Mi maravilloso viaje por Madeira

Madeira fue descubierta en torno al siglo XIV por marineros portugueses y fue rápidamente habitada. No es de extrañar que se asentaran tan rápido en la isla, ya que su tierra es muy fértil. Una de sus principales producciones es el grano y la caña de azúcar, que se siguen produciendo a día de hoy. Madeira es famosa por producir melaza y aguardiente, que es ron de azúcar de caña. También es famosa por cultivar unos de los plátanos más dulces y pequeños.

Sin embargo, a pesar de ser una isla productiva, Madeira es también una isla dura queestá sobre un volcán que lleva dormido mucho tiempo. El terreno de Madeira es, sin duda, uno de los más duros que he visto y que he escalado. Sin embargo, es una de las islas más bonitas y tiene un clima tropical muy agradable, vegetación exuberante y muchos bosques. Es, con seguridad, el lugar perfecto para irte de vacaciones, es por eso que mucha gente la visita continuamente.

Además de la isla principal hay unas cuantas más que forman parte del archipiélago. Porto Santo es la segunda isla más grande, famosa por sus playas de arena infinitas y destino popular para los entusiastas de tomar el sol. Los otros dos conjuntos de islas son las islas Desertas y las Selvagens, que están deshabitadas y constituyen las reservas naturales de Madeira.

Madeira también es el lugar de nacimiento de uno de los jugadores de fútbol más famosos del mundo, Cristiano Ronaldo, que creció en Funchal, donde ahora hay un museo dedicado a su persona. Un dato curioso es que incluso el aeropuerto lleva su nombre, el Aeropuerto Internacional Cristiano Ronaldo.

Así que, tras descubrir Madeira y su increíble belleza, mi novio y yo empezamos a estudiar su mapa y a crear un plan detallado para seguir en nuestro viaje. Poco después, compramos los billetes y, como os podéis imaginar, fuimos a explorar más.

¿Cómo llegar a Madeira?

La mejor manera de llegar a Madeira es en avión y estos días no es tan difícil, ya que hay muchos vuelos a la isla todos los días. Las opciones más baratas para volar a Madeira son EasyJet y Tap Air Portugal, pero también puedes llegar ahí utilizando los servicios de SATA Azores Airlines, Lufthansa o Jet2. El vuelo dura unas dos o tres horas y el aeropuerto está justo al lado del océano, así que hay bastante viento y da bastante miedo cuando el avión está a punto de aterrizar. Aún recuerdo cómo aterrizamos y el momento en el que el avión se inclinó hacia un lado y solo veía agua, nada más. Fue una experiencia bastante aterradora. Sin embargo, la parte positiva del vuelo fue ver la impresionante Punta de San Lorenzo.

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¿Cómo moverte por Madeira?

Lo mejor sería alquilar un coche, de lo contrario seguramente te pierdas los sitios más chulos. Conseguimos encontrar un sitio de alquiler de coches que estaba bien y era barato en Funchal, y ni siquiera nos pidieron una fianza. El servicio que daban era simplemente fantástico e incluso nos esperaron en el aeropuerto para entregarnos el coche. Además, encima de que pagamos unos 150 euros por todos los días, nos dieron las llaves de un Nissan que estaba nuevo. La empresa está en el 456 de la calle Estrada Monumental Street en la ciudad de Funchal. El personal era muy amable y útil, así que nuestra experiencia fue fabulosa.

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¿Cómo es el tiempo en Madeira?

Tiene un clima difícil. Sobre todo durante los meses de otoño e invierno. No, es broma. Cuando fui a Madeira en noviembre me encontré con todo tipo de climas y depende de donde estéis en la isla. El tiempo en Madeira es bastante cambiante, especialmente en las temporadas de otoño e invierno, pero también hay bastante sol, así que no lo echarás de menos. Además, Madeira es conocida por ser una isla soleada con veranos largos y calurosos y primaveras agradables, así que, si tienes la oportunidad, te recomiendo que vayas durante esos meses.

Sin embargo, me gusta estar preparada siempre, así que me llevé mis zapatos de turista, ropa de abrigo y un chubasquero, y te recomendaría hacer lo mismo.

¿Dónde hospedarse en Madeira?

Mucha gente que visita Madeira se queda en Funchal, pero no era una buena opción para nosotros. Después de estudiar un poco el mapa decidimos buscar un sitio para quedarnos en Calheta y encontramos una casa agradable con unas vistas preciosas del océano. La casa era bastante más barata que otras casas del mismo tipo de Funchal, así que era una situación ideal. Además, la casa estaba bien ubicada, ya que podíamos ir con facilidad a cualquier lugar de la isla y no teníamos que conducir durante mucho rato, ya que nuestro viaje en coche más largo no fue de más de una hora.

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¿Qué comida y bebida probar en Madeira?

En cuanto a comida y bebida, Madeira ofrece mucho. Su cocina y sus bebidas me sorprendieron gratamente. La primera noche compramos vino de Madeira, famoso por estar hecho con una proceso de oxidación especial para conseguir ese característico sabor dulce que tiene.

Sin embargo, tengo que decir que estaba demasiado dulce para nosotros, así que no se convirtió en una de nuestras bebidas preferidas. A pesar de ello, probamos una bebida típica llamada Poncha, hecha de ron de caña de azúcar, miel, naranja y zumo de limón. Después se mezcla todo con un palo de madera especial y... ¡voilá! Ya tienes una agradable bebida con la que disfrutar del atardecer. La Poncha es bastante fuerte, pero sigue estando bastante buena.

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Más tarde encontré Poncha de diferentes sabores como maracuyá y mandarina, pero mi preferido es, sin duda, la original. Si quieres probar la Poncha tradicional y participar en la manera típica de beberla puedes ir a la Taberna da Poncha, en la Serra De Agua, donde te darán todo lo que necesites. Es una tradición divertida que consiste en que hacen Poncha, te dan cacahuetes que tienes que pelar tú mismo y, después, tirarlos al suelo.

También recomendaría probar los licores de Madeira, ya que tienen algunos que son bastante buenos. Nosotros compramos Licor de Anona ¡y estaba buenísimo! Además, no era tan caro, ya que nos costó unos 5 o 6 euros. También probamos la tradicional melaza típica de Madeira y estaba bastante buena, pero más fuerte que la miel normal.

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La comida en Madeira puede ser muy diversa y encontrarás de todo en esta isla. Sin embargo, recomendaría probar el sándwitch Bolo do Caco hecho con el pan típico de Madeira, filete, mermelada, queso, mantequilla de ajo y algunas verduras. ¡Delicioso!

Por último, pero no menos importante deberías probar el sable negro que se encuentra en Madeira. La gente de Madeira lo prepara de una manera especial, ya que adoban los filetes con ajo, limón, sal y pimienta negra. Después, los filetes y algunos plátanos pelados se bañan en huevo, harina y a continuación, se fríen con aceite de girasol. Como acompañamiento puedes poner patatas o ensalada. Hicimos este plato unas cuantas veces para cenar y estaba muy bueno, a pesar de ser el pez más feo que he visto en mi vida. Aprendimos esa recita gracias a nuestra encantadora anfitriona, que nos la ofreció para que tuviéramos una experiencia maravillosa.

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Por último, si quieres probar algo tradicional y dulce puedes probar el Bolo de Mel hecho de melaza, harina y nueces. ¡Merece totalmente la pena probarlo!

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Primer día en Madeira

Mi primer día en Madeira no fue tan agotador como los siguientes días que estuve ahí. Fuimos a unos cuantos sitios de nuestra lista y mis preferidos fueron, sin ninguna duda, el Jardim do Mar y las piscinas naturales de Porto Moniz.

Jardim do Mar

Primero fuimos al Jardim do Mar, ya que había visto muchas fotos de sus bonitos caminos y había oído que es un sitio muy agradable para visitar. Para llegar allí con facilidad condujimos hasta el Hotel Jardim Atlantico, donde estaba el comienzo del camino que se llamaba Caminho Real do Paul do Mar. Desde ahí seguimos las señales en el camino y, sorprendentemente, empezó a llover, pero eso no evitó que siguiéramos haciendo senderismo. Después de un tiempo llegamos a un pequeño río que tuvimos que cruzar y fue bastante difícil porque para gente baja como yo no es tan fácil saltar de un lado al otro del río.

Así que lo hicimos fue hacer una especie de puente con los árboles caídos de los lados para poder cruzar yo también. De esa manera conseguimos llegar al mirador Miradouro dos Prazeres, que no era nuestra última parada del camino, pero sí una muy bonita, sin duda. En nuestro camino hasta el mirador también vimos algunas cascadas enormes, que estaban lejos de nosotros, pero aún así se podía escucha el eco de su sonido. Sin embargo, decidimos volver al coche, ya que el tiempo no era muy agradable y esperar un poco para ir a explorar otro sitio.

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Faro de Ponta Do Pargo

Nuestra siguiente parada fue el faro de Ponta Do Pargo, uno de los mejores sitios para observar la isla y sus enormes formaciones geológicas. Podría decir que en ese momento me sorprendí de que Madeira fuera una isla tan montañosa con unas costas tan escarpadas. Me resultaba difícil imaginar que alguien hiciera senderismo por aquí, ya que es prácticamente imposible.

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Miradouro Garganta Funda

Continuamos la ruta un por la derecha del faro de Ponta do Pargo en busca de una casada oculta. Así, fuimos un poco más lejos cerca de un enorme abismo que estaba cubierto por una exuberante vegetación y, más tarde oímos el sonido de la cascada cerca del océano. Por desgracia, era difícil y peligroso llegar hasta ella, así que admiramos su belleza desde la lejanía.

Piscinas naturales de Porto Moniz

Después de terminar las rutas por la parte este de Madeira nos dirigimos al norte en busca de las piscinas naturales de Porto Moniz. Sin embargo, de camino a Porto Moniz encontramos un agradable mirador justo antes de la ciudad y decidimos hacer una parada allí. El mirador Miradouro da Santa estaba un poco más alto que Porto Moniz, en un frondoso bosque tropical, desde donde podías admirar la bonita ciudad costera.

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Después nos dirigimos a la ciudad y aparcamos el coche cerca de las piscinas naturales, en las que decidimos darnos un baño. A pesar de las enormes olas que hay alrededor de las piscinas, es bastante seguro nadar en ellas. El agua en otoño puede estar bastante fría, aunque sigue siendo agradable. Así que nos pusimos el bañador y fuimos a las piscinas a nadar, saltar en ellas, mirar el océano, bucear y perseguir a peces pequeños, estrellas de mar y cangrejos. ¡Fue, con seguridad, una experiencia maravillosa y volvería a ir sin dudarlo!

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Por cierto, las piscinas naturales de Porto Moniz son gratis, así que puedes ir y estar tanto tiempo como quieras. Sin embargo, tienes que andarte con ojo, ya que son bastante resbaladizas, ¡así que ten cuidado con dónde pisas!

Pueblo Ribeira da Janela

Al final del día decidimos visitar el pueblo de Ribeira da Janela, ya que nos pillaba de camino en la vuelta a casa. Estaba a diez minutos en coche de Porto Moniz, así que estuvimos ahí en un momento y aparcamos en el aparcamiento principal de la ciudad, cerca de la playa. A pesar de que estábamos cansados por pasear por la isla durante todo el día, exploramos un poco más. Entonces, algo llamó nuestra atención: unas escaleras que conducían a un agujero en una formación rocosa que parecía una cueva. Fuimos allí directamente y, cuando pasamos al otro lado, vimos una enorme playa con grandes rocas en lugar de arena e interesantes rocas que emergían del océano. Desafortunadamente, empezó a llover, así que tuvimos que irnos. Así fue cómo terminó nuestro primer día en Madeira.

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Segundo día en Madeira

Nuestro segundo día fue toda una aventura, ya que nos perdimos volviendo al coche después de una ruta de seis horas. Afortunadamente, conseguimos volver al camino correcto y volver a tiempo para ver la famosa cueva de Madeira.

Levada das 25 Fontes

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Nuestro día empezó pronto por la mañana, salimos desde la ciudad de Calheta, donde nos alojábamos, hacia el mirador Miradouro do Rabaçal, que se encontraba al inicio de nuestra larga ruta hacia las cascadas. Bajamos por la carretera, que estaba rodeada de paisajes bonitos y, finalmente, llegamos al inicio del sendero, donde terminaba la carretera.

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Al principio seguimos las señales hacia Levada das 25 Fontes y caminamos a través de bosques de Laurisilva, típicos de la isla. Aquí la vegetación es muy frondosa y adopta diversas formas creando un mundo diferente y único. También es muy húmedo, así que vimos mucha niebla flotando por los alrededores.

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De esa manera, después de caminar un tiempo, llegamos a la primera cascada, que estaba rodeada de formaciones rocosas y vegetación frondosa. Estábamos paseando en busca del lugar perfecto para descansar cuando vimos un pequeño pájaro muy mono, tan amigable que nos dejó sacarle una foto y creo que hasta estaba posando.

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Después de un rato volvimos al sendero para ir hacia la cascada de Risco, una de las más famosas y más grandes de Madeira. Los caminos hacia la cascada de Risco y hacia Levada das 25 Fontes estaban muy cerca, así que no teníamos que caminar demasiado para llegar a la cascada y en poco tiempo la pudimos escuchar. Sinceramente, es una de las cascadas más grandes que he visto. ¡Era colosal y potente!

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Decidimos disfrutar de ella un poco más antes de ir hacia la cascada de Lagoa do Vento, situada por encima de la de Risco, y teníamos que ascender mucho para llegar a ella. Así que nos sentamos en los bancos que están cerca de la cascada y la admiramos durante más tiempo. ¡Era una cascada verdaderamente hipnótica!

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Después tuvimos que subir mucho para llegar a la cascada de Lagoa do Vento, donde vimos la cascada principal y su lago, pero estaba lloviendo bastante, así que nos apresuramos a volver para refugiarnos en el espeso bosque. Caminamos durante un rato largo y llegamos a otros caminos que tomamos para explorar más la localidad. Legados a un punto encontramos una manera más rápida para llegar a nuestro coche, pero nos llevó hasta unos densos matorrales llenos de espinas que intentamos atravesar, pero he de decir que no fue muy buena idea. Nos hicimos un poco de daño, así que buscamos otro camino para llegar al punto inicial y, después de un rato estábamos al lado de nuestro coche.

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A lo mejor os estáis preguntando qué es una levada, igual que yo la primera vez que escuché esa palabra. Básicamente, las levadas son los acueductos que se ven en las siguientes fotos y fueron construidos por los portugueses hace mucho tiempo para transportar el agua desde el este de la isla hasta es sudeste. Fue, sin duda, un trabajo duro, pero no tenían otra manera de regar los cultivos y de conseguir agua potable. Hoy en día aún son una fuente de agua potable y también se utilizan para producir energía hidroeléctrica. Además, son útiles para los turistas, ya que les sirven para orientarse por los caminos de la isla porque están por todas partes.

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Cascada Velo de Novia

Tras nuestra agotadora excursión nos dirigimos a las cuevas de Madeira. De camino nos paramos en Seixal, donde vimos la famosa cascada Velo de Novia, que parecía realmente el velo de una novia. Desde aquel lugar también se veía bien la parte norte de la isla y del océano Atlántico.

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Grutas de São Vicente

A continuación fuimos a São Vicente para ver las famosas cuevas de Madeira. Tuvimos que pagar ocho euros para entrar en las cuevas y esperar a que nuestra guía viniera a por nosotros. El recorrido por las cuevas nos llevó unos 30 minutos y mereció totalmente la pena.

Primero nos llevaron a una gran sala con proyecciones que explicaban cómo se habían formado las cuevas y qué estaba pasando en la isla hace casi 900 000. Y... ¡adivinad qué estaba pasando! Los volcanes estaban entrando en erupción por todas partes para crear esta isla enorme y rocosa, lo que también contribuyó a que sus tierras fueran tan fértiles.

Después nos lo pasamos bien en otra sala interactiva en la que había un mini volcán interactivo que entraba en erupción y mostraba el proceso en detalle.

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Por último, nos enseñaron las cuevas y ocho túneles volcánicos por los que fluía lava y que ahora están llenos de agua. Me di cuenta de que había algo raro en el agua, lo que resultaron ser botellas de vino. Cuando le pregunté por qué metían botellas de vino en la cueva la guía me explicó que los lugareños se dieron cuenta de que el vino se volvía mejor y más sabroso cuando pasaba 6 meses en el agua. Así que a día de hoy siguen manteniendo esa tradición y metiendo el auténtico vino de Madeira en las cuevas para que esté más bueno. El vino aún no estaba en venta, pero la guía me comentó que sería más caro que el vino normal.

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Tercer día en Madeira

Nuestro tercer día empezó alrededor de las 5 de la mañana, ya que nos despertamos y nos tuvimos que preparar rápido porque queríamos llegar a ver el amanecer desde la Punta de San Lorenzo. Tras la dura caminata llegamos a varios sitios desde los que pudimos disfrutar del bonito paisaje.

Ruta de la Punta de San Lorenzo

Empezamos la ruta a las 5:30 aproximadamente desde nuestra casa en Calheta y condujimos hasta la Punta de San Lorenzo durante casi una hora. Los dos teníamos mucho sueño, pero llegar a ver el amanecer y sacar fotos desde este lugar emblemático nos motivaba. Una vez llegamos allí aparcamos el coche rápidamente en el aparcamiento principal, donde solo había un coche aparte del nuestro, lo cuál significaba que había otros entusiastas además de nosotros.

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El camino desde el aparcamiento descendía un poco hacia un tablón con información sobre el sendero y la duración del trayecto, que era de unas tres horas. Y así empezamos nuestro recorrido hacia el fin del mundo. Tengo que decir que mientras hacíamos senderismo veíamos diferentes y maravillosos paisajes. Todo en ese sitio parecía irreal y, en cierto modo, diferente del frondoso bosque de Laurisilva que habíamos visto el día anterior. Por el camino vimos interesantes formaciones volcánicas y, en algunos lugares, pudimos ver incluso cómo la lava salía entre las rocas.

Era aún más interesante ver cómo el camino zigzagueaba, llevándonos de un mirador a otro. Uno de mis preferidos fue el de Ponto do Vista y también Ponta do Castelo, que tenían vistas al océano Atlántico y a la Isla de Porto Santo.

Más tarde llegamos a la casa de Sardinha, una de las casas de las personas que protegen esta zona. Desde ahí tuvimos que ascender hasta el final para llegar al final del sendero. Mientras ascendíamos vimos que una tormenta que venía del centro de la isla se aproximaba a nosotros. Tengo que admitir que tuve un poco de miedo, ya que, como el terreno era llano, no había ningún sitio en el que cobijarse. Sin embargo, seguimos ascendiendo y cuando casi nos habíamos dado por vencidos por culpa de la tormenta, ésta se desvió hacia otra dirección.

Afortunadamente, conseguimos llegar a Morro do Furado, el punto más al este y yo diría que con más viento de la isla. Más tarde descubrí que los lugareños llaman a este punto de la isla el fin del mundo. Ese nombre se lo pusieron los primeros exploradores de la isla y se lo transmitieron a las siguientes generaciones.

Estábamos extremadamente cansados, así que nos sentamos en el suelo y sacamos la comida de nuestras mochilas para darnos un pequeño festín con unas vistas fascinantes y algunas gaviotas que intentaban robarnos la comida. Desde ese punto del sendero podíamos ver con claridad las islas Desertas, que se encontraban frente a nosotros y también pertenecen a Madeira. Sus únicos habitantes son las extrañas focas monje del mediterráneo.

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Ese día fuimos muy afortunados, ya que éramos los únicos que estábamos en ese sitio y a esa hora del día. No había gente en los alrededores y había mucho silencio y viento. Sin embargo, a la vuelta el lugar estaba repleto de gente paseando por el sendero y no me lo podía creer al verlo. Así que me alegré mucho de que, a pesar de estar exhausta y muerta de sueño, consiguiéramos llegar al fin del mundo en Madeira.

Miradouro do Pico do Facho

A continuación nos dirigimos al mirador de Pico do Facho, desde donde había una vista muy bonita desde arriba de la ciudad de Machico, famosa por sus playas arenosas.

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Cristo Rei

Por último, fuimos a la famosa estatua de Jesucristo que se parece un poco a la de Rio de Janeiro. Al lado de la estatua verás una escalera que lleva al final del acantilado, desde donde las vistas eran fascinantes. Fue una última parada muy agradable y un buen sitio en el que sentarse, relajarse y disfrutar de la belleza del océano.

Día cuatro en Madeira - Subida al pico Ruivo

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El cuarto día en Madeira volvió a empezar bastante pronto, ya que sabíamos que para tener el suficiente tiempo como para llegar al pico Ruivo y volver a casa teníamos que disponer de mucho tiempo. Así que nos dirigimos al mirador Pico do Areeiro, donde se suponía que teníamos que empezar nuestra ruta de medio día hacia el lugar más alto de Madeira: el pico Ruivo. Sorprendentemente, allí arriba hacía más frío de lo que nos esperábamos y había hielo en la carretera, así que cuando empezamos a subir en coche hacia el mirador nuestro coche casi patina y fue bastante terrorífico, de modo que aparcamos lo antes posible. Lo que fue aún más sorprendente fue que en cuanto salí del coche comencé a deslizarme carretera abajo sin poder parar, así que tuve que tirarme al suelo para poder ir de alguna manera al sitio en el que empezaba el sendero. No voy a mentir, fue complicado levantarme debido al hielo que cubría la carretera y me caí algunas veces a pesar de llevar puestos mis zapatos de turista, que se suponía que tenían que servir de ayuda en situaciones como ésta.

Conseguimos llegar al mirador de Pico Areeiro, uno de los picos más altos de Madeira con una de las mejores vistas de la isla. Mientras tanto decidimos esperar un poco a que saliera el sol, ya que incluso el sendero estaba cubierto de hielo y las personas que iban por delante se cayeron varias veces. Sin embargo, lo que daba miedo no era caerse, sino el empinado camino que hay que seguir y el abismo que lo rodeaba, así que, en mi opinión, esa ruta es bastante peligrosa y no es para todo el mundo.

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Después de un rato emprendimos nuestro camino hacia el pico Ruivo con cuidado y, tras un par de caídas, conseguimos llegar al mirador de Ninho da Manta, una de nuestras primeras paradas de la ruta. Esperamos ahí a que el sol saliera un poco más para que derritiera el hielo. Después continuamos por el duro terreno y atravesamos unos cuantos túneles largos hechos en los bloques de roca y empinadas escaleras difíciles de subir.

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Después de unas dos horas de ruta decidimos parar y descansar un poco en uno de los lugares que eran más abiertos y amplios. Nos sentamos para recargar las pilas con un poco de comida y agua. Algunas personas seguían pasando cerca de la pared de roca, ya que el camino en esa parte de la ruta era bastante peligroso. De repente escuché el sonido de rocas cayendo y pude ver algunas rocas medianas cayendo desde el pico das Torres justo encima del camino por el que acabábamos de pasar. Antes de hacer esta ruta habíamos leído mucho sobre ella y sabíamos que era peligrosa pero, tras hacer una búsqueda en profundidad del pronóstico, se consideraba segura. Sin embargo, a esas alturas de la ruta me daba miedo seguir y quería dar la vuelta pero, de alguna manera, mi novio me hizo cambiar de opinión y seguimos la ruta con más cuidado.

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Por fin llegamos al último tramo de la ruta, que parecía bastante segura. Tengo que decir que también era la parte más bonita de todo el recorrido ya que, a lo largo del camino se pueden ver todo tipo de vistas por todos lados. Mientras hacíamos senderismo conocimos muchos senderistas ávidos y uno de ellos tenía 80 años, lo cuál me animó a seguir. Antes de llegar a la cima tuvimos que parar unas cuantas veces, ya que era difícil ascender durante mucho tiempo de seguido. También había un bosque lleno de extraños árboles blancos que nunca había visto. ¡Era mágico!

En menos de una hora estábamos en lo más alto de Madeira donde “Oh Meu Deus!”, se veía todo. ¡Increíble!

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Nos quedamos allí durante bastante tiempo, ya que necesitábamos descansar mucho. No voy a mentir. La ruta a pico Ruivo es una de las más difíciles que he hecho. Sin embargo, mereció la pena por completo.

La vuelta fue bastante más fácil, ya que más o menos conocíamos el terreno y lo que esperarnos. Esa vez no cayeron rocas, pero volver a pasar por las escaleras fue una de las peores experiencias que he vivido. Por el camino vi unas cuantas perdices rojas, los pájaros típicos de esa zona de Madeira, y fueron bastante amables y extrovertidos, ¡así que casi pudimos tocarlos!

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Tras casi siete horas de ruta por fin llegamos a nuestro coche, que nos esperaba en el punto de inicio en el pico Areeiro. ¡Menudo paseo! ¡De verdad! ¡Fue muy arriesgado!

Sin embargo, te recomendaría que le echaras un vistazo al pronóstico del día para pico Ruivo, tal y como hicimos nosotros, porque el tiempo puede variar mucho en un mismo día. A pesar de que nos lo pasamos bien, también nos encontramos con una niebla muy espera, hielo resbaladizo, lluvia y, al final, una tormenta. Además de eso te recomendaría llevarte comida y mucha agua, así como hacer descansos por el camino, ya que es una ruta difícil, sobre todo para gente sin experiencia. Por último pero no menos importante, lleva ropa de abrigo y, por supuesto, zapatos de turista, ya que no hace tanto calor como en otras partes de la isla.

Miradouro de Paredão

Ya que la ruta no nos había cansado lo suficiente decidimos visitar uno de los miradores famosos que nos pillaba de camino. Paramos un momento el mirador de Paredão desde donde se veía el pueblo amurallado de Curral das Freiras o, como muchos la llaman, el valle de las monjas. En esta parada te darás cuenta de lo dura es Madeira como isla y, a pesar de ellos, la gente aún consigue vivir en ella. El pueblo está entre enormes bloques de rocas cubiertas de frondosa vegetación y bosques. ¡Majestuoso!

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Ponta do Sol

Terminamos nuestro largo día de excursión en la playa de la ciudad de Ponta do Sol. También había un viejo puente que se adentraba en el océano y desde el que se podían contemplar las olas rompiendo y la furia del océano.

Quinto día en Madeira

Después de un par de días de excursión, decidimos hacer el quinto día un poco mejor y seguir explorando Madeira poco a poco. Dormimos un poco más y luego salimos a la ciudad de San Vicente.

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Cascada de San Vicente

Primero, decidimos relajarnos un poco en la playa de arena negra de San Vicente, desde donde también se podía disfrutar de unas bonitas vistas. A continuación, nos entró hambre y fuimos al Restaurante Caravela, que estaba justo en la costa, nos comimos un buen filete de atún, lapas y pan de ajo, acompañados de una hermosa vista de la costa norte de Madeira.

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Bosque de Laurisilva en San Vicente

Luego, decidimos echar un vistazo al bosque de Laurisilva, cerca de San Vicente, donde también encontramos muchas barbacoas y lugares para descansar, así que simplemente dispusimos nuestra hamaca entre los árboles y nos relajamos un rato.

Podría decir que los bosques de Laurisilva en Madeira son uno de los bosques más bonitos que verás. No hace más que aumentar la belleza y el misticismo de la isla, sobre todo si hay niebla.

Más tarde me enteré de que ese tipo de bosques solo se encuentra en islas como Madeira, Azores, Canarias y Cabo Verde. Además, los bosques de Laurisilva en Madeira se consideran muy antiguos, de unos 20 millones de años, e incluso fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. ¡Es increíble! ¡Así que asegúrate de visitar alguno de ellos!

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Levada dos Balcões

Después, nos dirigimos a Ribeiro Frio, donde dimos un pequeño paseo por la Levada dos Balcões y llegamos a su final en poco tiempo. Como hacía mucho sol ese día, pudimos ver claramente la parte norte de la isla y el valle de Faial, así como algunos pajaritos piando y volando alrededor. Era uno de los lugares más serenos, sin duda.

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Miradouro do Guindaste

A continuación, fuimos al Miradouro do Guindaste, uno de los miradores más bonitos y menos concurridos de la isla de Madeira. Como hacía sol, pudimos incluso divisar la isla de Porto Santo en la distancia.

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Cabo Girão

Al final del día, nos dirigimos de nuevo al sur y directamente a Cabo Girão, desde donde vimos la puesta de sol. Cabo Girão es un balcón de cristal que está 580 metros de altura y es el acantilado marino más alto de Europa. Allí pudimos observar la inmensidad del océano, la hermosa puesta de sol y la ciudad de Funchal desde lejos. Entrar en Cabo Girão era gratis, aunque al principio parecía una atracción de pago.

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Sexto día en Madeira - Explorando Funchal

En nuestro último día en Madeira, decidimos explorar solo la capital de la isla y dedicarle todo nuestro tiempo.

Mercado de Funchal

Este mercado me dejó boquiabierta. ¡Literalmente! Tiene absolutamente de todo, como especias, semillas de flores tropicales, pescado y carne, verduras y ofrece un montón de frutas tropicales que nunca había visto. Primero dimos un paseo para decidir qué comprar y de dónde y luego fuimos al primer piso a comprar. Fue bastante agradable que antes de comprar las frutas el vendedor te dejara probarlas para ver si te gustaban, así era más fácil decidir.

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Después de probar, nos decidimos por una chirimoya, que se llama Anona y es una fruta bastante dulce, pero la textura y su sabor no tienen nada que ver con las manzanas. Luego, compramos diferentes tipos de maracuyás como plátanos, maracuyás, limones y piñas. También compramos diferentes tipos de mango y una extraña fruta llamada costilla de Adán o la fruta Deliciosa de Madeira. Se parece un poco a una larga piña verde y el sabor se parece al del plátano, la piña o ambos. Sin embargo, el vendedor te preguntará cuándo tienes pensado comerte la fruta, ya que necesita tiempo para ser comestible y lo sabrás si se hayan caído algunas de las escamas. Los plátanos de Madeira también estaban en nuestra lista, así que compramos algunos de los pequeños plátanos dulces y llenamos nuestras bolsas hasta arriba.

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Casco antiguo de Funchal

Luego, volvimos al coche para dejar la fruta y paseamos un poco por el casco antiguo de Funchal, que tenía muchas casas de colores construidas en las colinas de los alrededores. Desde allí fuimos a la Praça do Povo, que es una de las principales plazas costeras de la ciudad con vistas al océano. Finalmente, subimos un poco hasta el Jardim Municipal do Funchal, que era un precioso jardín en medio de la ciudad con muchas flores y árboles tropicales. Dentro del jardín, había un par de fuentes que no hacían más que aumentar la experiencia mágica y la belleza del jardín.

Jardim Tropical de Monte

Nuestra última parada fue el Jardim Tropical de Monte, situado en una de las colinas de Funchal. Llegar al jardín es bastante difícil, ya que la carretera es una de las más empinadas de Madeira y tienes que ser un conductor muy hábil. Durante el camino hasta el jardín, vimos un montón de trineos típicos de Madeira bajando por la calle. Es una forma inusual de transportar a la gente, pero muchos turistas lo prueban porque es tradicional. Se llama Carros do Monte y es un carro hecho de madera, con asientos para las personas y sitio para los que van a empujarlo por la calle. Teniendo en cuenta que las carreteras de Funchal son bastante empinadas y accidentadas, bajar rápido no parece un problema para estos carros.

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Una vez llegamos allí compramos las entradas por 12,50 euros y entramos al jardín más bonito que he visto nunca. Siguiendo los carteles, empezamos a caminar por el jardín que alberga un montón de plantas exóticas de varios rincones del mundo. No tardamos en llegar a los jardines japoneses, que eran absolutamente maravillosos. Había estanques con peces koi nadando en su interior, lugares de meditación con estatuas de Buda, edificios japoneses y estatuas de soldados por todos lados.

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Los jardines japoneses tenían un par de plantas y recreaban con exactitud un jardín típico de Japón. ¡Increíble! Después, fuimos a las tres exposiciones del Museo del Palacio del Puente. La primera exposición que vimos fue la de Pasión Africana, que constaba de dos plantas y que tenía un montón de estatuas zimbabuenses que se recogieron en el siglo XX. La siguiente estaba dedicada a los distintos minerales del mundo y se llamaba Secretos de la madre naturaleza. La mayoría de los minerales se recogieron en Brasil, Perú, Sudáfrica y Portugal y son de los mayores minerales del mundo. Por último, pero no por ello menos importante, el museo alberga una valiosa colección de azulejos hispano-moriscos de los siglos XV y XVI.

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