino, un fenómeno alucinante que ocurre cuando las olas del mar chocan con el muro del paseo y gracias a los agujeros hechos en el mismo para ello, se escucha música. Fue construido con bloques de piedra blanca, con las que también se ha construido La Casa Blanca de Washington. La verdad que he de reconocer que es bastante interesante verlo.

Este paseo está situado al lado de la parte medieval de la ciudad y desde el mismo podemos obtener vistas de la isla de Ugljan.

El paseo termina con el Saludo al Sol, que es una superficie circular, de unos veintidós metros, formada por paneles solares que absorben energía durante el día y gracias a esto por la noche se vuelven de colores. Por tanto, este espectáculo sólo puede verse por la noche y merece muchísimo la pena. 

Tras esto, volvimos caminando hacia el hotel para descansar y coger fuerzas para el cansancio que nos esperaba al día siguiente. Todo lo que visitamos en el cuarto día de esta aventura os lo contaré mañana, así que, ¡hasta mañana!

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