Diario de mi viaje a Ámsterdam. Primer día

Llegada a Ámsterdam

Mi experiencia de “Erasmus” en Bologna realmente no comenzó en Bologna, sino en Ámsterdam, la primera ciudad europea que visité en este viaje. El plan era el siguiente: tomar mi vuelo de la Ciudad de México a Ámsterdam, quedarme en Ámsterdam tres días y después tomar mi vuelo de Ámsterdam a Bologna y llegar aquí un par de días antes de comenzar mis clases. Ámsterdam fue, por decir así, mi bienvenida a Europa. Y no pude pedir una mejor bienvenida.

Cuando llegué, me encontré con Beto en el aeropuerto. Llegamos prácticamente a la misma hora, con algunos minutos de diferencia, solo que él venía de Madríd y yo de México. Investigamos la manera más rápida de llegar al hostal en un módulo de información. La señorita que nos atendió fue muy amable y nos explicó paso a paso qué transporte tomar y cómo llegar.

Traslado del aeropuerto Schipol a la ciudad

Tuvimos que tomar el tren que lleva del Aeropuerto Schipol hacia la Estación central, que nos costó 8 euros. Lo que no sabíamos, pero descubrimos después, es que ese boleto tenía validez para un trayecto de ida y uno de venida. Los boletos se pueden comprar tanto en las máquinas como en las ventanillas de ventas de la estación de trenes del mismo Schipol. Este fue el precio para viajar en segunda clase, y como aquí había mucha gente y pocos lugares para sentarse, nos tocó estar parados todo el trayecto, que fue como de veinte minutos. El tiempo se pasó muy rápido viendo el bonito paisaje desde el tren: pudimos ver el campo, algunos canales y casas muy bonitas que aunque estaban ya fuera de la ciudad mantenían el estilo arquitectónico de las que están en el centro.

Qué bonito es conocer personas tan amables

Cuando estábamos a punto de llegar, Beto y yo nos preguntamos si la siguiente estación sería la nuestra. Un señor que estaba atrás de nosotros, nos entendió y nos dijo que sí, que la que seguía era la estación donde debimos bajarnos. Nos preguntó si éramos mexicanos y le dijimos que sí; entonces nos platicó que él era inglés, pero estaba casado con una mexicana y había reconocido nuestro acento. Nos hizo varias veces una pregunta que no entendíamos, pero cuando la entendimos nos causó mucha risa; la pregunta fue: “¿Están chilangos?” Loschilangos, para quien no lo sepa, son los habitantes de la capital de México, entonces lo que el señor realmente quería preguntarnos era si veníamos de la Ciudad de México, pero usó el verbo “estar” en lugar del verbo “ser” y además nos pareció muy extraño que un inglés usara la palabra “chilango”, por eso fue que al principio no le entendimos. El señor fue muy amable y nos guió hasta afuera de la estación; la verdad es que estábamos muy perdidos y de no ser por él nos hubiéramos tardado un rato en encontrar la salida. Tuvimos un muy buen y simpático comienzo gracias a ese señor.

Nuestro hostal

Una vez afuera de la estación, caminamos hacia nuestro hostal, que quedaba bastante cerca, a menos de diez minutos a pie. El hostal en el que nos quedamos fue el Shelter City Christian Hostel, ubicado en el centro de la ciudad, y más precisamente en la zona donde se encuentra uno de los barrios más famosos de Ámsterdam: el Barrio rojo, conocido en inglés como el Red Lights District. Nosotros no lo habíamos intuido en el nombre del establecimiento, pero lo descubrimos cuando llegamos ahí: era un hostal cristiano. Eso no tiene nada de malo, pero si nos sorprendió un poco porque realmente no lo esperábamos. Tenían una especie de grafitti que decía “God loves you”, algunas frases bíblicas anotadas en pizarras e invitaciones a sus lecturas y reuniones. Cuando vimos eso fue que nos dimos cuenta de que el hostal era cristiano, pero afortunadamente era nada más la temática, no había ninguna obligación de participar en las actividades.

El hostal estuvo bastante bien, realmente lo recomiendo; el precio fue de veinticinco euros por persona por noche, con desayuno incluido, en una habitación para puras mujeres o para puros hombres de catorce camas. Lo de las catorce camas parece mucho, pero la habitación era muy muy grande y tenía lockers  (solo que uno debe llevar su propio candado o comprar uno ahí). Las regaderas y baños eran suficientes y suficientemente limpios. El desayuno era bastante rico y llenador. Y sobre la ubicación solo puedo decir que era excelente, para los que les gusta caminar, como a nosotros, estuvo perfecto porque no se tenía que caminar más de media hora para llegar a los sitios por visitar, y así nos ahorramos el transporte de esos tres días.

Nuestro primer paseo por Ámsterdam de noche

Una vez que nos instalamos quisimos salir a conocer un poco, aunque ya empezaba a anochecer. Paseamos por el barrio del hostal y fue ahí que descubrimos un poco sobre esa fama del Barrio rojo sobre Ámsterdam y la prostitución. Íbamos caminando tranquilamente por las calles cuando en uno de los locales, bastante iluminados, vimos a una muchacha con muy poca ropa detrás de una vitrina. Esa objetualización me molesta y me entristece demasiado, aunque en ese momento lo único en lo que pude pensar fue en la sorpresa de encontrarme con algo tan inesperado e insólito para mí.

Además de confirmar ese triste hecho de Ámsterdam, en nuestro paseo nocturno nos encontramos con construcciones y plazas muy bonitas, cuyos nombres nunca supimos, pero que nos parecieron lugares muy bonitos. Cerca de nuestro hostal, por ejemplo, había una construcción que se veía muy antigua y parecía castillo, y ahora funciona como un café que tiene bastantes clientes y una terraza muy bonita con vista a los canales.

Como era ya algo tarde no tuvimos oportunidad de pasear o conocer mucho, pero lo que pudimos conocer de Ámsterdam de noche fue sumamente hermoso (fuera del triste incidente de las muchachas en venta, claro). Lo malo de Ámsterdam es que es una de las ciudades más caras de Europa, por lo que nos costó mucho trabajo encontrar un lugar para cenar no tan caro. Terminamos cenando un delicioso Kebab cerca de la plaza Dam. Lo curioso es que cuando paseamos por esta plaza no teníamos idea de qué era, solo vimos una plaza muy bonita y nos sentamos ahí un rato, pero ya más tarde, cuando ya me había ido de Ámsterdam, vi fotos de la plaza Dam y me di cuenta de que muy posiblemente era la misma en la que habíamos estado esa noche.

Después de cenar regresamos al hostal, cansados, pero felices de tantas cosas tan bonitas que habíamos visto en tan poco tiempo y emocionados por lo que nos faltaba de ver en nuestros siguientes días, que compartiré en las siguientes entradas de este blog. ¡Quédense al pendiente!

Si desean ver los siguientes días de este diario, pueden encontrar aquí el día dos y aquí el día tres.


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