Día 3 (mañana-tarde). Parque nacional de Plitvice

¡Hola a todos otra vez! Vuelvo por aquí para seguir contándoos mi aventura de este verano por los Balcanes. En concreto, el tercer día lo pasamos en el parque nacional de Plitvice, en el centro de Croacia.

Para variar, como ya sabéis, nos levantamos muy prontito. Esta vez salimos del hotel de Ljubiana (en el que nos habíamos hospedado las dos noches anteriores) con todas las maletas, ya que la tercera noche la pasaríamos en un hotel diferente.

Salimos del hotel con rumbo al parque nacional de Plitvice, una reserva forestal de aproximadamente trescientos kilómetros cuadrados. Se caracteriza por tener dieciséis lagos comunicados entre sí por unas noventa cataratas y cascadas impresionantes que se extienden hasta un cañón de piedra caliza.

Cuando llegas al parque puedes observar que hay distintos caminos para recorrer dependiendo de cuánto quieras dedicar a la visita y cuánto en forma estés. De esta manera, el más sencillo que es el que se denomina “Recorrido A” y que es el que hice yo, son unos dos kilómetros y se recorren en unas dos o tres horas ya que hay mucha gente y se utiliza mucho tiempo para hacer fotos de las maravillas que se pueden ir encontrando.

Todos los caminos rodean y van atravesando las aguas de los lagos para que mientras vas andando puedas ir apreciando la belleza del lugar. 

Antes de contaros cómo organicé mi visita, creo que es importante que os cuente un poco de información acerca del parque para que así podáis tener una opinión más objetiva del mismo.

El parque nacional de Plitvice está localizado en la región de Lika, donde hay muchísimos lagos, cascadas y manantiales. El parque tiene una superficie enorme con una gran parte de la misma cubierta de bosques. 

No se puede visitar todo el parque, ya que, debido a su gran extensión podrías pasarte horas y horas recorriéndotelo. Por esta razón, han abierto una zona de visita que se encuentra en el centro del parque y ocupa aproximadamente ocho kilómetros cuadrados. Se trata de un valle poblado de bosques y alternado con cascadas, tal y como os comentaba previamente.

La mayoría de su vegetación son hayas pero existe una gran riqueza de flora y fauna en este lugar. Por ello, hace ya bastante tiempo fue declarado Parque Nacional y posteriormente catalogado como Patrimonio Universal de la UNESCO. Además, el parque nacional de Plitvice  fue candidato a ser una de las siete maravillas naturales del mundo.

A parte de toda esta información, es curioso saber que de vez en cuando se celebran bodas al pie de las cataratas del parque. 

En cuanto a mi visita en concreto, nosotros empezamos la visita desde un mirador desde el cual se puede observar prácticamente todo el parque, con la cascada a lo lejos.

Continuamos caminando por la ruta hasta llegar al nivel del lago y así pudimos refrescarnos un poco echándonos agua encima, ya que hacía muchísimo calor.

Al cabo de un rato andando conseguimos llegar a la cascada de la que os hablaba antes.

Esta cascada se denominan Veliki Slap y tiene aproximadamente ochenta metros de altura. Cuando la ves en persona impresiona mogollón, de hecho, me pareció tan increíble que veo necesario dejaros una foto de la misma por aquí:

A continuación, decidimos coger el barco eléctrico que conecta los doce lagos superiores con los cuatro inferiores (os recuerdo que hay un total de dieciséis lagos). El viaje en barco es cien por cien recomendable, ya que no solo puedes disfrutar de la brisa que corre y de las vistas desde otra perspectiva, sino que también te evita volver al punto de partida de la ruta. De esta forma, el barco te deja en el otro lado del parque desde el cual también puedes salir del mismo por otra puerta.

Esto fue posible para nosotros porque al ir en un viaje organizado, el conductor del autobús nos dejó en la primera entrada para comenzar la visita pero nos recogió en el otro sitio para que no tuviésemos que volver al origen. Si, por ejemplo, decides ir al parque en coche y lo aparcas en la primera entrada, obligatoriamente tendrás que salir por ese mismo lugar para recoger el coche.

Nada más salir, empezó a llover un montón. Puede parecer raro porque hacía muchísimo calor, pero llovía y a la vez te achicharrabas. De esta forma, llegamos al autobús como si viniésemos de bañarnos en los lagos (algo que os recuerdo que está terminantemente prohibido).

Cuando por fin llegamos al autobús, nos dirigimos hacia un restaurante para comer: elegimos el restaurante Borje. De primero nos dieron un plato de espaguetis con tomate, o quizás debería decir un platito de espaguetis con tomate. He de confesar que eran raciones muy pequeñas y aunque para mí fue suficiente, sí que es verdad que para otras personas se les quedó demasiado corto. De segundo tomamos carne con puré de patatas que estaba bastante rico y de postre una macedonia. 

La verdad que en el restaurante se estaba a gusto porque hacía fresquito, y encontrar un lugar frío para comer en pleno agosto en Croacia  creáis que es tarea fácil. Sin embargo, si tengo que juzgarlo por la calidad de la comida, no vale mucho.

Nada más terminar, fuimos a nuestro nuevo hotel en Zadar, el Kolovare, en el cual nos quedamos esa noche y la siguiente. 

El tiempo que nos quedó esa tarde aprovechamos para hacer distintas actividades cerca del hotel y por la noche fuimos al centro de Zadar a dar un paseo, sin embargo, esto y mucho más os lo contaré en el próximo post. 

¡Hasta la próxima!

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