Navegando por el Delta del Tigre

Publicado por flag-es Hector Martinez Alonso — hace 12 años

Blog: Diarios de un viajero por Latinoamérica
Etiquetas: General

El primer viaje que realicé durante mi estancia como becario internacional en la Universidad de Belgrano en Buenos Aires lo hice al conocido como Delta del Tigre, que es una pequeña ciudad cercana a la capital, puesto que está en la misma provincia y puede accederse a ella de manera muy sencilla.

El planeamiento fue algo bastante rápido, más bien dicho sobre la marcha. Los chicos que nos estábamos conociendo por la universidad dado que éramos españoles y ya se sabe que donde vamos triunfamos así como otras chicas que conocimos mediante el chico gallego de mi piso que también vino con nosotros nos reunimos y decidimos ir a pasar un fin de semana a este lugar, que fue más bien un día, quedarnos a dormir y volver el domingo siguiente, que como eran elecciones no había prácticamente nada para hacer y estaba todo cerrado. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos.

Por este tiempo llevábamos apenas un par de semanas o tres todos nosotros allí en Buenos Aires, y entre la mayoría ni nos conocíamos. Pues bien, quedando cada uno de nosotros con otros conocidos con los cuales también ir para allá, decidimos quedar en el tren que estaba cercano a la Universidad de Belgrano pese a que algunos otros eran de la Universidad Católica y estaba algo más lejana, pero era un buen sitio, ya que el tren pasaba por el conocido como Barrancas de Belgrano junto al barrio chino.

Todos fuimos llegando poco a poco hasta estar allí todo el conjunto que en total seríamos unas 6 chicas españolas de estas dos universidades, otras dos chicas brasileras muy majas de nuestra universidad, que conoció el gallego que era mi compañero de piso, más este chico y yo, que éramos la única representación masculina de todos nosotros.

El viaje de tren es realmente un cercanías que pasa por cerca de mi casa, y que apenas cuesta un peso y poco, que no son ni 20 céntimos de euro, es tan poco que no merece ni la pena pensar en el cambio. Cuando entramos al tren nos sentamos todos juntos en el suelo en un rincón, y comenzamos un poco a planificar lo que se podía hacer en este sitio. Pues bien, unos días antes yo había estado revisando la Lonely Planet para ver donde quedarnos, lo que teníamos que ver y los diferentes precios, y tras pensarlo un poco planificamos muy por encima lo que hacer.

Nada más llegar a nuestro destino tras una hora de viaje o algo así que se nos pasó volando mientras las gentes nos intentaban vender cosas y mirábamos esta guía, bajamos y nos revisaron los billetes de tren, cosa que por lo general no ocurre prácticamente nunca. Y tuvimos tan mala suerte, o más bien la tuvo una de las chicas, de que no teníamos ni idea de cómo iban las cosas y pensaba que había tirado el suyo. Pues bien, simplemente el revisor le dijo que tenía que pagar 10 pesos en concepto de multa y así lo hizo, sin importarla demasiado, pues no llegaba ni a los dos euros al cambio, aunque lo mejor ocurrió después cuando mirando en el bolso vio que si que lo tenía y nos reímos bastante a cuenta suya.

Esta ciudad era muy curiosa, pues nada más bajar vimos que toda la estación estaba rodeada de todas las banderas del mundo, y lo mejor es que cuando al día siguiente nos fuimos, que eran elecciones, las habían cambiado todas por cientos de banderas de Argentina, y es que ya os voy a explicar luego todo el lío que nos pasó con las dichosas elecciones, que además durante estos meses que estuve igual llegaron a ser un total de tres o cuatro veces las que tuvieron que votar, que si desempates, luego como una final… me pareció muy raro todo esto, pero este ejemplo lo podemos ver también por ejemplo en los Estados Unidos que las elecciones son todo un paripé enorme, o incluso en las de Venezuela, una auténtica locura.

Caminando por allí, lo primero que vimos fue el mar, o más bien dicho el río de la Plata, que aquí es en donde desemboca, creando un precioso delta con una cantidad innumerable de pequeñas islas o islotes realmente bonitos. Pues nada más llegar comparamos precios entre todas las casetas que había por la zona del pequeño puerto y elegimos como no, la más barata para ir a la islita de Bora Bora, donde nos dirigiríamos a hacer un trekking por toda la isla, que era casi selvática, caminando entre un montón de bosque, lo cual fue una gran experiencia, a pesar de que había llovido y que algunas chicas iban en botines o bien vestidas y se pusieron llenas de barro, pero estuvo muy divertido.

Para llegar allí fuimos en un barco por unos 20 pesos si no recuerdo mal, que al cambio no llegan a ser los cuatro euros que era como un autobús que iba parando por los islotes recogiendo a la gente que lo llamaba, lo cual nos pareció muy curioso, sobre todo a los que somos del interior de España y apenas nunca habíamos ido en barco, pues yo no podía dejar de mirar el paisaje y quedarme completamente maravillado.

Cuando el conductor dijo que habíamos llegado a la isla que os he dicho es cuando bajamos e hicimos el trekking. Más tarde nos enteraríamos de que también esto podíamos haberlo hecho en kayak o en otras posibilidades más entretenidas, pero ya era tarde, pues siempre planificábamos todo a última hora y así no nos enterábamos de la misa la media como se suele decir. Durante el trekking un perro nos siguió, que fue algo muy curioso, al igual que ver como el río desembocaba en tantísimos frentes, formando zonas de riachuelos y arroyos, otras en las que las gentes se dedicaban a pescar con sus pequeñas barcas, y otras que aunque anchas, no cubría más que el tobillo, que es algo que nos encantó. En la foto que os adjunto con este blog podéis ver lo increíble que este sitio es, aunque sea sacada de internet porque las mías tardaban mucho en cargar. Como veis, el agua está marron, pero este es el color que siempre tenía. Hay quien dice que es por la plata (mentira), otros que por la enorme cantidad de sedimentos que arrastra desde su nacimiento, o bien que es porque está sucio, que seguramente sea la más probable de todo, porque un río así tan cerca de una enorme capital como esta es lo más lógico que podemos pensar.

Cuando terminamos el trekking fuimos a tomar algo al mercado o feria que había en la ciudad, para ver si también podíamos comer algo, pues eran casi las tres y debíamos buscar algo que llevarnos a la boca, todos nosotros estábamos cansados y sedientos, aparte de muertos de hambre. Consultando la lonely planet, como casi siempre solíamos hacer en estas ocasiones, vimos un paruqe de atracciones, que según dicen era de los más grandes de Sudamérica, pero que no nos impresionó demasiado en contraposición con el resto del viaje.

Después de comer en un sitio muy chulo una enorme cantidad de comida mexicana nos dirigimos de lleno hacia la feria y mercado del Tigre, que era enorme. No sé la cantidad de tiempo que pudimos andar por el mercado, pero era algo espectacular, como el resto de mercados, parecía que no se acababan nunca; y es que había algunos que solo se dedicaban a vender por ejemplo especias como era en caso de uno de ellos, pero es que tenía decenas, o más bien algún centenar de especias diferentes. Era una auténtica locura de sabores y de colores todo aquello, aparte de un monton de puestos de comida rápida, donde yo como siempre me comí un choripan, uno de los mejores manjares de toda Argentina.

Después de esta visita decidimos encaminarnos hacia el hostel que habíamos visitado ya por la mañana al llegar para dejar las mochilas y no cargar con ellas durante todo el día. después de unas buenas duchas y de haber comprado unos espaguetis al pesto que cocinaríamos después, además de la bebida, todo ello antes de las ocho porque después estaba prohibida la venta puesto que comenzaba la jornada de reflexión para las elecciones del día siguiente.

El caso es que después de la cena y de charlar nos comenzamos a beber unas cervezas que compramos, además de la botella de fernet que por la tarde había comprado en el mercado para que todos lo probáramos, que se trataba de un licor de hierbas amargas que se mezcla con coca cola, que aunque debe de ser italiano, se bebe muchísimo en Argentina, y a nadie lo gustó excepto a mí y poco más, hasta el punto de que me hice un enfermo de este licor y hasta hoy en día lo compro en tiendas de licores especializadas en España a mi vuelta a casa. La pena de esta noche es que después de ello no pudimos salir a tomar nada por ahí, puesto que por culpa de las elecciones todo estaba cerrado, aunque la parte buena es que conocimos a mucha gente interesante en el hostel, que nos había costado unos 80 pesos, que no son poco más de unos trece euros, y estaba realmente bien, con su terraza y todo.

Después de dormir la mona puesto que no teníamos más que hacer, nos levantamos y desayunamos como unos auténticos campeones ya que el desayuno, como en la mayoría de hostels de Sudamérica, no sé en el resto como será, estaba incluido y era de buffet libre, así que sin  duda aprovechamos, como buenos españoles, que no se diga, ya que además las dos chicas brasileñas se fueron el día anterior porque no se quedaban a dormir y no íbamos a asustar a nadie.

El día era extraño, puesto que por culpa de las elecciones como ya os he dicho, no había gente por la calle y no había mucho para hacer. Por eso, dimos un largo paseo cercano al mar, y después del mismo visitamos algunos museos, como el museo del mate, que no nos gustó demasiado.

Después, pensamos que no teníamos mucho más que hacer allí, así que cogimos –o más bien agarramos. La guía y nos fuimos a ver otro lugar que pillaba de camino a casa, que era el barrio de San Isidro, aunque a casa quedaba aún un rato. En este lugar había un mercado –sí, acabé harto de ver mercados y mercados en cada sitio al que iba- que era muy chulo, porque no había apenas gente y se andaba con fluidez, donde compré mi primer mate, muy bonito, hecho de calabaza totalmente artesanal, con su bombilla preparada para tallar la misma en su interior, por unos 50 pesos, que no llegaba al cambio a los 10 euros.

Después de andar por el mercado y visitar un poco las calles más importantes entramos a la catedral, que no era lo más bonito del mundo, pero que tampoco nos defraudó. Cuando ya habíamos visto todo esto, charlado con algunos personajes del mercado, etc. decidimos volver a la zona del barrio chino para comer, ya que es bastante barato, cosa que hicimos en un buffet libre, con carne y todo incluida por unos 6 euros, que está realmente bien, pues nos pusimos hasta arriba de comida, e incluso alguna pagó menos porque tan sólo quería comer ensalada, así que muy bien todo.

Después algunos de nosotros nos dirigimos a mi casa, entre las que se encontraba una chica catalana con la que entablé una buenísima relación después, que se encontraba a unas escasas seis o siete cuadras para planear el siguiente viaje que ya os he contado, al Uruguay.

Este viaje fue algo muy económico, si estáis en Buenos Aires no podéis dejar sin visitar el Delta de Tigre, es precioso y muy extraño que la auténtica selva se encuentre así de cerca de la enorme capital cosmopolita que es Buenos Aires. Todo es barato, y podéis optar por hacer algún deporte como agarrar un kayak y recorrer las islas con un guía o algo así que seguramente sea más divertido, pasear simplemente como nosotros o hacer trekking en una isla, o bien sino visitar uno de sus muchísimos museos (aunque dejaban un poco que desear) además del mercado de frutos, que es como se conocía al mismo.


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