No risk, no fun
No risk, no fun
En más de una ocasión me han dicho que estoy loca. Hay personas a quienes ni se les pasa por la cabeza el arriesgarse y dejar su vida perfectamente organizada. El sitio donde viven, el trabajo al que ya están adaptados y por el que reciben un salario con el que cubren gastos y ciertos gustos ocasionales, las cosas materiales que con tanto esfuerzo han comprado, la ciudad que ya conocen como la palma de su mano, sus vecinos, sus amigos, la gastronomía a la que ya están acostumbrados, su idioma. Si bien muchos se esfuerzan por salir de viaje a otra ciudad o incluso a otro país, se van tranquilos casi siempre a visitar las zonas turísticas -donde muy seguramente alguien sabrá hablarles en Español-, a gastar el dinero que ahorraron y que tienen destinado para hotel/comida/bebidas/souvenirs, a tomar las fotos que compartirán con sus conocidos y por sus redes sociales y al volver los esperará su trabajo, su casa, volverán llenos de historias lindas para contar a su familia, a sus amigos, en su trabajo. ¡Y está bien! No lo quiero hacer ver como algo malo. Es maravilloso que amen la vida que tienen y que se den el gusto de viajar y conocer nuevos sitios cada cierto tiempo. ¡Viajar te enseña y te hace libre!
Yo, por otro lado, no puedo evitar planear estancias más largas para poder conocer los lugares, personas y cultura más a profundidad.
Soy colombiana y me considero afortunada de haber nacido en este hermoso país y de hacer parte de la familia tan maravillosa que tengo. Estoy orgullosa de nuestra rica cultura, de la calidez de nuestra gente, de la diversidad, de la riqueza natural y de nuestras costumbres.
Pero el amar a Colombia -para mí- no viene necesariamente ligado a siempre querer vivir allí. Y no es porque piense que no puedo ser feliz en mi tierra, o porque considere que hay sitios más lindos o que me pueden ofrecer mejores cosas. He sido enormemente feliz en Bogotá, la ciudad que me vio nacer y luego desarrollar profesionalmente, y en Fusagasugá, la ciudad que me vio crecer y que me regaló a mis amigos para toda la vida.
Pero la vida es muy corta, el mundo muy grande y el tiempo pasa terriblemente rápido. Y así como a mucha gente le aterra dejar lo que tienen seguro por una aventura con un final incierto, a mí me aterra estarme perdiendo de las cosas que el mundo tiene para mostrarme y para enseñarme, me aterra quedarme en un mismo sitio y haciendo lo mismo por mucho tiempo.
La primera vez que pensé en irme a vivir fuera estaba trabajando para Groupon Colombia, una empresa donde aprendí mucho, rumbeé mucho, desarrollé mi versatilidad (estuve en tres áreas diferentes de la compañía), conocí personas increíbles y fui muy feliz, pero donde trabajé tanto y pasé tanto tiempo en la oficina, que llegué a un punto en que mi vida personal y laboral eran una sola.
Ya había viajado varias veces fuera del país, siempre cómo turista y sí que me había dado cuenta de lo importante que es el inglés. Con él te puedes defender casi casi en cualquier lugar del mundo. Pero no fue sino hasta cuando apliqué a una oferta laboral en la empresa en la que siempre había querido trabajar y fui rechazada porque mi nivel de inglés no era el esperado, que decidí tomar cartas en el asunto. No basta con un curso, está bien tener la teoría, comprender la gramática, pero a hablar, a entender, a defenderte, solo lo aprendes con la inmersión.
Estas ganas de mejorar mi inglés en un país anglo parlante se unió a mi necesidad de un cambio de rutina y empecé a buscar opciones.
Muchos pensarán que estudiar idiomas en el extranjero representa invertir muchísimo dinero, dedicarse únicamente a estudiar -por lo que el dinero para hospedaje y comida debe venir de ahorros eternos o de padres pudientes- pero no, siempre hay opciones para acceder a esos intercambios culturales con una inversión no muy alta.
1. Work and Travel. Existen varias empresas alrededor del mundo que ofrecen trabajo remunerado por cortas temporadas donde además practicas idiomas. Aunque yo no lo he hecho, tengo amigos que han tenido la oportunidad de pasar los veranos (sus vacaciones de la universidad) trabajando en varios sitios de Estados Unidos (principalmente en parques naturales, hoteles, parques temáticos, restaurantes), donde además el tema está bastante bien estructurado, puesto que llegas ya con un cargo y un empleador definido. No es que vayas a llegar con el bolsillo lleno de dinero, pero al menos recuperas algo o la mayor parte de la inversión.
Ojo, entre los requisitos están el ser estudiante universitario y tener entre 18 y 27 años.
Acá dejo un par de links de agencias a las que se puede acudir para acceder a este tipo de programa (una en Colombia y otra en España), pero con buscar en Google “Work and Travel” podrás encontrar las más cercanas:
https://www.workandtravelcolombia.org/
http://www.travelingua.es/programa/work-and-travel-usa
2. Voluntariados. Además de conocer otros lugares, practicar otros idiomas y conocer muchas personas, vas a poder servirle a la comunidad y/o al medio ambiente. Hay de todo tipo: Salvar y cuidar animales, ayudar a conservar sitios naturales, construir casas, compartir tus conocimientos, las opciones son incontables. Y aunque lo usual es que los voluntariados no sean remunerados, hay algunos que te incluyen hospedaje, o comida, o incluso algo de dinero. Encontré algunos que vale la pena revisar en esta página:
https://www.worldpackers.com/es/search/europe
3. Au Pair. Es otro tipo de Work and Travel donde una familia anfitriona te recibe en su casa y te da hospedaje, alimentación, un pequeño salario semanal y una ayuda económica para estudio a cambio de que les ayudes a cuidar a sus hijos. Esta fue mi elección, y la verdad es que no me decepcionó.
El contacto lo hice con Au Pair in América ( https://www.aupairinamerica.com/ ), una agencia que opera desde 1986 en los Estados Unidos, muy organizada y estructurada, el plan te incluye una semana de formación previa a tu año como Au Pair que se lleva a cabo en New York.
Para aplicar debes tener entre 18 y 26 años y por la naturaleza de la labor, es vital que cumplas con requisitos como el que te gusten los niños (si no, ni lo pienses), tengas experiencia con el cuidado de niños que no sean de tu familia (los padres deben estar en capacidad de darte las recomendaciones respectivas), tener permiso de conducir, que hayas finalizado al menos estudios secundarios, no tengas antecedentes penales, tampoco cónyuge y/o personas a cargo y tengas un nivel de inglés que te permita entender y hacerte entender, sobre todo teniendo en cuenta que vivirás mínimo 12 meses con una familia americana.
Cualquier curso o certificación adicional con los que cuentes y que puedan aportar valor a tu perfil como cuidador@ de niños, es un punto más a favor y ayuda a que tengas más acogida dentro de las familias. En mi caso, por ejemplo, yo aporté un diploma de primeros auxilios que adquirí tras hacer un curso con la Defensa Civil Colombiana, y también un certificado de salvamento en aguas confinadas (piscinas) obtenido tras otro curso particular.
El proceso incluía el pago de ciertos fees, un examen de inglés, una entrevista en inglés, la grabación de un video donde contaba por qué quería cuidar niños y presentándome ante las posibles familias anfitrionas y una revisión de la documentación exigida, esto por parte de la agencia, para una vez todo estuviera en orden permitirme dar de alta mi perfil como Au Pair en una especie de red social de nannies y familias.
Desde ese momento ya era posible que los padres dados de alta interesados en mi perfil pudieran enviarme mensajes y preguntas, luego si se generaba una empatía y confianza entre las dos partes se pactaban entrevistas por teléfono o por Skype, y una vez la familia estaba segura de que yo era la persona idónea para el cargo, podían enviarme una solicitud que yo podía o bien aceptar, o rechazar. Estaba en mis manos decidir de entre las familias interesadas en acogerme durante ese año. Elegí una familia hermosa con dos niños (hombres ambos) de 6 y 3 años. Los elegí porque me sentí cómoda cada vez que hablé con ellos por Skype y porque el destino era San Francisco. ¡SAN FRANCISCO! Qué lugar más maravilloso. Desde el momento en que contacté a Au Pair in América por primera vez hasta el momento en que volé a mi capacitación en New York, pasaron 5 meses.
Sin ahondar mucho en detalles, ese año en San Francisco fue una experiencia totalmente transformadora. Tuve que superar cualquier suerte de obstáculos culturales e idiomáticos, vencí muchos miedos, aprendí a disfrutar de la soledad, a extrañar y valorar a mi familia y amigos, desarrollé aún más mi capacidad de adaptación, mejoré mi inglés y también amplié mi español (gracias a mi grupo querido de hispanohablantes de muchos sitios diferentes), inicié un curso de italiano, viajé, abrí mucho mi mente, hice amigos para toda la vida.
Para con la familia Lasser solo tengo agradecimiento, los niños Kenny y Miles fueron mis mejores amigos y mis mejores profesores de inglés, estando allí nació la hermanita, Tilly, con quien aprendí a cambiar pañales (y aunque aún no se ha dado, a ser mamá).
Volví a Colombia tras ese año, principalmente pensando en mi desarrollo profesional, porque si bien era muy muy muy feliz con mi vida en California, lo cierto es que yo estaba viviendo una vida que no era mía. Vivía en uno de los mejores sectores de la ciudad, en una casa victoriana remodelada, conducía una camioneta -propiedad de la familia- que podía usar incluso para ir a clase o a ver a mis amigos, tenía un salario semanal no muy alto pero libre, lo que comiera en casa no me costaba nada. Pero nada era mío… y de mi vida profesional nada, no quería ser niñera el resto de mi vida, y aunque busqué opciones laborales, con mi tipo de visa no tenía muchas posibilidades y el estudio era muy costoso, ¡y ni hablar del costo de vida San Franciscano!, así que con el corazón dividido tuve que volver. Encontré trabajo muy pronto y me adapté de nuevo a la vida en mi país.
Siempre rondó por mi mente la idea de estudiar en el exterior, esta vez en un sitio diferente a los Estados Unidos, pero aunque busqué universidades y becas online, nunca llegué al punto de enviar la documentación e inscribirme.
Después de unos 2 años trabajando en Bogotá, organicé un road trip por Europa (del que ya hablé en posts anteriores) y me fui a pasar allí mis vacaciones con Paola y Ana. Debido a varios cambios de planes y rutas, todo sobre la marcha, nuestros últimos días del viaje tuvimos que pasarlos en Madrid. Y allí el destino puso frente a mis ojos el amor.
A Quinten lo conocí en San Francisco y mantuvimos durante esos dos años largos una comunicación online ocasional, lo normal en amigos lejanos. Pero en ese reencuentro lo miré de forma diferente. Corrijo: NOS miramos de forma diferente. Me atrevo a decir que durante esos tres días que pasamos juntos, nos enamoramos.
Volví a Colombia en Julio, él viajó a conocer a mi familia en Diciembre y pasó conmigo mi cumpleaños número 30, navidad y año nuevo. Por supuesto, él tuvo que volver a los Países Bajos a su trabajo y con su familia, pero empezamos a planear mi visita durante mis próximas vacaciones.
Sin esperármelo para nada, un día me propuso viajar a Ámsterdam no a pasar un período de vacaciones sino a quedarme allí durante el tiempo que me lo permitiera mi pasaporte (90 días). La idea era vivir juntos, tener una relación “normal” de salir a cine, cocinar en pareja, ir a eventos familiares y de amigos juntos, vernos a diario después del estudio y el trabajo. Era un experimento que nos permitiría ver si lo que teníamos era real y si queríamos algo más que un noviazgo por teléfono y de vacaciones. Para mí, representaba tener que renunciar a mi trabajo, entregar el apartamento donde estaba viviendo, vender tooooodas mis cositas (porque no tenía donde dejarlas) e iniciar una aventura sin un futuro muy claro.
Así y todo, muerta del susto, decidí dar el salto de fe. Me inscribí a un curso de Inglés Avanzado en la Universiteit Van Amsterdam y me fui.
Tampoco me equivoqué.
Fui muy feliz con él, su familia y amigos, mi estudio, mis compañeros de clase y amigos que hice. No logré quedarme después de los tres meses porque el estudio para extranjeros no es nada económico (a menos que te ganes una beca, y para eso debes aplicar con tiempo. Busca opciones aquí: https://www.mibeca.net/ ) y respecto al trabajo…primero mi estatus de turista no me ayudaba, no es fácil que una empresa te quiera servir de sponsor para tramitar la visa de trabajo, sobre todo porque representa tiempo, dinero y en general debes tener un perfil muy específico o muy especial como para que decidan contratarte a ti por sobre un ciudadano de la Unión Europea; además, si bien es cierto que en los Países Bajos puedes defenderte y vivir sin ningún problema con el inglés (de verdad, todo el mundo habla inglés), debido a que vengo de trabajar mayormente en ventas y generación de negocios, el neerlandés en ese campo entraba también a ser necesario.
Ya había salido de mi zona de confort, aún tenía esas ganas de estudiar, de volver a vivir fuera, así que decidí aprovechar esa energía que me había empujado a llegar hasta allí, no me rendí y empecé a buscar maestrías en otros países de Europa. En España encontré esa oportunidad que buscaba. Estando aún en Ámsterdam me matriculé en la Madrid School of Marketing para cursar un Máster en Digital Business and Disruptive Technology y volví a Colombia solo para hacer papeles, sacar mi visa de estudiante y disfrutar de la compañía de mi familia y amigos antes de volver a irme.
Y acá estoy, ahora en Madrid, feliz y segura de mi decisión. Estudiando algo que me encanta, trabajando cómo becaria (que es bajo la figura legal en que los estudiantes extranjeros tenemos permitido laborar), teniendo al amor más cerca de lo que lo tenía cuando vivía en Colombia, con muchas expectativas por el año que me espera en Madrid y emocionada por lo que me pueda traer el futuro, dispuesta a seguir sorprendiéndome y arriesgándome. Porque no risk, no fun.
Y repito: amo a mi país, siempre vuelvo a él y siempre hablo de él. Qué mejor homenaje puedo hacerle a mi tierra que el mostrarles a personas de otros países y culturas diferentes quienes somos los colombianos, de qué somos capaces, qué podemos lograr. Contar las historias bonitas, de superación y cambios positivos por los que hemos pasado a través los años. Aportar mi granito de arena para que la gente cambie el discurso de “Pablo Escobar, cocaína, dinero fácil” por el de “trabajo fuerte, café, esmeraldas, talento, riquezas naturales y diversidad de ecosistemas”.
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Comentarios (1 comentarios)
Estefany Mora Chavez hace 6 años
Excelente blog.