La escultura "Toro Farnesio"

toro-farnesio-bf9ed9acd9dd2554907fec0acaLa escultura "Toro Farnesio" en el Museo Arqueológico de Nápoles

La obra "Toro Farnesio" es un grupo escultórico de bulto redondo perteneciente al Arte Helenístico Griego (323-31 a.C.) y, en concreto, a la corriente barroca helenística (225 –150 a.C.), que comenzó con la "Niké de Samotracia". A pesar de que la obra más destacada del Helenismo griego es el "Laocoonte", este grupo escultórico no debe pasar inadvertido debido a sus grandes dimensiones, la complejidad de la composición y el hecho de que todo el grupo fuera tallado a partir de un mismo bloque de mármol: se trata de la mayor escultura de bulto redondo de la Antigüedad, pues mide casi cuatro metros de alto, unos tres metros de ancho y llega a pesar casi veinticuatro toneladas.

Un poco de Historia...

La Época Helenística abarca desde el siglo IV hasta el I a.C. y se trata de un período en el que Grecia perdió su independencia frente a Filipo II de Macedonia, quien anexionó las polis a su imperio. A la muerte de Filipo II, su hijo, Alejandro Magno, acrecentó sus dominios conquistando el Imperio Persa (antiguo pueblo enemigo de los griegos), incluyendo Egipto, Mesopotamia y alcanzando la India. Alejandro tenía como objetivo construir una potencia universal que integrara a griegos y bárbaros (extranjeros), en la que las diversas creencias y culturas de occidente y oriente se fundiesen conformando una unidad. Sin embargo, en el 323 a.C. Alejandro Magno murió, dejando un gran imperio a través del cual había expandido la cultura y las ideas griegas por los territorios conquistados, dando lugar a lo que se conoce como Helenismo.

Tras la muerte de Alejandro, sus generales se repartieron su imperio, creando los llamados Reinos Helenísticos (Egipto, Siria y Mesopotamia), los cuales florecieron hasta que fueron asumidos por Roma. El último de esos estados independientes fue Egipto, que desapareció como tal a la muerte de Cleopatra. Para entonces, los romanos se habían apoderado de todos los territorios que habían pertenecido a los griegos, integrándolos en su imperio como provincias.

Fue entonces cuando Roma asumió las creencias, costumbres y formas de vida griegas, incluyéndose la cultura helénica y su reflejo en el Arte. El arte helénico muestra el cambio, la ansiedad y la tensión en su mayoría de composiciones. Además de presentar un gran dramatismo y reflejar emociones. También destaca por su teatralidad y mentalidad erudita. Otras de sus características más sobresalientes son la composición en grupo y la tendencia al movimiento y al volumen.

Todas estas características las concentra la escultura "Toro Farnesio", perteneciente a la Escuela de Rodas y atribuida por Plinio el Viejo a Apolonio de Tralles y Taurisco. Está datada alrededor del año 130 o 190 a.C., variando la cronología según los distintos autores; aunque actualmente únicamente se conservan copias romanas (esta en concreto debió copiarse a comienzos del siglo III).

El hallazgo de "Toro Farnesio"

La escultura está hecha en mármol, aunque la original era de bronce. Esta escultura tuvo gran éxito en Roma, pues se encuentran numerosas copias romanas: ¿qué provocaba esta escultura en los espectadores romanos para que estos realizaran tantas copias? Actualmente se conservan unas cuarenta copias de la escena en diferentes escalas y tamaños, lo cual es, a su vez, otra característica del período helenístico.

La obra fue hallada en las Termas de Caracalla, en Roma, en el año 1546. Y no tardó en colocarse en el Palacio Farnesio, de donde toma su nombre, como parte de la colección del Papa Pablo III. En la actualidad se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Cuando se descubrió, en un pleno Renacimiento que pretendía hacer renacer la Antigüedad Clásica, esta obra se dio a conocer mediante grabados e inscripciones y se añadió a la composición la figura de Antíope, entre otras, y se restauraron algunas partes de la pieza. La restauración la llevo a cabo Juan Bautista Della Porta.

El mito

Esta escultura representa un mito griego que ya había sido relatado por Eurípides, en una tragedia llamada "Antíope", que no nos ha llegado. También Apolodoro hace referencia a los protagonistas de este mito en su "Biblioteca":

“De Hirieo y la ninfa Clonia nacieron Nicteo y Lico; a su vez de Nicteo y Polixo nació Antíope; de Antíope y Zeus, Zeto y Anfión.” (Apolodoro, “Biblioteca”, Libro III).

Por su parte, Higino plasmó el mito en dos de sus fábulas:

“Antíope, hija de Nicteo, fue violada por engaño por Epopeo y fue repudiada por su esposo Lico. Así sin marido, Júpiter la poseyó. En cuanto a Lico, tomó en matrimonio a Dirce, quien sospechó que su esposo se había acostado en secreto con Antíope. Ordenó a sus esclavos que, tras encadenarla, la encerraran en un lugar oscuro. Como llegaba el momento del alumbramiento, se liberó, por voluntad de Júpiter, de las cadenas y se marchó al monte Citerón. Puesto que el parto era inminente y buscaba un lugar apropiado, el dolor la obligó a dar a luz en una encrucijada. Unos pastores educaron a los niños como si fueran suyos y los llamaron Zeto “el buscador de un lugar”,  y al otro Anfión, “el nacido en una encrucijada o sobre dos caminos”, porque lo parió en un cruce de caminos. Cuando éstos conocieron a su madre, mataron a Dirce atándola a un toro salvaje. De su cuerpo surgió una fuente en el monte Citerón, que fue llamado Dircea, en honor de Líber, puesto que ella había sido una bacante.”(Higino, “Fábulas", Fábula VII).

Su segunda fábula en relación a Antíope recoge la versión perdida de Eurípides:

“En Beocia, Antíope fue la hija del rey Nicteo. Seducido por su belleza sin par, Júpiter la dejó embarazada. Como su padre, que no paraba de amenazarla, quería castigarla por esta deshonra, Antíope huyó. Casualmente, en el mismo lugar al que ella había llegado, se encontraba Epopeo de Sición. Éste, llevando a la mujer a su casa, se une a ella en matrimonio. Nicteo, que tuvo que soportarlo de mala gana, en el momento de morir hizo jurar a su hermano Lico, a quien iba a dejar su reino,  que no dejaría a Antíope impune. Después de su muerte, Lico se dirigió a Sición; tras matar a Epopeo, conduce de nuevo a Antíope, encadenada, al Citerón. Allí dio a luz y abandonó a unos gemelos a los que un pastor crió y llamó Zeto y Anfión. Antíope había sido entregada en castigo a Dirce, esposa de Lico. Cuando tuvo una oportunidad, se escapó. Llegó junto a sus hijos, uno de los cuales, Zeto, tomándola por una fugitiva, no la acogió. Al mismo lugar fue enviada Dirce durante una bacanal de Líber. Tras descubrir allí a Antíope, la condujo a la muerte. Pero, convencidos por el pastor que los había educado, de que se trataba de su progenitora, los jóvenes dieron alcance a su madre, se la llevaron y mataron a Dirce atándola a un toro por los cabellos. Como querían matar a Lico, Mercurio se lo prohibió y, al mismo tiempo, le ordenó a éste que cediera su reinado a Anfión.” (Higino, “Fábulas”, Fábula VIII).

El mito narra la historia de Antíope, célebre por su gran belleza, hija de Nicteo, rey de Tebas. La historia más aceptada del mito es similar a la de Eurípides: Antíope fue seducida por un sátiro, que era en realidad Zeus disfrazado o metamorfoseado. Esta unión amorosa y el embarazo de Antíope tuvieron como consecuencia que Nicteo, asaltado por la vergüenza y el deshonor, desterrara a su hija, la cual huyó a Sición, donde reinaba Epopeo, con quien se casó. Este matrimonio desencadenó la guerra entre el rey y Lico, su hermano. Epopeo fue muerto y Antíope reconducida a Tebas por su tío, a quien Nicteo había encomendado la misión de castigar a Antíope. En la travesía, parió a los gemelos Anfión y Zeto, abandonados por Lico en el monte Citerón, a cargo de un pastor.

Durante años, Antíope padeció los maltratos de su tía Dirce, la reina de Tebas, hasta que logró huir y encontró al pastor que había estado a cargo de sus hijos. Los gemelos al principio no creyeron a la mujer que decía ser su madre, pero una vez que el pastor que les había criado les aseguró que era cierto, buscaron a la malvada Dirce y, tras encontrarla en un cortejo de ménades que andaban por las laderas del Citerón, la ataron a los cuernos de un toro, que la despedazó. En el lugar de los hechos brotó la fuente llamada Dirce.

La muerte de Dirce, fiel practicante de los misterios dionisíacos, irritó a Dioniso, que se vengó de Antíope quitándola la razón, condenándola a vagar errante por Grecia. Esto ocurrió hasta que la recogió y desposó Foco, hijo de Sísifo. Mientras, los hermanos, que también habían castigado a Lico,  gobernaron Tebas, cuyas murallas erigieron gracias a la lira mágica de Anfión, regalo de Apolo o de Hermes, a cuyos sones las piedras iban solas a colocarse las unas sobre las otras, lo cual podría considerarse un símbolo de la armonía que caracteriza la arquitectura griega. Zeto se casó con Tebas, que dio nombre a la ciudad; y Anfión con Níobe, hija de Tántalo. Sus hijos desafiaron a Latona, madre de Apolo y Ártemis, así que fueron muertos y arrojados al Tártaro con sus progenitores.

Este mito recibió un gran acogimiento que se plasma en las numerosas copias y versiones que se trasladaron al plano artístico pictórico y escultórico, aunque todas las obras fueron eclipsadas por el grupo escultórico "Toro Farnesio".

La composición de la escultura

La escultura tiene una forma piramidal cuyo eje y punto más alto, a partir del cual se articula el resto de personajes, es el toro. El animal, que se ve sujeto por una cuerda arrollada a sus cuernos, se levanta. Los dos hermanos, Anfión, a la derecha (denunciado por la lira) y Zeto, a la izquierda, procuran contenerle cogiéndole por el hocico y los cuernos, tirando violentamente de la cuerda. Delante de ellos, a sus pies, está Dirce, medio desnuda y aterrorizada, volviéndose suplicante hacia sus verdugos, pues las pezuñas del toro rozan su cabeza y sus brazos.

La escena tiene lugar en una roca con árboles: Anfión y Zeto están de pie, encaramados en los puntos salientes de la roca; Dirce, en el suelo, delante del toro, y Antíope, que se encuentra detrás del toro, contemplando la acción, al igual que otros personajes: una figura infantil y un perro. Por un lado y otro, en las escabrosidades de la roca, hay esculpidos animales, follaje y ciertos emblemas de culto a Baco, como un canastillo, un tirso, etc., en razón de haberse realizado el suplicio en el monte Citerón, durante una fiesta dionisíaca en la que Dirce participaba.

La figura de Antíope, heroína en este mito, no era muy frecuente en la Antigüedad, pero su iconografía resurge en el Renacimiento, lejos de la crudeza de las escenas con Dirce, es representada con sus amores con Zeus en forma de sátiro, quien la encuentra durmiendo desnuda en el bosque. No obstante, mientras que los sátiros buscan su placer sexual, Zeus es un dios enamorado, por lo que sus facciones aparecen humanizadas y dulces, acompañado de Eros o de sus atributos, como el águila o el "fulmen". Esta escena se muestra en obras de Pinturiccio, Corregio, Bordon, Spranger, Vandyck, Watteau o Ingres, entre otros. Sin embargo, también existen versiones modernas de este mito en que Dirce aparece ya muerta, junto al toro y bañada en sangre.

la-escultura-toro-farnesio-2098c8ade85af"Júpiter y Antíope (1616), obra de Hendrick Goltzius" (Fuente)

la-escultura-toro-farnesio-58eb09916465a"La Dirce cristiana" (1897), obra de Henry Siemiradzki (Fuente)

Merece también especial atención la figura infantil de la derecha, pues resulta ambiguo: para unos autores se trata del dios Dioniso, para otros, de la personificación del monte Citerón y, para otros, del pastor que crió a Zeto y Anfión cuando fueron abandonados. Independientemente de cuál de estas tres interpretaciones sea la correcta, ¿por qué aparece la figura con forma de niño? ¿Quizás para compensar la crudeza y agresividad de la escena con la ternura e inocencia de la infancia?

Por otro lado, el grupo es simétrico: Zethos corresponde a Amphion; Antíope a Dirce; el toro es el centro y la cúspide de una pirámide. Además, desde cualquier lado del que se la mire, parece representarse de frente, lo cual demuestra que estaba destinada a servir de centro en un paseo público, dispuesta a recibir miradas desde todos los puntos de vista. En la obra se percibe mucho movimiento y fuerza y causa gran impresión debido a la complicación de la escena; aún así, es una obra imperfecta.

La obra es imperfecta porque tiene defectos: la composición del grupo es extraña, los hombres aparecen sobre los picos de la roca y adosados a troncos de árboles que no se sabe cómo encajan en el monte que es la base y la figura infantil sentada a la derecha es menor que el perro. Se ha llegado a afirmar que Dirce no se amolda al conjunto y que sería fácil huir, por lo que su actitud es forzada y la posición de su cuerpo es poco natural.

El éxito de "Toro Farnesio"

En el drama del suplicio de Dirce, los autores se centran en los preparativos: el acto del suplicio encerraría demasiada brutalidad. Aún así, los hermanos disponiendo la muerte de Dirce para vengar a su madre y el terror físico de la víctima ante el inquieto toro y su espanto moral por los sufrimientos que entrevé cerca, debe generar al espectador ansiedad al esperar un suceso sangriento. En efecto, los griegos eran conocedores del mito, por lo que la escena representada es clave, pues a través de ella se conocían los hechos que ya habían tenido lugar (los maltratos de Dirce a Antíope) y lo que iba a suceder a continuación (la conducción a la muerte a Dirce por un toro).

Existen más versiones y representaciones de este mito, como el mosaico del "Suplicio de Dirce" en Écija (Sevilla). En él, el toro es representado corriendo y mirando al espectador. Tiene la cabeza erguida y la mirada fiera, desafiante. El rabo toca un arbusto que está detrás del bóvido. Delante, arrastrada por el toro al que ya está atada, con los brazos extendidos en actitud suplicante y con la cabeza doblada hacia la derecha, mirando asustada al varón a su derecha en actitud de atacarla, se encuentra Dirce vista de frente y desnuda, pues la túnica ondea al viento a su espalda, colgada del hombro derecho. La maroma con la que está sujeta al toro le pasa por la cintura. Delante marcha un joven desnudo, colocado de frente, que sostiene un cayado curvo en su mano izquierda, mientras su brazo derecho coge una cuerda. Un segundo varón desnudo a la izquierda corre hacia el grupo en actitud de golpear a la dama.

La escena en "Toro Farnesio" es algo diferente a la del mosaico de Écija, pues Dirce es representada en el momento en que los hermanos van a atarla al toro y una figura, que podría ser un pastor, el monte Citerón o el dios Dioniso, observa la escena. Además, la escultura "Toro Farnesio" tiene algunos añadidos como la figura de Antíope y parte de la base. El mosaico de Écija ha suprimido la roca del "Toro Farnesio" y ha conservado el arbusto, que sitúa la acción en el campo.

Una pintura pompeyana de la Casa dei Vettii representa la misma composición que "Toro Farnesio": Dirce se encuentra debajo del toro, semidesnuda, con los brazos levantados, mientras Anfión y Zeto le echan encima el toro. En esta pintura pompeyana se representan las rocas ausentes en el mosaico de Écija. Una segunda pintura pompeyana, de la Casa del Gran Duca, es muy diferente, pues la escena se sitúa en pleno campo entre rocas y arbustos y en ella intervienen dos personajes a cada lado. Además, Dirce se encuentra caída delante del toro, emparentando esta composición con la de Écija.

la-escultura-toro-farnesio-bedd783a17d18Pintura de la Casa de los Vettii en Pompeya  (Fuente)

El suplicio de Dirce ha inspirado a los mosaicos romanos frecuentemente: mosaicos de Pola, en Yugoslavia; de Aquincum, muy próximo al "Toro Farnesio" por la disposición de las figuras; y uno de Sagunto. 

¿Son estas pinturas acerca del suplicio de Dirce imitaciones deToro Farnesio?

Ocho pinturas representando el castigo de Dirce se han recuperado de Pompeya y Herculano. Tres de ellos muestran a Dirce siendo atada al toro, y otras tres muestran a Dirce siendo arrastrada por el toro. En dos pinturas Dirce está ya atada al toro, pero quieta.

El toro es el centro de todas las composiciones, pero mira hacia la derecha o hacia la izquierda; está sobre sus patas traseras, al igual que en la esculturaToro Farnesio, o sus cuatro patas están firmemente apoyadas en el suelo. Zeto es siempre mostrado en la cabeza del toro, aunque en algunos casos sin tocar al animal (pinturas de la Casa de los Vetii). Anfión aparece de un modo más variado: siendo imparcial o actuando con distancia con respecto al toro o sujetando su cola. En ningún caso parece sujetar al toro con cuerdas como sí lo hace en la escultura deToro Farnesio. Dirce aparece en el suelo frente al toro en todas las pinturas. Su cara está a la izquierda o hacia la derecha, tumbada en el suelo, con el torso levantado y sus pies dejándose caer.

La primera hipótesis es que la obra original del "Toro Farnesio" fue la inspiración para estas escenas, hasta que el grupo escultórico aportó este gran ímpetu por la representación de este incidente particular. Sin embargo, la variabilidad existente en cómo Dirce y los hermanos se relacionan con el toro descarta que se trate de una copia exacta de un  único modelo.

La simbología del mito

El mito tantas veces representado tenía como enseñanza que el no tener una buena conducta, el ser injusto, como Dirce lo fue con Antíope, conduce a un gran castigo, como el doloroso y cruel final de Dirce. Por otro lado, Dirce actuaría para Antíope como una madrastra, personaje con mala fama en la Antigüedad. Las madrastras aparecían en la literatura antigua bajo una luz desfavorable, como agresoras o brujas que preparaban venenos, y se las calificaba de "injusta" (injusta), "saeva" (cruel), "scelerata" (criminal), "dira" (dura) y "terribilis" (terrible); con un retrato negativo que se ha mantenido en épocas posteriores, como en los relatos de los hermanos Grimm, en historias como "Hansel y Gretel", "Cenicienta" o "Blancanieves". Un ejemplo podría ser Ino, esposa de Atamante, que quiso eliminar a sus hijastros para favorecer a los suyos. De hecho, incluso cuando la madrastra quiere al hijastro, le daña: como Fedra a Hipólito, como narra Apolodoro:

“Teseo tuvo un hijo de la amazona, Hipólito, y después recibió de Deucalión a Fedra, […] Y Fedra, después de dar a luz dos hijos a Teseo, Acamante y Demofonte, se enamoró del hijo de la amazona, esto es, de Hipólito, y le suplicó que se uniese con ella. Pero él, que odiaba a todas las mujeres, rehuyó esta unión. Entonces Fedra, temiendo que la acusara ante su padre, rompió las puertas de la habitación y se desgarró los vestidos, acusando falsamente a Hipólito de violentarla. Teseo la creyó y rogó a Posidón que aniquilara a Hipólito; y así, mientras este corría en su carro conduciendo a la orilla del mar, Posidón soltó un toro del oleaie; asustados los caballos, el carro resultó destrozado e Hipólito enredado en las riendas, murió arrastrado. Pero su amor se hizo evidente. Fedra se colgó ella misma.” (Apolodoro, “Epítome I”).

Sin embargo, de este mito, poniéndolo en relación con el de Antíope y Dirce, se puede sacar otra conclusión: una madrastra debía actuar como una madre con sus hijos, sintiendo por ellos un afecto y cariño maternal. Sin embargo, este sentimiento debía mantenerse en un punto medio, bajo un orden que en el mundo antiguo griego suponía virtud: los extremos no eran positivos; ya fuera odio lo que se sintiera hacia el primogénito (como el caso de Dirce) o un cariño y amor excesivos (como Fedra hacia Hipólito). Así, si se encontraban irregularidades en las relaciones materno-filiales, se imponía un castigo de los dioses, una venganza que hacía justicia.

A través de la idea de la justicia se comprende también que no existan obras artísticas que plasmen los maltratos de Dirce hacia Antíope, sino que únicamente son reflejadas la escena en que Dirce va a ser atada y castigada y la escena de Dirce muerta junto al toro. La explicación a la ausencia en escultura o pintura de la primera parte del mito, podría encontrarse en que no se representan los hechos injustos, sino que se representa lo justo, de lo que hay que aprender una enseñanza. Así, "Toro Farnesio" se trata de una obra didáctica, con una moraleja. También es preciso señalar que, además de la idea de la justicia, a los romanos podría fascinarles esta obra también por mostrar el valor y la fuerza omnipotente e inquebrantable de los hermanos frente al toro, animal al que héroes, como Heracles, se han enfrentado: quizás se produce la heroización de Zeto y Anfión.

Aún así, la figura que verdaderamente muestra gran poder y podría incluso asemejarse a una divinidad, es Antíope, contemplando a Dirce siendo atada por el toro. Esto, desde otro punto de vista, podría suponer una anomalía en relación con otra característica del arte helenístico: los héroes suelen ser reflejados con dolor, sufrimiento o nostalgia, con elphótos;como en "Hércules Farnesio". Sin embargo, Antíope no se muestra herida por el maltrato de Dirce, sino que viendo como sus hijos la vengan.

Por otro lado y volviendo a la comparación entre Dirce y Antíope con Fedra e Hipólito, éstos también tienen en común la muerte en manos de animales, fatídico final compartido también por otros personajes que desafían a los dioses, como Acteón, que fue devorado por sus propios perros al observar desnuda a la diosa Ártemis, o Prometeo:

“Prometeo, luego de modelar a los hombres con agua y tierra les dio también el fuego, ocultándolo en una vara a escondidas de Zeus. Pero cuando éste se enteró, ordenó a Hefesto que clavase su cuerpo en el monte Cáucaso. Es éste un monte escítico. Clavado en él, Prometeo estuvo atado durante muchos años. Cada día un águila cayendo sobre él le devoraba los lóbulos del hígado, que volvía a crecer por la noche. Ésta fue a pena que cumplió Prometeo por robar el fuego.” (Apolodoro, “Epítome I”)


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