Atenas, un fin de semana en el paraíso de los dioses

¿Solo 48 horas en Atenas, la capital de Grecia? ¿Es posible ver la ciudad en solo un fin de semana?

Sí, viajeras de fin de semana, ¡lo es!

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En la asignatura de historia que estudiaba en el instituto aprendí muchísimo sobre Grecia y siempre he tenido la imagen de que Atenas era una ciudad llena de playas, casitas blancas y unas vistas preciosas del Partenón. ¿Era correcta la imagen que tenía de esta antiquísima ciudad? ¿Sería en realidad tan increíble como siempre me la había imaginado?

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Mi amiga y yo queríamos descubrirlo, así que nos metimos en un vuelo de Pegasus desde el aeropuerto de Sabiha Gökçen de Estambul el viernes por la tarde y a las 8 de la tarde de ese día ya estábamos paseando por las calles de Atenas y con nuestras mochilas a cuestas.

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Rudyard Kipling dijo que "lo primero que hay que hacer para entender un nuevo país es olerlo". Atenas huele a la sal del mar Mediterráneo, a los coches que circulan calle abajo, a las fragancias florales de varias plazas y parques y a la comida deliciosa que se cocina en los restaurantes y cafeterías y que hacen que las plazas y las calles de peatones se llenen. El tipo de ciudad que a mí me gusta.

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Al principio estaba un poco escéptica por no saber muy bien cuánto de Atenas podríamos ver en tan poco tiempo y decidida a centrarnos en ver solo un par de cosas en vez de intentar cumplir una lista imposible. Al final, vimos mucho más de lo que me esperaba e incluso pudimos relajarnos un poco, tomando el sol y sintiendo la brisa fresca en nuestro cabello. Así es como pasamos las 48 horas en el paraíso ateniense.

  1. El viernes por la noche, después de llegar a nuestro apartamento de Airbnb, justo encima del mercado de frutas, salimos hacia la estación de metro de Monastiraki, la cruzamos y nos dirigimos hacia Plaka. Toda esta área estaba llena de tiendas, cafeterías y artistas mostrando su joyería artesanal a lo largo de la calle peatonal. La zona estaba muy viva y activa y súper entusiasmadas fuimos caminando por las calles mirando la Acrópolis, que coronaba el paisaje por encima de nuestras cabezas.
  2. La mañana del sábado las campanadas de la iglesia nos despertaron (aunque mi amiga y yo pensábamos que era el tono de llamada de alguien). Preparamos las mochilas para llevarnos todo lo que necesitaríamos y nos dirigimos hacia la plaza Syntagma, a solo un paseo de la estación de metro de Monastiraki y justo en frente del Parlamento, donde cogimos el tranvía (el billete nos costó 1, 40 €) para ir a la playa. Nos bajamos unas tres paradas después de llegar al paseo de la playa de rocas, estuvimos paseando por los muelles y admirando la belleza del paisaje de mar con los barcos y luego nos fuimos a otra playa. Encontramos un supermercado y cogimos varias cosas para llevarnos detrás y poder comer a lo largo de nuestro día de playa (o mejor dicho, día de estar tumbadas al sol con baños ocasionales para refrescarnos y mucha lectura). Por desgracia, no nos pusimos suficiente crema solar y el sol griego nos dejó una marca en la piel. ¡Acordaos de poneros crema una y otra vez, la protección solar y la hidratación son imprescindibles en Atenas!
  3. Después de la playa, dejamos las mochilas en nuestra habitación y nos fuimos directas a la Acrópolis. A pesar de que llegamos a las 18:30 y la Acrópolis cierra a las 20:00, decidimos comprar la entrada, que vale 20 €. Fue lo mejor que pudimos hacer, ya que el sol estaba perfecto para tomarle fotos y las vistas desde el Partenón eran alucinantes. Un consejo: llevaos una botella de agua bien grande a la Acrópolis, ya que no hay dónde comprarla y a lo largo del día ¡el calor y el aire seco se pueden volver insoportables!
  4. Tras mirarlo desde la Acrópolis, nos dirigimos hacia el antiguo barrio de Plaka, donde los edificios blancos y las escaleras forman la imagen de cómo me imaginaba que sería Grecia. Era como si nos estuviéramos adentrando en una película.
  5. El domingo estuvimos paseando por el mercadillo de Atenas, que además está justo al lado de la plaza Monastiraki. Nos reímos muchísimo e hicimos un montón de fotos en el mercado según íbamos recorriéndolo y leyendo cada puesto. Vimos de todo, desde pilas de libros y deuvedés hasta muebles antiguos, motos tipo scooter y una infinidad de cucharas de plata.
  6. Después del Mercado Flea, caminamos hasta los Jardines Nacionales, situados justo al lado del Parlamento. Los jardines eran un lugar precioso, donde pudimos pasear, relajarnos a la sombra y donde todas las flores olían genial. Fue muy divertido descansar en uno de los bancos, donde estuvimos hablando y mirando cómo corrían los niños por el jardín, explorándolo junto a sus familias.

Otro consejo para el transporte es que intentéis coger la línea de bus X-93, 95, 96 o 97, que van y vienen del aeropuerto. Es más barato que coger el tren (son unos 5 o 6 € en vez de 9 o 10, que es lo que vale el tren).

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En nuestra escapada a Atenas disfrutamos de la historia, la belleza y las relajantes vistas del mar. De haber sabido antes que la ciudad está tan cerca de Estambul, que su historia es tan interesante, lo preciosa que es, las increíbles playas con las que cuenta y lo inolvidable que fue nuestra visita, hubiera ido mucho antes (y muchas más veces).

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¡Disfrutad de vuestro viaje a Atenas y comentad abajo lo que más os gustó de la ciudad!


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