Bratislove

Este destino especialmente fue uno de los más gratos de conocer, ya que no esperaba nada que esta ciudad fuera tan linda, es de esos destinos que uno subestima demasiado ya que superficialmente y a comparación de otras ciudades europeas no posee mucha historia, ni siquiera el país es tan conocido, por esto Bratislava se convirtió en mi Bratislove.

El recorrido que tuve que hacer para llegar a esta ciudad fue desde Budapest, otra grandiosa sorpresa que me encontré en el camino y de la cual hablare en otra experiencia, desde Budapest a Bratislava son un poco más de dos horas en autobús.

El terminal desde el que salimos se llama Budapest – Kelenföld, Somogyi Utca Mhd Stop, nosotros llegamos a la estación más o menos a las 9 de la mañana y el bus salía a las 10:30 pero en ese momento estaba saliendo un bus que se dirigía a Bratislava y era de la misma compañía así que nos dispusimos a preguntar a ver si podíamos ir en ese mismo bus ya que justamente ese día era la final de la copa mundial.

La respuesta fue que ese bus se dirigí a Bratislava sin embargo tenía una conexión, a fin de cuentas nos explicaron que a pesar que el destino era Bratislava la ruta que haría el bus era mucho más larga y tenía una duración de cuatro horas en total el viaje, entonces que nos tocó hacer? Pues esperar.

Mientras tanto fuimos y no comimos un sándwich de pollo con cara de hamburguesa con pollo, eso fue cerca de la estación, matamos el tiempo mientras mirábamos que haríamos en Bratislava y luego en menos de nada cogimos el bus correspondiente, la verdad la espera no se hizo muy larga.  

El bus tenía las sillas muy pegadas  (lo que era entre el asiento trasero y delantero) sin embargo la silla se podía bajar y pues claro la persona que estaba frente mío se dispuso a bajar la silla, por mi parte quería hacer lo mismo ya que la silla del frente quedaba recostada en mis hombros, bueno no tan así pero si quedaba un poco incómodo, cuando fui a bajar la silla la señora de atrás muy amablemente y me empujó la silla de vuelta con las rodillas.

Volví a intentarlo un poco más despacio a ver hasta donde le llegaban las piernas a la señora pero que sorpresa la señora tenía unas rodillas súper ejercitadas y pues no se podía bajar nada la silla, nada! Me voltee sin querer parecer grosero pero tratándole de hacer entender que al frente no tenía mucho espacio sin embargo muy amable ella me dijo que no se iba a mover porque tenía las piernas muy largas, aaa pero sin embargo la silla de ella si la tenía reclinada.

En el momento no quise pelear con ella porque supe desde ese mismo momento que no iba a ceder su espacio ni un centímetro, entonces con la piedra (enojo) interna más grande del mundo me voltee y me dispuse a no pensar en lo incomodo que iba a estar, solo eran dos horas pero uno es voluntarioso y cuando quiere bajar la silla es porque quiere bajar la silla, sin embargo pensé en que no me iba a tirar mi viaje solo por la altura de la señorita torre Eiffel.

En el bus nos dieron un agua y unos audífonos para estar cómodos en el viaje, lo cual me pareció muy bueno ya que el pasaje tuvo un costo de 8 euros, solo eso. En realidad es muy barato y genial que se pueda ir de un país a otro solo con 8 euros.

Esa fue una de las cosas que más disfruté en Europa, el poder viajar de un país a otro con un costo tan asequible,  los precios no son exageradamente altos y siempre hay un destino al cual es muy económico viajar, por eso cruzar las fronteras no es nada del otro mundo mientras que en Latinoamérica viajar de un lado a otro si es algo más complicado ya que los países son más extensos y por ende las distancias entre uno y otro varían de manera significativa, pues a esto se le suman los precios elevadísimos que hay que pagar para darse el lujo de conocer otro país.

Entonces en el bus estuvo escuchando música, realmente había de todo, música en ingles muy reconocida pero también música húngara y eslovaca y me dije wow que interesante intentemos escuchar esto, va a ser completamente diferente y algo nuevo para mí, que bacano conocer otras culturas y formas de expresión como lo es la música.

Después de diez minutos de escuchar música en esos dos idiomas entendí que era suficiente ya que no entendía nada, los ritmos son chéveres porque son diferentes pero al no entender la letra de la canción pues, no era tan divertido y más si eran dos horas sin entender, por lo cual cambie a música más comercial y en inglés.

El camino estuvo muy tranquilo ya que no hay muchas curvas entonces literalmente era ver vegetación y el horizonte ya que no habían muchas montañas y esto es algo particular en muchos lados de Europa, casi no hay montañas, claro hay variedad de fauna pero en comparación a Latinoamérica los paisajes son muy planos y es apreciar la naturaleza de otro manera.

Llegamos a Bratislava entre las 12 y media y la una de la tarde, y en esta ciudad solo íbamos a estar un par de horas ya que nos habían comentado que el centro de la capital eslovaca no era grande y por lo tanto no se necesitaba tanto tiempo para conocerla.

Llegamos a la estación de Bratislava – Autobusová Stanica Nivy y teníamos varias maletas ya que después de estar allí íbamos a ir a Austria pero lo que pensamos fue, ¿Dónde dejamos las maletas? Ya que disponemos de poco tiempo y no queremos estar con tantas maletas por todo el centro.

Pues resulta que el terminal de buses de Bratislava tiene un sistema de casilleros de varios tamaños y es totalmente gratis, es demasiado moderno, se activa con un código que uno mismo lo pone cuando un casillero está libre, y fue demasiado fácil.

Creo que Bratislava le apuesta a tener este tipo de sistemas gratuitos ya que no es una ciudad demasiado conocida e Europa sin embargo se encuentra muy cerca tanto de Budapest como de Viena, entonces lo que trata de hacer es promover el turismo por medio de este tipo de cosas sencillas que hacen la diferencia, ya que en otros sitios donde se guardan las maletas el sistema puede que no sea tan sofisticado y los precios pueden variar según el tiempo en que las cosas se encuentren dentro.

Esta fue la primer sorpresa que encontramos en esta ciudad, a decir verdad pensé que iba a llegar y que la capital de Eslovaquia iba a ser un pueblo completo, sin mucha tecnología, quizá algunas casas modernas pero que todo en su interior se iba a asemejar a algún pueblo, pero estaba muy equivocado, tienen un sistema tecnológico avanzado, nada que envidiarle a las grandes potencias europeas.

La moneda que se maneja allí es el euro, lo cual era muy bueno ya que teníamos poco tiempo y no queríamos cambiar dinero ya que no sabríamos en realidad cuanto gastar y además era dinero que en un par de horas no iba a funcionar más y claramente se iba a devaluar si lo cambiábamos nuevamente allí o en la siguiente ciudad.

Allí una chica muy amable nos entregó un mapa con las zonas más importantes para visitar en el centro y todo era relativamente cerca, de hecho nos explicó demasiado bien como aprovechar nuestro tiempo allí ya que íbamos a durar muy poco.

Personalmente creo que a este servicio lo capacitan para poderle explicar a los turistas como aprovechar Bratislava en un par de horas ya que la mayoría de personas hace eso, solo va a esta ciudad porque le queda de paso para ir a otra ciudad grande que lo más probable es que sea a Budapest o Viena, pero me parece una forma genial de hacer promoción a este lugar ya que no se le da el reconocimiento que merece ya que no es grande.

Para ir del terminal al centro de la ciudad no eran más de diez minutos, era muy cerca entonces decidimos tomar un taxi, bueno antes de hacerlo preguntamos dentro de la estación cual era el precio aproximado hasta el centro y nos indicaron que era diez euros más o menos.

Salimos a tomar un taxi y nos dijo que al centro eran veinte euros, en serio? Veinte? O sea sé que se quieren sacar su tajada porque venimos de visita pero aumentar el precio el doble? Creo que la actitud de ese taxista y la de otro al cual le preguntamos y nos dio el mismo precio fue lo único a mejorar de la ciudad y entiendo que quieran hacerse más dinero ya que el turismo allí no es muy promovido pero el doble es una locura.

Conseguimos otro taxi el cual nos cobró 13 euros, más de lo que debería pero no se dio garra pidiéndonos el doble (darse garra significa pasarse en algún sentido, en este por ejemplo siendo conchudo y avariento) el taxi fue demasiado rápido en serio no nos demoramos ni siquiera diez minutos en llegar al centro y era un sitio espectacular, no el pueblo que yo me imaginaba.

Al llegar al centro había muchos turistas, más de lo que esperaba y se notaba su afán de ver la ciudad ya que estaban en el mismo plan que nosotros, conocer la ciudad en un par de horas y listo.

A donde llegamos fue a Staré Mesto la cual es la ciudad vieja de Bratislava, es un centro medieval en donde se encuentra la plaza principal de Bratislava, la mayoría de embajadas de otros países e importantes instituciones gubernamentales del país.

En nuestra primera parada vimos una fuente, el día estaba soleado y la gente se sentaba alrededor de ella, algunas personas metían hasta los pies para refrescarse del calor que estaba haciendo en el momento, es un lugar bien curioso ya que aparentemente no es nada del otro mundo, pero estar allí lo transporta a uno a una Europa antigua pero conservada, una Europa que no sufrió muchas modificaciones y con históricas pero elegantes casas y edificios.

Eran las horas de la tarde, por consiguiente la gente se disponía a almorzar y beber algo, muchos de los avisos están en inglés, hay algunos en eslovaco, pero la parte turística de la ciudad se vende de esta manera y de hecho habían demasiados lugares para consumir licor en el pleno centro, con el día que estaba haciendo claro que una cerveza no sentaba para nada mal.

La calle Staromestka es una de las principales vías de Bratislava, no es muy concurrida pues la capital eslovaca solo tiene un poco menos de 500.000 habitantes por esto creo que la concentración de las masas se encuentra en el centro de la ciudad, sin embargo al no ser una ciudad con muchos habitantes nunca se siente una congestión grande.

Hay un puente que pasa por encima de la calle Staromestka y conecta a parte de la ciudad con la catedral de San Martin, una iglesia antigua que sus alrededores cuenta con una infraestructura única que remonta a sus viajeros a la antigua Bratislava.

El hecho que Bratislava pueda ser tan antigua en algunas edificaciones es lo que me encanta de esta ciudad ya que realmente se puede apreciar la historia a primera vista y a comparación de muchas ciudades europeas que tienen edificaciones aún más antiguas e imponentes la diferencia es que estos lugares realmente se pueden apreciar ya que no están llenos de turistas.

Entre más turistas se pierde un poco la esencia de conectarse con la historia de poder sentir y respirar de manera autónoma a un lugar porque a la final eso es lo que nos llevamos, la conexión con el lugar y con el ambiente, conexión que muchas veces se puede perder ya que los lugares más concurridos del mundo siempre están con turistas y a la espera de una selfie.

Claro, todos queremos tomarnos una foto ya que es un lindo recuerdo de los lugares, pero si en vez de eso pudiéramos apreciar el lugar a nuestro modo, tomarnos el tiempo que quisiéramos para crear un vínculo con el lugar y ya después de esto tomarnos una foto, eso sería un más lindo recuerdo pero en vez de eso vivimos con el afán de llegar a un lugar sacarnos una foto y listo, ese es el recuerdo.

En redes sociales hemos visto lo linda que se ve una calle con paraguas colgados, pues en varios sitios del mundo como Turquía, Portugal, Inglaterra o México decoran algunas de sus calles con esta linda propuesta artística.

Algunos de estos sitios lo hacen por algún motivo en especial ya que hay festividades otro sitios simplemente lo hacen como una forma de combatir el calor y hacerlo de una manera llamativa, así atraen a turistas.

De igual manera la hermosa ciudad de Bratislava pintó una de sus calles con un toque de arte, pues al mismo estilo de las ciudades ya mencionadas anteriormente,  en verano una de sus calles estuvo cubierta por alrededor de 80 paraguas de color blanco, se encontraban en una calle no muy amplia, sin embargo contrastaba perfecto.

Sus calles con un toque de historia, un edificio a la izquierda con un tono antiguo pero a la derecha con modernidad y soberbia contrastaba perfecto con los paraguas que atraían a varios turistas, lo lindo de este lugar es que no estaba lleno de personas, entonces se podía apreciar con facilidad la decoración, de igual manera el sol no estaba pegado de frente por esto era mucho más fácil mirarlos.

El autobús turístico de la ciudad es súper tierno, mientras la mayoría de ciudades  tienen un bus grande con dos pisos, el bus turístico de esta ciudad es mas bien un carro antiguo y aunque no me subí porque relativamente teníamos poco tiempo si me hubiera gustado disfrutar de la vista de esta ciudad en un carro de estos.

Son de color rojo, dice Staré Mesto y tiene el escudo de Eslovaquia tiene capacidad para más o menos 10 personas y en el camino tuve la fortuna de encontrarme uno parqueado ya casi iba a arrancar pero no podía irme sin una foto del bus turístico más estilizado que he visto.

El puente Ovni de Bratislava no está precisamente en el centro de la ciudad, sin embargo desde la lejanía se puede observar este puente muy curioso que como su nombre lo indica tiene forma de Ovni, se llama Most SNP (Most slovenského povstania- en español puente de la insurrección nacional eslovaca) cubre el rio Danubio y terminó su construcción en el año 1972.

Una curiosidad de este puente es que es el puente atirantado más largo del mundo con un solo pilón y además un solo plano con cables, pero además de solo ser un puente cuenta con un restaurante! Que chimba, sería muy bacano ver la ciudad desde allí en la noche, se puede subir por ascensor, si hubiera sabido que la ciudad era asi de linda me hubiera quedado al menos una noche.

Muchos hablan de que Bratislava no tiene mucho que ver, y en términos históricos o a comparación de muchas ciudades es verdad, la ciudad es pequeña, el centro es pequeño, se puede recorrer a pie.

Pero la verdad es que no es la cantidad de sitios turísticos que tenga un lugar es ese algo que hace a una ciudad tan especial, hay que encontrar la gratificación de poder conocer un sitio en la simplicidad de los detalles.

La ciudad no tiene que ser grandísima para que uno quede fascinado, uno mismo tiene que aprender a adaptarse a lugares nuevos y ver de maneras distintas cuan artística puede ser una ciudad.