En el corazón de Barcelona (5)
Siguiendo con nuestro itinerario desde Plaza de Sant Just, tendremos que retroceder hacia Plaza de Sant Jaume, de donde salimos hace un momento. Tras caminar un poco por el estrecho Carrer de la Dagueria, giramos a la izquierda hacia el amplio y concurrido Carrer de Jaume I, que nos llevará de vuelta a la plaza. A partir de este momento, vamos a entrar de lleno en la historia de Barcelona. Cruzamos la plaza hacia Carrer del Bisbe. Yo fui unos metros más allá para contemplar el maravilloso puente que está sobre la calle y conecta dos de los edificios que conforman el Palau de la Generalitat. La decoración es la típica del estilo artístico del Bajo Renacimiento, época en la que se construyó el palacio.
De vuelta en Plaza de Sant Jaume, giro a la izquierda unos metros más tarde hacia lo que, a primera vista, puede parecer un callejón sin salida. En realidad, Carrer del Paradis continúa con una curva muy cerrada que, combinada con una ligera subida, conduce hasta un edificio en el que se expone una curiosa placa. Probablemente, si estás en el centro de Barcelona, lo último que esperas encontrar sea un templo romano.
Además, te darás cuenta al entrar al palacio de que se trata exactamente del lugar en el que se encontró el antiguo Temple Romà d'August, que se construyó en el siglo I d. C. en honor al emperador romano. La razón para la elección de este lugar es que el sitio en el que se edificó el palacio es, aparentemente, el punto más alto de la antigua Barcino romana. Se trata de una insignificante colina llamada Mont Taber, que está a 16, 9 metros sobre el nivel del mar. Bueno, una vez en el edificio, improvisé mi propio itinerario y me dirigí hacia un pequeño, pero encantador espacio en el que se encuentran las ruinas del antiguo templo. En contraste con el intenso azul claro de las paredes y acompañadas de un agradable silencio, las cuatro columnas con arquitrabe parecen ofrecer un punto ideal para que el visitante contemple el lugar.
El Carrer del Paradis me conduce hasta la parte sur de la catedral. Aunque, lejos de poderse siquiera comparar con la fachada, esta parte también es muy interesante. Forma un rinconcito precioso junto con los palacios de alrededor (Casa de l'Arcadia y Palau de la Generalitat). Continuando con mi itinerario, giro a la derecha y atravieso el concurrido Carrer dels Comtes. Sigo recto hacia Plaza del Rei, cuya inminente presencia se ve presentada por la torre de Santa Agata. Esta plaza, cuyas dimensiones son bastante limitadas, suele ser una de las paradas favoritas de los guías turísticos, así que es normal encontrarla, literalmente, invadida por los turistas (como me ocurrió a mí). De todas formas, no te será difícil abrirte paso entre ellos, si quieres visitar los numerosos puntos de interés de los que puedes disfrutar en esta plaza.
Obviamente, el palacio que hay al final de la plaza es el Palau Reial Major, construido en el siglo XI para alojar a los condes de Barcelona (aunque en los siguientes siglos se convertiría en la residencia de los reyes de Aragón). Una escalinata conduce hasta la entrada del majestuoso vestíbulo, llamado Salòn del Tinell, y construido entre 1359 y 1362. Según lo que cuentan varias leyendas, fue el sitio en el que los Reyes Católicos recibieron a Cristóbal Colón cuando volvió de su expedición por América. Por supuesto, fue también el lugar donde, en el año 1469, los reyes Isabel y Fernando se casaron y unieron con ello los reinos de Castilla y Aragón. Entonces, el palacio pasó a ser la residencia de los reyes de España. Actualmente, el edificio, junto con la cercana Capella de Santa Agata, alberga en su interior el Museo de Historia de Barcelona, donde se conservan los restos del antiguo Barcino.
Enfrente de la plaza, encontramos un sitio de época posterior, aunque no por eso menos interesante: el Palau del Lloctinet. Se construyó a mediados del siglo XVI para ser la residencia del virrey de España en Cataluña. Recientemente, se han llevado a cabo trabajos de restauración de este edificio, de modo que ahora se muestra en todo su esplendor. En concreto, el patio interior es lo que más llama la atención. Esto se debe, sobre todo, a sus soportales y a sus esculturas de madera de estilo mudéjar en la planta superior. Aunque el palacio se puede visitar de manera gratuita, para entrar en el adyacente Museu Frederic Mares tendrás que pagar una entrada de tan solo 4 euros. En este museo, se expone la variada colección de este escultor.
Finalmente, dejo la Plaza del Rei y los edificios del alrededor para dirigirme hacia Plaza de la Seu. Aunque, cuando llego al Carrer dels Comtes, giro a la derecha y bajo por el estrecho y pendiente callejón que lleva hasta Plaza de Ramon Berenguer el Gran. El principal objetivo de este desvío es poder admirar los restos de la antigua muralla romana, que protegía los edificios que acabo de ver, y que se puede entrever fácilmente desde el contiguo Carrer de la Tapineria. De vuelta a la Plaza de la Seu, por fin llegó el momento de ver la catedral.
Esta impresionante es obviamente uno de los símbolos de la ciudad. Sin embargo, su historia es bastante curiosa. Aunque parece el típico ejemplo de arquitectura gótica, similar al de muchas otras catedrales góticas de Europa, la fachada se le añadió en el año 1870, mientras que los planos originales datan de 1408. De hecho, la diferencia de estilo entre la fachada y el resto de la iglesia es bastante evidente. Construida entre 1298 y 1460, la catedral es un claro ejemplo de la arquitectura gótica en su versión catalana, que es más sobria y menos vertical que la original. El interior también es bastante sobrio, caracterizado por un coro de madera y tres naves, separadas por dos filas de columnas. No obstante, la parte más característica sea probablemente el claustro, donde puedes encontrar gran variedad de plantas y columnas, así como las 13 famosas ocas sobre ellas. Según la tradición, este número se debe a la edad que tenía Santa Eulalia, la santa patrona de la ciudad, en el momento de su martirio. Por este motivo, el número de ocas que hay siempre presente en el claustro, desde la Edad Media, es símbolo de protección para Barcelona. El precio es probablemente el único inconveniente de la visita a la catedral: la entrada a la iglesia y al claustro cuesta en total unos 8 euros.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- English: In the heart of Barcelona (5)
- Français: Dans le centre de Barcelone (5)
¡Comparte tu Experiencia Erasmus en Barcelona!
Si conoces Barcelona como nativo, viajero o como estudiante de un programa de movilidad... ¡opina sobre Barcelona! Vota las distintas características y comparte tu experiencia.
Añadir experiencia →
Comentarios (0 comentarios)