Un día por Carnota, Ézaro y Ponte Maceira
¡Hola de nuevo!
Hoy os quiero hablar de algunos lugares que vale la pena visitar cerca del pueblo donde yo vivo, Cangas.
A veces nos empeñamos en conocer lugares lejos de donde vivimos, sin llegar a visitar antes los que tenemos al lado de casa y que son increíbles también. Yo hace unos años que me he dado cuenta de la cantidad de pueblos, cascadas, playas y demás lugares preciosos que hay en Galicia, a solo unas horas en coche.
Por eso hoy os quiero hablar de una pequeña ruta de un día que hice hace algún tiempo. Las paradas de esta ruta fueron por orden Carnota, la cascada del Ézaro y el pequeño pueblo de Ponte Maceira.
Carnota
En primer lugar nos dirigimos a Carnota. Nos levantamos temprano para emprender nuestro viaje desde Cangas, y nos llevó casi dos horas el trayecto hasta allí. Se encuentra a 73 kilómetros de Santiago y a 103 kilómetros de A Coruña.
Carnota no es una de las zonas conocidas de Galicia para aquellos que no pertenecen a esta comunidad, pero lo cierto es que especialmente para los que vivimos por la Costa de las Rías Baixas o los que viven en la Costa da Morte, este lugar es conocido por albergar una de las mejores playas de Galicia.
Carnota es un municipio de gran riqueza cultural y paisajística, además de por su conocida playa. Está situado entre el final de las Rías Baixas, donde se encuentra el municipio en el que vivo, y el comienzo de la Costa da Morte, exactamente entre la desembocadura del río Xallas y el de Punta Lens.
Si algo abunda en este lugar son los hórreos. Y es que aquí se encuentran dos de los hórreos más importantes de Galicia: el hórreo de Lira y el hórreo de Carnota. Ambos fueron construidos en la segunda mitad del s. XVIII.
Los hórreos son un tipo de construcciones gallegas de piedra o madera que se elevan del suelo gracias a pilares. Su estructura puede variar y a veces su planta es cuadrada, otras redonda, octogonal… pero sin duda la más común es la rectangular. Su función es guardar las cosechas, pues en el pasado eran la mejor manera de mantener el grano lejos de la humedad y de los animales como pájaros o insectos que podían dañarlo. En la actualidad todavía se utilizan en algunos lugares para conservar productos como patatas o cebollas, pero cada vez es menos común. En definitiva, constituyen una forma característica de la arquitectura gallega y su paisaje.
El hórreo de Carnota se encuentra a muy pocos metros de la iglesia de Santa Comba y con su longitud de casi 35 metros, es considerado el hórreo más grande de la comunidad de Galicia.
Es la construcción más representativa del municipio y fue declarado Monumento Nacional. Fue construido en el año 1768, aunque unos años después se amplió y adquirió su aspecto actual. Es curioso observar los veintidós pares de pies sobre los que se sostiene.
Muy cerca de esto hórreo nos encontramos también con otra de las visitas obligadas de este pueblo, su cementerio.
He de decir que yo no suelo estar muy interesada en visitar cementerios, de hecho he pisado dos o tres contados en toda mi vida, pero este nos lo encontramos después de visitar el hórreo por casualidad y la verdad es que era bastante bonito en frente de la iglesia de Santa Comba.
Como os he dicho, el lugar más famoso de Carnota es sin duda su playa.
Se trata de una playa de más siete kilómetros de longitud que cuenta además con dunas y se convierte durante el invierno y otoño en un lugar de acogida para distintas aves acuáticas.
Estuvimos un buen rato paseando a lo largo de toda la playa que estaba completamente vacía, solo nos cruzamos con una o dos personas que paseaban también.
Yo cuando fui era invierno, por lo tanto hacía demasiado frío como para darse un baño, pero lo cierto es que es conocida como una de las playas más peligrosas. Más de una vez han habido incidentes graves ya que suelen haber olas bastante grandes y el agua suele estar muy revuelta. Os aconsejo entonces a aquellos que vayáis que tengáis cuidado y no os confiéis, siempre es mejor no alejarse demasiado de la orilla en este tipo de playas.
Ézaro
Nuestra segunda parada fue el pequeño pueblo pesquero de Ézaro, conocido principalmente por su famosa cascada.
Desde Carnota hasta Ézaro son solo 20 minutos en coche y además el camino va bordeando toda la costa y permite disfrutar de paisajes preciosos. Como os podéis imaginar, al ir bordeando la costa gallega el trayecto está bastante lleno de curvas, recuerdo que estaba un poco mareada. Pero por suerte como os digo se hace muy rápido.
Por lo que la gente acude a este pueblo es principalmente para visitar la Cascada del Ézaro, en gallego Fervenza do Ézaro. Esta cascada se forma en la desembocadura del río Xallas, y es por ello que este lugar es tan especial ya se trata de el único río de toda Europa que desemboca en cascada directamente al mar. Este desnivel al final del río es de 155 metros, precipitándose en el agua 40 metros de altura, por lo que os podréis imaginar la espectacularidad de este lugar.
Esta cascada se puede apreciar desde tierra paseando por una pasarela de madera que nos lleva hasta ella, también desde el agua ya que ahora se permite alquilar piraguas con las que acercarse a la cascada y poder obtener otro punto de vista.
Y por último, aunque es cierto que no es posible observar del todo la cascada, vale la pena subir al Mirador del Ézaro desde donde se puede ver el embalse de Santa Uxía y la ensenada de la ría que desemboca en la playa de Ézaro.
Es muy fácil aparcar pues en cuanto se llega a la zona hay un parking donde dejar el coche bastante amplio y que lleva directamente a la pasarela de madera de la que os hablaba. Aquí también se pueden encontrar varios bares donde tomar algo.
La cascada se puede ver iluminada en las noches de verano, pero la verdad es que la vez que fui era invierno por lo tanto no nos pudimos quedar a verlo.
También se lleva a cabo aquí una marcha cicloturista llamada la gran fondo Ézaro, y atrae a muchos visitantes a la zona durante el fin de semana en el que se celebra.
Ponte Maceira
Desde Ézaro decidimos volver a casa pues nos quedaba un buen trayecto por delante, pero decidimos parar antes a ver el pueblo de Ponte Maceira. Mi madre ya lo había visitado hacía bastantes años y lo recordaba como un pueblo muy pequeño y con mucho encanto. Desde Ézaro nos llevó sobre una hora más o menos.
Paramos solo una media hora pero fue suficiente para pasear un poco por el pueblo y ver lo principal.
Este pueblo se encuentra entre los municipios de Ames y Negreira y acoge una presa de un molino, una capilla, un bonito palacio moderno y, en especial, su puente medieval conocido como A Ponte Vella construido sobre el río Tambre en el siglo XIII. Este puente es curioso porque divide los dos municipios entre los que se encuentra este pueblo: Ames y Negreira.
Como os decía, también es conocido el palacio que se encuentra justo al borde del río, se observa cruzando el puente. Se le llama el Pazo de Balandrón pero es de propiedad privada por lo tanto solo se puede disfrutar desde el exterior.
También vale la pena ver los tres molinos de agua que se encuentran a orillas del río y al lado de uno de ellas hay una presa que forma una bonita estampa. Uno de estos molinos funciona actualmente como restaurante y además tiene muy buena fama.
Pero, como suelo decir, lo mejor de estos pueblos es pasear por sus calles empedradas. De hecho por aquí pasan muchos peregrinos que realizan el Camino de Santiago ya que suelen cruzar este pueblo para dirigirse hacia Fisterra, el punto final de su ruta.
Ya se hacía tarde, de hecho estaba anocheciendo, así que decidimos ya coger el coche para volver de nuevo a Cangas, nos quedaba una hora y cuarto de camino más o menos.
Una vez más, espero que os haya gustado y que, a los gallegos, os anime a visitar esta zona tan bonita, y para aquellos a los que Galicia quizás no os quede tan cerca, animaros a venir a visitarla ya que, como este, hay muchísimos lugares increíbles que ver, nada masificados y donde podréis disfrutar al máximo de la naturaleza.
¡Gracias por leerme!
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