Lo que aprendí viviendo en una residencia

¿Te estás planteando vivir en una residencia? Eres uno de los muchos estudiantes que quieren experimentar la independencia de vivir fuera de casa, lejos de la familia. Si esta es la primera vez que te separas de ellos y vas a vivir con gente completamente desconocida, hay algunas cosas que creo que son necesarias para poder disfrutar y aprovechar al máximo tu vida social mientras vives en una residencia.

Si piensas que vivir en una residencia no es muy diferente de vivir en casa, creo que estás muy equivocado. He vivido casi seis meses en una residencia, durante el primer cuatrimestre que pasé en Budapest, y hay bastantes cosas que aprendí en el proceso, que forman parte de mi experiencia de aprendizaje en la vida y guardaré con cariño donde sea que vaya. Diría que estoy muy agradecido de haber podido vivir esta experiencia, porque vivir en la residencia me ha servido para convertirme en una mejor persona.

Vive y deja vivir

Una vez te hayas decidido a vivir en una residencia, deberías asimilar el hecho de que vas a compartir la cocina, el baño e, incluso, tu habitación, con una persona o dos. Vivir en una residencia significa que deberías conocer, como mínimo, lo que significa el concepto de compartir, porque hasta tu habitación se convierte en algo de dominio público entre tu compañero y tú. Tienes que tener en cuenta que vivir en una residencia significa que tienes que limpiar tu propia habitación, arreglar tu propia cama, hacer tu propia colada y cocinar tu propia comida. Del mismo modo, tienes que recordar que tienes que vivir con un compañero de habitación que tendrá que hacer las mismas tareas y con el que tienes que compartir todo lo que haya en la habitación.

Lo que aprendí viviendo en una residencia

De vez en cuando puede haber malentendidos y, algunas veces, son inevitables. Una vez dicho esto, deberías aprender a entender y aceptar la forma de ser de tu compañero de habitación, sus intereses, e incluso sus rarezas y excentricidades que saldrán a la luz de vez en cuando. Vivir en una habitación compartida también significa que debes aprender a tener bastante paciencia y tolerancia, sobre todo cuando tu compañero y tú compartís tantas cosas. Deberíais hablar y asentar unas normas para llegar a un punto medio y, así, evitar choques y conflictos. ¿Tu preciada privacidad? Olvídate de ella. Puede ser que tengas un poco de privacidad cuando tu compañero no esté o se vaya de vacaciones y tengas la habitación sola, pero no puedes esperar tener una privacidad absoluta, estás en un espacio compartido con otros inquilinos.

Lo que aprendí viviendo en una residencia

Por lo que yo he vivido, he aprendido a querer a mi compañero de habitación como a un amigo o a un hermano. Tenemos nuestras diferencias, pero sabemos entendernos y llegar a un punto medio en el que hay respeto mutuo.

En mi opinión, las diferencias culturales y religiosas pueden tratarse con respeto y tolerancia.

Aprende a vivir con un presupuesto realista

Vivir en una residencia te acerca a la universidad y al resto de estudiantes. Algunos de los estudiantes pertenecen a familias de clase alta y, otros (como nosotros), que son la gran mayoría, son estudiantes que han tenido que hacer malabares con el dinero hasta que llega la siguiente mensualidad de la beca. Igual te sientes tentado de dejar a un lado el presupuesto que prometiste seguir a rajatabla si no tienes la disciplina suficiente con el dinero. Hay veces en las que la mayoría de los compañeros de clase y de habitación irán a la fiesta del viaje al que va todo el mundo, así que te dan ganas de olvidarte del presupuesto. Puedes reservar una cierta cantidad para el ocio, pero no puedes dejar totalmente de lado un aspecto muy importante de tu presupuesto para priorizar cosas que realmente no formaban parte del plan inicial. Nunca deberías poner en peligro los gastos fijos, como el alquiler o las tasas de la universidad, para ir de fiesta y cosas del estilo. Tienes que aprender a diferenciar lo que es una necesidad de un mero lujo.

Cuando tu compañero convierta tu habitación en su nido de amor, no tengas miedo de hablarlo con él o ella.

Hay estudiantes que lo pasan mal en su estancia en las residencias, no por sus propias acciones, sino por la indiferencia y la poca sensibilidad de sus compañeros de habitación.

Déjame poner un ejemplo práctico: Imagina que sois dos personas, compartiendo una habitación en una residencia de estudiantes a cargo de la universidad. Hay una cama para ti y otra para tu compañero, y ambos vivís siguiendo las normas. Conforme pasa el tiempo, te das cuenta de que tu compañero empieza a traer a su pareja a vuestra habitación. Al principio, te limitas a ignorarlo porque parece un caso aislado. Como te has quedado callado y tu compañero ni siquiera te ha pedido permiso o, incluso mejor, ni siquiera se ha disculpado por el obvio incumplimiento de las reglas básicas, continúa haciéndolo hasta el punto en el que se convierte en algo normal. La pareja de tu compañero se pasa por la habitación no solo durante el día, sino también por la noche, como si lo que hiciera no te molestara. El problema es que, aparte de quedarse despiertos hasta tarde, hacen ruidos sospechosos hasta altas horas de la mañana, así que tú acabas teniendo problemas para dormir y estudiar. Continúas teniendo problemas con tu compañero de habitación y su amante, hasta tal punto que acabas diciéndoselo de mala manera cuando no puedes más, aunque parece que a él le da igual.

¿Te suena de algo esta situación? Bueno, suele pasarle a los estudiantes que viven con compañeros que acaban convirtiendo su habitación compartida en un nidito de amor, sin preocuparse por los derechos del otro ocupante de la habitación.

Si estás en una situación así, deberías hablar con tu compañero y no tener miedo de dejarle claro tu opinión sobre el tema en privado. Diría que la mayoría de las veces, la gente como tu compañero de habitación suele escuchar y evitar repetir el incidente de nuevo. De todas formas, esta es la reacción caballerosa ideal, puede ser de otra manera completamente diferente y, en ese caso, lo adecuado es dar un paso más allá. Cuando tu compañero de habitación no ha hecho caso a tus quejas, lo mejor será informar de la situación al gestor de la residencia o al coordinador de estudiantes del dormitorio, y hacer una petición de transferencia a otra habitación. No quieres vivir un calvario durante toda tu estancia en la universidad, mientras que tu compañero de habitación y su pareja se limitan a disfrutar.

La salud importa

Vivir en una residencia implica que tienes que vivir de manera independiente y sobrevivir por tu cuenta. Hay veces en las que no te sentirás bien, y no puedes esperar que el resto de la gente se preocupe y te cuide si te acabas poniendo malo. Es muy duro enfermar, sobre todo si estás lejos de casa. Dicho eso, es muy importante mantener tu cuerpo sano y salvo. Para ello, deberías comer la comida adecuada, tomar los suplementos necesarios y hacer algo de ejercicio.

Cuando estaba en Budapest, me propuse ir a correr por el Danubio al menos tres veces a la semana. Hacía ejercicio y, a la vez, disfrutaba del aire fresco.

Lo que aprendí viviendo en una residencia

También escogí el tipo adecuado de comida en el mercado y, aunque tengo muy en cuenta el precio de las cosas, nunca escatimo en cuanto a comida y nutrición se refiere.

Lo que aprendí viviendo en una residencia

Lidiar con la nostalgia de manera eficiente

Vivir lejos de tu familia y amigos y, a menudo, con la única compañía de tu libro y tus apuntes, puede ser muy duro. Enfrentarse a la nostalgia requiere de una gran fuerza emocional y motivación. La nostalgia es una reacción emocional normal de cualquier estudiante cuando se va al extranjero. Algunos no pueden soportar el obstáculo que supone estar lejos de sus seres queridos durante mucho tiempo,

así que, ¿cómo afrontar la nostalgia? Hay bastantes formas de lidiar con ella, por ejemplo, antes de dejar atrás tu país o tu ciudad, deberías hacer un montón de fotos con tu familia y tus amigos. Te inspirarán y te darán energía cada vez que te sientas solo. La foto de los miembros de tu familia siempre es una fuente de fuerza y determinación. Cuando te sientas solo, mira a las fotos sonrientes de tus seres queridos y la nostalgia se disipará un poco. Otra manera sería tener siempre una forma de contactarlos por Internet, ya sea Facebook, Skype, WhatsApp y otro tipo de aplicaciones que te permitirán comunicarte con ellos de manera gratuita. Mantener el contacto con la familia y los amigos evita que te sientas solo, porque la soledad llega cuando sientes que has perdido completamente el contacto con ellos. De todas formas, no llegarás a sentirte así si hablas constantemente con ellos a través de Skype o Facebook. Otra manera efectiva de luchar contra la nostalgia es mantenerte ocupado. Mantente al día con las tareas de la universidad, y busca alguna actividad que merezca la pena. Te mantendrán ocupado y, por tanto, no tendrás tiempo de preocuparte o sentirte solo.

Si sabes lidiar con las cosas básicas de la vida, en una residencia lejos de tus seres queridos puede hacerse más llevadero.

La vida es uno de los mejores profesores. Estas lecciones se aprenden con cada oportunidad que aprovechas, así que no tengas miedo de aceptar desafíos. Prepárate para enfrentarte al mundo y conquistar todos los retos que te propongas.


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