Mi llegada a Bratislava

Llegué a Bratislava el 1 de febrero, hacía frío, todo estaba muy oscuro y había 20 centímetros de nieve. El vuelo en el que me fui (escala en Praga) fue larguísimo y daba un poco de miedo (definitivamente el avión con hélices no está hecho para mí). Me había tirado la tarde llorando porque no quería dejar a mis amigos y familia. ¡Tenía a la vez tanto miedo y tantas ganas de empezar de cero! Bueno, cuando llegué a Bratislava me esperaba un taxista y me llevó a un bloque de pisos un tanto alejado del centro. Y ya estaba en mi nueva casa, sola, porque mis compañeras de piso no habían llegado todavía. Primera impresión: ¡no me quiero quedar aquí! Bueno, al final lo que cuentan son las experiencias que vives después...

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