Wasserlochklamm: el paraíso austriaco

Hoy estamos de estreno en el blog. Aquí os traigo el primer post de Austria, mi país vecino en este momento. Podría empezar por hablaros de sus ciudades más importantes como Viena, Salzburgo, Graz… O también de sus famosos lagos o grandes montañas, pero sin embargo, prefiero comenzar este capítulo con un lugar no tan conocido de este país, pero que sin duda, no deja indiferente a nadie.

Se llama Wasserlochklamm. Si separamos palabra por palabra y traducimos cada una de ellas “Wasser” sería “agua”, “loch” sería “agujero” y “klamm” sería algo así como barranco. Wasserlochklamm se trata de un sendero empinado que sube por la montaña por el que bajan varias cascadas con muchísima fuerza. Este lugar se encuentra a tres horas de Bratislava en coche así que para mí es un plan estupendo de fin de semana. Hay un tramo de carretera que no es autopista, sino carretera nacional y puede hacerse un poco largo, pero lo cierto es que mientras yo estaba en el coche, estaba rodeada por las grandes montañas de Austria, que son impresionantes.

Como os digo, tardamos tres horas en llegar y como sabíamos que nos esperaba una caminata, comimos justo antes de ir. La entrada cuesta 6’50€. Puede parecer caro pero la verdad, vale la pena. El recorrido es largo y las cascadas impresionan muchísimo. Pudimos llegar a estar muy cerca de ellas. De hecho, mientras subíamos la montaña, el agua nos salpicaba, cosa que agradecíamos porque hacía un calor tremendo.

Para comenzar esta ruta, primero debes cruzar un puente colgante que pasa por encima del río Salza cuya agua es de color azul claro y cristalino. Cuando pasamos por allí, descubrimos que se podía hacer rafting y la verdad, nos lo planteamos pero no teníamos suficientemente tiempo y pensamos que quizás habría que haber reservado con antelación. Tal vez para otra vez. Yo os lo cuento para que toméis nota.

Empezamos el recorrido con energía que poco a poco se iba consumiendo. Este camino es para gente que está en forma, si lo quieres hacer en una hora, aproximadamente. Siempre puedes ir más despacio, tomándote tu tiempo y descansando, pero el camino es empinado y además, durante toda la subida avanzas por encima de unas escaleras de madera que en muchos casos son resbaladizas. Durante todo el trayecto vimos diferentes cascadas cuya agua seguía su curso y desembocaba en el río.

Cuando compras el billete para acceder a la ruta, la persona encargada te da un mapa con todas las cascadas que puedes ver. Están numeradas y están escritos cada uno de sus nombres. Si no recuerdo mal creo que eran 10 en total. Las primeras cascadas no son las mejores, para mi gusto. Eran pequeñitas porque el terreno no era tan empinado. De hecho, había ciertas zonas que eran planas y se formaban pequeñas “piscinas” donde si el agua no estuviese congeladísima, podrías darte un chapuzón. Poco a poco ibas descubriendo diferentes cascadas, algunas más grandes, otras más pequeñas pero todas tenían una belleza particular.

Los tres kilómetros que dura el trayecto están acompañados del ruido del agua que baja a toda prisa y con mucha fuerza. Realmente sientes que estás en un sitio muy virgen, en el pleno corazón de Austria. Cuando fuimos, apenas nos encontrábamos a gente durante el camino, lo que dio puntos extra a Wasserlochklamm. Cuando llegamos por fin a la cima, las vistas fueron lo mejor. Justo allí hay una caseta de madera donde puedes descansar, merendar y recuperarte. Cuando ya han bajado tus pulsaciones, puedes admirar en paz el paisaje austriaco: montañas verdes, árboles altos, cielo azul. Nosotras/os estuvimos allí un buen rato descansando, hasta que era la hora de volver. Para nuestra suerte, el camino hacia abajo se hizo más ameno.

Cuando llegamos por fin al principio, nos apetecía muchísimo bañarnos en el río, pues hacía un calor extremo. El río era muy apetecible a pesar de que sus aguas parecían salvajes debido a su gran caudal. Aun así, cogimos nuestros biquinis y probamos el agua. Congelada. Se nos cortaba la circulación y realmente yo no pude bañarme. Solo uno del grupo lo hizo. Las demás nos echábamos agua por el cuerpo para calmar un poco el calor que teníamos.

Teniendo todo esto en cuenta, os voy a dar unos consejos:

1. Calzado cómodo. Esto es esencial. Se recorre casi todo el tramo por una escalera de madera pero hay ciertas zonas donde pisas tierra o barro. Además, la caminata es larga así que querréis estar cómodos para poder disfrutar de Wasserlochklamm al máximo.

2. Botella de agua. Es esencial, sobre todo si hace día de sol y calor. Es importante mantenerse hidratada, sobre todo cuando se hace deporte para poder seguir manteniendo el ritmo y evitar la fatiga.

3. Visitadlo en primavera o verano. Comprobad antes de ir si está abierto o no porque si no recuerdo mal en invierno está cerrado al público. Me parece normal, porque hacer toda esa caminata con nieve y hielo debe de ser muy peligroso, además de resbaladizo.  

4. Llevad biquini o bañador. Cerca de allí hay algunos lagos donde el agua no está muy fría, como es Lunzer See, por ejemplo, del que ya os hablaré en otro post. Al acabar estaréis cansados y tendréis mucho calor y nada sienta mejor en esos momentos que un buen chapuzón.

¡Y esto es todo por hoy! A modo de conclusión, tengo que decir que de todos los lugares que he visitado en Austria es de mis preferidos pues combina deporte y naturaleza. Además, si lo haces con amigas/os pues mejor que mejor. Siendo así, si estáis por esta zona me parece un lugar que tenéis que visitar sin dudarlo. Cuando viajo a Austria, pienso constantemente en la suerte que tengo de tener a este país al ladito, pues tiene mucho que ofrecer. Y ya me despido, espero que os hayan gustado las fotos (a mí me encantan), y por supuesto, este lugar llamado Wasserlochklamm. Nos vemos próximamente con mucho más contenido. 

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