Estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras (Córdoba)
Durante mi semestre Erasmus en Córdoba, fui a clase a la Facultad de Filosofía y Letras. De las tres facultades en las que he estado hasta la fecha (una en Francia, otra en Rumanía y la última en España), en esta fue en la que mejor me sentí. Para aquellos interesados en estudiar un semestre en este lugar, aquí va una pequeña presentación de las instalaciones que hay y de las asignaturas que escogí.
Ubicación
La Facultad de Filosofía y Letras está en un lugar ideal: se encuentra entre la Puerta de Almodóvar y el barrio de la Mezquita, en un entorno lleno de vida, aunque muy turístico. En verano no es sencillo caminar con ciertos calzados por sus calles pavimentadas con baldosas irregulares, pero merece la pena hacerlo. Desde la facultad se puede llegar a la Mezquita en pocos minutos y, si se anda un poco más, se llega hasta el centro de la ciudad. Si, como yo, elegís alquilar un apartamento en el barrio Ciudad Jardín, en apenas diez minutos andando estaréis en la facultad. Por si esto fuera poco, a pocos metros de allí hay unas vistas increíbles:
La facultad
Debo confesar que me costó mucho orientarme en este lugar, ¡es como un laberinto! La facultad es un edificio muy antiguo y con una estructura compleja, de ahí la dificultad de encontrar las aulas. Pero ese laberinto oscuro (y muy caluroso) y las escaleras de madera revelan el encanto cálido y discreto del lugar, por lo que uno se acostumbra a él rápidamente.
Uno de los detalles que más me gustaban eran las diferentes citas que había en las paredes del edificio. Mi preferida era una de George Bernard Shaw: "You have learnt something. That always feels at first as if you had lost something. "
Además de lo agradable que es pasear por los pasillos de la facultad, sus patios también son un lugar privilegiado para disfrutar de los descansos en compañía de los rayos de sol que consiguen atravesar la barrera creada por las palmeras.
La Facultad de Filosofía y Letras es un lugar lleno de actividad. Hay también muchos estudiantes Erasmus (en cada una de mis asignaturas éramos, al menos, tres, y, en una de ellas, suponíamos la mitad de los alumnos). Es un lugar en el que es muy fácil adaptarse como estudiante extranjero.
La cafetería
Comer es igual de importante que estudiar, así que también es importante hablar de ello. Pasé, muy posiblemente, el mismo tiempo en la cafetería que en clase (y no exagero). Ya sea para desayunar, comer o merendar, la cafetería siempre era un lugar lleno de tentaciones. Personalmente, desayunaba allí a menudo: por un precio más que razonable, comía unas tostadas que, en mi opinión, eran inmejorables. Para parecer una estudiante española las tomaba con tomate, aceite de oliva y jamón serrano, tal como se hace allí. Me daban la energía necesaria tras la primera clase de la mañana.
Para tomar algo por la tarde, recomiendo el zumo de naranja natural, cuyo sabor aún aparece en mis sueños. Ahora en serio: cuando las temperaturas superan los 30 °C (algo bastante normal en Córdoba), un zumo de fruta no hace mal a nadie y permite recargar fuerzas.
Además, la cafetería está, casi siempre, muy tranquila por la tarde, por lo que es la alternativa perfecta a la biblioteca si, por casualidad, está llena.
La biblioteca
La biblioteca también era uno de los mejores lugares de de la facultad. Seguro que no era la única que lo sabía, pues a menudo estaba llena de estudiantes que incluso venían de otras facultades. Aunque era una biblioteca con dos pisos, a veces era difícil encontrar un hueco y casi imposible en época de exámenes. Tiene ordenadores para los que los necesiten y en las mesas hay enchufes, que siempre vienen muy bien. Lo que más me gustaba de la biblioteca (aparte de su tranquilidad, aunque los españoles eran muy ruidosos) era el gran ventanal que iluminaba la estancia. La ventaja era que los puestos donde daba el sol normalmente estaban vacíos. Yo los recomiendo encarecidamente para quien quiera echarse una siestecita en el descanso entre clases. Todo el mundo lo sabe: la vida Erasmus puede llegar a ser agotadora.
Una idea general de las asignaturas en las que me matriculé
Para llegar a los 30 créditos ECTS que necesitaba para validar mi semestre, escogí cinco asignaturas de la Facultad de Filosofía y Letras. En Francia estudiaba Letras y Ciencias Políticas y en Córdoba decidí dejar de lado las Ciencias Políticas para centrarme en la literatura y otras ramas de la lengua.
Antes de completar mi "matrícula" final, tuve la ocasión de cambiar varias asignaturas (algunas de ellas eran poco interesantes o muy difíciles, por ejemplo). En mi opinión, el poder elegir es una de las principales ventajas de ser Erasmus, no solo porque a nivel pedagógico podemos escoger qué nos interesa más, sino porque también puedes configurar tu horario. Como Córdoba era mi segundo Erasmus, presté mucha atención a estos detalles y conseguí no tener clase los miércoles y los viernes. Así gané mucho tiempo para disfrutar de mi estancia en el extranjero.
Escogí una asignatura de Literatura comparada, que fue mi favorita. La profesora era excelente y las lecturas que nos mandaba también eran muy interesantes. Estudiamos, por ejemplo, "La metamorfosis" de Kafka, "Si esto es un hombre" de Primo Levi, "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad y algunas más. Sin embargo, no aconsejo esta asignatura para las personas que no tengan un buen dominio del español porque es importante tomar apuntes y, aunque nuestra profesora tenía en cuenta que éramos Erasmus, nos exigía lo mismo.
Mi segunda asignatura favorita fue una optativa (para los españoles) llamada Culturas orales, minoritarias y marginadas. Era todo lo contrario a las clases de literatura, que eran sesiones magistrales donde tomar apuntes era lo más importante. En esta se buscaban el diálogo y el debate, ya que el profesor se aprovechaba de que al menos el 50 % de los alumnos éramos Erasmus. Aunque las clases podían parecer asequibles, la carga de trabajo para hacer en casa también era muy grande. En mi opinión, requería mucha implicación, sobre todo si se tiene en cuenta que era una optativa. Tuvimos que hacer un examen en linea con tiempo limitado (que había que preparar a fondo) y, además, tuvimos que entregar y presentar delante de toda la clase un dosier grupal de unas 40 páginas sobre una cultura minoritaria a nuestra elección.
Como también me interesaban las lenguas extranjeras, opté además por una asignatura de Traducción francés-español. En cada clase traducíamos un texto del francés al español (lo que para muchos estudiantes franceses era más complicado que a la inversa). Normalmente nuestro profesor lo corregía rápidamente al final de la clase. Cuando quedaba satisfecho con nuestra traducción, teníamos que enviarla a la plataforma online Moodle (utilizada en la mayoría de mis asignaturas). Las traducciones realizadas eran solo un porcentaje de nuestra puntuación final. Por desgracia (en mi opinión) es una pena que la asignatura en sí no fuera muy útil, ya que era igual de sencillo hacer las traducciones en casa y luego enviarlas a la plataforma.
La cuarta asignatura que elegí se llamaba Técnicas de comunicación oral y escrita. Su organización fue un poco inusual: se dividió en cuatro bloques, cada uno impartido por un profesor diferente. Los dos primeros bloques se centraron en la retórica clásica en la antigua Grecia y en la antigua Roma. Las segundas dos partes se centraron más en el español como tal. El último bloque, dedicado a los errores más frecuentes cometidos en español por hablantes nativos, fue especialmente útil.
Por último, debo admitir que, para aliviar mi carga de trabajo, opté por una asignatura sencilla de Inglés a la que iba con una de mis compañeras de piso italiana. Sin embargo, lo que comenzó como una elección perezosa, resultó ser una decisión muy positiva. De hecho, nuestra profesora era de California y era excelente. En general, esta asignatura de inglés me pareció mucho más útil de lo que aprendí en Francia.
En conclusión, recomiendo pasar un semestre en la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba. Mi experiencia ha estado a la altura de mis expectativas y el nivel académico es relativamente similar al de Francia, aunque los métodos de enseñanza no siempre son los mismos. ¡Pero eso es lo que hace que estudiar en el extranjero sea tan interesante!
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