Lo que motivo el comienzo...
Como tantas otras historias de viajeros, esta comenzó en un avión de Low Cost al estilo enlatado y con cierto malestar por la despedida, pero esta tenía algo distinto, no solo me marchaba lejos para comenzar una nueva vida y seguir alimentando mi sed de experiencias, también me excitaba el hecho de hacer escala, una escala interesante, y he aquí mi primer consejo, si deciden viajar lejos de casa, muy probablemente cruzarán ciudades únicas y deseosas de tenerte como visitante, muchas de las mejores experiencias pueden pasarte en el camino a tu destino, y ¿porque dejarlas pasar pudiéndolas aprovechar?.
Las conexiones en avión suelen darte infinidad de combinaciones y solo hay que entrenarse un poco, para conseguir con una escala apropiada ahorrarte mucho dinero en tu billete e invertirlo en conocer y aprovechar el lugar, se trata de convertir algo incómodo como son las largas esperas en aeropuertos, en algo excitante. En mi caso y rumbo a cruzar el Atlántico, decidí hacer escala en Cancún, México, ¿porque no? es Caribe, solo pensarlo y ya las imágenes paradisiacas recorren tu mente a toda velocidad. Además me salió más caro el trayecto Gran Canaria-Madrid, que Madrid-Cancún, difícil de creer, pero cierto.
Mis primeras intenciones consistían en llegar a la aventura, solo me acompañaría mi mochila de espalda, y me quedaría a lo largo de toda la Riviera Maya en Hostales Backpackers o de Coachsurfing, es más mi estilo, pero no fué así, para nada fue así, me dejé llevar por los prejuicios que provocan las distancias entre países en combinación con tanta película, en mi cabeza solo había una idea, Juanra ¿Estás loco? es México, contrólate. Producto de las repetidas veces que escuche decirlo y repetirlo a mi alrededor antes de marchar, así que conseguí una buena oferta y allí estaba en el aeropuerto de Cancún, con mi gorro, las botas que me asaban de calor y mi pesada mochila en la espalda, pero ya no andaba perdido ni en una aventura por buscar mi rumbo, allí en la puerta, me esperaba un chofer sujetando con sus brazos ya congestionados un letrero con mi nombre y que me costó cosa de más de un minuto reconocer, "Sr.Rodríguez".
Para no mentir, las primeras 48 horas en aquel Resort me hicieron sentir lo que deben sentir los multimillonarios al despertar cada mañana, todo lujo posible y la libertad para hacer cualquier cosa y conocer el México Turístico que tan bien se vende, con esa pulsera era como un mago, creo que jamás había soñado con tanta fruta fresca para desayunar en mi cuarto con unas vistas a las arenas blancas del caribe, pensé que jamás aborrecería comer tan bien y probar los mejores cockteles caribeños, Pero pasadas esas 48 horas se rompió el hechizo, caí en la cuenta de que había caído en una gran trampa, no estaba en México, podría ser cualquier lugar del mundo, tan artificial; ya no quería más tequila, ni estar más tiempo en remojo en el yacuzzi, me sentía encerrado en una ciudad donde había de todo lo imaginable, menos naturaleza y menos la verdadera esencia de México, todo estaba preparado para que te sintieras tan cómodo y te relajarás tanto que no quisieras salir del hotel, Cancún a hora y media al Norte, Tulum a 3 horas al Sur, había tanto por conocer, comprendí que me había equivocado, yo quería salir de allí, conocer gente, conocer la verdadera cultura, los grandes tesoros de la Riviera Maya.
Tras barajear 20 planes de excursión, pedir más de 50 consejos, la mejor y única opción que podía permitirme era alquilar un coche y poner rumbo a esa aventura que tanto deseaba, yo solo, era arriesgado, pero sabía que merecería la pena, y que no podía irme sin conocer lo que venía buscando. Me dejé llevar por ese impulso y comencé en la mañana rumbo a Tulum, era imposible saber que me depararía ese día, pero ahí estaba, conduciendo en México, por unas carreteras solitarias de terracería, donde dentro de un bache había otro, y la suspensión parecía pedir ayuda. Busqué toda frecuencia para ponerle música al momento, pero me coincidió el largo discurso de Peña Nieto, ¿no quería cultura? pues ahí la tuve, la situación política actual del país en el que iba a vivir me acompaño en mi largo trayecto en coche por la Rivera, la carreteras Mexicanas son muy diferentes a las que solía conocer, tras saltarme 3 semáforos en rojo, comprendí que los semáforos se encuentran no antes de la intersección, sino tras ella, los famosos 4 altos o 4 stop son más curiosos aún, la ley es simple, el que llegué antes, pasa y el que no, se para; los adelantamientos por la derecha parecían normales, y los topes eran más bien volcanes; los letreros parecían querer hablarme y carecían de sensibilidad “Si quieres volver a ver a tu familia, disminuye la velocidad” daban ganas de no sobrepasar los 20Km/h. Los paisajes daban un contraste precioso, la naturaleza a pie de carretera, con unos manglares densos y verdes alegres por todas partes, daba la impresión de que en cualquier momento cruzaría un cocodrilo de un borde al otro. La humedad y el calor intenso podían ser un problema, pero el aire acondicionado lo solucionaba rápido.
A pesar de la falta de indicaciones, parecía no haber problema para llegar a mi destino, consiste en una carretera sin final que recorre toda la Riviera, así que deseoso por bajarme llegué a mi primera parada, el gran Cenote, Dos Ojos, es de esos lugares, que ves en las fotos de “Amazing Things in The World” y piensas…Ojala estuviera allí, pues allí estaba en un auténtico tesoro natural, no podía dejar pasar la oportunidad y de la emoción me volví un débil turista, así que no lo pensé dos veces y contrate el guía y el equipo de Snorkel, creo que a pesar de que apenas sabía nadar el guía, sin él, no hubiera encontrado nunca la salida de esas cuevas submarinas, así que fue una gran inversión. Todo era en medio de la selva, grandes tarántulas por la zona y la amenaza de que rondaban serpientes por la zona, y cuando vi el Ojo primero, me enamoré, un charco de agua completamente cristalina, se veía claramente el fondo y una cueva que parecía no tener final, de estreno con mi cámara acuática parecía no importarme ni una palabra de lo que decía el guía, gaste toda la batería y llene la memoria en las 2 horas que duro esa experiencia. De verdad, hay que verlo para creerlo, es un lugar mágico y difícil de describir.
No tenía tiempo que perder, mi tiempo era un descontrol y ni siquiera sabía cuánto dinero tenía, cambié todos mis euros a pesos mexicanos y me dieron billetes equivalentes a poco más que un euro, el resultado fue que la cartera se quedaba pequeña y el fajo de billetes a pesar de no tener mucho valor, era increíblemente grande. Continué mi rumbo hacía Tulum, la ciudad maya cerca de la costa, cuando llegué no podía creerlo, era digno de película y parecía poder ver a las antiguas civilizaciones por allí rondando, esta vez decidí no pagar guía e invertí en bucear en el arrecife de coral de la zona, en la lancha note como mi estómago aún no se había recuperado de los tequilas de la noche anterior, esa familia haitiana me hizo beber más de la cuenta en una noche de risas aseguradas, así que intenté mantener mi compostura y disimular mi mareo para no quedar mal ante tanta chica guapa en esa excursión, a pesar del fuerte oleaje disfrute de ver algunos bancos de peces, un arrecife coralino espectacular aunque bastante dañado y hasta unos cañones de un bucanero español hundido que hizo volar aún más mi imaginación sobre las batallas de la zona que marcaron historia.
Principios de Septiembre, temporada de Huracanes, el tiempo enloqueció de un momento a otro, y sin previo aviso muchísima agua mojó lo majado ya por el mar, subimos a la embarcación y el oleaje aún más fuerte me mareaba por dos, pero pronto llegamos a la playa Paraíso y allí bajo la lluvia huracanada disfruté de una cerveza con el grupo de jóvenes viajeros de la excursión y quedé para salir de fiesta en la Playa del Carmen con ellos esa misma noche, marché en busca de mi coche a unos 3 km de distancia, me antoje en ir caminando y a medio camino me arrepentí de ello, el agua me llegaba a los tobillos, yo que no acostumbro a llevar paraguas, pesaba el doble por la ropa completamente empapada y no veía el momento de llegar al coche y ponerme a cubierto, a pesar de ellos no podía estar más contento, estaba viviendo la aventura que llegué buscando y las fotos no podían ser más perfectas, intentaba almacenar cada instante en mi memoria para recordar el máximo de detalles del lugar. Me quedaba mucho por visitar aún pero ya con lo visto a lo largo de ese día estaba más que contento.
Una de las ventajas de conducir un coche de alquiler es que no tienes que preocuparte por mojar los sillones y llenarlos de arena, recuerdo incluso un viaje en Fuerteventura en el que terminaron preguntándonos si habíamos metido gallinas en el maletero, puse rumbo en dirección opuesta a la tormenta tropical, y a medida que me iba alejando la lluvia se volvía menos intensa, tocaba una de las paradas más preciosas, la playa Akumal, famosa por la puesta de tortugas marinas, no podía ser más increíble, las playas del caribe son hermosas y sobre todo si tienes la Isla Cozumel adornando el horizonte, no encontré tortugas, pero sí que entré en una asociación donde conocí a otros biólogos como yo y me orientaron en su labor y experiencia con las tortugas, creo que no sería un mal destino para unas futuras prácticas profesionales.
Ya se me acababa el tiempo y era hora de volver al hotel, tenían orden de llamar a la interpol si no llegaba antes de las 22:00, no es cierto, pero sí que me apetecía llegar al buffet y comer todo lo que no pude comer a lo largo del día, además hice bien a medida que se hacía de noche me percate que las luces del coche estaban fundidas, así que si la carretera era peligrosa más lo era siendo invisible. Como ven, llegué sano y salvo, y lo primero que hice fue ir corriendo a mi última gran cena en Yucatan, seguido de una gran fiesta de despedida con la gente encantadora que uno conoce en cada viaje. Pude disfrutar de una buena noche y a la mañana siguiente saboreé el desayuno como si no supiera la siguiente vez que comería algo, me despedí de tanto lujo con incertidumbre de si podré volver a disfrutarlo algún día, no sabía que me esperaba después, pero con mi mango fresco en la mano y mi mochila nuevamente en la espalda, comenzaba mi auténtica aventura, y esta sí que no estaba planeada ni en el más mínimo detalle, este fue el verdadero comienzo de mi historia Mexicana con Rumbo a la Paz.
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