Roma blanca
El verde de los parques, el rojo de la pasión, ¿el blanco de la nieve?
Quién me iba a decir a mi que iba a vivir en Roma la mayor nevada desde hacía 3 décadas. Noticia mundial y yo allí, levantándome a las 7 de la mañana porque se me abrió el ojo, miré por la ventana y no vi nada. ¿Qué pasa? ¿He muerto? ¿Por qué es todo blanco?
Ver Roma vacía: vacía de color y a la vez tan extrañamente viva, entre tanto frío. Vacía de gente, por lo pronto que era, porque poco tardaron en salir no solo los turistas si no los propios romanos. Metros colapsados. Menos mal que vivía a 20 minutos andando del Colosseo. Aunque esta vez, el camino se hizo más largo. No se ni cómo me dio la memoria del móvil para tanta foto, ni cómo no me caí ocho veces por el camino. Más que andar, patinaba. Nevada de noche y a 9 grados bajo cero… ¡vaya planchas de hielo!
Y de repente, una ciudad donde reinan las Vespas y los Smarts, se inunda de enormes 4x4. Una ciudad donde reina casi cualquier idioma más que el italiano, se llena de “mamma mias” en caras iluminadas de alegría. Explanadas verdes rodeando el Colosseo donde normalmente no se puede estar, convertidas en explanadas blancas cada vez más llenas de niños y adultos haciendo muñecos y guerras de nieve.
¡La ESN haciendo un concurso de fotografía para ganar una entrada gratis a la siguiente fiesta! Mi compañero de piso la ganó. Casi un orgullo familiar.
Si el Colosseo ya es una de las cosas más bonitas que he visto nunca, imaginaos el contraste la piedra con todo blanco al rededor. Una auténtica locura.
A medida que pasaban las horas, los pies empezaban a congelarse y las calles empezaban a llenarse, como un laberinto organizado según la dirección de cada móvil que tomaba una fotografía en cada dirección.
Si tuviera activado el reconocimiento de cara de Facebook, seguramente saldría en más de mil solo de ese día.
Tras un chocolate caliente en la primera cafetería que encontramos al lado del Colosseo (seguramente la más cara, pero qué más daba para celebrar la ocasión), energías recargadas, calor corporal recuperado, vámonos a casa para elegir las mejores fotografías y participar en ese concurso.
Y después de la tormenta (de nieve)… La verdad es que no llegó la calma. El caos de Roma es doble cuando hay alguna situación adversa. La ciudad se paralizó: universidades, supermercados, instituciones cerradas. Exámenes aplazados. ¡Laureas (trabajo final de carrera) aplazadas! Árboles caídos en medio de la calle que tardaron casi una semana en retirar. Al día siguiente ¡tuberías congeladas! Venían mis amigas de visita y yo sin agua. Y como era Roma, la solución era esperar a que saliera el sol. Qué metáfora más bonita…
Supervivencia tras la nevada, en una ciudad supuestamente civilizada.
Otra aventura erasmus más.
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Comentarios (2 comentarios)
Miguel Martínez Martínez hace 6 años
¡Qué bonita es Roma nevada!
Isabel Martínez Higueras hace 6 años
Maravillosa experiencia!!!