Qué poco te conocen, querida Bolonia... déjame ayudarte

Bolonia es hogar, es pared roja llena de graffitis, es revolucionaria, despierta, poética, humanística, es sencilla pero cautivante.

Bolonia es callejear entre fachadas antiguas, llegar a Piazza Verdi y sentarte en el suelo a comer pizza, acompañándola de una buena Peroni (hay quien es más de Moretti) y escuchando de fondo la ópera que cantan en el Teatro Comunale.

Es pasear por Via Zamboni y encontrarte desde facultades hasta bares y pizzerías, librerías, iglesias... y sin darte cuenta acabar Via Zamboni y encontrarte delante de ti las dos torres más altas de Bolonia: Asinelli y Garisenda. Y, sin perderlas de vista, comprarte un helado en Gianni y sentarte a mirarlas mientras disfrutas del mejor helado de cheesecake del mundo. 

Es irte a Giardini Margherita cada vez que hay un día libre y tumbarte en el césped al sol a comer, obviamente, una buena pizza en mejor compañía. Es ir caminando y de repente encontrarte un canal a tu izquierda, sin más, y quedarte embobada quince minutos...

Es entrar a la Universidad, saber que estás entrando a la más antigua del mundo, y sentirte afortunada y orgullosa de estar ahí. 

Es rodearte de italiano, leerlo, hablarlo, y hasta pensarlo. Es aprender como primera palabra "birra" (que no falte).

Es conocer a gente que se acabará conviertiendo en tu familia, y hará que no quieras volver, pero ya no digo en junio, sino ni siquiera en las vacaciones de Navidad. 

Y es que vivir de Erasmus es vivirlo todo multiplicado por 100, pero es que vivirlo en Bolonia... no tiene medida.