Parco della Vernavola
Aunque un poco alejado del centro, uno de los espacios verdes más bonitos que tiene Pavía es el Parque de la Vernavola.
Está situada en medio de una zona de la ciudad llamada Cità Giardino (ciudad jardín). Es una urbanización de pequeñas casitas individuales que, aunque cada una con sus peculiaridades, siguen un mismo patrón: jardín delantero, jardín trasero y terraza. Es fácil adivinar así por qué la llaman ciudad jardín.
Es una zona con gente muy amigable y tranquila. También muy especial para mí y que conozco especialmente bien, pues es donde he vivido durante los dos años que llevo en Pavía.
El parque ocupa 35 hectáreas de terreno y destaca por sus contrastes. Contrastes que van desde amplios descampados cubiertos tan solo por una fina capa de césped hasta zonas con densa vegetación donde los árboles son tan altos que apenas te dejan ver el cielo.
Alberga una gran variedad de fauna: 34 especies de pájaros, 54 especies de arañas, 42 especies de carábidos y 17 especies de mariposas. Además, está lleno de patos y nutrias, que pueden verse nadando entre los riachuelos, estanques y senderos que recorren el parque.
Para los interesados de la flora, uno de los sitios más interesantes del parque es el llamado Sendero Botánico. Se trata de un sendero al que se llega desde la calle Acerbi y que recorre una zona rica en árboles como abedules, cerezo, manzanos, robles, sauces, álamos, plataneros… todos indicados con carteles, por si cabe alguna duda de qué clase o especie se trata.
Todo esto convierte al parque en una zona idílica para aprender a observar los detalles de la flora y la fauna de la ciudad de Pavía.
Pero lo que destaca del parque, lo que lo hace único, su mayor encanto, es la variedad de actividades que la gente va a hacer allí. Hay una zona con un gimnasio al aire libre, normalmente llena de jóvenes italianos que se están entrenando. Hay una guardería junto a un estanque vallado frecuentado por niños acompañados de sus padres y abuelos que dan de comer a los patos que lo habitan. Hay un parque con toboganes para los niños más mayores. Hay unas mesas donde la gente más mayor se reúne a diario para jugar a cartas pero en las que también he podido ver alguna vez gente haciendo un picnic. Hay incluso una cuadra de caballos. Y en uno de sus descampados más escondidos, cada día un chico va a entrenar a su halcón allí. No hay de qué preocuparse, os lo puedo prometer, ¡es de mi compañero de piso!
Al ser tan extenso, es buena idea pasear en bici, para poder disfrutar tanto de su parte más cuidada como de su parte menos transitadas, más salvaje. De hecho, uno de los espacios que más me gusta (y al cual se llega desde la entrada de calle de la Torretta y girando después a la derecha) es una zona con plantas que te llegan hasta la rodilla y árboles caídos que se han convertido en puentes por los que cruzar de un lado a otro de un riachuelo.
Conclusión, hay que visítalo. A pie o en bici, entero o en parte, pero hay que visitarlo.
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