El Monte Saint-Michel - El castillo Disney de Normandía
Horario en peligro
El segundo día en Normandía empezó con problemas. Quedamos a las siete y media de la mañana para desayunar y prepararnos para salir cinco minutos antes de las ocho. Pero solo estábamos nosotras. Había gente de nuestro grupo que había empezado a desayunar a las ocho menos diez y por supuesto, a las ocho de la mañana no estaban preparados. La guía, que ya era una persona nerviosa de por sí, se estresó mucho más ya que veía que íbamos con retraso. Nosotras y alguna gente más ya estaba lista estábamos molestos, porque nosotros sí que nos habíamos levantado antes para estar a tiempo, cuando a los demás parecía que les daba igual.
Trouville - primer paso del año por la playa
Tras veinte minutos, poco antes de que la guía perdiera los nervios, seguimos con el viaje. La primera parada era Trouville, una ciudad también conocida como "la ciudad pirata", dado su historia. No teníamos mucho tiempo para ver la ciudad ya que habíamos perdido una media hora esperando a los otros. Así que tan solo teníamos una hora y media para ver Trouville, un pequeño pueblo costero. Queríamos ir a la playa porque hacía sol y hacía mucho calor para ser abril. Así que pasamos al lado del famoso Casino, le echamos un par de fotos y llegamos a la playa, la que tenía poca agua porque había marea baja. Nos quitamos los zapatos y disfrutamos de la arena bajo nuestros pies. Era la primera vez del año que estaba en la playa y fue increíble (incluso cuando la arena estaba un poco fría). Así que paseamos por la playa y disfrutamos del sol hasta que tuvimos que volver al autobús.
Saint-Malo: tren turístico del terror
Esta vez, todo el mundo llegó a tiempo y pudimos continuar con el viaje hasta la siguiente ciudad. Era Saint-Malo, otra ciudad costera. Debido al tráfico perdimos otra media hora, por lo que nuestro tiempo para ver Saint-Malo fue limitado a tan solo cuarenta y cinco minutos. Así que la guía sugirió que compráramos un billete grupal para el "tren turístico" , para poder permanecer juntos y ver cosas en menos tiempo. Aceptamos porque no teníamos otra opción, aunque nadie tenía mucha ilusión al respecto. Llegamos y tuvimos que esperar un cuarto de hora a que el tren volviera a la zona de salida. Nos montamos en el tren para ver el centro de la ciudad de Saint-Malo. Pero no vimos mucho porque el tren tenía un techo cerrado y la gran mayoría de los edificios eran mucho más altos. Aun así mi impresión era que esta una ciudad muy bonita, llena de muros muy interesantes y un gran número de edificios históricos.
Después del tour en tren teníamos un cuarto de hora para hacer lo que quisiéramos. No era mucho tiempo pero afortunadamente el autobús había aparcado al lado de la playa, así que fuimos allí. Todavía hacía buen tiempo, así que disfrutamos de la arena y nos echamos unas cuantas fotos. Teníamos que volver al autobús para ir al Monte Saint-Michel, que era la parada más importante del viaje. Teníamos que darnos prisa, porque ya habíamos perdido tiempo quedándonos aquí.
Lo más importante del viaje: Monte Saint-Michel
Después de una hora de viaje llegamos al aparcamiento del Monte Saint-Michel. Ver la pequeña isla desde lejos era impresionante. No queríamos perder tiempo ya que queríamos verla por dentro, así que fuimos corriendo hasta el transporte que nos llevaba hasta ella. Antes de entrar, tuvimos que echar como unas mil fotos. Al final, estábamos dentro del Monte Saint-Michel con un montón de turistas más. Es un pequeño pueblo construido en la cima de una montaña y contiene un noventa por ciento de tiendas para turistas. Hay tan solo diecinueve personas viviendo en la isla, lo que me pareció muy interesante. En la cima del Mont Saint-Michel hay una iglesia en la que puedes entrar, pero decidimos no entrar porque había una cola larguísima. Echamos fotos, exploramos las calles, echamos más fotos y disfrutamos de la increíble vista que había desde la cima de la montaña. Después de un rato, el tiempo de visita casi se había acabado, así que decidimos volver al autobús. Pero de pronto todo el mundo tenía hambre, así que nos pusimos a buscar algo para comer, aunque no era fácil encontrar algo que fuese rápido, que estuviese bueno y que fuera barato. Así que estuvimos mucho tiempo buscando una comida barata pero al final tuvimos que darnos prisa para estar a tiempo para subir al autobús.
Llegamos al autobús unos cinco minutos tarde, y estábamos solo nosotras. Me frustró bastante. Nos tuvimos que dar mucha prisa. Nos compramos una comida que no sabía muy bien para que nos diera tiempo y al llegar no había nadie. Ni siquiera estaba el conductor, así que tuvimos que esperar fuera del autobús. Tras diez minutos el conductor volvió y nos dejó entrar al autobús. Estaba estupefacto porque no había nadie en el autobús y nosotras estábamos muy enfadadas porque la guía tampoco estaba aquí. Ella, la que siempre estaba nerviosa y quería llevarlo todo a tiempo iba con veinte minutos de retraso. Era imposible.
Tras cuarenta minutos el resto del grupo llegó, a excepción de dos personas. La guía se encontraba incómoda porque sabía que había llegado casi una hora tarde, pero no se disculpó. Nos contó algo sobre la iglesia para que nos olvidáramos de su error. Faltaban dos personas y dijo que llegaríamos a París dos horas más tarde de lo esperado. Así que empezamos a ver trenes de París a Amiens pero no encontramos ninguno. Eso era un problema. No quería quedarme en un hotel de diez euros la noche, quería volver a mi habitación y poder cambiarme de ropa. Finalmente las otras dos personas llegaron (se perdieron buscando la salida de la isla) y empezamos el camino a París con una hora y media de retraso. Así que la primera hora del viaje nos la pasamos pensando en cómo coger el último tren a Amiens, si deberíamos coger otro tren y demás. No queríamos pasar la noche en París. Pero no había otra posibilidad, así que una de nosotras reservó un habitación de hotel.
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