¿Por qué viajar? 10 cosas que me aporta viajar.

¡Hola a todos y todas! Hoy me gustaría compartir con vosotros todo lo que me ha aportado el hecho de viajar, y lo que aún continúa aportándome a día de hoy.

No voy a describir con todo detalle las lecciones de vida que me han dado mis viajes, sino más bien, el por qué lo hago, por qué yo viajo. Aunque también es cierto que tengo en mente un artículo sobre las lecciones de vida que he aprendido viajando.

Hace falta de todo para completar este mundo, e incluso también personas que no entienden necesariamente mi entusiasmo por viajar. Por ejemplo, con frecuencia la gente me pregunta "¿Pero por qué tú quieres tanto viaje?" o también, "¿Por qué quieres embarcarte en un viaje alrededor del mundo? Es muy largo, y algo peligroso... "

La primera vez que me preguntaron algunas de estas dudas, os confesaré estar un poco desconcertada (y solo he podido responder con vagos balbuceos).

Me gustaría entonces, compartir contigo mi respuesta ¡un poco más desarrollada!

En primer lugar, me gustaría compartir tan solo una reflexión sobre la diferencia, a mi parecer, entre "turista" y "viajero", lo que considero muy interesante aclarar para este artículo.

Incluso si pienso que es importante hablar de esta sutileza, aclaro por supuesto, que son detalles completamente subjetivos.

Según el diccionario, un turista es una persona "que viaja por placer" y un viajero es aquel "que viaja".

Entonces, en principio, sería algo así como que es el placer el que marca la diferencia, lo que supone la diferencia entre uno y otro.

Pero en mi opinión, creo que este concepto va aún más lejos, teniendo en cuenta la razón y la intención que uno tenga al inicio de este viaje.

En realidad, todo depende simplemente, de lo que buscamos del viaje. ¿La aventura? ¿Un nuevo descubrimiento? ¿La comodidad? ¿La relajación?

Y ninguna razón será mejor que la otra. Personalmente, en este artículo, os hablaré del viaje como "viajera", una viajera con unas ganas empedernidas de descubrir nuevas culturas y que ama los retos, las aventuras y que busca salir de su zona de confort.

Porqué viajo, qué es lo que me aporta.

1. El placer (de emprender el viaje).

El placer de pasar de la planificación a la realidad. Emprender un viaje requiere tiempo y energía (incluso si la cantidad d la misma depende realmente del estilo del viajero). Pero no importa si estoy en la primera fase, organizándolo, o viviéndolo o recordándomelo, tengo realmente una chispa que me proporciona el placer y me anima en cualquiera de las situaciones.

2. El placer de escuchar, hablar y practicar otras lenguas.

En el colegio, seguramente os han dicho, y varias veces, lo importante que es conocer otras lenguas (en la escuela se hace más énfasis en el inglés, pero podemos aplicarlo a cualquier otra lengua).

E incluso, con vagos conocimientos de una lengua, tenemos acceso a nuevas informaciones (libros, series de televisión, vídeo de Youtube... ) y sobre todo a nuevas relaciones y oportunidades de reencuentros ¡ricos en experiencias e historias!

El viaje permite la asimilación y la práctica de estas lenguas. ¿Qué mejor entonces, que sumergirse directamente en la piscina?

3. Apertura de mente.

Creo que es uno de los puntos que nos vienen en primer lugar a la mente cuando se piensa en un viaje.

Con frecuencia se dice que los viajes contribuyen a formar el carácter de los jóvenes y nos abre la mente a nuevos horizontes. Simplemente gracias a la diversidad de culturas y de pensamientos.

Cuando vamos al encuentro de una población que tiene costumbres totalmente diferentes, no podemos permitirnos bloquearnos y pensar que "nuestros valores, los de mi cultura, lo de mi país, es lo mejor" o "las normas de mi país son las más justas y honestas".

El hecho de que estemos rodeados por una mayoría cultural diferente, nos insta realmente a plantearnos ciertas cuestiones.

4. Encuentros improbables.

Este es el punto que más me atrae. Sinceramente, creo que la magia de la vida viene de las interacciones y conexiones que tenemos con lo demás.

Entonces, lo encuentros son muy importantes, y aún más cuando suceden entre personas de diferentes horizontes.

Se aprende en compañía a comunicarse, a crear lazos de amistad, a descubrir en compañía lugares recónditos del mundo, compartir momentos, recuerdos y experiencias... En fin, este tipo de encuentros son par mi ¡una fuente de bienestar!

5. Acceso a actividades y sensaciones exclusivas.

El viaje nos permite una exploración más profunda de nuestros sentidos.

Por ejemplo, un egipcio no podrá hacer una auténtica experiencia de inmersión en los glaciares nórdicos sino es viajando. O al revés, un sueco no podría experimentar la belleza y la sensación del desierto sahariano si no es yendo hasta él.

Soy consciente de que, dicho así, puede parecer evidente, pero es eso lo que me motiva realmente a explorar lo desconocido, ir a lugares totalmente diferentes y recónditos.

Y lo mismo podríamos decir de las actividades: los viajes en globos aerostáticos en Turquía, las tirolinas de Costa Rica, los cafés temáticos de Japón...

6. Un gusto acérrimo por la aventura.

Por mi parte intento siempre de alejarme un poco de lo que es más turístico, ya que lo que a mí me interesa es estar en contacto con una cultura con un pueblo.

No quiero contentarme solo con una imagen prediseñada, aquella que se quiere mostrarnos del país.

Es este proceso que me llega frecuentemente a lugares que no están necesariamente habilitados para turistas y muy poco frecuentados.

Y están también las obligaciones que me impongo a mí misma para buscar esta autenticidad (dormir en casa de los nativos, hacer autostop, compartir coche, conseguir pequeños trabajos... ) lo que dotan al viaje de más aventura. Es esta excitación lo que me aporta un extra a la vida que he elegido vivir, una vida que encuentro ¡más excitante y menos aburrida!

7. Pruebas e incomodidades que hay que soportar.

Pero quien dice aventura, dice también ¡obstáculos! El viaje no es nunca de color rosa al cien por cien, y es que hay cosas mucho menos divertidas que pueden ocurrirnos. Sin embargo, es lo que nos forja y lo que aporta la densidad de la experiencia y ¡la intensidad de la vida!

8. Encontrarse despojado de todo, únicamente con uno mismo.

Otra de los aspectos que diferencian a los turistas de un fin de semana y al viajero a largo plazo, es que éste último no puede permitirse llevarse una gran maleta consigo.

Cuando hice mi viaje por Europa con una gran maleta en lugar de una mochila de viaje, creedme, ¡era lo peor del viaje!

Viajar ligera, contentarse con lo mínimo, puede no ser fácil y, sin embargo, uno se da cuenta enseguida de que aporta también una ligera a nivel de nuestros pensamientos y cargas mentales.

Menos cosas a gestiona, menos riesgos de perderlas o de romperlas.

En fin, viajar solo con lo mínimo, con aquello de lo que tenemos verdaderamente necesidad. Y creedme, con frecuencia ¡es mucho menos de lo que poseemos!

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9. Me ayuda a darme cuenta de que soy una niña del mundo y no de un solo país.

Me parece verdaderamente una lástima que nos dividamos, que tengamos miedo de los demás, que nos peleemos en lugar de estar unidos como habitantes de un mismo planeta.

Como seres humanos, considero que nosotros pertenecemos ¡al mundo entero!

Además, algunas personas tienen a veces la sensación de haber nacido en el país incorrecto, o de no tener un sentimiento de pertenencia a una cierta comunidad. El viaje puede ayudarnos a encontrar, descubrir lo que nos atrae, comprender el porqué, y encontrar el lugar (o lugares) donde nos sentimos realmente como en casa.

10. Aprendo cosas nuevas de mi misma.

Al principio, cuando me decía esto, lo encontraba un argumento un poco flojo, ya que no entendía demasiado bien en que podía ayudar, esto de viajar, a conocerse a uno mismo,

Pero es viviéndolo cuando todo cobra sentido: nunca antes había estado tan cerca de conocerme a mí misma.

Despojada de todo lo superfluo, y encarándome con situaciones poco habituales, es ahí donde me encuentro con incertidumbres y me obliga a replantearme muchas cosas.

Por ejemplo, un detalle muy tonto, cuando participé en una visita guiada gratuita, pero en éstas que hay que dar un donativo o una propina simbólica al final.

Pues bien, yo estaba realmente contenta con el tour y había aprendido muchísimas cosas. Pero el hecho de tener un presupuesto limitado, me había estresado un poco y preferí esconderme discretamente e irme en el momento de dar la propina.

Después, más tarde ese mismo día, vi a la guía a lo lejos de nuevo, y lo primero que se me viene a la cabeza, es esconderme y esperar a que se vaya.

Todo eso para que no me viese, ya que me daba vergüenza no haberle dado la propina.

Después de todo eso, encontré mi comportamiento tan estúpido y me sentía tan culpable que volvía a la oficina del guía turístico a preguntar si podía hacerle llegar un sobre que le había dado con mi propina (que finalmente era el doble de lo que solían cobrar).

Toda esta historia para decir que, si bien fue una tontería, me permitió descubrir varias cosas sobre mi (la ansiedad ante el dinero, el hecho de que preferí huir en lugar de asumir la situación, aceptación de mi culpa... )

¡Y voila! Creo que probablemente hay otros puntos que seguramente se me escapan... pero quien sabe, puede que escriba una continuación.

¡Espero que os haya gustado e inspirado! Gracias de haberme leído y que paséis un buen día.

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